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14.9.13

Entretiempo

"Nunca he entendido qué es el entretiempo". El entretiempo es pensar en ir de festival con camiseta de tirantes, camiseta de manga larga, chaqueta fina y chaqueta de cuero. El entretiempo es una inseguridad permanente y un montón de ysis y de porsiacasos. El entretiempo eres tú.

Así que lleno mi bolsa de porsiacasos, incluyendo las máscaras de estoyentrance, de mantisreligiosa y de asíestoybienveteaturincón. Porque una no puede llevar solo una cara puesta. ¿Qué pasa si llueve?

3.9.13

Distiéndete

Atiende a lo que te digo,
no tiendas a querer entender todo;
pretender entender todo es desatender la realidad
de que todo día tiene infinidad de estados,
de que todo estado tiene infinidad de estadíos,
De que cada estadío podrían hacerse infinidad de estudios,
y que no tiene sentido que tu estadía en tu día se reduzca a estudios y estudios
de estadíos y estados.

Mira, si te logras desprender
del afán continuo de comprender,
y te prendes a aprender de la infinidad de afinidad,
de la infinidad de unidad que anida en todo,
aprenderás a prenderte de mi darte,
y aprenderte de mi dar y de todo dar,
y de todo arte,
y verás todo lo que podrás emprender
aún sin comprender.

Atiéndeme, te repito,
no pretendas entenderlo todo,
sólo tiéndete a mi lado
y distiéndete.

[Poesía cacofónica, recibida, claro está, en Argumosa]

El Chico Pez, ante mi enésima erupción etílica de los últimos quince días, lo arregla todo con una frase: "En tu vocabulario falta una palabra: naturalidad".

Hacer lo que una quiera y perder el miedo.

Dejar que me hables de acompañarme al mercado y sacarlo todo fuera.

Jugar al Super Mario Kart sabiendo que voy a perder.

Decir que sé que no puedo controlarlo todo pero que eso me da miedo.

Y acurrucarme y ganar a todas las pesadillas que se pongan por delante, vengan del lado de la cama que vengan.

1.12.12

Las vueltas de la espiral

Una reflexión, una sugerencia, tres conversaciones, y de pronto es 2005. Solo que en este 2005 no soy yo, sino que soy la Chica del Fondo de Armario. Y mi hermana hace de mí. Y esto, de pronto, no es mi primer trabajo, sino el suyo. Pero al mismo tiempo, es para mí una casilla de salida. Espirales: estoy en el mismo punto, exactamente el mismo punto, solo que una vuelta más tarde (o dos, o tres. Probablemente no miraba mientras giraba).

"Es normal estar aterrorizado. Es tu primer trabajo. Todo el mundo está aterrorizado antes de su primer trabajo", decimos sin parar. Pero ahora parece que no es normal que yo esté aterrorizada. Y sin embargo, lo estoy.

Ayer hablaba con el Chico que Supo Sacarme del Barrio (nombre provisional) y relativizaba. Se le da bastante bien relativizar. Algo que es exasperante y útil al mismo tiempo. Y no, no tengo que ser la Chica del Fondo de Armario. Pero de pronto siento como si me hubiera convertido en ella y en la Chica de los Niños Mágicos al mismo tiempo. Como hace casi un año, mi armario vuelve a ser una herramienta reveladora. Sí, soy ellas. Sí, tengo más ropa de ir a reuniones que ropa de ir a trabajar a que no me vea nadie. Sí, mi ropa de ir a reuniones es personal e intransferible y nunca podría ser la Chica de los Mil Trajes de Chaqueta, porque esa no soy yo, pero, en el fondo, era parte de lo que admiraba en ellas. Llámenme superficial. Yo lo llamo simbolista.

Pienso en cómo aquella chica que entró en una oficina tras una pataleta propia de los 21 años y la autoimagen bohemia (cualquier trabajo, salvo uno de 9 a 5 sentada en un cubículo sin carácter) para escapar de su trabajo voluntariamente precario que no le había permitido librar más que 48 horas en mes y medio se convirtió en una profesional del marketing, y pienso en ellas, y pienso que sin ellas nunca habría sido posible.

