31.12.09

2010

En ocho horas y algo estaremos diciendo adiós a 2009. Al año en que cogí mi vida tal y como la conocía, tal y como la planeaba, y tal y como yo y otros muchos esperábamos que fuera, la empaqueté, y la saqué al contenedor, y me quedé mirando cómo se la llevaba el camión de la basura.
El año que se llevó a Cactus.
Un año asqueroso que se merece montones y montones de patadas en el culo.
A 2010, bromas con DNIs aparte, le vamos a pedir un poco lo que al mago de Oz: cerebro, valentía y corazón. Y a falta de volver a casa, un plan. Una vida propia. Mejor o peor, pero con sentido.
Y cruzaremos los dedos y adelantaremos un pie y buscaremos todo tipo de supersticiosos ritos de entrada y salida deseando creer que los cambios de año pueden cambiarlo todo.
Feliz año nuevo, a todos.

Todo esto, y otras cosas

Insomnio. Náuseas. Un sueño permanente entre una y otra ceja, y de postre un malestar que se mueve de forma difusa por todos los puntos del sistema digestivo. Probablemente, todo ello fruto de las cosas que ni siquiera pueden volverse suficientemente líquidas como para ser lloradas.
Llamadas telefónicas, portales en cuesta. "Los hombres se casan porque no saben vivir solos, y las mujeres lo hacen porque no saben dormir solas". Intentar aprender a dormir sola, hacerlo con placebos, soñar despierta con imágenes que a fuerza de repetirse han perdido todo el sentido que tuvieron alguna vez. Tener pesadillas despierta sobre lo mal que pueden estar yendo las cosas al otro lado de Santa Engracia, y desear que todas las preocupaciones dejen de significar, aunque, por supuesto, no lo hacen.
El miedo al mañana, al pasado mañana, a la próxima semana, al mes que viene, a 2011.
Las ausencias que se van multiplicando siguiendo una lógica malthusiana aterradora.
Adquirir por costumbre hábitos que una nunca habría querido tener, si hubiese sido posible elegir.
El ruido de la lavadora, que no implica ningún despegue. El total desconocimiento de las leyes que garantizan un aterrizaje.
La hostilidad de/hacia los objetos inanimados.
Los asuntos pendientes y las cosas que se quedarán, para siempre, en la agenda y sin hacer.
Las conversaciones que querría tener con las personas que ya no están.
Todo esto, y otras cosas.

La poesía es un arma (des)cargada de futuro

Bueno, pues se acabó. He conseguido leerme todas las obras a concurso y sacar tres listas de veinte finalistas. Bueno. Casi. En la modalidad de microensayo no han participado ni siquiera 20 obras sin faltas de ortografía.
Es increíble lo mal que escribe la gente. Es tan increíble que a uno le dan ganas de gritar, de desdecirse, por todas las veces que se quejó frente a aquellos que decían que Internet y el móvil eran dos armas directas contra el lenguaje. Venga, vale. Tenían razón. Quizá antes existía el mismo número de personas que no sabían para qué sirve una coma o que el castellano incluye tildes en algunas palabras, pero estoy bastante segura de que antes no se presentaban a concursos literarios.
Y lo que más duele: tantísimas cosas se quedan por decir, dejan de entenderse, porque la gente no se molesta en procurar conocer el lenguaje en toda su utilidad. Estoy segura de que todas esas personas querían decir muchísimas cosas, importantes, al menos para ellos, y no han podido.
Y es frustrante.

28.12.09

Refuerzos positivos

Me despierto casi veinte minutos después de que empiece mi sesión en el psicólogo. Consigo llamarle y tener una conversación medio razonable, quedar para mañana (la sesión más cara del mundo: ya tengo que pagarle dos amagos de ir), y volverme a dormir. A quien le digas que anoche trasnoché por culpa de Goethe pensará que soy una chica cultivada, pero, desde luego, no siento que sea el caso.
Me despierto, de nuevo, a la hora de comer, porque he tenido tantos, tantos sueños bonitos que no quería despertarme. Tengo una tendencia significativa a tener pesadillas, y cuando sueño cosas agradables no hay quien me saque de la cama.
Así que dan las tres y no he ido al psicólogo, no he ido a Ikea, y tampoco he pasado la mañana leyendo los relatos del certamen.
Y cuando me siento bastante "lo puto peor", entonces el Chico Pez al rescate, cambiando una tarde de Sassen en el metro y entrada fugaz a por un sofá por un vamosaikeaamirarcosasbonitasdecolores, y sonrío mil, y me pide capítulos nuevos de mi Física o Química particular (la página de sugerencias de amigos en Facebook es de lo más peligroso), y de pronto el día está lleno de luz.
Así no hay quien aprenda. Al final queda la sensación de que cuanta más agua te llega al cuello, mejor lo pasas...

Actualización: Y además, como no se puede ser más chulo ni más de moratalaz, pues claro que mi sofá cabe en su coche, así que me ahorro el transporte; y además, como no se puede ser más insistente, terminamos montando el sofá, viaje a casa del Chico Cósmico en pos del destornillador mediante; y además, como no se puede ser más mono, no sólo aguanta mis charlas monotemáticas y absurdas sino que no me deja llorar a pesar de lo raro que ha sido; y además, con montones de risas y el resultado fabuloso de que se acabó mi intra-mudanza.
Creo que últimamente lo digo mucho, pero es que es así: soy jodidamente afortunada. Mi vida está llena de personas maravillosas.

27.12.09

Propósitos

Pasar la noche haciendo elucubraciones totalmente abstractas y desde el desconocimiento más absoluto acerca de Foucault, Kristeva y Derrida. Todo esto, tumbada y procurando dormir. Luego una se pregunta por qué leches es insomne. Sin comentarios.
Levantarme para recoger al pequeño Kiwi. Que a la mínima, él y Vespa se peleen. Rendirme y volverme a la cama (tras separarlos).
Levantarme a las mil porque tengo una capacidad increíble para hacer de avestruz cuando tengo miedo.
Pero levantarme para tomar notas sobre mis ideas de anoche en dos documentos diferentes que algún día deberían tener 20 páginas por barba; levantarme para leer hasta la F; levantarme para volver a limpiar el salón; levantarme e incluso comer y esas cosas.
Porque, como dijo la Chica India, los últimos propósitos de 2009 hay que cumplirlos (ya que los primeros, a saber dónde andan).
Ayer le preguntaba a la Chica de las Sonrisas qué propósitos tenía para 2010. Me contestó más o menos lo mismo que ronda por mi cabeza. Si nos ponemos a hacer propósitos, acabaremos enfrentadas a un planeta dominado por los baobabs. Si no los quitas cuando son arbustos, después tiene muy mal arreglo.
Y todos tenemos más de un baobab descuidado en el cuarto de atrás de nuestro planeta.
Creo que mi baobab-que-arrancar-en-2010 va a ser la maldita procrastinación. Estoy harta de plantearme, año tras año, que quiero ser una chica sensata que piense antes de actuar; que quiero ser una chica discreta con algún tipo de filtro entre su cerebro y su lengua; que quiero ser una chica ilustrada con algún conocimiento nuevo (al menos mi objeto de aprendizaje sí que cambia de año en año); que quiero ser una chica normal que sepa relacionarse con la gente sin columpiarse de extremo a extremo.
Quizá es el momento de asumir que hay cosas que sencillamente son fallos de carácter.
Así que creo que voy a dejar mi carácter en paz, por una vez y sin que sirva de precedente. Asumir que soy una chica impulsiva y procurar, sin embargo, no sentirme culpable cuando me convierto en una chica mental, siempre con retraso; asumir que tengo demasiado miedo a no ser sincera como para pararme a pensar lo que es imprescindible que sepan los demás; asumir que sé algunas cosas, y que no están mal, y que poco a poco serán más y sin embargo también parecerán menos; y que no soy una chica normal y que, igual, eso "forma parte de mi encanto".
Y dedicar toda esa energía a cambiar las cosas que sí que pueden ser cambiadas.
Una de esas tardes de empezar como si nada y acabar como si el mundo entero se acabase cuando se cierra la puerta. De hablar de absolutamente todo, aunque sea tintodeverano mediante. De recordar y de proyectar. De hacer planes que luego no cumpliremos y de deshacer los planes que sabemos que podríamos cumplir. De que todo se vuelva sencillo.
La Chica de las Sonrisas es absolutamente necesaria.

26.12.09

Limpieza general

Ya no puedo con mi vida, y telita lo que queda. Recuerdo que hace unos días soltaba aquí mi retahíla mental modelo Klotski de cosas que había que cambiar unas por otras. Al final, llegó el caos; pero probablemente si la estantería que ya estaba en su sitio no hubiera decidido desfondarse y tirar sobre mi cama todos los libros que había recolocado, hoy no habría sido tan productivo. La lista casi está completa.
Aun así, es raro esto de mudarte dentro de tu propia casa; y miro mis cosas y hago todo lo que puedo para deshacerme de ellas, y pienso en mi Tío Creativo y su casa minimalista para intentar evitar mi tendencia natural a ocupar todo el espacio disponible; pero lo único que consigo es tirar cosas que tampoco resuelven nada y sentirme un poco ajena.
Me encantaría digitalizar mi vida; coger mi ropa y convertirla en "skins" para un avatar; coger las cajas con las cartas y comprimirlas en un .rar; indizar todo lo que he estudiado en una carpeta de archivos y no necesitar conservar pilas de papeles que en realidad dudo que vuelva a consultar en cualquier otro momento de mi vida.
He metido toda mi ropa en una de esas bolsas grandes de los chinos, para pensar que estoy en uno de los outlets de domingo con mis tías y quedarme sólo lo que realmente me guste. He conseguido por fin deshacerme de mi maldita colección de bolsas de tiendas (por qué tengo este punto tan publicista, me pregunto). Pero aún queda la estantería temible, la de "todo esto querría saber". Y aprender a estudiar en un salón, cosa que no he hecho nunca, pero para la que no queda mucho más remedio.
Ayer decía el Chico Cósmico que el problema era que las casas no tenían 300 metros cuadrados. Yo creo que es un poco de síndrome de caracol. Me encantaría no tener que llevar todo esto a cuestas, etapa tras etapa, cuando las cosas más bonitas desaparecen en la marabunta.
Como el cuadro colaborativo que me hizo una vez la Chica Trotamundos, y que reaparece y me mira con los ojos de Winona Ryder y me espeta "Haz lo que tú quieras, o sientas, o imagines".

25.12.09

Conversaciones navideñas

"Ten mucho cuidado. Seguro que con el ambiente en el que estás no te resulta difícil encontrar referencias al saltamontes como personaje de la literatura romántica. El saltamontes va de aquí para allá y necesita constantemente perderse en la vorágine para salir de la vorágine después. Y el saltamontes tiene todo tipo de historias y un gran amante para toda la vida al que, por supuesto, destroza. Porque no puede dejar de ir de aquí para allá, de meterse en historias incomprensibles en las que siempre está solo. Y luego vuelve a su amante, que se queda enganchado de la vitalidad, de las idas y venidas, pero que sufre permanentemente. Y al final, el daño que haces alegremente, siempre, y óyeme bien, siempre, se vuelve contra ti."
Este es el tipo de cosas que una no quiere oír en nochebuena...

