27.3.11

P.D...

"¿Acaso no podía dar marcha atrás? Reconocer su error y volver donde una vez habían estado juntos tanto tiempo solos. Juntos solos compartieron tanto. No. Lo que había hecho sola no podía deshacerse. Nada de lo que siempre había hecho sola podría ser deshecho nunca. Por ella sola."

"Miré su rostro amado y escuché las palabras no dichas. No hay necesidad de volver a su lado, incluso aunque estuviera en tu mano."

"No queda nada que contar."

S. Beckett, Impromptu de Ohio

Lo raro es quererse

Si hay algo malo, malo, malo para la autocompasión es una selección precisa de Nacho Vegas.
¿Saben lo de la profecía que se autocumple, lo de la teoría del etiquetaje? ¿Saben cuando tienen una entrevista de trabajo y todo va bien hasta que el entrevistador pone cara de que le pareces idiota y, entonces sí, empiezas a portarte como si lo fueses? ¿Saben la de esa gente que siempre habla de "sus tonterías" o "sus paranoias" cuando siente el desprecio de la gente a su alrededor? ¿Saben la de esas personas que realmente creen que tienen alguna maldición y que "con lo que hay dentro de mí no está nada mal si mañana estás aquí" y que "cómo no vas a cansarte, si de miércoles a martes ya estoy harto yo de mí"?

Pues a tomar por culo. Señores, reivindiquemos nuestros problemas, nuestras preocupaciones, nuestras ilusiones, porque no podemos dejar que la opinión que creemos que tienen los demás nos frene de sentirnos válidos, dignos. De disfrutar de lo que hacemos. De ser felices.

Y si para eso hay que cerrar la puerta a la gente a la que una vez quisimos pero que nos hace un daño atroz, pues se hace. Porque, al final, han pasado seis meses y ya sólo duele un par de veces a la semana. Supongo que a todo se acostumbra uno.

26.3.11

El mundo (mío) sostenido en la punta de tus orejas, en el crecimiento de tus uñas. Aguanta(me). Aguanta(me).

(Querer) creer que si a la luz de mañana no huele a sangre, habré(mos) ganado. Sabiendo, como sé, desde hace tiempo, que todo esta perdido.

14.3.11

Espirales de violencia

Odiarte a ti misma. Odiar a la gente porque te odia. Odiar a la gente que no te odia porque ya te has hecho a la idea de que te odiaba (y de que te lo mereces). Odiarte por odiar a la gente que te odia y a la que no.

Torpeza social que tiende a infinito.

Hablar de círculos viciosos mola mil. Pero salir de ellos tiene que ser lo máximo.

SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS.

13.3.11

"Es ley de vida"

Es ley de vida, su puta madre. Ley de vida sería si muriésemos con 35 años, como antes de que existieran los antibióticos. A partir de ahí, es ley médica, y es trampa. O no, y es un progreso y bla, bla, bla. No tengo ganas de discutir. Pero lo que no es, bajo ningún concepto, es "ley de vida".

No es ley de vida que una persona sufra un deterioro durante años que le produzca un daño psicológico espectacular y le quite las ganas de vivir y se convierta en un impedimento para que vivan aquellos que aún tienen ganas, energía y capacidad. No es ley de vida que no haya previstas soluciones (sanidad pública, decían) para ese tipo de problemas. No es ley de vida que evitemos la muerte a toda costa, sin pensar en que a veces perdemos más de lo que ganamos.

Mi Primo Primero (a.k.a.) El Que Siempre Cae De Pie habla de apuntarse a no sé qué historia en Ginebra para indicar a partir de qué estado de deterioro consideras razonable una eutanasia. Yo no estoy segura de qué pienso. También es cierto que no importa mucho lo que piense, porque no puedo pagarlo. Shit happens.

Y más allá de todo raciocinio, más allá del cálculo económico de la vida (que es motivo suficiente para no merecérsela, claro que sí), más allá de las respuestas en mal tono, más allá de las llamadas que no hago porque para qué, más allá del necesitar tener una opinión sobre algo que es una controversia insalvable, más allá de mi susceptibilidad ante la incapacidad diplomática de mi madre (adecuadamente heredada, como señalaba el viernes el Chico Extraordinario), está esa enorme, impotente ternura al mirar unas manos amoratadas, un labio torcido, y una cabeza dentro de la que están pasando cosas malas, inabarcables. El miedo atroz. La sonrisa gigantesca, fingida, "sí, abuelo, claro que he crecido".

Bonding

Human bonding is the process of development of a close, interpersonal relationship. It most commonly takes place between family members or friends, but can also develop among groups such as sporting teams and whenever people spend time together. Bonding is a mutual, interactive process, and is different from simple liking.
[De la Wikipedia en inglés]

Sí, hay algo más allá de disfrutar de la gente o de sentirte bien con la gente y tiene que ver con el sentido de pertenencia, con el desarrollo de lazos, y con procesos interactivos. Y es tremendamente necesario.

