10.10.10
Paréntesis, 2.0. Afortunadamente
No sólo existe, sino que es majísimo, y mientras engullo un pincho de tortilla voy envidiando la vida Erasmus y la vida alemana, el aprendizaje idiomático por inmersión y poder escuchar las historias de supervivientes del Holocausto de primera mano.
En paralelo, dos Erasmus italianos intentan hablar sin mover las manos y cuentan malentendidos lingüísticos en Argentina. El Sociólogo Renegado, que se ha encerrado a sí mismo en la esquina de la barra, me saca la lengua de tanto en tanto. Creo que estaría a gusto si el resto de los pobladores del local dejasen de jugar con la puerta y de golpearme con las chaquetas.
Pero el caso, no sabemos si por la sangría peligrosa, porque ha dejado de llover, o simplemente porque sí, es que decidimos ir a tomar otra a algún sitio cercano, y acabamos en el Redrum. Y me parece fatal. Porque creo que me habría enamorado mucho de ese bar y no vale conocerle ahora que abandono el barrio.
Discusiones iletradas (por mi parte, sólo; mis interlocutores tienen nivel) sobre música. Sonrisa del pincha cuando le pido Such Great Heights. Y es que, efectivamente, durante un rato, y desde tan arriba, todo parece perfecto. Asequible. Divertido. Me vale con mirar al Rey del Laboratorio y verle sonreír. Con prometerle a la Chica Suiza versión Erasmus Italiana que nos vamos a ir de bares por Malasaña. Con ver al Sociólogo Renegado intentar mimetizarse con un ambiente que detesta.
Durante un rato, todo está bien, y me hacía falta...
24.1.10
Todos llevamos un Chico Escritor dentro
Estar enfadada con una persona en concreto es toda una experiencia nueva. Quiero decir: soy muy de enfadarme, pero con leyes generales, con el planeta tierra, con la humanidad en abstracto, o, en todo caso, conmigo. Enfadarme con una persona en concreto y que no sea yo, eso es nuevo. Tan nuevo que no sé llevarlo, tan nuevo que me encuentro en casa a punto de salir y suelto un grito rabioso que no sé de dónde me sale y que a Blue le da miedo, tan nuevo que me tiene absolutamente desconcertada durante un montón de horas.
Así que paso la mañana desconcertada. Además de ajena, a todo ese universo que sucede fuera de mi ombligo, lo que por otra parte no deja de colaborar con mi desconcierto. Están pasando cosas que no sabemos, que no entendemos, con las que no contamos.
Sería curioso saber si esas cosas también tienen reglas.
El Chico Escritor, en modo terapeuta telefónico, pregunta para qué narices sirven mis reglas si al final estoy exactamente en las mismas, sentimentalmente hablando. Supongo que es para evitar, precisamente, el momento enfado. No quiero que se enfaden conmigo así que yo no me enfado con nadie. Romper la barrera de enfadarse con alguien es una cosa peligrosísima. De hecho, unas horas después, me descubro a mí misma claramente malinfluida por la Mala pensando un montón de sandeces relacionadas con el cinismo moral y que al final concluyen con un "A mí no me saques tu genio, que te lo mato".
No, hombre, no. No queremos matar nada, y mucho menos genios, por lo que pueda pasar con la polisemia.
Paso la mañana y buena parte de la tarde cargada de buenas intenciones que incluyen la promulgación casi inmediata de un paquete de reglas nuevo, pero el Chico Escritor insiste, ¿para qué sirven? Y sí, no sirven de nada. Y Blue es mejor construyendo escenarios posibles que yo, que me quedo en la primera escena y me como secuencias como aceitunas. Hago un esfuerzo importante de construir escenarios serios y complejos y decido anular en vez de postergar. Mejor así.
Porque, hoy, además, estamos a otra cosa. A otras dos cosas, en realidad. Una tarde rara que incluye ver a otra fantástica persona que no ha sido capaz de aguantar la Ciudad Hostil. Decir adiós al Chico Collage cuando acababa de reencontrarle duele un poco bastante. Un par de momentos absurdos porque, sinceramente, no estamos como para dar consejos sentimentales, pero ni de lejos. Una cena a las 8 de la tarde. Y por qué no. [No tenéis idea de lo grandísimo que es tener hambre de una forma sana y recurrente. Yo quiero estar así toda mi vida].