24.12.09

Bitter home

Me he dado cuenta de que no soy la única que no quiere llegar a casa. No sé si me consuela o me duele. El caso es que al final me quedo despierta pensando en darle el regalo navideño (qué narices le regalas a alguien a quien acabas de joder tantísimo) y sintiéndome bastante tonta y bastante absurda.
Ojalá, simplemente, las cosas no tuvieran que ser así. Pero no. Shit happens. Y lo que no es shit, también.
Hoy decía mi Tía Sevillana que vivir da mucho miedo en general, y que hay que estar preparado para reconvertirse una y mil veces. Me daba ejemplo de gente con una inercia mucho mayor que la mía. Y yo no digo que no tenga razón. Digo que tengo muchos ratos buenos, incluso buenísimos, que pasan cosas todo el rato, que consigo que me desborden los acontecimientos y mirarlo todo con una sonrisa (e incluso con una perspectiva robada a un sociólogo al que ni siquiera he leído). Pero que cuando uno frena, lo que queda es una pena enorme, una nostalgia gigantesca, un miedo exacerbado. (Lo cual explica, por otra parte, por qué frenaryenfocar es un mantra muy poco eficaz estos días).
El Chico Escritor ofrecía soluciones alternativas para las carencias afectivas y creo que me estoy agarrando a todas. Me vuelvo una chica de llamar y una chica de abrazar y reparto abrazos a gente que me conoce hace 25 años y flipa un poco cuando la achucho, pero y qué.
Necesito abrazos en cantidades industriales, lo cual explica por qué tengo miedo a dormir contigo, por qué vale cualquier cosa que me saque de esa situación con la que, en comparación, las situaciones objetivamente peligrosas se vuelven inofensivas, explicables, aprehensibles.
Pero en fin. Ahora sí que se acaba. Y ahora hay que recoger los trozos y deconstruir. Habrá que ponerse en marcha, aunque no tengamos nada remotamente parecido a un manual de instrucciones y acabemos sustituyéndolo por las encuestas...

23.12.09

Somosaguas es un parque temático



Correr por la carretera pero llegar diez minutos antes de lo previsto, un cigarro que no debería fumarme delante de alguien que debería haber sabido quién era, "desmitificar el marketing", charlas en las que no deja de aparecer la palabra capitalismo como si fuese un ente abstracto y no el mundo en el que vivimos, cerrar por fin mi matrícula, un abandono (pero muy justificado), un encuentro en la puerta de la cafetería, un encuentro dentro de la cafetería, cumpleañosfeliz, cafés en vez de cañas, charlas en chino, folklore somosaguásico (a.k.a. una especie de procesión con ataúdes por la muerte del saber que desemboca en una sentada con cantidades industriales de alcohol), un grupo de trabajo, biblioteca, el tercer encuentro del día (este un poco más preocupante porque si piensas en alguien y aparece, pues da miedo), dos textos para la Chica Mariposa, el libro que he decidido leer estas navidades en lugar de los que realmente tengo que leer, cuarto encuentro (por qué la gente viene aquí a echar el día, me pregunto), osdejoestounmomento que no es un momento, que son montones y montones y montones de páginas, el Delegado en Funciones que me llama al móvil que está dentro del bolso que lleva él y se sorprende porque está oyendo algoasícomosisonaseblur, confidencias, cerveza en vez de café, la clase que debería haber tenido desde principio de curso y la profesora que yo quiero ser de mayor, aprender de Bourdieu, aprender que si Foucault es nietzscheano igual empieza a caernos bien Foucault (y de paso, preguntarnos por qué le tenemos esta manía absurda a Foucault), mevoyamicasa, la Chica Líquida, "tomamos algo a la salida", yanomevoyamicasa, la clase más corta del mundo con uno de los profesores más impresentables del mundo, un ataque de Húmera, un cambio de planes razonable, el bar de la fiesta, un intento de ser buena influencia que no va del todo bien pero que se queda convertido en plan para esta semana, unos post(estructural)its, Foucault pegado a todas partes, un ataque de decir cosas bonitas a las chicas con las que nunca hablamos (somos una minipandi un poco sectaria, a veces), buenas intenciones de aprendizaje colaborativo post-navideño, felicitar la navidaz en triadas (porque, bueno, es algo), un propósito que funciona de manera intermitente, una conversación muy divertida con el Sociólogo Kamikaze (gran descubrimiento), perder a la mitad de la gente por el camino como siempre, una exposición de fotos en algún lugar de Lavapiés, el auténtico cuarto miembro del Piso Peligroso, una presentación desafortunada, una serie de cosas que creo que también eran desafortunadas en general, un baile con sobredosis de sinceridad (y yo no debería bailar pero decir las cosas a la cara me gusta mucho), zapatos esparcidos por el mundo, la chica medio gaditana que me llama "castillitos" y con toda la razón, un arranque de lucidez, una pérdida absoluta de la lucidez para lo que queda de noche, dos extravíos que parecen incomprensibles pero que resultan no serlo, el Candela, un chico divertidísimo que viene a decirme que se ha enamorado de mi nariz, jugar a los gnomos, esquivar al señor muy zumbado, acabar como se acaba esto siempre, pero distinto.

Y además de divertirme, redescubrirme. Escucharme de pronto hablar por dentro. Y recordar cuando tenía veinte años y una cantidad de ingenuidad forzada preocupante, y convertir todo esto en una novela romántica haciendo una compra incomprensible por internet y desde el móvil en pleno impulso y ahora tener por delante un mes para plantearme qué hago finalmente. Pero creo que debería terminarlo. Porque es bonito, porque no es simplemente una novela romántica: es MI novela romántica, y en mi novela romántica las cosas se hacen así o no se hacen.

21.12.09

¿Dónde está el tiempo libre?

Desde que han empezado las vacaciones, he conseguido una fiesta espectacular que me ha puesto el ritmo circadiano patas arriba, una noche de insomnio absurda por culpa de dos cafés estupendísimos (a cada uno, lo suyo), una tarde familiar, un traslado de muebles, y tener todo el despacho lleno a rabiar de cosas con las que no sé qué hacer.
Me molesta darle la razón a mi madre, pero la tiene: soy, como mi padre, una de esas personas que para ordenar, necesita desordenar primero.
La Rubia hace una lista de deberes para las vacaciones de las que mi psicólogo dice que no haga. Las mías van aún peor. Mi agenda del móvil y mi agenda física no se parecen entre sí y están llenas a morir.
Pero, al menos, empiezo a dar pasitos adelante. Supongo que dentro de diez días las cosas tendrán otro color. Desordenemos la vida para ordenarla luego, o algo así. Y sobre todo: dejemos, por dios, de hacerlo todo tres días después de lo que pensábamos. Que así no hay manera.

20.12.09

I blame Dawson's Creek for my high expectations of life

JOEY: I think I'm in love with you.
PACEY: You think you are, or you know?
JOEY: I know it. I've know it since the moment we kissed, and maybe even before that. And as scary as it is, I don't want to deny it anymore. I don't want to run from it or let it run from me.
PACEY: So what are we going to do here?
JOEY: I'm still not gonna ask you to stay.
PACEY: I see...
JOEY: Because I want to go with you.
PACEY: Wait a second... are you crazy?
JOEY: I want to stop standing still. I want to go forward. I want to go with you, Pacey.
PACEY: What about Bessie and the B&B -- they need you.
JOEY: Not as much as I need you.
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Con toda la vergüenza que pueda darme la cita... Sí, quiero esto. Quiero dejar de sentir que nos frenamos, que me freno. Quiero encontrar mi NYC, mi Frankfurt. No el de nadie. El mío. Quiero coger un barco aunque me aterrorice hacerlo.
Supongo que se trata de eso... No es la enésima vuelta a la adolescencia porque sí, por las hormonas, por las fiestas o por las anécdotas.
Es que estoy cansada. De ser cínica, de quejarme, de preocuparme por todo, de correr, de competir, de extractos bancarios, de fechas tope, de todo lo que ha sido mi epicentro los últimos años. Estoy cansada de tener miedo y bloquearme por ello. Estoy cansada de la maldita obsesión por epatar permanentemente. De no esperar sorpresas.
Quiero ser pequeña y que todo me aterrorice. "Recuerda cuando las cosas eran raras y bonitas, y daban miedo y daban risa de tan por estrenar que parecían. Y no podíamos esperar a que empezaran a pasar y era tan sólo cuestión de tiempo que nos desbordaran los acontecimientos." Quiero que me desborden los acontecimientos y pensar que es normal, y no que estoydesbordadaestoydesbordada. Quiero que un gesto me haga sentir viva.
¿Se puede recuperar todo eso? No la inocencia, exactamente. Pero sí esa forma de ver las cosas. No alocada, no ingenua. La esperanza. El hormigueo en la piel de un rayo de sol inesperado como acontecimiento que te salva de un mal día. La sensación de que las cosas son posibles. De que el mundo está lleno de cosas buenas por pasar, de que todas ellas pueden pasar en cualquier momento.
¿Se puede recuperar todo eso?

18.12.09

The beginning of the end (vol. II)

Las primeras cajas ya están fuera. Vaciar cajones que parece que sólo has tocado tú en tres años, lo cual es muy extraño. Repartir la cerveza por ciudades de origen. Es el tipo de cosas absurdas que hacemos. Ser más civilizados que nadie, cedérnoslo todo una y mil veces. Raro. Es todo muy, muy raro.
Y duele. Y como si el psicólogo no me hubiera enseñado nada, en vez de sufrir a secas, sufro por mí y por todos mis compañeros, cuando pienso cómo tiene que ser todo esto para él, que ni siquiera tomó la decisión, que ni siquiera tiene por qué creerse que estamos abriendo una puerta a un futuro más lleno; que ni siquiera necesitaba un futuro más lleno.
El Chico Samba decía ayer que lo importante era que supiera lo que estaba haciendo y por qué lo hacía. Pero no, eso ahora no importa en absoluto. Porque las razones no ganan al nudo en la garganta, al tengo-que-irme-pero-no-puedo, al esperar a que todos se hayan ido, para creérmelo.
Ni siquiera se ha acabado aún; todavía esta noche compartiremos cama. A veces tengo muchas ganas de abrazarle fuerte y decirle que todo va a ir bien; supongo que más por mí que por él. En lugar de eso, me encojo en mi esquinita de la cama, ahora junto a mis libros. Cierro los ojos fuerte y deseo estar en cualquier otra parte. O en cualquier otro momento. Mejor en cualquier otro momento. En uno donde no tuviera que decirte adiós.
Y pensar todo el rato en las últimas veces, y esta sinrazón frenética de llegar tarde a todos sitios porque hago malabares con cien bolas para no pensar en la bola que se me cayó.
Tengo la sensación de que la cinta de embalar me grita "fracasada". Odio no haber sido capaz de que esto funcione. Odio esta situación, odio cada uno de los momentos que la han provocado. A ratos, me odio a mí misma un poco, también, por razones obvias.
Y en vez de estar jodidamente triste, ponerme un vestido nuevo y salir a bailar y no entender por qué.

17.12.09

"Vamos, valiente... Salta por la ventana"

He tomado una resolución. Como socióloga probablemente no seré nunca nada por encima de mediocre. Como semiótica, me quedaré bastante por debajo de eso, porque en realidad creo que no me termina de convencer como enfoque. Pero la publicidad se me daba bien, o eso creo. Así que me voy a crear una marca personal. Y como ya desde la primera clase hubo quien dijo: "he identificado a la voz disonante"; como mis compañeros todavía no tienen claro si soy una feminazi o un machista encerrado en un cuerpo de mujer; como cada vez que hablo me salgo por la tangente; como una de mis profesoras dijo: "retiro eso de que estás mentalmente sana", he decidido que lo que mi público reconoce es la polemización. Sobre nada, eso es lo de menos. Juguemos a Gorgias.

Así que acabo de terminar mi primer trabajo kamikaze. A pesar de que esta mañana me sentía bastante más razonable que ayer, al final creo que no he sido suficientemente sensata y que las modificaciones que he añadido no dejan de ser retoques estéticos; y que sigue siendo una barbaridad de comentario. Por otra parte, es una barbaridad de comentario a un anuncio aberrante, así que es probable que no sea del todo incoherente...

Y de pronto me siento fuerte y como he descubierto recientemente que lo que yo pensaba que era el Ensayo sobre el don sólo comprende las 22 primeras páginas, me acabo de descargar nada menos que un facsímil de la edición original en francés. Igual, hasta me la leo. Total, todo es ponerse, eso es lo que hemos aprendido, ¿no? Quién nos iba a decir a nosotros que íbamos a dar a Beck por sabido antes de que llegase navidaz. Y sin embargo, lo hemos hecho.

Así que claro que podemos: con los tres trabajos súbitos que hay que hacer para la asignatura de la mujer que nos dio sólo tres clases, con la presentación de proyectos de investigación sin saber en qué consiste exactamente un proyecto de investigación, y con lo que haga falta. Como en el examen de conducir, cerraremos los ojos y veremos dónde se pone el coche, y esperaremos fervientemente no haber agotado toda la suerte que nos tocaba en el curso 2002-2003.