El novio marido del Chico Samba dice que en España la gente está triste y malhumorada, que viene a ser lo mismo que dice la Chica que me Adentró en Twitter, y que viene a ser lo que demostramos y contra lo que nos peleamos la Chica de las Sonrisas y yo. Que al mismo tiempo reconocemos que hace meses que no tenemos ganas de salir. Que boicoteamos nuestras salidas. Y que retamos a la gente al avercuántotardasenirte, que como sigamos detectando gente rota vamos a tener que convertirlo en deporte nacional.

Lo triste es que los argumentos son buenos; son tan buenos que se nos van de las manos y se desarrollan ellos solos y se instituyen en coraza protectora de toda la maldad de este mundo. En la que nosotras nos reconocemos, de la que nos sentimos partícipes; que nadie crea que esto lo decimos desde ninguna atalaya. Nos reímos ante nuestros errores. Repetimos frases cínicas, estereotipos despectivos y lo que haga falta. Nos colocamos, como ya hacíamos el Chico Boscoso y yo hace ahora diez años (W-O-W) en un lugar indeterminado entre la incomprensión, la hipersensibilidad y el cinismo.

Cuando en realidad todo lo que necesitamos para dejar de ser chicas aterradas, malhumoradas y peligrosamente cínicas, para que no parezcamos las mismas que bromeábamos con vender por órganos a nuestra descendencia, es que venga un casi-desconocido, te abrace y no te apuñale. Que, por cierto: es algo que pasa todos los días.

Así que me propongo salir más. Ser más humana, más interactiva. Tocar mucho y que me toquen mucho. Y dejar de mostrar y sentir rechazo, hacia y desde dentro.

Y crear lazos con el mundo, antes de que cualquier día salga volando y no haya nada que me retenga.

9.3.11

Es mi twitter, y lo descuido si quiero

Agotador. Tremendamente agotador. Si parpadeas, te lo pierdes. No sabes ni cuántas cuentas retuiteando el mismo artículo copiado de un blog americano. Un maldito floodero (así los llamábamos en IRC. Ahora no sé si tienen nombre) cuelga los enlaces a sus post doscientas veces al día, llenos de hashtags. Una competición brutal por ser el más ingenioso. Una angustia vital en forma de actualización compulsiva de hootsuite. La sensación de que algo está yendo mal si no recibes ningún estímulo internet-cio en el plazo razonable de cuarenta y cinco minutos en que bajas a comer con tu madre y tu móvil nuevo con Android.

Así no se puede vivir. Qué quieren que les diga.

Se me ha pegado el objeto de estudio. Me paso el día haciendo personal branding en lo profesional, analizando el personal branding en lo académico, y sufriendo el personal branding en lo personal. Me promociono, me autopsicoanalizo y me desprecio en una simultaneidad esquizoide que vive un 60% en Internet y un 40% en la vida real.

Y, qué quieren que les diga. Cuanto más me esfuerzo, más asco me da todo en general.

Una regla principal del personal branding es comportarse como un adulto (es decir: cínico, hipócrita y bien pegadito a la curva de la media a ser posible). Ser diplomático. No mostrar ningún indicio de tener una inestabilidad emocional que te coloca permanentemente en la adolescencia. Obviamente, no es mi técnica.

Pienso en crearme identidades borrokas (la cuarta. Sería la cuarta. Y todavía las hay que sugieren que sean colectivas. Que igual no es mala idea. Pero que me siento suficientemente Sybil ya) para sacar fuera toda esta frustración, estas ganas de gritar, de vomitar, de ser desagradable, violenta, intempestiva, irracional, impulsiva. Pero no lo hago. Así que llegados a cierto punto de presión la identidad que ande rondando termina siendo borroka. Y eso es peligrosísimo, me dicen por todas partes. La gente no te quiere. Los "reclutadores" no te contratan.

De verdad, no puedo más.

Hoy he descubierto que ya soy la chica que quiero ser de mayor. La pena es que ella ya está embarazada y ya es escritora insigne. Yo sólo me quedo con el resto. Con la neura, la palabrería, y el miedo atroz a las exigencias.

Hago trampas y pierdo, ¿se puede ser más tonta?

7.3.11

Le estoy pillando el gusto a eso de ejercer de novia los fines de semana. A las peleas por el edredón, a racanearle al sol los últimos rayos después de que la mitad de los días se nos olvide. A los gruñidos.

A cambio, las semanas siguen siendo una montaña de tareas y se me queda todo atrás.

Como las latas de los coches de los recién casados en las películas antiguas.