Y como estamos a dos cosas a la vez, una de Caipiroska con momento absurdo incluido ("Gran momento para pedir un Ruso", y el Chico Hipermagnético hace un cameo estelar por la izquierda), un montón de dudas sobre la B.S.O. (viajes en el tiempo, canciones que deberían ser de verdad y no de película, Álex y Cristina...), y un hasta aquí hemos llegado.
Y ahora estamos sólo a una cosa. Y al menos digo las cosas como son sin excusas absurdas. Es curioso lo de ser tan pro-sinceridad, mentir tan mal, y meterme en bolas de excusas ridículas con esta facilidad.
Y seguimos. Seguimos en un Búho Real muy adolescente (para adolescencias estamos nosotros). "Qué bonito es ese momento en el que vuelve a hablarte la radio". Qué momento absurdo cuando te escuchas a ti misma cantar Coti con el entusiasmo de entonces. Qué cosa más rara que Todo vuelva a ser lo que era, o al menos algo muy similar. Qué dejà-vu con My favourite game. Seguimos en un Honky tras unas patatas espectaculares, porque, insisto, tener hambre todo el rato mola mil. Seguimos en un Honky curioso, que incluye una hora española. Y no queremos irnos: y menos mal que no lo hacemos porque nos faltaba el último pico, esos Killers y esos Editors, y esos Radiohead, y, sobre todo, ese cierre versión Richard Cheese.
Y cuando una llega a casa, piensa que está bien. Que si una se tiene que enfadar, se enfada. Que si se le pasa, se le pasa. Que la música es probablemente uno de los más grandes hallazgos civilizatorios, y que no sabe por qué se discute todo el rato sobre la escritura, con lo grandes que son las canciones (y los Strokes no tendrán una letra buena, pero y qué). Y entra en modo armónico y se pone las dos canciones que le faltan. Y sonríe y casi no le molesta encontrar un mail de la persona que originó todo esto, en modo aquínohapasadonada, y hasta contestarlo en modo académico-agradecido-encantador.
Qué sería de la civilización, también, sin la inconstancia...
15.1.10
Los jueves, se sale
Tomamos vino como chicas sofisticadas. Hablamos de elevar a la masa a la alta cultura en vez de democratizar la alta cultura. ¿Existe la alta cultura, a día de hoy? ¿Existe la cultura de masas, a día de hoy? El rollo venimosdirectasdelmaster nos dura más o menos tres vinos. Luego el camarero interrumpe con una especie de discurso inconexo sobre la españolidad y nos reímos tanto que se nos va el santo al cielo, y hablamos de canarios y de andaluzas y de militancia política. Llega el Chico Escritor. En algún momento hemos perdido la cuenta de los vinos, porque sesentaytantos euros no es una cuenta normal, no a estos precios. Hace unas cuantas rondas que la Chica Casi Trilingüe pidió la última. Ya no hay metro.
Así que bajamos andando al Bukala. Entramos en un bucle decadente tipo Warhol's. Se me cae la copa al suelo y un prototípico intelectual muy mayor que parece haberse caído de la cama de su ático parisiense me ofrece mediar con el camarero para que me den otra. Yo creo que no debería tomar otra y además no sé cuánto hace que no tengo pasta. Y sin embargo, al final me tomo otra. El sitio está lleno de personas con identidades sexuales bastante confusas. La Chica Casi Trilingüe se convierte en el objeto de una discusión absurda en una pareja gay, que la Chica Mariposa alimenta sin saber muy bien cómo. La Chica Mariposa hace preguntas muy curiosas a las que al menos puedo responder sinceramente. Debería ser abanderada de la sinceridad suicida, por otra parte.
El tema es que el Chico Escritor ha dicho, hace horas, que habría que emborracharse. Luego se desdijo, cierto, pero la idea está latente. Tanto, que acabamos en el Honky tras un taxi de esos de los de escribir diálogos de películas. Lo que tiene que flipar un taxista los jueves por la noche. Acabo pidiéndole disculpas, incluso.
La Chica Casi Trilingüe me lleva a la entrada del piso de abajo y me plantea tres ideas fundamentales y lamentablemente, creo que estoy de acuerdo con las tres. Y qué vamos a hacer, ahora que lo sabemos.
El Chico Escritor está tremendamente divertido. Como si no estuviéramos enfermos ni ansiosos ni nada similar. Cantamos himnos aunque el DJ tiene un repertorio de mierda con el que me paso enfadada por lo menos dos minutos, antes de pensar en cualquier otra cosa.
Hace horas que no entiendo cómo podemos estar pasándolo tan bien.
