28.6.10

Los periódicos (casi siempre) mienten

Robado dos veces: la primera a Odd Eve, la segunda, por su parte, al señor Loriga: "Desde que los periódicos dicen que el mundo se acaba, siento que las canciones son más cortas y los días más largos." Esto, para reconciliarnos. Con Ray, y con el mundo. No estamos solos, creo que dice.

27.6.10

Experimentos

No fue la postadolescencia: fue la readolescencia. Un ejercicio de "y si pudieras volver a hacerlo con todo lo que sabes ahora, ¿qué harías?". Recuperar todo lo bueno y dejar atrás lo que fue malo, recordar que "ahora somos más guapos y más sabios". Reírte de juegos de palabras que no hacen gracia fuera del grupo. Obviar las crisis de pertenencia, los fingimientos, no ser más mainstream que lo que viene de serie, pensar que "no sólo eres buena, también eres comercial". Dejarte querer de formas en las que no sabías que querías que te quisieran. Aprender tantas cosas todos los días que no puedes evitar la sensación de que mañana serás una persona diferente. Probar a ser una persona diferente. En ciertos aspectos. No en todos. Decir las cosas según te pasan por la cabeza, y aprender a que las cosas que te pasen por la cabeza sean mayoritariamente agradables. "Querer a la gente como es, o no quererla en absoluto". Dejar de quererla en intermitencia, porque también hemos aprendido a tener pataletas, a ser niños caprichosos y a gritar muy alto que algo es molesto, aunque sea desde la incoherencia, aunque no tengamos razón.
Vivir, en fin, lo que querríamos contar en un relato. Pensar internamente en una misma como una chica con una extraña sonrisa que silba Lily Allen mientras sube por una calle con una cierta torpeza en los pasos, y que resulte entrañable verlo así.
Aprender a conocer a la gente de otra forma, de otras muchas formas. La gente que se presenta de forma explosiva, los que lo hacen de forma implosiva. Los poco-a-poco y los momentos de tal intensidad que parecen meses y no horas.
Guardar las monedas de diez céntimos para tomar café y cervezas indistintamente, coger apuntes como te gustaría tener los de la carrera. Leer como si estuvieras en una peli/serie yanki en la que alguien entra becado a la universidad y siempre lleva una torre de libros bajo el brazo. Que te canten versiones heavys de Paula Cole. Parodiar a Donna Haraway a lo chanante. Ser ingenua y ser redicha en intervalos de veinte minutos. Dar a todo el mundo los abrazos que querrías recibir sin pensar por qué lo haces.
Coger jarras enormes de cerveza con manos pequeñitas, aprender a cambiar de barrio, tener conversaciones fuera de contexto. Coger otros autobuses, aprenderte nuevos trayectos, tener piloto automático en sitios donde nunca habías estado y donde seguramente vuelvas poco, muy poco.
Intercambiar ropa. Que gente se disfrace de ti y así te ayude a disfrazarte. No saber distinguir cuándo estás disfrazada y cuándo no.
El experimento se acaba y hemos aprendido que aunque cambien los motivos, las sensaciones son muy similares. Que no hay problemas de pertenencia, pero hay problemas para despedirse. Que uno, al final, está cansado de ciclos y repeticiones, pero que es imposible no creer que cada vuelta de la espiral vale la pena.
Dar el experimento por concluido y, después, sentarse en un banco del parque a hacer exactamente lo mismo, fuera del laboratorio. Disfrutar de cada beso como si fuera lo único que hay en esta vida, olvidándose de todo lo que sabes o dejas de saber. Sentir temblores en las rodillas, esas rodillas de lacasitos, y que sean buenos. Andar sin saber quién guía o hacia dónde vas.
Que, en el fondo, es lo que hacemos todos los días.

20.6.10

...
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(Todo) lo que era sólido se desvanece en el aire.

