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17.9.13

Brindis

El día acaba conmigo brindando conmigo por mí. Y lo que podría sonar triste me suena tremendamente perfecto, redondo, completo.

"Lo sublime", que decía aquel artículo que mandaron leer a la Chica Granada cuando estábamos en primero, antes de que nuestras respectivas vidas mutasen lo indecible.

No podía ser de otra forma. Brindo por mí, en primer lugar, por decidir brindar conmigo misma, abrir la botella y pensar que he acertado, por una vez, al jugármela al comprar vino. Brindo porque me siento válida.

Brindo porque hay muchas personas que me consideran muy válida. Brindo por conseguir que las personas entiendan mis miedos y me ofrezcan alternativas que lo solucionan todo salvo el dolor de corazón (con ese me apaño). Porque usen mi CV como plantilla para buscar candidatos. Por la Jefa que se convierte en Malabarista si hace falta después de decirme que para ella eres de las fijas. Por la cara del Chico Speed cuando digo que si me voy será por fases.

Brindo por las felicitaciones de Mi Hermana, "muy civilizada", claro que sí. Brindo por esta increíble capacidad mía de ser junco, ya lo dijo la gitana hará quince años, "te doblas, te doblas, pero no te rompes nunca". Brindo por todas las sonrisas que te he regalado hoy porque también me las he regalado un poco. "Fake it until it gets real".

Brindo por mi ático, por mi independencia, por haber llegado hasta aquí, por haber estado dispuesta a jugarlo a la ruleta y haber conseguido parar el casino.

Brindo porque puedo llamar a muchas personas diferentes cuando tengo un ataque de tener quince años esperando el 27.

Brindo porque el autobús que me lleva a casa sea el 27.

Brindo por haberme bajado del autobús y haber ido a Donde Siempre (mi ex-Donde Siempre, tu Donde Siempre). Brindo porque los ex-Donde Siempre no hacen herida, brindo por las conversaciones que puedo tener un año después. Brindo por la conversación que estaba dispuesta a tener hoy, y brindo por habérmela podido saltar.

Brindo porque me vas a conocer a través de las preguntas que me hace Tu Familia. Brindo por la Chica que Pude Haber Conocido en El Parque. Brindo porque rebusco cosas en los cajones para ella cuando llego a casa, brindo porque ella se despide con "Un placer, como siempre". Brindo por el "¿nunca has tenido acento?", brindo porque eres tú quien lo explica. Brindo por los "¿no te irías a vivir a otro país?" y brindo porque estás poniendo peros pero al final sabes que tengo razón. Brindo por cómo te brillan los ojos cuando me oyes decir que no me ha faltado de nada. Brindo porque no me ha faltado de nada.

Brindo porque los astros están mal alineados pero estoy en el cénit y os miro a todos y sonrío. Brindo porque por muy mal que se pongan las cosas para los Leo, puedo sobrevivir a dos noticias de intentosdesuicidio en menos de cuatro horas y brindar. Brindo porque sigo viva, y el Arco de Moncloa lo sabe.

Brindo porque es la primera vez que estoy de mal humor e inmensamente triste desde junio. Y brindo porque eso es fantástico, y brindo porque me parezca fantástico y porque puedo brindar.

Brindo por los privados y por los públicos. Brindo por los grafitis en binario.

Brindo porque todo es maravilloso aunque te bese en las mejillas. Brindo porque me siento capaz de aprender a besarte en las mejillas y porque ahora mismo tengo una fe inmensa en que no te voy a besar en las mejillas mucho más.

La fe, ya se sabe, es irracional y mueve montañas. Brindo por ello.

1.6.11

Fin de curso

De pronto, la Encantadora Sobrina habla de entregas y parques de atracciones, mi Profesor Extraordinario de juntas de evaluación, los mensajes con remitentes que incluyen psi de exámenes finales, y los eventos de Facebook de últimas sesiones.

Y tengo una vaga noción de ser estudiante, de estar terminando algo, de estar a punto de echar de menos algo que no sé ni si empecé.

Y como soy columpio, decido quedarme con el otro extremo y pensar en vacaciones, comprar videojuegos, tomar refrescos, llevar camisetas de colores y quemarme al sol.

Mejor así.

10.2.11

I don't love anyone - you're not listening

Hablo con mi psicólogo de mi vínculofobia, largo y tendido. Supongo que se aprovecha un poco de que le haya dejado tan en bandeja y con su papel de regalo un ejemplo perfecto para corroborar su última teoría, que viene a ser un desplazamiento horizontal del freudianismo de lo más curioso pero que, al final, funciona.

El rollo viene a ser, nada muy original: cuanto más lejos, menos daño. Porque, estadísticamente hablando, la gente que he tenido cerca ha sido tremendamente peligrosa en una inmensa mayoría de casos.

Hablo con mi Tito-Director (me parece muy estupendo usar este nick, precisamente ahora), sobre el cinismo. Lo necesario que es y lo que desgasta. Probablemente no tiene ni el menor sentido lo que decimos, porque debería ser o necesario o demoledor, pero no sirve para nada si es las dos cosas.

El caso es que pensando en la llamada a mi madre, en el ycuandoestásbienqué, en cierta capacidad de levitar recién descubierta, pienso que ser de algodón de azúcar mola mil pero ser de piedra tiene que ser la bomba.

Porque el caso es que incluso cuando nadie quiere hacerme daño me lo hacen. Si no digo que la gente sea mala (no ahora. Igual históricamente, mucha de ella, sí). Digo que tengo una capacidad descomunal de entender las cosas como no son, y de sentirme rechazada, repugnante y odiosa a la mínima. Incluso cuando hay una explicación razonable para las cosas que pasan, a mí me sigue pareciendo, navaja de Occam en mano, que es mucho más lógico pensar que era irracional pensar que quisieran pasar tiempo conmigo. Que es no tener ni puta idea de para qué sirve una navaja de Occam, probablemente.

La cuestión es que si habitualmente me agarro/agarraba a lo que mola el columpio, conforme va pasando el tiempo estoy cada vez más convencida de que no quiero ser cínica, sino psicópata; y no quiero decir barbaridades, sino ser una bárbara.

Y que quiero coger a todo el mundo e instrumentalizarlo y a tomar por culo la bicicleta.

Porque cuando floto, mola. Pero cuando duele, es jodidamente insufrible.