31.8.11

Cuanto se podía decir se dijo antes, cuando era divertido y loco y necesario y solo había comas y "sólo" llevaba tilde.

Cuanto no se puede decir sigue sin ser dicho. Sigue sin tener su hueco, ni en el 2.0 ni el Word. Ni en el cuaderno.

La hiperestesia a veces es inenarrable.

Pero si pudiera contarlo, si simplemente pudiera contarlo, quizá podría llegar a escribir algo que algún día pudiera mirar de frente. Un espejo antirreflectante.

A veces lo peor que puede pasar es tener qué contar.

16.8.11

¿Pony?

Enviar mensajes por WhatsApp que se convierten en tweets y da vergüenza pero en realidad es que es para dar envidia. Volver al estado primario. Tornar en Tamagotchi y vivir de necesidad básica en necesidad básica. Recuperar la plenitud de sentido de la palabra "vacaciones".

Jugar a encontrar palabras rimbombantes. "Rimbombante". "Archidiócesis".

Jugar, en general.

Hacer muchísimo el tonto. Ser muy pequeña y muy feliz.

Crear comisiones para todo, incluyendo decisiones de #acampadachicamariposa que se deshacen porque no están en Facebook y por tanto no son reales. Estar rodeados de gente que nos regala cosas y echar de menos a los punkys pero apañárnoslas muy bien sin ellos.

Cazar Quechuas.

Reírnos como si el fin de semana hubiese sido un viaje de LSD, todo el tiempo.

"Este ha sido el findesemana del porquéno". ¿Nos vamos a Cádiz? Por qué no. "¿Sabes por qué te paro?" Por qué no. "¿Te vale en zona nudista?" Por qué no.

La sensación de estar teniendo un millón de emociones a la vez y que no te quepan dentro y estar tan asquerosamente bien que parece que en cualquier momento van a empezar a llover puntos suspensivos, y que no lluevan. Sobredosis de couldina para evitar gripazos. Todo en un sentido metafórico.

Jugar a empalmar recetas mediante cadáveres exquisitos. Convertir cualquier cosa en un cadáver exquisito.

Que todo sea público y privado y privado-púbico.

Tomar cerveza con arena y que te parezca bien.

Encontrar un trozo de mar que moja menos que los otros.

Dormir hasta las 12.

Básicamente, ser muy feliz. Y pensar poquísimo. Vacaciones.

8.8.11

De blogs y otras cosas

"Nunca des explicaciones. Tus amigos no las necesitan, y tus enemigos no se las creen".

Y, además, doy explicaciones al aire, al éter, al código binario. Pero qué más da. A veces apetece.

Llevo dos días hablando de blogs y creo que he hecho muchas cosas mal. En primer lugar, abrir un blog profesional, que no está tan muerto como este pero le ronda. En segundo lugar, pensar que hace años que he dejado de escribir sin darme cuenta de la energía perdida en este blog. Perdida entre comillas, claro. Del blog saco a la Atómica Melancólica, a Real Love. Esos son dos motivos más que suficientes para no darlo por perdido. Del blog saco, en parte, un trozo de 2006. Que, al final, fue El Último Gran Año. No, no es energía perdida.

Pero a veces pienso que vivirparacontarlo (el blog, Facebook, Twitter, me da lo mismo. Llámenlo X) es exactamente igual de malo que contarloquenovives.

Y una acaba preguntándose de qué sirve.

De qué sirve que la gente no te llame porque sabe de ti por Facebook, si en Facebook vuelcas sólo una parte, por verborreica que sea. De qué sirve que la gente piense que te conoce sólo porque te ha visto vomitar palabras durante años. De qué sirve que la gente tenga información, si no la usa. De qué sirve tener guardadas promesas que no valen nada.

Desde que este blog está medio muerto me han partido el corazón dos veces y he partido al menos un corazón ajeno. He dejado de fumar y vuelto a fumar. He pasado unos meses que se parecen mucho a cómo imagino el infierno y estoy pasando unos meses que se parecen mucho a un parque de atracciones. He tenido 30 años y 15. He querido ser empresaria y estrella del rock.

He perdido y recuperado al menos a tres personas. Que me acuerde.

He inventado expresiones tan necesarias como "bollera sin gato" y he aprendido qué es ser "abrangulable". He jugado con palabras de verdad. "You like pun, don't ya?"

He empezado a pensar en tres idiomas.

He deseado más de lo que he deseado nunca, he deseado no desear. He echado, echo, tantísimo de menos que a veces me parece que me voy a romper, y hay tanta gente que me quiere que me abruma pensarlo.

He cumplido 27 años y he perdido las ganas de morirme.

He descubierto que sí, nunca se olvida cómo montar en bicicleta.

He recordado que el mejor amor que nadie puede sentir jamás es hacia una lista de reproducción.

Todo eso no está aquí.

Y es jodidamente real.

Así que perdonen las molestias, pero a veces escribir no compensa.