Desde que me he vuelto psicoanalítica (y aunque me avergüence reconocerlo, la relectura de este libro tiene mucho que ver), me ha dado por prestar atención a lo que sueño. Como suele ocurrir (ya saben que Murphy no descansa nunca), he empezado a olvidar las cosas que sueño inmediatamente, cosa que en mí siempre ha sido rara. A pesar de mi chute de citas sobre el mundo onírico made in Benjamin, me falta conocimiento psicológico para decir con una cierta autoridad que estoy intentando explicarle a mi inconsciente que en el despertar debe hacer el puñetero favor de ponerse de acuerdo con el consciente para encontrar un punto medio revelador, pero bueno, por ahí van los tiros.
El caso es que hoy he amanecido a las mil, por primera vez desde que me fui de vacaciones, a pesar de haber estado desde que sonó el despertador (que yo recordaba haber apagado) reproduciendo y continuando una pesadilla de lo más extraña, que incluye la incorporación de miedos ajenos, la preocupante constatación de que mi subconsciente no sabe que he tenido una prima hace un año y medio y la confunde con otros miembros de mi familia, y todo un artefacto simbólico en torno a la etiqueta femenina en las bodas, donde los sombreros y tocados de colores brillantes eran las muestras palpables de estar rodeada de demonios, y donde las señoras mayores usaban guantes verdes tranquilamente (enorme vulgaridad, como nos recuerda la genealogía del programa de la Lomana).
En medio de este caos y este ambiente hostil, la Chica India, con toda su firmeza característica, me obligaba a buscar colillas por el camino a nosémuybiendónde, sólo para que yo descubriera que estaban mojadas, me daban asco, y en realidad prefería dejar de fumar.
Entre las conclusiones, la sensación de estar acertando el camino. Es curioso poder reinterpretar una pesadilla a la luz del día y contactar con los sentimientos que una se niega. Después de ene sesiones de terapia, un mes y medio de vacaciones me ha colocado en el lugar donde se suponía que tenía que estar. Un lugar desde donde tengo perspectiva suficiente para valorar las malas influencias en todo su potencial dañino, elegir mis propios referentes, tomar mis propias decisiones y, en la medida de lo necesario, alejarme de ciertas zonas peligrosas para colocarme allí donde las vistas son mejores y se puede reconstruir un sistema de valores que sirva para una vida agradable que no tiene que ser ni compleja, ni dolorosa.
Keep going.
Saturday night (lirirarará)
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Hace 2 años
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