16.12.09

Ajustes de cuentas kármicos

He estado jugando a ADV con el farmacéutico. De verdad que hay veces que parece que el karma existe, aunque la Rubia defienda que ni karma, ni horóscopos, ni saber que alguien te está mirando desde tu espalda...
Así que ahora tengo una autoestima funambulista, un vestido precioso, y un espectacular herpes para incidir permanentemente en el equilibrio inestable de mi amor propio. Y se me han quitado las ganas de bailar (nada inesperado, por otra parte; lo que es mala baba es que de los tres o cuatro días al año que me da por bailar, uno sea lunes).
Pero tenemos un compinche, tenemos los mantras, y tenemos el segundo cuatrimestre, que va a ser espectacular.
Y sólo una clase entre nosotros y las vacaciones de navidaz.
Y después de navidaz, más vida.

Currently playing - Stroke of luck (Garbage)

Hanging by threads of palest silver
I could have stayed that way forever
Bad blood and ghosts wrapped tight around me
Nothing could ever seem to touch me

I lose what I love most
Did you know I was lost until you found me?

Stroke of luck or gift from God?
Hand of fate or devil's claws?
From below or saints above
You came to me?

Here comes the cold again
I feel it closing in
It's falling down and
All around me falling

You say that you'll be there to catch me
Or will you only try to trap me
These are the rules I make
Our chains were meant to break
You'll never change me

Here comes the cold again
I feel it closing in
You're falling down and
All around me falling

Stroke of luck or gift from God?
Hand of fate or devil's claws?
From below or saints above
You came to me now?

Don't ask me why
Don't even try

Stroke of luck or gift from God?
Hand of fate or devil's claws?
From below or saints above
You came to me?

Here comes the cold again
I feel it closing in
It's falling down and
All around me falling

Falling, falling
Falling, falling
Falling, falling

The beginning of the end

Bueno, pues el momento ha llegado. Sobre la mesa, unas llaves ajenas. Ajeno. Qué gran palabra para todo esto.
Que sí, que lo tengo claro. Que no me arrepiento. Que tengo una serie de motivos que no van a cambiar, al menos, en cinco años.
Pero eso no quita para que duela. Para que duela muchísimo, en realidad. Nostalgia antes de perder, incluso. Ganas de abrazos que no sé si debo dar. Recuerdo cuando la Chica de las Sonrisas se llevó a Kiwi (que, este año, vuelve a casa por navidaz, lo cual mola mil), la posición fetal en el sofá y la llantina inagotable. Imagino que pasaré por un momento similar.
La Chica Líquida decía el otro día que cuando sabes que te vas a pegar la hostia, no duele tanto. El jueves y el viernes, discrepaba. Ahora, no lo tengo tan claro.
Me centro en construcciones prácticas. En mis famosas listas. En que el jueves se merienda, en que el viernes se sale, en que estaré de vacaciones, en las llamadas que no he hecho y voy a hacer (HF, Fan#2 a.k.a Beatnik, etc.), en las noches temáticas del Independance.
Y sé que hay un momento de llegar a casa. Así que me centro en que hay que cambiar el mueble de las cestas por la mesa de la tele, la tele por los libros de la universidad, la estantería por el mueble-taquilla rojo, la cómoda por los cajones del armario, el armario del pasillo por el armario de la derecha, el armario de la entrada... ¿por qué cambiamos el armario de la entrada?; la mesa por la cómoda, el pingüino por la estantería, hay que cambiar la estantería en sí misma, la media cortina por la cortina entera, el cristal de la puerta por algo indeterminado con muchos puntos de ser de Keith Haring, y así.
Y me da miedo empezar porque a nadie le gustan los puntos finales. Y a mí me hablan de las culturas antiguas y su concepción circular del tiempo y concluyo que yo quiero ser sintagmática y no paradigmática; y mientras la gente hace comentarios más o menos apropiados y expone dudas bastante acordes al tema que se trata, yo tengo ganas de preguntar qué más hay que hacer, aparte de no llevar nunca reloj, aparte de dibujar espirales en la cabeza; y quiero comentar que la vida geológica es un asco y que quiero remover las capas; y quiero preguntar por qué es tan raro cuando finalmente se revuelven; y quiero que todo esto haya pasado hace mucho, y que al hablar de ello no duela.

Currently playing: Garbage - Not my idea ("This is not my idea of a good time...")

Estoy ñoña...

Darle trescientas vueltas a un correo de tres párrafos intentando asegurarte de que no dicen nada más de lo que parecen. Estrenar la ropa nueva. Ponerte colonia, como antes. Obsesionarte con los olores, en general. Mirar al infinito. Poner cara de mala. Sentir que te abraza el aire. Leer cosas bonitas y no cosas estudiantiles, y es que lo relacionado con el master sólo mola cuando no está en la bibliografía. Trasladarte mentalmente a un mundo de vestidos de corte imperio. Encontrar una nota en tu bolso y reírte tanto por la calle que luego te duele el costado. Mensajitos a estas horas.
Me encantan mis niñas. Me encanta que estén aquí, ahora, en todos estos aquísyahoras. Soy jodidamente afortunada.

15.12.09

Hibernando

La culpa la tienen Vespa, y la insistencia en hablar de mímesis todo el rato. O el frío y mi pijama de forro polar que me desea dulces sueños lo mire por donde lo mire. El caso es que desde el pasado sábado, no puedo dejar de dormir. Me despierto a la una y media y cuando vuelvo de comer me echo la siesta. Y a estas horas ya estoy pensando en cenar rápido y meterme debajo del edredón. Y las listas, pues ahí se quedan. Intactas, al menos tampoco crecen. Igual hasta el psicólogo vuelve a felicitarme. La Rubia, por lo menos, piensa que está todo bien. Que cuando uno se pone procrastinador, está procrastinador, y que es mejor romper el bucle. Así que duermo, duermo, duermo. Espero que cuando me despierte del todo (probablemente, a estas alturas de la semana que viene), me vuelvan mis súperenergías anfetamínicas. Que no sólo de soñar despierto vive el hombre (aunque reconozco que mi plan se va cumpliendo de a poquitos y que molan los pájaros en la cabeza...).

PD: Al menos he sido sincera conmigo misma y me he quitado de la comisión del CdeC. Ya era hora. Como si estuviéramos creativos, o algo...

Hoy

Una alarma, un sueño extraño, un remoloneo, otra alarma, una confusión telefónica, una llamada, un trámite menos, un apodo, otra llamada, una tarea menos, una cosa pendiente menos, una lectura nostálgica, una lectura voluntariosa y constructiva, unas etiquetas recién arrancadas sobre mi escritorio, un rollo de papel higiénico que viene y va por la alfombra al son que marca Vespa, un trayecto en metro ejerciendo de beauty-holic, un mechero prestado, un café a destiempo, un encuentro, un retraso, una fecha para la cena de navidad, un análisis fotográfico traído por los pelos, una conversación de género apeteciblemente atípica, un cambio de sitio, un café a destiempo pero muy bien planificado, un lunar, un folio lleno de notas adolescentes, una frase absolutamente grandiosa de la Chica Asturias ("tengo al diablo dentro"), un lote de risas contenidas y alguna que otra que se escapa, un cambio de planes de cara a la cena de navidad, un nuevo líder nato, una especie de ágora, una votación, una resolución que no nos gusta, una serie de planes alternativos que sí que nos gustan, un ataque de improvisación, una caña en Moncloa (¿quién se ha creído lo de una?), una anécdota, una mirada significativa, una respuesta aclaratoria, un mensaje surrealista, un abandono, un intento frustrado de proseguir, un plan kamikaze abortado, una estación de metro, un plan, un topo, una estratega recién descubierta, una copa que no llego a tomarme, un mail...

Porque la vida es lo que pasa mientras uno hace planes.

13.12.09

Historial

La Chica Teatrera, la Chica Árabeparlante y yo estamos sentadas al final de La Parada de los Monstruos. Hablamos de por qué hace falta enamorarse de alguien. De alguien que no te haga caso. De cómo los lunes dejan de ser una amenaza y pasan a ser una esperanza. De cómo los domingos tienen cosquillitas en la tripa en vez de remordimientos. De cómo empieza a apetecerte salir de casa con ropa nueva, el pelo limpio, un toque de colonia y una leve sonrisa de tonta. Sí, hace falta. Como el comer. Bueno, un poco menos (no estamos en posición de negar la importancia de las tres comidas diarias).
De tener ganas de escribir. De escribir, de hecho, sobre chicas que viven en mundos paralelos e historias en el 61 y de cartas sin franqueo.
Hoy, releo mi ex-blog filtrado. Y me doy cuenta de que no conozco mi propia historia.
La Chica Árabeparlante, la Chica Teatrera y yo finalmente estuvimos de acuerdo en que te marcan más las épocas en que estás pillada con alguien, como si tuvieran otro sentido. Aunque no te haga caso, o especialmente cuando no te hace caso. La intensidad, insisto. Digo aquella frase en un momento escandalizadora, de que podría contar mi vida con nombres propios.
Lo realmente escandalizador es que ya no puedo. Que ya no me acuerdo. Que no recordaba el bar del techo de colores, que sólo recordaba aquella tarde de césped reseco y latas de cerveza. Que no recordaba mensajes al móvil, sólo los que estaban en blanco. Ayer recordé que sí habíamos vuelto a vernos. Muchos años después, en un modo un tanto feísta, de pisos compartidos en Argüelles. O sea, que no se casó. Y que yo lo supe.
Y tener un blog que viene siendo un Física y Química con apodos puede tener su gancho (y de hecho, tenía demasiados habituales, aunque se quejasen de no entender nada), pero no tiene trascendencia.
Yo quiero que tenga trascendencia. Mis pequeños autores de cabecera actuales no hacen más que decir que el amor es lo único trascendente en este mundo líquido y desanclado. Y yo quiero anclajes y sólidos.
Sí, quiero enamorarme hasta las trancas. De alguien que no me haga nada, nada, nada de caso. De alguien que sea una zanahoria perpetua. Del nombre de una etapa de mi vida.
De momento, hemos empezado por ir de compras. A falta de autoestima y de frente muy alta, nos queda la lengua muy larga y, ahora, las faldas muy cortas. Y el pintalabios rojo...

12.12.09

Señales

Venga, lo reconozco. Soy una supersticiosa de pro. Una procura comportarse como una persona racional, hasta el punto de que la gente te diga que eres "demasiado mental", pero lo cierto es que creo en las señales, en la percepción extrasensorial, en la ley de la atracción, y en casi todo lo que es imposible de demostrar científicamente.
Y si una habla con el psicólogo el miércoles del Chico Perfecto y el Chico Perfecto decide celebrar una despedida en el mismo sitio en que la Chica India celebra su despedida, pues una empieza a sacar conclusiones irracionales y absurdas.
Por otra parte, estoy en un mood completamente irracional y bastante absurdo, por lo que todo esto no tiene nada de raro.
La Chica Suiza me anima para que le salude y el Chico Perfecto desaparece. Y vuelta a componer conclusiones del tipo de puesentoncesesmejorasí, para luego no poder irte a casa porque haces el siete en una lista que hace horas que ya no vale.
Y volver a verle y saludarle y, ahora sí, que se vaya. Pero que se vaya sin convertirse en espinita, porque me conozco, y si algo hay que temer es a las espinitas, que te trastocan espaciotemporalmente y te acaban haciendo hacer cosas absurdas (véase la espinita de porquénohicesociología y sus temibles consecuencias).
Y una vez cerrado el container mental de serendipia, entonces sí. Abrazos y tevoyaechardemenosamorir, porque no importa cuánto ves a alguien, sino saber que está ahí.
Así que van a ser unas semanas de investigación profunda: de qué postgrados se imparten en inglés en Alemania, de qué semanas son propicias para ir a pasear por la Quinta Avenida, y respirar hondo y no caer en un bucle peytonsawyeriano de "todo el mundo se va", sino en uno topopoligámico de tengoqueencontrarunhuecoparairamoscú, porque hemos decidido ser constructivos en vez de dejar que la inercia nos lleve agujero negro abajo, y hasta estoy viendo la peli de Zizek, como toda una chica mayor.
Y va a ser genial jugar a Conoces a la Chica India en Amsterdam-esquinanomeacuerdoqué.
Ea.

