Mostrando entradas con la etiqueta ostracismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ostracismo. Mostrar todas las entradas

10.12.08

Todo es tan raro y veo huecos allá donde miro, y no debería, porque lo cierto es que no hay tantas ausencias (aparte de la obvia, diría que dos, todo lo más), pero la sensación es de aislamiento, y entonces empieza el bucle de sonlosdemásosoyyo.
Ante esta situación, me hago mi lista de buenos propósitos 2009 vol. I. Quiero retomar esta ventanita con el planeta, quiero contarlo todo, quiero que nadie esté demasiado poco por aquí. Quiero nadie esté demasiado poco, en general.
Como buena gambitera retirada, confundo los días con las noches y las noches con los días y todos ellos entre sí, y quiero ir al psicólogo cuando tengo psiquiatra y me hago líos tremendos de agenda, pero, al fin y al cabo, toda esta pesadilla tiene una fecha de fin que ya no incluye la palabra "mes". Eso también da un poco de miedo, el fin del miedo. Los finales, en general. Vaya, parece que seré licenciada. Y luego, ¿qué?
No es el vacío de los 23, no tengo problemas con lo que viene después, porque ya ha venido (yo y mi inherente desorden): tengo mi casa, mi novio, mi trabajo, mis problemas con el extracto de la Visa porque viajo más de lo que debo. Todo eso, ya está aquí.
Quizá sea más sorprendente lo que no desaparece. Los vaqueros rotos, los agujeros negros, los veinte minutos crónicos de retraso, la falta de confianza, el pastillero. Creo que ese es el origen de la crisis de los 23, que las cosas no cambian cuando uno se lo espera. Cambian de golpe cuando un coche choca con otro en un cruce mal tomado, o cuando llega un ERE (ahora ya no lo ponen en mayúsculas, pero me niego a normalizar la palabra. Señores, mantengamos una cierta dignidad laboral, por favor), o cuando pasan cosas así, y para eso no te prepara nadie. Y muy especialmente, no te prepara la universidad.
No me gusta nada este post y además ya llevo veinticinco minutos de retraso, así que hasta aquí. Próximamente, espíritu navideño en lugar de astenia, prometido.

1.11.08

Diarrea mental

Si algo hay que asumir, señores, es cuando el cuerpo dice "Basta". Si uno intenta engañarle con una tarde y una mañana bajo los cuidados de mamá y papá para luego volver a su vida a 45 rpm, no funciona, y termina pasando un día y medio en la cama, delirando con todo tipo de pensamientos subterfugios acumulados. No digo que no haya sido una interesante labor de autoexploración, pero también una lección práctica. Y es que odio ponerme enferma. No cuadra con mi autoimagen de superwoman.

Sirva esto como introducción, porque a partir de aquí es bastante probable que delire un poco, también. Y es que hace unas semanas, la Chica Ángel me preguntaba por mi inexplicablemente mantenida ausencia de estos lares, y ha habido miles de razones para mantenerme ausente, pero tengo mono. Así que empiezan los comentarios aislados de una eternidad sin postear.

- Leo esto en el blog del Chico Escritor e, inevitablemente, me acuerdo del taxista del jueves. Un señor absolutamente sabio, con una visión política intachable. Su argumento base, venía a ser algo así como que somos el único país al que se nos regaló la democracia, sin sangre, sin sufrimiento, sin claveles, sin Saint-Denis, sin... Y que así nos va. Que no sabemos votar, que no sabemos entrar en un ayuntamiento y echar a alguien de allí a pedradas por gastarse 9.000 € de dinero público en una mesa nueva para su sala de juntas. Una gran verdad para decirle a una meritocrática como yo, que ya tiene candidata a las próximas elecciones, aunque lamentablemente no creo que se presente.

- Una amiga de la UOC está obsesionada con el intrusismo en la profesión de los publirrelacionistas. Yo, aunque sólo sea porque me encanta la gente que se queja de todo en general pero de forma activa, me hago eco siempre de sus comentarios al respecto, pero el problema no es ese, qué va. El tremendo problema es el intrusismo en la profesión de selección de RRHH. Dénse una vuelta por algún portal de búsqueda de empleo. Los papanatas que cuelgan anuncios no saben que "A tiempo parcial" es un tipo de jornada y no un tipo de contrato, que se llama "De duración determinada". En esas condiciones, es prácticamente imposible que sepan que para un gabinete de comunicación de empresas necesitan un publirrelacionista. Con lo larga que es esa palabra. Quita, quita.



- He empezado, por fin, mi Cuaderno Favorito. Concretamente, el verde, el que más necesitaba, el que mi madre tuvo a buen juicio regalarme. Un cuaderno entero de cosas que no me puedo echar en cara nunca más. Esto sí que es terapia, y lo demás son tonterías.

