4.9.10

Fase 2 - Financiación



La Chica Mariposa dice que no puedes quejarte porque no te van a dar una beca que no haces nada por pedir; y lo dice con toda la razón. Sin embargo, he llegado al absurdísimo punto de llorar por no ser capaz de pedir una beca, que es el puto colmo. He conseguido dar el paso de echar CVs a diestro y siniestro (lo que equivale a reconocerme a mí misma que soy capaz de asistir a una entrevista de trabajo sin panicar, y que es más de lo que podía reconocerme en junio), pero sigo sin ser capaz de tener una visión realista de mí misma haciendo una ronda de despachos, francamente.

La Chica casi Trilingüe decía el otro día que somos malos jugadores. Que en el fondo tiene mucho que ver con que no nos gusta el juego, y que ella, honestamente, se retira. El problema es que a mí el juego no me convence, pero tampoco deja de gustarme; y, desde luego, el premio me importa. Creo.

Como decía por aquí el otro día, el premio me importa pero no es desde luego lo único que me importa. Hay otras cosas que me importan bastante más y caminos más accesibles para conseguirlas. Debe de ser muy gratificante doctorarse, pero francamente no es mi prioridad número uno. Creo.

De nuevo, sólo "creo". Porque uno nunca sabe hasta qué punto es capaz de justificar una retirada por cobardía.

Odio ser tan bocazas y haber dicho a voz en grito que quería hacer una tesis, porque ahora la gente encantadora que me rodea no para de preguntarme por ella. Y es un maldito sinvivir. Hoy, le reconocía a la Mujer con Vocación de Suegra que mis principios me parecen incompatibles con mi lista de tareas. Que no me veo capaz de pedirle a alguien a quien además ni siquiera conozco que se comprometa conmigo cuando no me estoy comprometiendo a mi vez con esa persona. Que habrá quien lo haga, que, como decía ayer Mi Media Infancia, si quiero que de pronto me ingresen becas en el banco que no sé ni de qué son habrá que echarlas todas, y que se preocupen ellos por las incompatibilidades. Pero es que a mí no me parece ético.

Ética, estética, y un mal libro de jugadas, es lo que hay.

Y por debajo, la sensación de estar defraudando a todas esas personas que se interesan sinceramente por mi futuro. Una sensación enteramente autoconstruida, ya lo sé. Pero real, en cualquier caso.

A veces, una necesita escuchar que las personas que le importan se sienten orgullosas de ella precisamente cuando menos motivos está dando para que nadie pueda sentir orgullo. Y mi madre, hoy, ha estado increíble. Porque a veces es muy fácil y es bonito que alguien más se dé cuenta.

2 comentarios:

Mirta Peces dijo...

por empatía o por indentificación, he de decirte que:
- últimamente la moral y la ética no van de moda,
- pero resulta gratificante seguir los principios que uno tiene y ser coherente con lo que se predica o piensa.
- tenemos la asquerosa manía de buscar la aprobación de los demás y hay veces, creo, que resulta totalmente innecesario q alguien esté orgulloso de nosotros, me parece que es sólo una señal de que tan mal no estaremos haciendo las cosas. Igual es inevitable. Vete a saber. Pero creo q deberíamos ser nosotros mismos quienes nos diésemos una palmadita en la espalda o nos castigasemos sin salir.

La abajo firmante dijo...

Si el tema es que empiezo a estar BASTANTE cansadita de castigarme sin salir (o sin cualquier otra cosa...)

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