9.12.09

Alternativas

Puedo asegurar que no la he echado de menos. Me refiero a esa sensación de cosquilleo que al principio parece agradable pero luego resulta no serlo, no dejarte dormir, no dejarte comer, a ratos no dejarte respirar.

Bienvenida a bordo de nuevo, Ms. Anxiety. Es que malvenida creo que no existe.

Al final se trata de asumir que tu vida es un desastre y volver a tomar pastillas todos los días que te quedan, o cambiar de vida. Creo que no puedo permitirme cambiar de vida, no a estas alturas, no después de tantos intentos, no en el punto en el que estamos. Pero también, sinceramente, creo que no debería volver a tomar un ansiolítico nunca jamás.

Así que estoy en una encrucijada que no existe.

Qué cosas.

8.12.09

Arena

Siempre pasa igual. Una empieza un puente lleno de grandes esperanzas. Rellena la agenda aprovechando el aburrimiento de una clase en la que sí has sido buena y te has leído la lectura recomendada, y no hace más que apuntar cosas y cosas que hacer, que leer y que ver.
Cinco días después, sólo ha sido capaz de leerse un libro y medio, de hacer una entrega, y ya.
Bueno: ha dormido, ha salido, se ha enamorado de un concepto de performance, ha disfrutado del olor a bebé en los brazos. Pero todo eso, nunca está en la agenda.
El otro día mi hermana decía que no se podían apuntar en la agenda los imprevistos, y yo lo comparé con una estantería de biblioteca, que no se llena hasta el final de cada estante para poder ir metiendo los libros nuevos conforme vayan llegando. Ella me puso cara de noséquéesunabiblioteca. Yo, mientras, ponía cara de porquénoapuntolosimprevistos.
Creo que tengo que coger mi agenda y llenarla de cuñas para luego no tener esta sensación de que se me escurren los días entre los dedos...

PS

Y como la serendipia es así, me llega una encuesta en alemán y un mail del becario diciendo que hoy ponga algo de música para que me haga compañía, "especialmente si te sientes algo sola. La música para ti tiene un efecto muy fuerte de la misma manera que la conversación lo tiene para otros. Esto es porque provee una vía de comunicación con una parte más profunda de tu ser. Tu naturaleza sensible encontrará consuelo y esperanza a través de las armonías y ritmos como no lo encontrarás en otra cosa. Pon tus favoritos y escucha, canta junto a ellos, o hasta baila - ¡disfruta tu día al máximo!".

Internet es el mejor de los mundos posibles.

Music booze

Hoy he tenido un día de esos para curarme el sedentarismo. La pequeña Saskia Sassen se ha venido conmigo en el bolso, pero para qué. Para conocer mundo, en todo caso. Para tomar café en el Yupi, uno de esos sitios que se está convirtiendo, como el HD, en un clásico de la temporada 2009-2010; para buscar libros que conquisten a fotógrafos socialmente implicados y terminar riéndonos de todo y de nada y acariciando el libro de Begoña Huertas que antes o después acabaré por comprarme, claro que sí.

Y para encontrarme con que odio tener tantísima clase los lunes, porque me he perdido chopocientas sesiones de un placer absolutamente sublime: las Tap Jams de la pequeña Chica India y sus muy espectaculares amigas. Algo tan increíble que me agarro una especie de borrachera psicológica y hasta me siento Baloo (nada menos), y me retrotraigo a la infancia, y aunque sea mal momento para escuchar a alguien cantar que su corazón es de su papi, lo disfruto como una enana, y quiero más, quiero mucho más.

Y a pesar de todo, y a pesar del Chico que Es Muy De Llamar, y a pesar de que no haga frío (al mismo tiempo que huele a navidad en la calle, de una forma rara que no encaja), volver a casa y ser sensata, una palabra que últimamente suena bonito.

6.12.09

Qué duro es ser una intelectual

"La vida creadora supone un régimen de alta higiene, de decoro, de constantes estímulos, que excitan la conciencia de la dignidad" (Ortega y Gasset, La rebelión de las masas).

Pues algo así, sí. Empiezo a necesitar una bicicleta estática a la que subirme mientras me peleo con mis ocho lecturas establecidas para el puente. Aparte del hecho de que soy una pobre ingenua que sistemáticamente olvida que los puentes sólo son largos antes de empezar, el caso es que el sedentarismo de los últimos días (y de los amenazantes próximos) está acabando conmigo. Soy más sabia y más responsable que ayer, pero también me duele todo de estar permanentemente sentada o tumbada.

Aparte del hecho de que me aburro como un mono y avanzo bastante menos de lo necesario...

4.12.09

Piezas de Lego

Llegar a las 5 de la mañana. Que no me bailen las letras. Haber empezado a leerme el artículo que me ha dejado el Señor de las Complicadas Iniciales. Los buenos propósitos (con o sin Landing Party). Las conversaciones sentidas. No meterte en camisas de once varas. Las frases históricas con las que sale uno de jugar una partida de Trivial. Los batidos de fresa.

Hay montones de pequeñas cosas bonitas con las que construir, si uno realmente se pone a ello.

3.12.09

Definitivamente, cuando uno duerme como una persona mayor, la vida tiene otro color. Las informaciones dispersas van tomando forma como un puzzle perfecto, las preocupaciones absurdas se disuelven, la mirada se centra en las preocupaciones que no son absurdas, y si queda ansiedad, es del tipo facilitadora-de-la-acción, y eso es otra cosa.
Ya tengo una fecha, además. Las fechas ayudan mucho. Ayer hablábamos de la Fiesta del Aterrizaje (aunque se nos fue un poco de las manos cuando empezamos con las bebidas calientes y terminamos hablando de queimada y vino con especias) y yo no podía dejar de repetir cuándo. Cuándo vamos a centrarnos. Cuándo leches se entregan las cosas.
Pero sí, el caso es que hay un clima generalizado de hacer las cosas bien y cuando una va de mimética por el mundo qué duda cabe de que los climas constructivos ayudan.
Y si hay que ponerse selectivo y exclusorio, pues uno selecciona y excluye. Que al fin y al cabo, va a ser un año muy intenso, y que, en cualquier caso, no parece que en junio se acabe el mundo.

2.12.09

El día en que Freud me salvó la vida

Si es que no se puede ser tan terca. Una tiene tanta terapia acumulada, que cuando un psiloquesea te pregunta por tu padre se coloca automáticamente en el lado malo de los profesionales mentales, y a partir de ahí no encuentra más que rechazo por tu parte.
Y sin embargo, un buen día, Freud acaba por vengarse. Vaya que si se venga. Y cuando tú te encuentras desesperada después de cuatro días de darle vueltas a la cabeza hasta que parece una olla exprés, va alguien y consigue hacerte hablar del hecho de que tu padre se va a vivir a otro país. Y hasta lo interpreta en clave generalista, y es capaz de explicarte qué emociones hay en juego en ese cambio, qué piezas se te están moviendo y desencajando por dentro, y por qué haces según qué cosas.
Y es que el etiquetaje es una cosa peligrosísima, y, ciertamente, si no va a haber nadie que te diga que eres estupenda, más te vale no ser estupenda.
Muy especialmente si te estabas sintiendo bastante estupenda.
Es increíble lo retorcido que es el ser humano a veces, y, sin embargo, la enorme cantidad de sentido que tienen las acciones más aparentemente absurdas.
El caso es que puedo autoproclamarme la reina del sabotaje en lo que se refiere a mi autoimagen, y que no quiero hacerlo.
Voy a sentirme bien conmigo misma aunque nadie me ayude a conseguirlo.
Y eso pasa por hacer las cosas tal y como querría hacerlas.
Y ahora que sé por qué las hago al revés, parece todo bastante sencillo.
Que vivan Freud y todos sus discípulos.

1.12.09

Valoraciones

Como con Blue, y concluimos que pensar está sobrevalorado, y que, desde luego, la verdad no te hace libre (en todo caso, un poquito más sabio y, en ese sentido, un poquito más jodido). Hablo con mi Media Infancia por teléfono y defiendo que dormir tus horas y hacer tus comidas está infravalorado: desde luego, es súper jodido ordenarte por dentro cuando no recuerdas cuándo conseguiste más de dos horas de sueño seguidas (que no es por no dormir, oigan; que es por no descansar).
A veces los propósitos de enmienda tienen que empezar por lo más chiquito: en concreto, por dormir tus horas y hacer una dieta relativamente normal. Igual es pronto para el dejar de fumar y nos vale con eso.
Frenar y enfocar no suele ser una mala teoría, siempre y cuando no veas borroso allá por donde miras, y en esas andamos. Los textos se agrupan, se mezclan, las intervenciones en clase no llegan a convertirse en pensamiento exteriorizable, y se quedan en una masa de "sistemas... expertos... conocer... no conocer... periódicos" que te da vueltas en la cabeza 20 minutos.
Decir que lo haces todo mal tampoco ayuda en nada. Joder, ¿no somos karmistas, todos? Está claro que el karma hará conmigo lo que tenga que hacer. Intentar fustigarme como medio de expiación no va a funcionar, porque no funciona nunca. De hecho, es cuando entras en un bucle de boicot, como hablaba con la Chica Asturias, y pocas cosas tienen más peligro que la frase: "no puedo hacer esto", por más sentidamente que uno la pronuncie.
Blue decía la semana pasada que ha dejado de hacer interpretaciones porque, al final, todo lo que interpretas lo haces desde tu cabeza, y puede ser perfectamente válido o perfectamente incorrecto; y por tanto, todo esfuerzo mental encaminado a crear sentido en torno a los comportamientos es inútil. Y añado: además de inútil, puede llegar a ser doloroso, incluso cuando está equivocado (otra mentira, esa de que sólo la verdad duele).
Pensar y repensar en causas y consecuencias no me va a mover del sitio en el que estoy. Hay que empezar a dar pasitos, y punto.
Y tendría narices que a estas alturas del partido, no hubiéramos aprendido a levantarnos.

28.11.09

Caerse en la marmita mola

Hay muy pocas cosas en este mundo que sean tan eficaces contra todo tipo de males como un concierto con el Chico del Entusiasmo. Y si el concierto es un conciertazo, como fue el de ayer (Matt & Kim y The Sounds), pues mucho mejor. Tenemos arranques de "esto es un momento histórico" (por Matt & Kim) y arranques de "quiero decir que estuve allí" cuando salimos disparados en dirección el nuevo Supersonic, pero no nos gusta el nuevo Supersonic, porque cobran 10 euros de entrada y no hay Maja que valga 10 euros de entrada con semejante estado físico (resfriados, toses preocupantemente pectorálicas, dolor de piernas general, dolor de pie izquierdo en particular).

Así que nos encontramos con el Chico Escritor y acabamos en el Búho Real, que es un sitio que a mí me da como grima, pero en el que nos lo pasamos francamente bien y hasta hablamos con la chica cuya música será mejorable, pero que me ha regalado una canción muy apropiada hace un par de semanas para acompañar mi Zahara mood.

Llegamos a apostar que si hoy estaba enferma como una perra, el Chico del Entusiasmo se haría una excursión farmacéutica para proveerme de Ilvico en cantidades industriales, pero no need. Al que deberían vender en farmacias es al propio Chico del Entusiasmo, porque me encuentro claramente mejor en todos los aspectos.

Mi padre ha pasado un rato por casa y hemos tenido una conversación bastante satisfactoria, aunque no me gustan demasiado las conversaciones que incluyen la expresión "peras al olmo". El caso es que cuando uno habla de las cosas las ve bastante más claras; y sí, tengo que apostar por mí ("y si me han puesto en el tablero..."), y sí, lo estoy haciendo. Y sí, me encuentro bien, en general.