No quiero que mi hermana sea una profesional del marketing. No puedo ser su mentora. Pero sí querría ayudarla a encontrar su propio camino como ellas hicieron por mí. Sí querría ayudarla a salir del cascarón, a sentirse valiosa, a encontrarse consigo misma, a descubrir lo que no quiere bajo ningún concepto. A prepararla para el mundo ahí fuera. Solo que nadie me ha entrenado para ser entrenadora. Solo que este reto tiene lugar al mismo tiempo que otra serie de retos. Solo que si no consigo sacar lo mejor de ella, la primera que no estará a la altura seré yo.

Me encantaría poder hablar con la Chica del Fondo de Armario y preguntarle si estuvo aterrorizada. Desprendía tanto aplomo que cuesta mucho trabajo creerlo. Claro, que a mí misma, Doña Miedos, me decían que envidiaban mi aplastante seguridad hace unas semanas.

Nada es lo que parece.

El Jefe que No Pegaba Consigo Mismo decía: "contrata a la persona; las técnicas, el conocimiento, se enseñan". Eso es exactamente lo que he hecho. Nadie me ha entrenado para ser entrenadora, pero sí tengo muy claro qué clase de entrenadora quiero ser.

Ahora solo queda cruzar los dedos, saltar del avión, y confiar en que el paracaídas va a abrirse y el viaje será maravilloso. Porque pensar cualquier otra cosa no va a funcionar.

1.2.11

Angst

Dos trabajos, ningún contrato. Tres asignaturas, dos directores y un proyecto de tesis, todos abandonados. Un montón de obligaciones que se van acumulando porque en vez de sangre, tengo nitrógeno líquido. Y no puedo moverme, no puedo respirar, no puedo dormir. Sólo puedo ver desde mi congelación cómo pasan los minutos y se me van escapando los deadlines de las manos. Cómo aumenta la regla de tres de horas de trabajo diarias.

Y las expectativas, las putas expectativas. Las propias y las ajenas. Los libros sin tocar, de todos los palos. Las carpetas que no abro. Los formularios que no relleno. Los planes que no hago, porque no sé dónde estaré. Porque no me atrevo siquiera a pensar dónde estaré.

El miedo al miedo. La envidia cancerígena que mueve todas mis palabras como una titiritera. El estar tan angustiada por la espera que estoy dispuesta a destrozar con mis propias manos todo lo que sea necesario, con tal de que no me obliguen a mirar cómo arde.

La sensación general de que sería facilísimo hacer un Kiko Amat.

19.9.10

Ocio activo

Ayer me llegó un mail de lo más preocupante de la Chica Mariposa. Al llamarla por teléfono, resultó ser simplemente un ataque de procrastinismo agudo. "Tengo tantas cosas que hacer que no puedo parar de pensar en salir a emborracharme". Pues sí, exactamente.

Este verano me he vuelto una chica sana. No tanto como la Chica de las Sonrisas, pero Bridget Jones, con su contabilidad de unidades diarias de alcohol, estaría más que orgullosa de mí. El otro día el Rey del Laboratorio y yo cerramos la noche con un vaso de leche para acompañar las magdalenas. Quién nos ha visto y quién nos ve.

Así que lo de emborracharme, no es que no me apetezca, pero no se me ocurre. Sin embargo, mientras mi Compi Rubia encuentra un trabajo para ser pluriempleada y aparece en la tele demostrando "a toda España" que es maravillosa y estupenda y que ha montado un negocio del que todo el mundo debería ser fan, la Chica Mariposa y yo nos dedicamos a reencontrar amigos perdidos por el mundo, mirar al infinito, charlotear por teléfono, y meternos de lleno en "mundos persistentes", es decir, ver pasar las horas mientras esperas para recoger los arándanos o intentas que tu Sim tenga una carrera profesional (es lo que tienen los Sims. Si eres buena, vas a trabajar, te lees un par de libros y conoces a media docena de personas, llegas al culmen de la carrera política y te construyes un casoplón con lago, piscina y terrazas. No sé cómo esperan que salga al mundo real pudiendo vivir en ese).

