31.5.08

CIE-10 F.60.3(0)

Una buena terapia, duele, parece ser. Y eso no sé por qué es tan obvio y tan bueno, porque, si uno va a terapia, se supone que no está como para que las cosas le duelan.
Mi dolor crónico de rodilla ha desaparecido a pesar de que sigue lloviendo cada madrugada. ¿Por qué? Por una infección de muelas. Cortarse para derivar el centro del dolor a otro sitio. Lo mismo es. Cualquiera que vea House lo sabe. Sabe eso, y sabe que si has tenido tres tumores cerebrales, aunque no se te reproduzcan más, es que algo en tu cuerpo los genera, y por tanto que no debes preocuparte más por el cuarto que por el segundo. Ese algo aparecerá. En cuanto que juegues con una pelota en un despacho con puerta de cristales.
El despacho de mi psicólogo no tiene puerta de cristales; tiene un poster de Al final de la escapada, un libro de Hornby sobre la mesa, y unos vecinos ruidosos que tienen incluso el sonido de alerta del Messenger a todo meter. Por tener, tiene hasta un archivador con el antiguo nombre de mi empresa, casualidades de la vida. Pero no sé qué ha pasado en las dos últimas sesiones, que parece que también tiene rayos X. Me oigo hablar con él y me pego unos sustos de muerte y unas sorpresas bastante agradables. De repente, todas las brumas del fondo de mi cabeza son claridad absoluta, como cuando el vaho decide irse por las buenas del espejo en vez de dejar esas motas extrañas que hacen que todo se vea doble, y encuentras que tu absolutamente absurda fobia social no sólo existe, sino que tiene causa, y que además se refleja en tu manera de trabajar y en tus relaciones de pareja. Te cagas. Es como hacer un puzzle imposible y de pronto descubrir que todas las piezas que parecían idénticas son de azules diferentes y componen una figura. Hay que dejarse los ojos, pero el resultado es increíble. Como esos libros de dibujos en 3D que yo nunca conseguía ver de pequeña, porque me faltaba paciencia.
El caso es que me encuentro a mí misma después de dar vueltas en otras direcciones. En este tiempo que no escribo, he terminado el primer borrador de un guión de corto a pachas con el Chico Escritor, he ido a un casting, he desfilado frente a más de cincuenta personas, he tomado café con la Chica Ángel, he aprendido a no coger el teléfono mientras duermo aunque esté durmiendo a deshoras, he ordenado los papeles y limpiado la cocina, y me he quejado todo el rato de que faltaba algo y ya sí que no sabía qué era.
No obstante, me siento en ese sillón-mecedora tan Bauhaus y me escucho hablar y es como si fuera vidente.
Y creo que estoy un poquito más cerca de dejar de tener un número en el libro de Trastornos de la Personalidad, y eso mola mucho.

22.5.08

Busco un camino

Creo que, en cierto sentido, es bastante más que fantástico pensar que hay tanta gente alrededor que no comprenda que a veces no hace falta que pase nada para que la tristeza se convierta en un dolor tan insufrible que es mejor estar dormida, como en los días de regla de agosto, después de dos ibuprofenos, a 40 grados. Creo que al menos quiere decir que ya no me rodeo exclusivamente de gente que está loca de atar y que necesita más ayuda que yo. Creo que eso también es un paso para seguir aprendiendo a pedir ayuda. Rodearte de gente con los medios para dártela.
Pero, deformación profesional, me invento crisis que no sé si existen en las mentes de mis amigos y procuro resolverlas con palos de ciego. Como las mías.
Me dicen que avance, pero me parece absurdo echar a andar sin saber en qué dirección quiero ir.
Esta noche he tenido un sueño rarísimo, en cuanto a las personas que aparecían, pero había algo significativo: yo estaba empeñada en ir a una determinada playa, pero el Chico Pez, que había venido a verme (conclusión lógica de la fantástica sorpresa de que una llamada que uno cree que es desde UK sea desde la puerta de su piso), no quería andar tanto. Y yo tenía su móvil en el bolsillo, pero me daba igual: echaba a andar y descubría que el camino era breve y que la cala a la que llegaba merecía mucho, muchísimo la pena. Por las vistas, y por la compañía (aunque de una forma rara, nostálgica).
Esta mañana, Blue ha sido capaz de pedirme que la acompañara al aeropuerto, y yo he sido capaz, aunque ya estaba en la ducha preparada para salir pitando, de decirle que necesitaba un ordenador y que hoy era el último día en que iba a poder disfrutar de él para mí sola antes de las dos entregas que tengo pendientes. Asertividad. Como en el sueño.
Ser asertivo implica saber lo que quieres, comunicarlo a los demás de manera diplomática, y procurar conseguirlo, aunque aguantar estoicamente no hacerlo. Algo así. El problema es cuando te falta el primer paso.
Hacia dónde quiero ir.
Cada vez tengo más claro que necesito esos doce meses. Que son míos y de nadie más, persona física o jurídica. La cuestión es cómo conseguirlos.
Mientras, procurar ir haciendo las cosas bien, para que, al menos, el dolor desaparezca.

17.5.08

Brindo por ello. Por la vuelta.

"... en aquellos años, la vida era maravillosa y a los problemas los llamábamos sorpresas".

Roberto Belaño, Los detectives salvajes.