Al menos, ahora me encuentro bien en general, y no en particular. He dejado mi estado mariposil transitorio y dejo de poner caras de boba por las esquinas. Aun así, el Becario hace cosas últimamente un tanto curiosas. Hoy, me manda un mensaje prometedor o preocupante o las dos cosas a la vez, depende de cómo se lea. Y yo pienso en esta noche y me dan unos nervios bastante tontos que no sé a dónde me llevan ni si quiero que me lleven a ningún sitio.

El caso es que miro el reloj y sigo desubicada, tengo como cuatro horas de retraso biológico con respecto al tiempo-de-reloj, y en realidad me preocupa bastante poco. O incluso menos que poco. Porque llamo al Chico Carrá (últimamente, yo también me estoy volviendo muy de llamar) y quedamos para dentro de un rato, para conocer su casa, para re-conocerle. Le he echado bastante de menos todos estos años, si me paro a pensarlo.

Y estoy feliz, en cierto sentido expectante, en cierto sentido tranquila, y pienso que ya ni siquiera necesito el baño de burbujas que me había prometido. Si uno lo repite lo suficiente, todo puede ser espectacular.

25.11.09

Wendy asomada a la ventana

Hace unos cuantos días, cuando quería pedir una orden contra mi parte oscura, ya hablé de mi capacidad de sentir cosas feas. Es curioso que 25 años después (y con tanta terapia a cuesta) no deje de sorprenderme nunca.

Le grito a Wendy que se vaya de una vez, pero ella me amenaza con hacer una casita en mi agujero negro, y devolverlo de nuevo a mi cartografía emocional. Así que me callo, amedrentada, y la dejo hacer. Y hace. Y se preocupa, porque Wendy no sabe hacer muchas cosas más. Bueno, sí. Querer mucho. En esas andamos. Querer mucho y cuidar a la gente.

Y al mismo tiempo, sentirse culpable por todo en general. Temer que con una mano estés cogiendo una mano y con la otra estés poniendo pequeñas minas antipersonas contra las que un abrazo no tiene nada que hacer.

Esta mañana tuve un rato de pensar que nada de esto era inevitable. Leí un correo que hablaba de generosidad y pensé que no había sido nada generosa. Y volví al mismo punto de esta espiral de razones y sinrazones por la que voy, ascendente y descendente, estas semanas. Y tuve que mirarme a la cara y ser a la vez el ángel y el demonio de cada uno de mis hombros. Y no recuerdo quién ganó.

Duelen los papeles sobre la mesa. Duelen las ausencias y las presencias, las palabras y los silencios. Es inevitable, por más frenesí y entusiasmo y novedad con que uno quiera salpimentarse.

Es una mierda que pasen estas cosas.

De limpieza

He descubierto un truco estupendo.
Yo, de siempre, soy niña de no tirar nada. En mi casa todavía hay un cierto cachondeo cuando después de donar unos juguetes en Navidad me pasé meses llorando por un hipopótamo es-pan-to-so que había ido a parar a la bolsa (de hecho, el año pasado me regalaron uno mucho más bonito y se llama Trauma).
Pues se acabó.
Estamos en plena fase de mudança (quieroquieroquiero aprender portugués). Porque no es sólo cambios de piso, son cambios vitales. Y todo duele tanto, que es mucho más fácil tirar.
Coges la maldita camiseta que llevas guardando desde el año 90 y no te has puesto jamás y piensas: "¿me duele más deshacerme de ella o que este sea el fin de mi vida tal y como la conocía?". La respuesta es obvia, y ya llevo dos bolsas gigantes que espero que se multipliquen por veinte de aquí a enero.
Y es que, puestas en perspectiva, las cosas cambian una barbaridad.

24.11.09

Dickensian mood

La Chica Líquida, que es una persona que parece no tener fin en cuanto a capacidad de ser interesante, convoca una fiesta para la gente del máster, y le pone esta descripción:

It was the best of times, it was the worst of times, it was the age of wisdom, it was the age of foolishness, it was the epoch of belief, it was the epoch of incredulity, it was the season of Light, it was the season of Darkness, it was the spring of hope, it was the winter of despair, we had everything before us, we had nothing before us, we were all going direct to Heaven, we were all going direct the other way- in short, the period was so far like the present period, that some of its noisiest authorities insisted on its being received, for good or for evil, in the superlative degree of comparison only.

(Charles Dickens, Tale of two cities)

Y qué cantidad de verdades como puños.

Apropiación indebida

A tontas y a locas, a las duras y a las maduras. En misa y repicando.

Llevo unos días tan esquizofrénicos en tantísimos aspectos que pierdo todos los favoritos de un navegador a otro, de un ordenador a otro. Creo que he descargado doscientas veces la documentación del Préstamo Renta Universidad, sólo para darme cuenta de que sigo sin tener mi certificado académico y mi resguardo de título, aunque los pidiera en julio.

Un poco de lo de siempre, de lo que debería ser y no es, de las listas. De coger mi libreta de listas y empezarlas desde cero, porque mi hermana ya no es la hermana que era cuando empecé la libreta, porque mis metas no son, mi vida no es.

Abrumada totalmente por mis lecturas, pienso cosas totalmente profundas mientras cruzo a toda prisa pasos de cebra camino de casa.

Madrid se hace tuya, como todas las ciudades, cuando la caminas hasta el desgaste. Una semana de Majadalejos-Madrid-Majadalejos-Mucho, mucho madriz. De recorrer La Latina como no lo he hecho cuando vivía ahí, de descubrir nuevas maneras de coger el metro en Lavapiés, de tomar un autobús para acabar en el Alcampo de Moratalaz, de apropiarme de Donoso Cortés y metérmela en un bolsillo.

Madriz es tuya cuando vas buscando el HD y encuentras tu tienda favorita, y decides que vas a mudarte mentalmente a un mundo de juguetes de hojalata, en el que no quepan ni Greimas ni Giddens ni nadie.

Aprender a estar sola con una misma.

Y detrás, el ruido, las prisas, las ganas, las obligaciones, los pequeños placeres.

Como bajar del metro en Ciudad Universitaria después de que dos chicos divertidísimos hayan tocado la canción del Tetris, y decidir que, sin duda alguna, eres demasiado feliz para encerrarte a ver una película, sea esta cual sea.

Como sacarle la lengua al miedo.

23.11.09

O quizás, en ambos...

Decía ayer el becario:

En este momento, tu mayor concentración se encuentra ya sea en un grupo del cual eres afiliada, o en un tema intelectual en el cual tienes un intenso interés. ¡O quizás en ambos! Las artes, en especial escribir y dibujar, pueden estar entre estos temas. Varios de tus amigos pueden compartir tus intereses, particularmente una mujer que vive cerca de ti, así que mantendrán interesantes discusiones durante los próximos días. ¡Diviértete!

Como suele hacer un 70% de las veces, acierta hasta límites insospechados.

La mujer que vive cerca de mí (la Chica Líquida) y yo tenemos que exponer esta tarde en condiciones totalmente nefastas.

Que dios nos pille confesadas.

22.11.09

Si eres chiquitita, y te puedes caer...

"No entiendo porque hay gente que lo tiene tan claro y yo ya no. Personas que ya saben de qué, con quién y cómo van a hacer su tesis doctoral. Gente que sabe qué becas solicitar y cuáles va a conseguir. Gente que sabe cómo va a ser su vida laboral en los próximos X años. Gente que no se plantea porqué está haciendo algo que no le gusta pero vive sin pensar mucho en ello." Rubia dixit.
A veces esta chica y yo tenemos un parecido que da miedo. Rodeadas de pequeños sociólogos superdotados, centrados, que hicieron las tontunas cuando había que hacerlas y no ahora, la "minipandi" de niñas de Ciencias de la Información pasamos miedo.
A pesar de los fantásticos consejos del Sociólogo Renegado, una no puede pasar por alto el hecho de que la presión existe, está ahí, y que el grupúsculo de "Coleccionistas de matrículas" la representan vivamente.
Mis padres insisten en que es complicadísimo hacer carrera universitaria, y en esas condiciones las comparaciones son más odiosas que nunca.
No se trata sólo de brillantez, aunque existe; ni de que encima de todo esto sean personas absolutamente entrañables a las que quieres de una forma extraña para un plazo tan breve.
Se trata de la preocupación por si esta dispersión que tenemos ahora termina por ser inherente, por si, realmente, nunca llega el college, y seguimos viendo Madrileños por el mundo y soñando despiertas mientras la gente centrada decide, hace lo que debe, y obtiene el resultado que merece.

19.11.09

Resiliencia

Ayer, la Chica Líquida me recordó un término que hace unos años me parecía una de esas palabras raras que deberíamos usar todo el tiempo (como aberrante, abigarrado... Igual es que me quedé leyendo el diccionario por la A). Me refiero a la resiliencia.
El otro día me sorprendía cuántas emociones, ideas, prácticas, proyectos, han salido en cuanto que me he dejado ser adolescente. Al final, la física va a ser la respuesta.
Y yo venga a suspenderla en el instituto. De desagradecidos está el mundo lleno.

18.11.09

La fuerza del grupo

Estoy en pleno proceso de cambio. En un proceso de cambio tan enorme que da miedo, da rabia, y ganas de llorar, y pataletas, e incluso un breve bosquejo de ataque de ansiedad.
Y sin embargo, bajo todo eso (quien dice bajo, dice junto a, o sobre... Tampoco es que esté la cosa muy clara), tengo una enorme ilusión y una especie de felicidad tonta, con cosquillitas en la tripa y ganas de volar.
Pregunta el Chico Escritor cuánto tiempo hacía que no hablaba con gente de mi edad, e insiste en hablar como antítesis de bailar, que es francamente lo que más hacemos nosotros (nosotros, dícese de aquello que una vez fue grupo y ahora no se sabe lo que es, pero que nos juntamos a veces).
Quizá sea simplemente eso, o quizá estoy metida de nuevo en Gran Hermano (ambos, Chico Escritor y yo, respiramos con alivio al puntualizar "un GH sin punto delictivo", porque, cuando una lo piensa, vaya cosas le han pasado). Pero el caso es que pasa. Como dice el Chico Escritor, quien diga que no tiene sentido nunca ha visto el programa. Como dice el Psicólogo, estas cosas pasan en los grupos y es la etapa más hermosa que tienen.
Y vaya si es hermosa. Vaya noche de lunes atravesando Moncloa y Argüelles y Chamberí, a paso pausado, a patadas a balón de fútbol incluso. Vaya historias y vaya ganas de abrazar mucho a alguien a quien acabas de conocer. Vaya subidón cuando puedes decirle a alguien directamente que te encanta que te coja el brazo mientras habla, porque es fantástico y con más gente así Madriz habría sido bastante menos gris.
Todo es raro, rápido, intenso. Muy rápido y demasiado intenso, en ocasiones, si consideramos de dónde vengo y dónde estoy (más noticias próximamente). Se mueve a una velocidad pasmosa y las chicas que hace tres semanas no tenían apodo ahora se convierten en puntos de referencia, a un ritmo sorprendente y trepidante y, aun así, que parece incluso sano por lo que tiene de satisfactorio.
Me siento tan feliz en algunos momentos que, como dicen en Amigas para siempre, creo que voy a explotar y repartir felicidad por todo el mundo. Y sí, digo Amigas para siempre. Porque estoy adolescente perdida, porque un grupo de jóvenes y prometedores doctorandos acabaron de botellón en Moncloa el pasado lunes, porque sueño con manifestaciones, con que otro mundo es posible, con contar cómo será ese otro mundo, y con hacerlo con ellos.
Con todos ellos.
Y con algunos ellos en particular.

15.11.09

Ñ

Ahora que no hago más que leer sobre identidades, incluso ha cobrado sentido eso de llamarlo a todo por la eñe (aunque Pretty in Black y yo no sé muy bien cómo decidimos utilizar esa letra y no otra, para nuestro código de honor interpersonal).

En concreto, la última Eñe es Eñe de Festival Literario, viernes y sábado (con importante escaqueo por mi parte el sábado), Círculo de Bellas Artes, y el Chico Escritor.

El Chico Escritor, al que termino mirando fijamente y diciendo que debe olvidar lo de ser escritor, porque me temo que está mejor educado que la bohemia literaria española, y empieza a parecer incompatible.