Mi psicólogo me dijo la semana pasada que buscase algo de ocio activo. Que los videojuegos eran estupendos para desconectar y que leer era muy gratificante, pero que necesitaba algo que me hiciera estar en este mundo. Ante mi perplejidad, se dispuso a mostrar ejemplos. Pero creo que él tampoco estaba demasiado convencido de lo que decía, porque recurrió nada menos que a la filatelia (apuntar en cosas para tirar: mi álbum de sellos) y a esa gente que se compra una casa en el campo y la reforma. Sí, ese segundo ejemplo me parece súper apetecible. Sólo necesito 200.000 euros, que, total, es nada. En fin.

En realidad él se refería a que escribiese. Que suena fácil, pero no lo es. Le dije que llevo años sin escribir. Que no me sale. Que nunca lo he hecho por hobby, sino por necesidad, y que ahora, es como si no la tuviera. Que es raro y que lo extraño, pero que no sé cómo hacerlo. Ayer el Rey del Laboratorio me decía lo mismo, pero es que escribir sin ideas me parece tremendamente ridículo.

Cuando me paro a pensarlo, claro que he escrito. Este año he escrito cientos de páginas. Este curso estoy intentando no abandonar el blog, y de momento lo cumplo. Incluso tengo un amago de diario terapéutico. Escribo, pero otras cosas. Y me gusta, y lo disfruto.

El problema, ahora, es que lo que vaya a escribir es importante. Y a mí las cosas importantes me dan un pánico atroz, por lo general. Y no debería ser tan difícil, pero de pronto el diccionario se me hace cuesta arriba y no me apetece leer. O me digo a mí misma que no me apetece leer. Porque en el fondo me apetece muchísimo, y sólo es vértigo. Así que me como el vértigo viviendo a través del enésimo avatar pelirrojo, ganduleando frente al Reader, y, qué narices, buscando piso. Que no lo parece, pero es activo. Pero reniego, claro. Tomar decisiones está bien pero da miedo.

Tengo unas tentaciones tremendas de volver al punto de cruz como coraza frente al mundo real. Mi disfraz de maruja es de lo más práctico que hay contra el mundo real y el eterno problema de las expectativas. Y procrastino, claro que sí. Porque mira que si sale todo bien y tengo que tomarme a mí misma en serio. Uf.

Estar en el mundo como objetivo, vale. Pero, por favor, a medio-largo plazo.

4.9.10

Fase 2 - Financiación



La Chica Mariposa dice que no puedes quejarte porque no te van a dar una beca que no haces nada por pedir; y lo dice con toda la razón. Sin embargo, he llegado al absurdísimo punto de llorar por no ser capaz de pedir una beca, que es el puto colmo. He conseguido dar el paso de echar CVs a diestro y siniestro (lo que equivale a reconocerme a mí misma que soy capaz de asistir a una entrevista de trabajo sin panicar, y que es más de lo que podía reconocerme en junio), pero sigo sin ser capaz de tener una visión realista de mí misma haciendo una ronda de despachos, francamente.

La Chica casi Trilingüe decía el otro día que somos malos jugadores. Que en el fondo tiene mucho que ver con que no nos gusta el juego, y que ella, honestamente, se retira. El problema es que a mí el juego no me convence, pero tampoco deja de gustarme; y, desde luego, el premio me importa. Creo.

Como decía por aquí el otro día, el premio me importa pero no es desde luego lo único que me importa. Hay otras cosas que me importan bastante más y caminos más accesibles para conseguirlas. Debe de ser muy gratificante doctorarse, pero francamente no es mi prioridad número uno. Creo.

De nuevo, sólo "creo". Porque uno nunca sabe hasta qué punto es capaz de justificar una retirada por cobardía.

Odio ser tan bocazas y haber dicho a voz en grito que quería hacer una tesis, porque ahora la gente encantadora que me rodea no para de preguntarme por ella. Y es un maldito sinvivir. Hoy, le reconocía a la Mujer con Vocación de Suegra que mis principios me parecen incompatibles con mi lista de tareas. Que no me veo capaz de pedirle a alguien a quien además ni siquiera conozco que se comprometa conmigo cuando no me estoy comprometiendo a mi vez con esa persona. Que habrá quien lo haga, que, como decía ayer Mi Media Infancia, si quiero que de pronto me ingresen becas en el banco que no sé ni de qué son habrá que echarlas todas, y que se preocupen ellos por las incompatibilidades. Pero es que a mí no me parece ético.