14.5.08

Desde la ciudad hostil

Me ahorraré la crónica de mis últimos y estrepitosos fracasos para pasar a la parte del columpio desde la que el mundo puede ser un lugar maravilloso. El Psicólogo pregunta: "¿Algo más?" y a mí se me pasa todo de pronto, y sonrío mucho. Tengo demasiadas trotamundos a mi alrededor, y ella ya no está en Torino, así que la dejaremos como Mi Media Infancia. Me he reencontrado con Mi Media Infancia. Y si algo he echado de menos estos años era conocer a alguien que me hubiera visto crecer, que me conociera con falda de tablas hasta media pierna y camisas de rayas siempre con un pico fuera, desdentada y con diadema, con tartas de dinosaurio y hermanas bebés. Alguien como la Chica Trotamundos (esta sí se va a quedar así, genuina y auténtica, porque Granada se le queda muy chica), que cada vez que venía me colocaba una sonrisa en la boca porque sin hablar del pasado, uno siente que tiene pasado, que no se ha caído aquí proveniente de ninguna parte, como muchas veces lo he pensado. Existe vida antes de agosto de 2003, e incluso existe vida antes de octubre de 2002, existe vida de los noventa, ramas de ciprés para barrer nuestro lugar en el mundo, espionajes a ciclistas, ataques de risa, primeras visitas al videoclub, primeros cigarros, toneladas de diarios escondidos bajo un colchón, escapadas tempranas de nuestras casas, tardes de viernes, regaliz rojo.
Todo eso existe y se hace presente cuando me topo con Mi Media Infancia en Tribunal, nerviosa porque el cajero automático me la ha jugado y llego tarde, nerviosa por sus dos toques, nerviosa por lo que me vaya a encontrar.
Pero lo único que encuentro es a ella, y eso está fenomenal.
El Lola Loba sirve de pantalla a nuestros resúmenes de noticias, y no me siento triste, ni mucho menos, ni siquiera horas más tarde, después de abrir por fin la botella de Parxet y de llamar al chino.
Tengo unas ganas enormes de abrazarla durante un par de meses, por lo menos. Para recuperar el tiempo perdido, y, también, sobre todo, para demostrarle que hasta los sitios hostiles guardan abrazos escondidos. Decirle que todo va a ir bien y asegurarme de que lo sienta, más allá de invitarla al cumpleaños del Chico Escritor y pensar en opciones de trabajo. Tengo unas ganas tremendas de decirle que si nos hemos encontrado después de media docena de años, si podemos seguir riéndonos y cotilleando, si a ella no le molesta mi acento madrileño y a mí me encantan sus "mamma mia", si toda esta tarde ha sido real, quizá Madriz pueda ser un sitio donde estar.
Para mí, un día, Madriz dejó de ser la ciudad del millón de cadáveres. Espero colaborar para que para ella llegue un día donde deje de ser la Ciudad Hostil.
Y con las energías puestas otra vez, aprovecho estar desvelada para encontrarle un hogar a mis padres que les satisfaga a todos y demostrarles, también a ellos, que este no es tan mal sitio donde estar...

6.5.08

(Muy) malas pulgas

Mi psicólogo me dice que vivo en una espiral de culpa y rabia. Yo me digo a mí misma que estoy hasta las cejas de citar a mi psicólogo, aunque, por otra parte, los doscientos euros mensuales que invierto en estar un poco menos zumbada parece que me rentan. Y creo que esta frase corrobora lo que dice el buen señor.
El caso es que llevo todo el día para conseguir sacar la información más importante de mi PC. He tomado una decisión terminante. Antes de mañana, mi querido portátil será formateado sin piedad. Aunque sólo sea para aguantar hasta el sábado. Mi madre me echa la bronca por depender de la tecnología. Yo tengo ganas de gruñir. Estudie usted por Internet y luego dígame que dependo en exceso de la tecnología. Tsk.
No puedo entregar mi trabajo de TEE porque no tengo el Frontpage en el ordenador del Chico Cósmico, y tardo unas siete horas en conseguir terminar una compilación de Nero con el mío. Encerrada en mi espiral, me enfado, alternativamente, con mi padre, con el vendedor, con el fabricante, con el Chico Cósmico, y, por supuesto, conmigo misma. Y con los anunciantes de seguros. Dios, cómo odio a los anunciantes de seguros y su puñetero omnipresente "no pasa nada". Claro que pasa. Si algo puede salir mal, saldrá mal. Y yo estoy hiperactiva y no me dejan ser persona, joder.
Introduzcan aquí un gruñido.

Por otra parte, debo decir que el viaje a Varsovia no ha desmerecido los más de diez años que hace que lo sueño. Vale que el Gueto es una porquería, pero, señores, la Nowe Miasto y la Stare Miasto, y la Nowy Swiaty esa o como leches se llame molan un cojón y medio. Lo he apuntado todo en un cuadernito precioso que me hizo la Chica Ángel hace tiempo y que todavía no sabía en qué merecía ser empleado, hasta que me vi preparando el viaje, así que me ahorraré aquí los detalles. Sólo diré que el polaco no es un idioma, sino una interferencia; que Varsovia es tan pequeñita que parece que te cabe en la palma de la mano, y que si fuera por mí no habríamos vuelto.

Esta noche me voy a ver a Hidrogenesse, pero, antes, tengo que ir a recoger la renovación de mi baja. He sido una buena chica y me he vestido de rosa. Por mí, que no quede.

En fin. Que voy a ver si hago cosas y dejo este monotemático back-upiano en el que se ha convertido mi vida.

Feliz mayo, amigos.