Fue una tarde curiosa, muy curiosa. Para empezar, si alguien creía (como, ingenuamente, yo misma) que la americana de pana estaba muerta y enterrada, que se olvide. Uno no puede ser un escritor-editor de prestigio sin una buena americana de pana, parece ser.

Tópicos, tópicos, tópicos. El Chico Escritor se revuelve contra los reflejos de la luna en las superficies líquidas, y yo le contesto que si los tópicos se fijan, es porque funcionan. Pero hay cosas bastante asombrosas. El hecho de que los argentinos parezcan tener la necesidad, simplemente por nacionalidad, de quedarse anclado en el realismo mágico para siempre. El de que si uno repite "a veces yo; a veces, no" durante 20 minutos no se llame cansino, sino "performance". El de que alguien aproveche su fama para presentarse a un concurso bajo seudónimo dejando claro su nombre en la segunda línea. El de que en una entrega de premios en la que una actriz está declamando los principios de los relatos ganadores, vaya la gente a tener encuentros alcoholizados al grito de "¡Cuánto tiempo!".

Si son escritores-editores, llámalo equis, llámalo eñe, ¿qué les costaría tener un poquito de respeto por su supuesto objeto de pasión? ¿Por qué la gente respeta tan poco el trabajo y el tiempo de los demás?

El Chico Escritor y yo salimos después de un concierto de Josele Santiago en el que no me destrozo un pie para los meses siguientes (todo un avance) como si nos hubiera arrollado una apisonadora. Ocho horas y media de charlas de alto nivel intelectual, de pajas mentales asociativas que te obligan a abrir todas las puertas de la cabeza, de esfuerzo por aprender caras y nombres, y, sobre todo, de un titánico intento de no partirle la cara a todos esos malditos intelectualoides que no saben usar la cultura que pretenden estar fomentando para mejorar la convivencia cívica. Hay que joderse.

Como le decía a Blue el otro día, que uno se cultive no implica que dé frutos. Nunca estuvo más claro que el viernes.

Orden de desahucio

Empecé este post la semana pasada, pero lo dejé en borradores y tengo que retomarlo ahora...

"Me gustaría saber cómo se puede controlar el lado oscuro de uno. La literatura está llena del tema del doble, el espejo, el malo maloso que se esconde tras el ciudadano modelo, así que supongo que no voy a encontrar yo, sólo con ponerme, la solución mágica a un problema que obviamente no es sólo mío.

Pero en mi caso, me enerva. Porque tengo dentro una capacidad de ilusionarme y disfrutar que podría competir mano a mano con el Chico Entusiasta, pero también tengo, si bien ya no el agujero negro, un torbellino de malas vibraciones que, empiezo a temerme, es incluso la causa de que todo ordenador que puedo llamar mío acabe haciendo cosas raras como apagarse solo.

Quiero una orden de desahucio contra mi mal humor, porque últimamente no me aguanto ni yo".

Supongo que podía haberlo publicado tal cual, el martes por la mañana, pero bueno. Ahora sigue viniendo a cuento (el ciclo de la ciclotimia).

Ayer me gradué. La gente no hacía más que darme la enhorabuena (en el mostrador de acreditación, en el stand de antiguos alumnos, en la mesa de autoridades, en el bar donde mis padres y sus amigos se reúnen cada semana desde hace treinta años), y yo me sentía completamente ajena. Yo terminé la carrera en febrero, y en julio le di la espalda a mi título y renegué de la Publicidad y las RRPP, siguiendo mi máxima de "afírmalo con vehemencia, abandónalo con ligereza", descubierta cuando dejé a medias la carrera de CAV.

Que vengan a estas alturas a darme la enhorabuena por haber acabado una carrera, cuando, además, llevo un mes y medio mosqueadísima por los trámites necesarios para conseguir acreditar "tamaño logro", me toca un pie, francamente.

Y el caso es que mientras estaba en el Auditorio y escuchaba el larguísimo pero interesante discurso de Campo Vidal, mientras oía a la representante de la promoción hablar de cómo los compañeros virtuales son un apoyo totalmente real, mientras la rectora decía que era el mejor día del curso, durante un breve momento, yo me lo creí. Seguía la letra del Gaudeamus Igitur y me emocionaba viendo subir a los titulados del Máster en Accesibilidad. Me sentí algo menos ridícula en mi minúscula chaqueta de pseudoarreglarme, incluso me sentí cerca de mis compañeros (muy especialmente de la Chica Makamo; pero es que ella es una persona tremendamente especial).

Y sin embargo, recibo mi título, y junto a él, un lote de seis posavasos diseñados por no sé qué artista catalán(a) y me enrabieto y recuerdo todo lo que he pagado por algo que no me sirve para nada, y al final ni disfruto ni leches, y cada vez que alguien sonríe, me besa, me felicita, y habla de lo importante que es ese día en mi vida, yo estoy pensando en el tiempo precioso que he perdido de empaparme de Bauman; y así, señores, no se puede ir por la vida.

9.11.09

Esto sí es lenguaje sexista

Me pone enferma esa gente de "ciudadanos y ciudadanas", "alumnos y alumnas", etc. Me revienta que se empeñen en que lo importante es que la gente diga "jueza" en lugar de que todas nuestras hijas quieran ser jueces y no se planteen que puede haber ningún problema en su vocación.
Creo que el lenguaje no-sexista es un mito de nuestro tiempo, impuesto sólo para tener nuestras cabezas ocupadas en algo que no sean alternativas realmente igualitarias para las personas.
Lo que hay que evitar no son las os y las as. Hay que evitar frases como la que encabeza este anuncio lamentable que hace que me plantee boicotear a Cola-Cao (total yo siempre fui de Nesquik).
¿Qué se supone, que las niñas querían ser princesas o enfermeras?
Puaj.

Internet es una cosa bárbara

Mis nuevos compis de clase tienden a llamarme friki con una ligereza que hace que quizá deba tomármelo en serio, pero es que cada día que pasa yo soy más fan de Internet. Un sitio que te permite localizar las pataletas políticas del Profesor Que Se Parece A Mi Ex-Suegro; las expresiones artísticas de tu Compi Performativo; la encantadora cotidianeidad de tu Compi Rubia; los quince minutos de fama del chico con el que hablaste el otro día en el Destino; que te deja hablar con tu familia cuando está lejísimos (en cuanto mi padre se vaya a Frankfurt me reconcilio con Skype); que te ahorra la cola del paro a cambio de un par de clics; que te localiza un libraco especializado en la otra punta del mundo y te lo trae a casa; que tiene al gabinete de comunicación de la Moncloa discutiendo contigo...
Por favor, esto es lo mejor que le ha pasado a la humanidad desde el Neolítico!

8.11.09

Memo: pensar demasiado las cosas es malo. Muy malo. Le damos vueltas al Asunto del Desaparecido. Tengo un arranque de pensar que todo lo que me pasa con la gente es porque niego la realidad. Entro en el baño y me doy cuenta de que me estoy boicoteando.
Para ser feliz, una de las claves es no cuestionar por qué pasan las cosas malas.
Pasan, y ya.
Igual es momento de empezar a admitir cuántas cosas malas hay que sacar con la basura.

7.11.09

Yo contra el/mi mundo

Pues sí. Nos engañaron, qué quieren que les diga. Ser mayor, por más que lo diga Grey, es más que comer chocolate, practicar el sexo, y que tus padres no te digan constantemente lo que tienes que hacer. Y todo ese plus es bastante menos apetecible.
Esta semana ha sido más interesante que los últimos meses puestos unos tras los otros. He hablado con montones de personas de cosas que realmente me preocupan y que en su inmensa mayoría sólo son intangibles. Pero el hastío, llegados a un determinado punto, claro que se puede tocar. Y en esas estamos.
Hablaba con una antigua compañera de trabajo el otro día sobre el salto cualitativo de tu capacidad financiera desde que estudias hasta que te pones a trabajar. Y cómo cualquiera diría que el salto es a la inversa. Sobre cuántas noches has salido con dos euros en el bolsillo y cuántos viajes has hecho cuando no hacías un cálculo de cuántos viajes al año te podías permitir. Y es que, madre mía, qué estúpidos nos volvemos en cuanto tenemos una nómina.
A veces parece que la estabilidad viene con lobotomía. Parejas en las que parece más fácil creer porque son menos idílicas, y en las que da asco creer.
No quiero que mi vida sea una película. Ya, ni siquiera tengo claro que quiera hacer una película. No quiero ser grande; como dice el Chico Escritor, si uno mira alrededor durante las comidas de los martes, se da cuenta de que tiene todo aquello a lo que debería aspirar.
Pero sí que me gustaría que no se limitase a los martes.
Me gustaría ser un poquito feliz todos los días. No quiero esperar a junio porque habré acabado de estudiar. No quiero esperar al viernes porque no tengo clase. No quiero esperar al martes porque comemos todos juntos. No quiero esperar dos años porque tendré un bebé.
No todos los días pueden ser buenos, pero todos los días deberían tener valor por sí mismos.
Pero, madre, qué difícil es.
Miras tu agenda llena de cosas en azul y las ves todas juntas, como si fuesen la colina-casi-montaña de Hugh Grant, y no distingues. Pero deberíamos distinguir. Porque abrazar a mi padre porque está a punto de mudarse cerca del río sin cocodrilos suena mucho mejor que "Ir a Argüelles el sábado a las dos". Y al final las cosas son bastante más lo primero que lo segundo. Mi lista de lecturas me está cambiando la forma de ver el mundo. Leer a Sherlock Holmes es un acto de rebelión. Ir esta tarde al spa es un primer paso hacia algo a lo que no tengo claro que llegue, pero a donde quiero llegar.
Quiero reírme un poquito todos los días, hacer cosas nuevas al menos una vez al mes, escuchar puntos de vista diferentes cada día en que encuentre a alguien en el metro. Quiero moverme de bar y quiero tener un sitio donde me sienta como en casa, llámese Olavide o mono o como buenamente les parezca. Quiero poder elegir mis batallas para aumentar las posibilidades de ganarlas. Quiero hacer las paces con mi cuerpo para que no se queje todo el rato en forma de enfermedades crónicas y molestas. Quiero comer mejor y dormir mejor. Quiero fumar menos. Quiero seguir leyendo tantísimo.
Y quiero querer a raudales, y recibir al menos un pequeño porcentaje de todo ese amor para reciclarlo aquí dentro.
Y ya sé qué no es fácil; pero es que la alternativa es terrorífica.

3.11.09

(des)Atención al cliente, vol. II

Creo recordar que ya dije algo por aquí del trato recibido en el call center de Vodafone. [Efectivamente, plagié una entrada de Mi mesa cojea y fue aquí]. Amigos, me quejaba de vicio.

Hace un año y medio, compraba una impresora para los "por si acaso", convencida por mi padre. Decidí comprar una HP porque mi anterior elección había sido sólo por el precio y resultó ser una impresora esquizofrénica que no reconocía sus propios cartuchos (los que venían en la caja, nada menos). Además, resultó ser una impresora para la que no encontrabas ninguna solución en la web del servicio técnico porque el producto parecía haber desaparecido del mapa.

Bueno, pues exactamente igual que con mi "confiable" HP.

Compré cartuchos nuevos para ponerla en marcha. La instalé mientras llegaban los cartuchos, y no me dejaba escanear, así que me paseé por toooodas las soluciones del "asistente de solución de problemas", las FAQ de su web, y alguna otra cosa encontrada en foros. Cambié el cable USB. Desinstalé todo y lo volví a instalar, sólo con los controladores on-line, que sí que decían estar preparados para ese error de la humanidad llamado Windows Vista.

No way.

De todas formas, al menos me serviría para imprimir.

Pues no.

Cuando llegan los cartuchos, los instalo, y el bicho se vuelve loco diciendo que los cartuchos están vacíos, que los cartuchos no corresponden con su número, y, finalmente, que no he comprado cartuchos originales (a través de la Tienda de suministros de HP, como todo el mundo sabe, compras falsificaciones de cartuchos. Ya.). En vez del hombre que susurraba a los caballos, soy la mujer que susurra a los cartuchos. Dos de dos me parece bastante preocupante para un error tan extraño.