Ética, estética, y un mal libro de jugadas, es lo que hay.

Y por debajo, la sensación de estar defraudando a todas esas personas que se interesan sinceramente por mi futuro. Una sensación enteramente autoconstruida, ya lo sé. Pero real, en cualquier caso.

A veces, una necesita escuchar que las personas que le importan se sienten orgullosas de ella precisamente cuando menos motivos está dando para que nadie pueda sentir orgullo. Y mi madre, hoy, ha estado increíble. Porque a veces es muy fácil y es bonito que alguien más se dé cuenta.

28.5.10

Visiones del futuro

Siempre que al Señor de las Dudosas Iniciales se le pregunta por la tesis, lo primero que nos recuerda es que es el periodo más ciclotímico que vamos a vivir. Que nos enamoraremos de nuestro objeto de estudio y lo odiaremos un rato después; que pasaremos de sentirnos brillantes, sagaces y competentes a tener la seguridad absoluta de que nunca tendremos nada interesante que decir. Yo tendía a contestarme que en el fondo, la diferencia entre eso y vivir en mi piel es cero, así que a falta de problemas mayores, me pareció bien.

Creo que me he vuelto investigadora. A ratos tengo demasiados libros que leer para el tiempo que tengo, y a ratos me descubro a mí misma peleándome con todo tipo de buscadores para localizar las páginas finales de un artículo citado en un artículo citado en un libro citado en otro libro como si no pudiera seguir sin haberlo mirado al menos por encima. A ratos creo que se ha escrito sorprendentemente poco sobre identidad y a ratos, que hay demasiada bibliografía. A ratos creo que encontrar un libro cuya introducción viene siendo mi tema de tesis es un golpe de suerte, y unos días después estoy convencida de que ese será el motivo de mi exclusión del programa de doctorado al que quiero aspirar.

Últimamente leo mis trabajos y a veces me sorprende que todo eso venga de mí y que todas esas ideas y todos esos conceptos estén guardados y ordenados en algún punto de mi cabeza, pero otras veces me avergüenzo de lo que escribo hasta sentir tentaciones de escribir a mis profesores suplicándoles que destruyan toda evidencia de que algún día firmé esas frases.

Tiempos de cambio, todo este año ha sido un momento de cambio. Hoy le decía a Mi Media Infancia que me quedaba un bis del que probablemente es mi mejor año hasta la fecha (porque me he quejado hasta la saciedad, sí, pero también he disfrutado las cosas desde el convencimiento de que eran lo que yo quería, más allá del resultado). Pero no, no va a ser un bis. Porque si sale bien, será en otra ciudad, con otras personas, en otro ambiente, a otro nivel. Porque si sale bien, mi año próximo será como los primeros párrafos de este post, y dudaré permanentemente de mi capacidad intelectual en lugar de dudar permanentemente de mis relaciones interpersonales. En el fondo, no sé si el cambio es tal.

Pero el caso es que ya no cuento en semanas, sino en días, y son tan pocos que me gustaría no tener que dormir ni una sola hora para exprimirlos hasta dejarlos convertidos en polvo.

Porque, señores, ha sido (está siendo) increíble. Y aunque confío en que vaya a mejor, no creo que tenga derecho a exigir nada más. Un bis. Enough is enough.

16.4.10

A falta de psicoanalista, buenos son los amigos

En pleno martes horribilus, el Chico Escritor me llama, después de separarnos, para decirme que deje de tener miedo. Que no estoy haciendo las cosas tan mal como yo me creo. Y al rato, dice "sentirte amenazada", y caigo en que es eso. No se trata de tener miedo en general. Se trata de tener miedo en concreto. Una sensación bastante paranoica de que está yendo todo contra mí, de que me echan males de ojo, de que esas 48 horas de tranquilidad no van a llegar nunca.

El mundo como ataque personal.

Y el caso es que ya sabía que no era contra mí, que a todo el mundo le pasan cosas malas (véase momento robo en el Burger King del bolso de Mi Media Infancia, obviamente no tanto contra mí como contra ella, lo cual es desastroso para mi plan de convencerla de que esta Ciudad no es Hostil, pero poco más), que las cosas malas no dejan de pasar ni siquiera cuando no las vemos, y que nuestros problemas son problemas de ricos.

