2.9.10

Echando cu€ntas

El peor día de mi por lo demás altamente recomendable aislamiento playero vino de la mano de la muerte súbita de Ginger. Cuando mi señor padre dijo aquello de "nada, por 60€ seguro que te recuperan los datos", y yo fui consciente de la cantidad de dinero comprometido que no tengo. [Nota irrelevante: encontramos una manera mucho mejor de sacar los datos, consistente en una carcasa para discos duros a 15€. Que yo no supiera aprovecharlo y olvidase hacer copia de dos carpetas fundamentales es otro cantar]

Hace meses que vengo viviendo de la generosidad del ICO, que me presta dinero en condiciones asombrosamente favorables por tener ganas de estudiar (nunca conseguir 14000 € fue tan fácil). Cuando veo lo que queda del préstamo me dan ganas de gritar. Obviamente hay cosas que no se pueden prever (que la queca se pusiese mala, o que yo tuviera que recuperar la regularidad del principio de la terapia) y otras que eran necesarias a todas luces (como Ginger, aunque sea una pequeña desagradecida y su gráfica muera en tres meses), pero, ¿y las otras?

Mi primer impulso, como suele ocurrir, fue echarme en cara todo lo que gasto en temas superfluos, enfadarme conmigo misma y castigarme sin sol ni mar. Yo y mi afán por el castigo. Pero como afortunadamente soy creyente, al menos hasta cierto punto, y además estoy un poco cansada de cómo me trato, conseguí recomponerme hasta el punto de dejarle los castigos al karma y salir del apartamento [Nota: el problema de subcontratar los castigos son los ataques de hipocondria consiguientes. Pero bueno, un paso cada vez]. Y, por una vez, hacer algo práctico en lugar de autoflagelarme, y reconsiderar qué necesito y qué no, y qué me estoy permitiendo y qué no.

Llevo todo el año diciendo que echo de menos mi proyecto vital, pero en realidad no tengo por qué renunciar a mi proyecto vital, independientemente de las compañías. Casa, niño y perro blanco son un proyecto vital perfectamente viable que perseguir. Y como el orden de los factores sí que altera el producto, habrá que hacerlo bien y empezar por la casa, digo yo. Mi instinto maternal se contenta de momento con hacer nido, así que tendría que poner de mi parte para poder llegar a un acuerdo.

De pronto, las palabras del Chico Extraordinario el último día que nos vimos, sobre la disyuntiva academia-sectorprivado, tienen un sentido diferente y bastante racional, más allá de si sus expectativas eran ajustadas o no. Sí, yo también quiero, claramente. Así que me encuentro a mí misma aprovechando las vacaciones para hacer un ejercicio de tienesquesertupropiamarca en lugar de un "análisis sociohermenéutico" sobre el personal branding, para variar, y enviando un CV para volver a un sector del que salí con el rabo entre las piernas y jurando no volver. Como los valientes, claro que sí.

Es sólo el principio y de hecho tampoco pierdo de vista que todavía puedo recibir La Llamada y que me cambie la vida de aquí a tres meses. Pero es que es momento de principios, como cualquier septiembre. Y empezar está bien. Y las galletas de chocolate. Y los zapatos de tacón. Y las excursiones a Ikea. En vez de.

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