Total, que por fin encuentro el ticket y me lanzo a la aventura. Fíjense ustedes en lo que hay que saber para seleccionar un número para contactar con HP.

Bueno, pues cuando por fin consigo encontrar mi número en la lista, y es un 902 y no un 806, sale una señora que parece estar bastante mal pagada, explicándome dónde puedo leer el acuerdo de privacidad relativo al almacén de información al que va a ir mi conversación. Luego, me dice que elija si quiero abrir un caso nuevo (pulse 1). Luego, me vuelve a salir el chorro de opciones de la columna izquierda de la tabla. Pulso 5. A continuación, tengo que averiguar si mi impresora es o no una solución casera profesional, para pulsar, finalmente, entre dudas, 4.

Entonces, una segunda señora con una voz bastante más divertida (claro, ella ya sabe que me han ganado) me da otro número de teléfono totalmente distinto.

El nuevo número de teléfono me pregunta si quiero escuchar el famoso acuerdo de confidencialidad, o ser atendida por un operador. Pulso 2. Me atiende una chica que me hace darle la vuelta a la impresora (quién será el listo que le escribe el número de serie debajo) para apuntar mi nombre, mi serial number, mi product number y el lugar de la compra, para luego remitirme aquí. Que se llama diagnóstico, pero no diagnostica nada. Te salen toooodas las opciones ya vistas anteriormente, y cuando por fin encuentras tu cacharro, tienes que volver a darle la vuelta (no sé por qué no he apuntado el SN en vez de dárselo a la chica directamente, seguramente porque no tenía manos para sujetar todo lo que había sobre la impresora), apuntar el puñetero número, y empezar de cero. Explicar en un formulario lo mismo que le has explicado a la última chica del teléfono.

Y esperar a que te llegue una confirmación automática de tu e-mail en el plazo aproximado de una hora.

Y a partir de este momento, ya no creo en el servicio postventa de ninguna marca de hardware. Ea.

Odio que me hablen cuando estoy interrumpiendo

Veo que no sé cuántos de mis amigos de Facebook se han hecho fans (¿por qué nadie le pone la s en plural y tanta gente se la pone en singular?) de una página llamada así, y da qué pensar.

Yo soy una persona molestísimamente parlanchina. De las que cogen un camino y siguen por él cuando se ha acabado. De las que disfrutan tanto discutiendo, que, por no dejar que decaiga la discusión, pueden acabar defendiendo todo tipo de barbaridades (y de pequeña quería ser sofista y dicen que eso sí es suficientemente pedante como para estudiar este máster).

No sé cuántas noches de mi vida habré podido pasar dándole vueltas a las cosas que he dicho de más. Muy poquitas (aunque alguna hay), a las cosas que se quedan sin decir.

Sin embargo, no soy capaz de frenarme. Y no me refiero a un sentido posibilista. No soy capaz, en un sentido moral, de obligarme a callar.

¿Hasta qué punto no son nuestros defectos lo que nos hacen lo que somos?

1.11.09

Empollona multidimensional

Quienquiera que tuvo la fantástica idea de ilegalizar el katovit no pensó en Bolonia.

Llegas a clase por primera vez y tus preocupaciones son si se habrá mantenido el precio de la cerveza (no), comerte una tostada grasienta para merendar ("la plancha está apagada"), si tendrás suficientes vaqueros ahora que no piensas ponerte otra cosa hasta junio (claramente tengo de menos, pero eso no se arreglará hasta las rebajas), y si sentarte en la segunda fila te condicionará y tus nuevos amigos serán unos seres extraños venidos de otro planeta (puede ser, pero por encantadores, más que otra cosa).

Luego sales de clase llorando porque eres una imbécil y tienen que venir el Chico Cósmico, tus suegros, tus padres, y el carnet de biblioteca de la Chica India a recordarte que tú siempre has querido ser Cortocircuito y que el hábito hace al bibliófago, pero eso lleva un poco más de tiempo.

El segundo día, una señora muy simpática y entrañable por su enorme parecido con mi cuñada en los meses pre-Sobrino, te explica lo que está pasando: Bolonia multiplica el número de horas de cada crédito, suponiendo un número de 15 horas por crédito de trabajo que haces por tu cuenta y riesgo, fuera de clase.

Ya, pues qué bien.

Sigo sin un carnet propio de la biblioteca (aunque estoy francamente enamorada de la Biblioteca Central de la Comunidad de Madrid), y con muchos vicios adquiridos de mi fugaz vida feliz como parada (véase todo juego de granjas de Facebook, como botón de muestra). Tengo un trabajo sin el que no puedo pagar el máster, y tengo una casa claramente dominada por una especie superior de apariencia pelusil. Tengo una coneja a la que hay que obligar a hacer ejercicio y medicar una vez al día por burra que se ponga.

Y tengo seis libros sobre la mesa, de los cuales cuatro deberían estar leídos mañana por la tarde.

Desde que empezó el máster, he leído Qué es la globalización, Ideas y creencias, La sociedad red, El poder de la identidad, Un mundo desbocado, El advenimiento de la sociedad postindustrial, El orden del discurso y La semiosfera I y aun así tengo la sensación de haberme metamorfoseado en conejo de Alicia y llegar tarde a todas partes.

Tengo una agenda construida de piezas de lego de compromiso que implican que haga montones de fines de semana que no tengo hueco para la improvisación. Y eso sí que me saca de mis casillas.

Lo que no tengo, parece ser, es el cambio de chip que uno debería tener cuando hace un máster. Dicen por ahí que debería estar recluida y haciéndome exponencialmente más sabia por fracciones de media hora, pero el caso es que yo lo que pienso es en la noche de la pegatina del Independance, en la cantidad de llamadas perdidas, en gente que ha desaparecido a la que quiero buscar, en proyectos vitales que sonaban genial hace tres semanas del tipo de producir cortometrajes, en resolver mis problemas de licencia con Adobe, en mi novela sin título, en ordenar cajones, en leer narrativa en vez de ensayo.

He cambiado como institución en mi bolso mi libreta de cosasquequierohacer por mi nueva libreta de apuntesparaunatesiskamikaze. Y el caso es que si no estuviera tan convencida de probar mi teoría, no habría pasado horas leyendo un blog de una persona a la que acabo de conocer y de la que ahora conozco su lista de objetivos de 2009 y su Hitlist de su último cumpleaños (o al revés). Y que esa persona mola mucho y que en realidad me interesan más mis compañeros que mis lecturas. Y aprender portugués y hasta pasar unos días en Somosaguas. Y leer a Bataille, que no cuenta ni sale en ningún programa, pero que hace que al Chico Que Creí El Chico Morado le salgan chiribitas por los ojos.

Decisión novísima: voy a combinar las dos libretas. Y voy a apuntar en la que realmente mola que necesito muchos apodos; porque tengo intención de hacer muchos amigos, de tomar muchas cañas en Argumosa, de descubrir cuántos puntos de vista pueden llevarte a la misma clase, de debatir sobre la quiebra de la política en España y el papel de la mujer en la sociedad brasileña. Alrededor de unas tapas, y no de una pizarra.
Quiero aprendérmelos a todos.

Ea.

25.10.09

Un cielo para Cactus

A Cactus no le elegí yo. De acuerdo que era yo la que miraba mañana tras mañana la jaula de su camada, pero cuando el Chico Cósmico se decidió a regalarme un conejito, abrieron la jaula y fue él quien puso sus patitas en mis rodillas.
La Chica de las Sonrisas dice que lo más bonito de tener un animal es cómo te acepta; muy especialmente desde el momento en que hablamos de animales que no son estrictamente domésticos. Que un animal que debe verte como a un depredador se te acerque, se apoye en ti, simplemente permanezca quieto a tu lado, es una confianza que no debería ser posible defraudar.
Y además, fue Cactus quien me eligió a mí. Olvida eso, si puedes.
Quiero escribir un artículo sobre el luto en la sociedad de masas, porque, ahora mismo, Cactus es un videoclip. Un videoclip protagonizado por un conejo del tamaño de mi palma, primero, y grande como un superhéroe, al final. Porque Cactus, como todo héroe, tuvo un villano y una novia. Lo cual sólo es parte de su "fugaz vida feliz".
Era un bicho tan valiente que se enfrentaba con un Kiwi que le sacaba dos veces su tamaño y peso, tan listo que encontraba la forma de burlar el muro de Gaza que impusimos este verano en el pasillo, tan achuchable que al final acababas por no regañarle cuando se subía a la cama o se comía la República de Platón (porque, además, era un conejo de gustos intelectuales exquisitos).
Cactus y yo, incluso, salimos juntos en Google. Aunque no diga que es el mejor regalo que jamás me han hecho, o que fue uno de los "Grandes motivos para seguir vivo" que encontré al salir del hospital. Y otras tantas cosas que se quedan sin decir.
Puede que Cactus no fuese más que un conejo; pero la gente que no puede reprimir una risita al verme destrozada porque se ha ido, no tiene ni la menor idea de lo que puede llegar a significar "sólo un conejo". Como dice la Chica de las Sonrisas, esa gente tiene un hueco dentro, y da mucha pena.
Mucha más, incluso, que su propia marcha (y ya es decir). Ahora me dedico a reescribir la historia. A pensar que él realmente no pudo enterarse de nada. A extrapolar sentimientos humanos positivos en lugar de negativos, a sustituir en el recuerdo la angustia por el rizo acogedor de una toalla naranja, a creer en el poder tranquilizante de un beso entre los ojillos.
Y no me importa lo más mínimo si existe o no un cielo. Porque para Cactus, hay uno. Hay un cielo donde, como dice la Chica de las Sorpresas, van los conejos buenos de las personas especiales.
Mira, Cactus: mamá ha fabricado un cielo para ti. Y voy a recordarte siempre en esa inexistente frontera entre las montañas y las nubes, mordiendo los flecos de estas con una insistencia a prueba de la paciencia de los ángeles.
Que seas tan feliz como fuimos cuando estuvimos juntos.
Te querré siempre, pitiuso.

16.10.09

Los primeros días

En septiembre de 1990 tuve mi primer día de colegio. Recuerdo un miedo atroz, una esquina amarilla con gotelé, y mis pies casi dentro de la papelera cuando se acercó a mí la Chica CAT y, todo rizos y energía, nos hicimos amigas para siempre. Es lo bueno que tienen los seis años, que los primeros días no suelen ser tan complicados.

En septiembre (¿octubre?) de 2002 tuve mi siguiente primer día. Yo no cambié del colegio al instituto, así que cuando empecé la facultad era mi primer kilómetro cero en doce años. Pero era más bien un kilómetro y medio, o algo similar; la Chica de Hinojos iba conmigo, y enseguida nos unimos al Chico del Olor Fantástico, aunque no iría a nuestra clase; así que no fue exactamente un primer día.

En octubre de 2003 tuve un nuevo primer día. Y esta vez iba en serio. Una nueva universidad, una nueva ciudad. Sólo que, en realidad, no era el primer día. Era el primer día menos siete, me parece.

Afortunadamente, dos chicos se equivocaron también. Uno de ellos se fue de la facultad antes de diciembre. El otro era el Chico del Código de Barras, y nos fuimos a fumar bajo los soportales de Farmacia (curiosa paradoja, visto desde lejos), y luego a comprar unos cascos y a robar un libro de Beck a El Corte Inglés, porque es ofensivo pensar que si me interesa la sociología soy suficientemente civilizada como para no robar libros; así que lo coloqué sobre la carpeta y salí de allí como cualquier otra estudiante de primero-segundo de carrera.

Ese fue un gran falso primer día, que hizo que cuando llegó el verdadero primer día ya hubiese una red de seguridad, que incluía entre otros a la Chica Truffaut (el Chico del Código de Barras era una mina inagotable de amigas. Creo que no se hablaba con un solo chico).