19.6.10

Releyendo, estoy de un positivo (cínico, podríamos llamarle) que no se ajusta a la realidad. Así que aprovecho para una última observación: lamentable que en la sociedad de la comunicación todavía seamos tantos los que pagamos a gente un precio hora que jamás cobraremos por su capacidad de escucharnos durante una hora seguida y procurar imbuirnos de un poco de sensatez.
Y, sin embargo, absolutamente inevitable, considerando que es la misma sociedad del notengotiempo, del lomíoespeor, del yesoquevivimosenunentornoprivilegiado y otros tantos lugares comunes que impiden cualquier tipo de comunicación realmente sincera que resulte relevante.
Maravillosa sensación de revelación a lo clásico, a lo iluminación divina, cuando uno entiende sus comportamientos inconscientes. Claro que estos días me acuerdo más de ti: se acabó la posibilidad de volver a verte (rompo unilateralmente cualquier acuerdo previo) y por tanto, el luto empieza ahora.

17.6.10

Qué maravilla esto de vivir en la sociedad de consumo. Que los fabricantes de droguería no paren de evolucionar y de sacar cosas nuevas al mercado. Hoy he encontrado un medio para deshacerme de tu huella por dos euros. Quién iba a pensar que era tan fácil.

12.6.10

Biografías fragmentadas - Un prólogo

Mi madre me recuerda que mis prioridades cambian todo el rato. También es cierto que ayer, precisamente ayer, tuve uno de mis arranques de confesiones inoportunas y si algo quedó claro es que no es oportuno tomarme a mi madre demasiado en serio.

Pero sí, mis prioridades cambian todo el rato. Acabo de enviar por fin la solicitud de doctorado. Ya está, alea jacta est, multipliquen los tópicos cuantas veces quieran. El caso es que está. Incluyendo el trabajo. El trabajo que no es más que el principio, o que no debería ser más que eso. Ahora que está entregado, no parece gran cosa.

Cuando uno adopta la mirada correcta, las cosas parecen más sencillas. No puedo sacar conclusiones porque para sacar conclusiones necesitaría una serie de técnicas de investigación a las que no tengo acceso. Subtexto: dénme los medios para poder sacar conclusiones.

Este año he aprendido a pedir. A pedir ayuda. A pedir explicaciones. A pedir lo que haga falta. He descubierto también que doy más de lo que yo misma me creo; probablemente esa sea la causa. He aprendido a comportarme estratégicamente; y el Chico de la Marmita tiene comentarios célebres que lo demuestran. Probablemente hay que ser muy raro para tomarse a bien la frase: "eres mucho más lista de lo que pareces", pero hay que saber reconocer un halago tras los disfraces. Hay que saber valorar los disfraces, también. Y yo he aprendido a disfrazarme. Quizás lo ejerza el próximo sábado.

Fue una noche rara, ayer, de sensibilidad a flor de piel; de cismas y reunificaciones; de despedidas que fingimos que no están teniendo lugar. Queda la sensación de que sólo lloró una persona cuando tendríamos que haber llorado todas las demás. Prohibición expresa de hablar del futuro. Conflictos de prioridades. Dudas infinitas. Un chico con una camiseta de El Principito, precisamente El Principito, que parecía llevar sobre su cabeza un luminoso "Plan B".

Qué bonito sería el Plan B. Qué bonito tener varias opciones de futuro y que la gente a la que quiero estuviera en todas ellas.

El Rey del Laboratorio hablaba esta mañana de esos señores malos con sombrero que se reúnen y deciden a escondidas cómo funciona el mundo. Esos que un buen día pensaron que la estabilidad no molaba nada y se dedicaron a barajar las cartas hasta un punto en el que el juego deja de ser comprensible. Me gustaría que existiesen para poder odiarlos con toda mi energía.

Leo y escribo sobre gente que se reinventa permanentemente, y me confundo. A ratos quiero reinventarme, sí; pero, sobre todo, tengo la sensación de que me acabo de reinventar. Y de que esta historia me gusta. Que me encantan sus personajes. Los nuevos y los de siempre.

Porque es probable que hayamos elegido el peor momento posible para aprender a echarnos de menos. El peor momento posible para aprender a mirarnos como nos miramos ahora. El peor momento posible para descubrir que juntos podemos reírnos de prácticamente cualquier cosa. El peor momento posible para descubrir que soy más lista contigo que sin ti. El peor momento posible para descubrir que yo también podría ayudarte y que es posible que, con un poco más de tiempo, te dejases.

Ya está, ya he entregado. Ya estoy en camino. Y, como era de esperar, no quiero ir a ningún sitio, porque no es contigo.