La Chica Mariposa tiene un pronto de desubicación que acaba llevándola a mi casa. "Si te abrazo o te pego, lo siento; yo duermo así". Exactamente igual que yo, así que ni tan mal.
Momentos absurdos de dóndeestoyyquiénesestapersona de los que me río dosmil más uno. Nos reímos dosmil más uno en general. Una de esas mañanas de mequieromorirperovaliólapena.
Y en cuarenta minutos debería salir de casa para ir a Somosaguas. Uff. De pronto parece que habría sido mejor plan tomar esas cañas de miércoles con el Chico Trotskista, y ser medio persona en estos momentos. Pero no.
Qué bien lo pasamos cuando somos pocos y selectos.
23.12.09
Somosaguas es un parque temático
Correr por la carretera pero llegar diez minutos antes de lo previsto, un cigarro que no debería fumarme delante de alguien que debería haber sabido quién era, "desmitificar el marketing", charlas en las que no deja de aparecer la palabra capitalismo como si fuese un ente abstracto y no el mundo en el que vivimos, cerrar por fin mi matrícula, un abandono (pero muy justificado), un encuentro en la puerta de la cafetería, un encuentro dentro de la cafetería, cumpleañosfeliz, cafés en vez de cañas, charlas en chino, folklore somosaguásico (a.k.a. una especie de procesión con ataúdes por la muerte del saber que desemboca en una sentada con cantidades industriales de alcohol), un grupo de trabajo, biblioteca, el tercer encuentro del día (este un poco más preocupante porque si piensas en alguien y aparece, pues da miedo), dos textos para la Chica Mariposa, el libro que he decidido leer estas navidades en lugar de los que realmente tengo que leer, cuarto encuentro (por qué la gente viene aquí a echar el día, me pregunto), osdejoestounmomento que no es un momento, que son montones y montones y montones de páginas, el Delegado en Funciones que me llama al móvil que está dentro del bolso que lleva él y se sorprende porque está oyendo algoasícomosisonaseblur, confidencias, cerveza en vez de café, la clase que debería haber tenido desde principio de curso y la profesora que yo quiero ser de mayor, aprender de Bourdieu, aprender que si Foucault es nietzscheano igual empieza a caernos bien Foucault (y de paso, preguntarnos por qué le tenemos esta manía absurda a Foucault), mevoyamicasa, la Chica Líquida, "tomamos algo a la salida", yanomevoyamicasa, la clase más corta del mundo con uno de los profesores más impresentables del mundo, un ataque de Húmera, un cambio de planes razonable, el bar de la fiesta, un intento de ser buena influencia que no va del todo bien pero que se queda convertido en plan para esta semana, unos post(estructural)its, Foucault pegado a todas partes, un ataque de decir cosas bonitas a las chicas con las que nunca hablamos (somos una minipandi un poco sectaria, a veces), buenas intenciones de aprendizaje colaborativo post-navideño, felicitar la navidaz en triadas (porque, bueno, es algo), un propósito que funciona de manera intermitente, una conversación muy divertida con el Sociólogo Kamikaze (gran descubrimiento), perder a la mitad de la gente por el camino como siempre, una exposición de fotos en algún lugar de Lavapiés, el auténtico cuarto miembro del Piso Peligroso, una presentación desafortunada, una serie de cosas que creo que también eran desafortunadas en general, un baile con sobredosis de sinceridad (y yo no debería bailar pero decir las cosas a la cara me gusta mucho), zapatos esparcidos por el mundo, la chica medio gaditana que me llama "castillitos" y con toda la razón, un arranque de lucidez, una pérdida absoluta de la lucidez para lo que queda de noche, dos extravíos que parecen incomprensibles pero que resultan no serlo, el Candela, un chico divertidísimo que viene a decirme que se ha enamorado de mi nariz, jugar a los gnomos, esquivar al señor muy zumbado, acabar como se acaba esto siempre, pero distinto.
Y además de divertirme, redescubrirme. Escucharme de pronto hablar por dentro. Y recordar cuando tenía veinte años y una cantidad de ingenuidad forzada preocupante, y convertir todo esto en una novela romántica haciendo una compra incomprensible por internet y desde el móvil en pleno impulso y ahora tener por delante un mes para plantearme qué hago finalmente. Pero creo que debería terminarlo. Porque es bonito, porque no es simplemente una novela romántica: es MI novela romántica, y en mi novela romántica las cosas se hacen así o no se hacen.