Supongo que en tercero hubo un primer día; pero ya no se sentía como primer día; probablemente era una clase nueva, por el cambio de turno, y todas esas cosas, pero y qué. Ya estaban la Chica India, y la Chica Teatrera, y la Chica Úbeda; y yo ya llevaba semanas trabajando en la tienda de los horrores y supongo que estaba demasiado cansada como para sentir nada que no fuera eso. Enseguida tuve que dejar la tienda de los horrores por imperativo físico-mental-paterno, y tuve un primer día en mi ex-empresa en el que desayuné tantas veces que no sé cómo me enteré de en qué iba a trabajar.

En fin; lo que quería decir es que el miércoles fue mi primer Primer Día en casi cinco años. Y que no se me dan muy bien los Primeros Días. A pesar de la introducción a cuatro manos con la Chica India y la sonrisa de "somos estudiantes de posgrado" y la temperatura exquisita en el césped. Porque el Primer Día fue tan horroroso que llegué a casa llorando, como no he hecho, creo, en ningún otro primer día de mi vida. Mi sonrisa bajando la cuesta desde el Vicerrectorado de Alumnos, mi carpeta de colores, mis ganas de volver a la universidad, mi ansia de leerme libros horrorosos, no me sirvieron de nada.

Hacía mucho, mucho tiempo que no me sentía tan profundamente estúpida como el pasado miércoles. Saber que no vas a poder enfrentarte a algo; que le has asegurado a toda persona que te conozca que ese algo es exactamente lo que quieres hacer con tu vida; que es probable que no vuelvas a dormir en los próximos siete meses; que no tienes ni idea de por dónde empezar y que ya llegas tremendamente tarde a cualquier sitio al que tuvieras intención de ir...

El jueves existe, fundamentalmente, para curar los lunes, martes y miércoles, que tienen una preocupante tendencia a ser espantosos. Y el jueves vino el director del máster a explicarnos que esto se parecía a mudarse a otro país sin conocer el idioma, y que es una cuestión de contacto. Que esperemos con paciencia y sin rendirnos y tendremos una especie de revelación cartesiana, clara y distinta, del sentido de todo eso que ahora leemos como autómatas aterrados sin entender.

Casi me levanto y abrazo a ese señor. No creo que sean frecuentes unas palabras tan oportunas como las suyas.

Y luego, una profesora con la misma cara radiante que ha tenido mi cuñada durante todo el embarazo, que habla de lo violento que es empezar un temario el día de la presentación y nos hace montones de preguntas para adaptar el contenido de la clase a lo variopinto del grupo (que lo somos, vaya si lo somos); y una cerveza con una chica sorprendentemente maja a pesar de su municipio de origen, y una sevillana fantástica que estudió donde yo debería haberme quedado para siempre, y llego a casa y me siento con fuerza.

Tanto, que aunque probablemente hoy sólo es el primero de muchos, muchos viernes leyendo a señores tan apasionantes como Iuri Lotman, sonrío y me arremango. Hay mucho que hacer, pero vamos a hacerlo; y vamos a hacerlo fenomenal.

6.10.09

Hangin' around

Ayer fue la primera vez que sentí que esta expresión era perfecta. Probablemente siempre lo ha sido, y, con perspectiva, es los sábados por la mañana con la Chica Aura en un sofá como el que tengo ahora (lo de la vida en espiral es lo que tiene), y las noches con el Chico Carnaval en el laberinto hablando de comernos el mundo, o, al menos, conocerlo; y las tardes entre semana con la Chica Ángel en mi cuarto ultra-amarillo.

Pero hacía tiempo que no pasaba un día como ayer. Con su comida sagrada en Olavide y un sueño que parece imparable pero que no te arrastra hacia la siesta. Con el sol, con uno de los últimos días de sol, que, por ser uno de los últimos, parece mucho más importante. Y una acaba en la biblioteca con el Chico del Entusiasmo jugando a la pedantería y sacando "Videoculturas de fin de siglo" y "Teoría e historia de la cultura de masas" y pensando que cuando vaya la semana que viene al COIE tengo que salir de ahí, al menos, con una beca de colaboración, porque madre mía lo que mola la Universidad.

Y yo quiero seguir dando vueltas por el barrio dos años, pero luego qué. Así que espero que, luego, sea dar vueltas por la facultad y que ya no parezca que cada vez que me voy de un sitio, lo ponen más bonito (véanse la peatonalización del centro de Sevilla, los bolardos pintados de colores en la calle de la Palma, los pisos temáticos en color ácido del edificio antiguo de Ciencias de la Información).
Es sorprendente. Uno piensa que tiene un corto de mierda a medio montar y de pronto oye una conversación por la ventana que hace que sus frases suenen tremendamente reales y que los actores aparezcan bajo una nueva luz. Qué bien lo hicieron. Resulta que estas cosas pasan de verdad.

4.10.09

P.S.

"¿Quieres Dejar de Fumar?
Descubre como dejar el cigarillo en el sitio Help!
Help-eu.com"
 
No deja de ser raro que mi Adwords lo sepa y mi psicólogo no...

So many things unsettled

Hoy es una gran noche. He estado fatal, pero me he tomado un batido de fresa como hacía años.

Y, aunque no es por eso sino por el contexto, me encuentro mejor.

Y qué fácil es querer al Chico del Entusiasmo, sí, pero también qué fácil es ser feliz con el Chico del Entusiasmo. Qué fácil poderle decir a alguien de corazón que la has cagado y que no era tu intención, instantáneamente. Qué gran fuente de confianza y de energía positiva. Así, da gusto.

Y encima vuelvo a casa, rumiando lo de comprar un ordenador mañana (y perder el día, y seguramente equivocarme, y gastarme el dinero que necesito para el sofá y para el máster que, de pronto, es lo que quiero hacer con mi vida, esas cosas pasan; y volver a instalarlo todo y etc.), y no sé si tiene mucho sentido porque, total, el resto de mi vida estará marcado por la ofimática, y entonces el Becario (por cierto: si alguien alguna vez ha tenido dudas, el Becario no es más que Astrocentro.com) va y me escribe esto:

"Hoy es un gran día para explorar tu creatividad. Esto seguramente no es nuevo para ti. Desde siempre, has tenido dotes artísticas. Sin embargo, que seas capaz de mantener la atención en un punto es otro tema. La energía de este día puede transmitirte esa dosis extra de concentración que necesitas para completar un proyecto creativo. Aprovéchala al máximo para finalizar algo que quedó inconcluso o comenzar un proyecto nuevo. ¡Exprésate, crea y diviértete!"
 
Qué gran chico, también, el Becario.

2.10.09

Finally, I did it

Pues claro que sí. Poquito a poco, respirando hondo, con mis pimientos, mis cebollas, mis tomates, mis melocotones, mis plátanos, y las zanahorias y el apio de los bebés.

Mi madre, como es como es (ella hace buena la frase del Chico Escritor de "a la gente hay que quererla como es, o no quererla en absoluto": a ratos se la quiere como es, a ratos no se la quiere en absoluto), me pregunta por pescados y carnes. Yo indico simplemente que no me gusta la comida con aspecto de cadáver y sigo celebrando mi pequeño triunfo.

Para quien no entendiera una de las entradas anteriores: desde que el mundo es mundo, a mí me dan miedo los sitios donde se vende comida; pero, muy especialmente, los mercados. Un miedo absurdo pero muy poderoso, de los de llorar y ahogarse y pensar que el pinchazo en el pecho es la muerte, y de luces dando vueltas y volviéndose blancas.

Así que me da igual que no me gusten los puestos donde exhiben bebés (conejos, entiéndase) despellejados como cabecera del muestrario. El hecho de volver del mercado con una bolsa que pesa, y hacerlo sola, es un triunfo tan mayestático como cualquier otro reto que uno pueda tardar diez años en conseguir.

Y sigo regulera, y preocupada, y un poco asfixiada por el maldito pie y mi poca libertad de movimientos, y puede que siga llorando con Bruno (el del anuncio de Pedigree que no puedo enlazar porque la versión argentina me hace gracia y la española no está en YouTube), pero da igual: it's Friday, i'm in love (he aquí el objeto, y mi premio post-mercado).


1.10.09

Síntomas

Pensaba que me había vuelto intolerante con las tonterías ajenas; pero no. Me he vuelto intolerante con las tonterías, en general. Tanto, que ayer me apetecía abofetear a mi psicólogo por darle vueltas y más vueltas a cosas que he hecho y que ahora parece imposible que vaya a volver a hacer.
¿Cómo puede importar algo el sufrimiento o la necesidad que se esconda detrás de una estupidez? Se trata, simplemente, de dejar de hacerla, de no perseguir a los vagos, de no solucionar los problemas de los torpes, de no preocuparse por los problemas que alguien se cree para sí con el fin de justificar una injustificable incapacidad de llevar una vida sencilla y disfrutar de ella.
Lo complicado es que todas nuestras tonterías resultan ser, con un poco de reflexión, síntomas de enfermedades. Enfermedades que hace cincuenta años no existían, por otra parte. Asquerosos frutos podridos de nuestro momento histórico.
Y así, es bastante probable que no haya una vía de escape; y el resultado final de la ecuación es una mala leche bastante espectacular que se convierte en mi sombra y a la que no le apetece gran cosa ver al resto de los seres humanos a los que a veces me permito llamar "queridas personitas".

28.9.09

Postulando

Entro en Correos y tengo que mirar a uno y otro lado.

Mientras hablaba con Blue sobre la cronificación de mi antes intermitente despiste (a quienquiera que le prometí apuntar algo en mi agenda en octubre o noviembre, que sepa que le mentía y que me recuerde con qué me comprometí...), obviamente he tenido otro: a saber, 38 eurazos de copistería, la persiana del local en mis narices, y el olvido total y absoluto de hacer una portada para el documento resumen-sinopsis que indique a qué guión me refiero, así como las cinco copias de rigor de dicho documento, del que, por alguna razón incomprensible, sólo he hecho una.

Volvamos a Correos: digo que miro a ambos lados porque han pasado las dos y media y necesito fotocopias y se supone que las hacen, pero no veo dónde. Un Señor Gigantesco me grita: "Tienes que pedir número", y ya veo venir mi enésimo encuentro con el funcionariado público. Pero no.

Cojo el número, éste se enciende en el luminoso sobre el Señor Gigantesco, y al llegar a él saco mi mejor sonrisa de séquemevasamandaralamierdaperoteníaqueintentarlo: "Hola, ¿fotocopias hacéis? Porque tengo que enviar esto y me faltan copias de una cosa y..." "Ay, qué duro es el camino del literato".

Inmediatamente, el Señor Gigantesco empieza a caerme bien. Me hace todas mis copias, me presta una grapadora, "¿también tenéis que mandarlo en CD?" "Pues sí; supongo que así, si por casualidad alguien lo lee y le gusta, hacen otras cuatro copias como las que han tirado a la basura nada más abrir el paquete" "Ya te digo, se las imprimes, se las encuadernas, les haces un CD... Ya de paso, podrías darte tú el premio" "Pues oye, sí, porque además a este precio..." "Bueno, mucha suerte".

Mi cajita preciosa (próximamente en fotolog) sale en dirección a Segovia, el Señor Gigantesco no me cobra ni las fotocopias ni el sello de Franqueo Pagado que pone en el sobre que contiene mi documentación para que me den de una vez el añlijdñlasjda título de licenciada, y me voy con una sonrisa, pensando que nos vamos a ver mucho, este señor y yo, en lo que queda de año.

Y que uno no debería presentarse a concursos más que de cortometrajes y relato corto, porque a cincuenta eurazos los trámites de inscripción, los 9.000 del premio los debería dar el gremio de copisteros españoles.

26.9.09

Desensibilización sistemática

Como toda una persona mayor. Yo sola, y casi sin pensarlo. Entré en el mercado, superé las vísceras de la puerta contigua, me planté frente al verdulero. Le pedí un manojo de zanahorias. Me miró raro. Y me mantuve. Basta de pensar si las zanahorias se piden por unidades o por peso y cuándo pesan seis raciones para conejo de zanahorias. Quiero un manojo, y punto.
Me dijo que lo cogiese, lo cogí, lo pagué, salí del mercado, y seguía sin sufrir un ataque de ansiedad. De acuerdo que podría haber aprovechado para comprar todo lo que quería, y no sólo las zanahorias. Pero, oigan. Poquito a poco.