Pero ya se sabe que el primer paso es reconocerlo, y yo no lo estaba dando. Sí, me siento amenazada. Tanto, que cuando me pongo nerviosa pienso en mi llavero como puño americano (que habría que verme a mí intentando defenderme por la fuerza, en cualquier caso). Tanto, que cuando soy consciente de que estoy hablando me callo a media frase. Tanto, que cuando la gente me pregunta por ese arranque carismático que nos ha dado esta semana lo único que me apetece es esconderme antes de que se vuelva contra mí. Tanto, que huyo del Profesor de Dudosas Iniciales. Tanto, que pienso en Google como una herramienta para arruinarme la vida.

Sólo que, sabiéndolo, hoy me he tomado las cosas de otra forma completamente diferente. El mundo da mucho miedo, sí, pero no soy el objetivo de nadie. Y eso de que el mundo no discrimine me resulta extrañamente tranquilizador.

31.12.09

Todo esto, y otras cosas

Insomnio. Náuseas. Un sueño permanente entre una y otra ceja, y de postre un malestar que se mueve de forma difusa por todos los puntos del sistema digestivo. Probablemente, todo ello fruto de las cosas que ni siquiera pueden volverse suficientemente líquidas como para ser lloradas.
Llamadas telefónicas, portales en cuesta. "Los hombres se casan porque no saben vivir solos, y las mujeres lo hacen porque no saben dormir solas". Intentar aprender a dormir sola, hacerlo con placebos, soñar despierta con imágenes que a fuerza de repetirse han perdido todo el sentido que tuvieron alguna vez. Tener pesadillas despierta sobre lo mal que pueden estar yendo las cosas al otro lado de Santa Engracia, y desear que todas las preocupaciones dejen de significar, aunque, por supuesto, no lo hacen.
El miedo al mañana, al pasado mañana, a la próxima semana, al mes que viene, a 2011.
Las ausencias que se van multiplicando siguiendo una lógica malthusiana aterradora.
Adquirir por costumbre hábitos que una nunca habría querido tener, si hubiese sido posible elegir.
El ruido de la lavadora, que no implica ningún despegue. El total desconocimiento de las leyes que garantizan un aterrizaje.
La hostilidad de/hacia los objetos inanimados.
Los asuntos pendientes y las cosas que se quedarán, para siempre, en la agenda y sin hacer.
Las conversaciones que querría tener con las personas que ya no están.
Todo esto, y otras cosas.

22.11.09

Si eres chiquitita, y te puedes caer...

"No entiendo porque hay gente que lo tiene tan claro y yo ya no. Personas que ya saben de qué, con quién y cómo van a hacer su tesis doctoral. Gente que sabe qué becas solicitar y cuáles va a conseguir. Gente que sabe cómo va a ser su vida laboral en los próximos X años. Gente que no se plantea porqué está haciendo algo que no le gusta pero vive sin pensar mucho en ello." Rubia dixit.
A veces esta chica y yo tenemos un parecido que da miedo. Rodeadas de pequeños sociólogos superdotados, centrados, que hicieron las tontunas cuando había que hacerlas y no ahora, la "minipandi" de niñas de Ciencias de la Información pasamos miedo.
A pesar de los fantásticos consejos del Sociólogo Renegado, una no puede pasar por alto el hecho de que la presión existe, está ahí, y que el grupúsculo de "Coleccionistas de matrículas" la representan vivamente.
Mis padres insisten en que es complicadísimo hacer carrera universitaria, y en esas condiciones las comparaciones son más odiosas que nunca.
No se trata sólo de brillantez, aunque existe; ni de que encima de todo esto sean personas absolutamente entrañables a las que quieres de una forma extraña para un plazo tan breve.
Se trata de la preocupación por si esta dispersión que tenemos ahora termina por ser inherente, por si, realmente, nunca llega el college, y seguimos viendo Madrileños por el mundo y soñando despiertas mientras la gente centrada decide, hace lo que debe, y obtiene el resultado que merece.