- Me voy a Munich, again. El próximo puente de diciembre, iremos a la ciudad del Putsch, a meternos otra vez con los rincones donde Hitler empezó a creer que cambiaría el mundo para bien y terminó metiéndonos a todos en el mayor jaleo de todos los tiempos (sobre todo por lo estúpido de su origen); pero, además, habrá añadidos. Y no serán jarras enormes de cerveza y cánticos y bailes sobre bancos de madera, no: ciudades universitarias, y, si el tiempo acompaña, trineos. Suena tan bien que no me importa estar en la ruina. Total, ya decían por ahí que estamos en crisis. Empezaba a sentirme discriminada por no notar ninguna diferencia en mi ya de por sí lamentable situación pecuniaria.

- A veces, la ilusión es algo tan pequeño como una presentación de producto dentro de dos jueves. Una estética 70s, un grupo al que me encanta oír tocar, y la sensación de homenaje a la Chica del Fondo de Armario porque por fin, la Gran Idea Para Un Folleto De Producto que nunca se llevó a cabo, resurge dos años después. Ser la veterana del departamento (y no sólo la junior) es lo que tiene, que recuerdas las cosas, y que, cuando una se propone algo, hay veces que es cuestión de paciencia. Y va a resultar que sí que tenía yo de eso. Qué cosas.

- En enero seré una chica Licenciada. A cambio, llevo un mes sin pisar la calle, he perdido la cuenta de cuántos conciertos perdidos, arrastro un tremendo mono de humanidad que me hace contestar cosas raras al psicólogo ("Y, en tu vida fuera del trabajo, ¿también sientes que tienes que fingir?" "No, claro que no. Bueno, creo que no. Sabes, es que no recuerdo muy bien la vida fuera del trabajo"), y sólo sueño despierta con el desquite.

- He conocido, en este tiempo, a un señor fantabuloso. Alguien que me recuerda que puedo ser expeditiva para cosas que simplemente quiero para mí, que se supone que es uno de los grandes objetivos de mi terapia estos meses. Alguien que me ha traído desde Ibiza mi nueva camiseta favorita y por cuya culpa estoy obsesionada con cierta tarta de chocolate de una cafetería entrañable en Ópera. Alguien que habría sido un gran contacto para una carta de recomendación para el master del IED que ahora, por culpa de Bolonia, igual empiezo un par de años más tarde. Sociología, Off we go.

- Últimamente, soy un desastre con patas. Tengo tantas cosas en la cabeza que no salgo de casa sin mi lista, tamaño folio, de To-Do's. Lo cual implica que la mitad de los To-Do's no están en la lista, porque no me acuerdo, y llego tarde absolutamente a todas partes. El descubrimiento asociado es que cuando una no da abasto, y no es una cuestión de pereza sino de sobrecarga, el universo entero conspira a su favor, y cambia las horas de las reuniones mientras duerme para que nunca llegue TAN tarde como creía.

- Tengo unas ganas enormes de ir a Sevilla, un mono tremendo de helado de Rayas, una avidez inconmensurable de olor a azahar, curiosidades de Alameda, y todo un saquito de emociones pro-sevillanas, que siguen en el fondo de una maleta que nunca consigo terminar de hacer. Sueño con tener fines de semana, y vengarme. Esto ya lo he dicho, creo. Mr Heads, le recuerdo que me debe usted un Daily's con fotocopias. He dicho.

En fin, que ya tengo Internet, y que espero andar más por aquí. Besos a todos los que sigáis al otro lado...

1.7.08

Vacaciones de verano para mí

Cuando empieza el verano y los edificios, en general, salpican, los primeros días siempre tengo la sensación de que los aires acondicionados lloran en masa por la vuelta al cole. Se me pasa pronto, pero me da una pena tremenda. Aunque, por otra parte, estos días parece que todo me da una pena tremenda.
Hoy, mi madre ha perdido la pulsera que le regalaron en su injusta despedida las compañeras de su último trabajo. Ella se encogía de hombros y alegaba que no le gustaba del todo, y que los recuerdos que le traía eran agridulces. Yo he recorrido tres veces el tramo de Gran Vía que habíamos pasado y al no encontrarla casi me echo a llorar. Dios, estoy tan tonta que me abofetearía si no lo considerase otro de esos impulsos que tengo que aprender a reprimir.
Hablo con mi madre del extraño sentimiento de, por primera vez en la vida, no tener ni puñetera idea de qué hacer. De cuál será el próximo paso. La falta de arrojo que me lleva a tumbarme en el sofá hasta dejar mi huella, cual Homer Simpson borracho, y que hace que, en el fondo, las horas que van pasando me dejen indiferente.
Por otro lado, quiero hacer. En general.
De momento, hoy me he pedido un día libre mental. Voy a limpiar todo lo que en algún momento estuvo en contacto con la alfombra de baño incandescente, a ver si con un poco de suerte mi casa deja de oler a goma quemada, a no pensar en nada, a jugar a la Nintendo como si me hubiera metamorfoseado en mi hermana. Hoy está prohibido leer, pensar, e, incluso, mantener conversaciones. De modo que rechazo la muy estimable ayuda de un mensaje con eñe, un padre dispuesto a dejar el trabajo para venir corriendo a casa, una madre dividida entre el instinto de alimentar a un polluelo y el de meter al otro bajo el ala, y un escritor abandonado vilmente a su suerte durante la tarde.
Nada de nada. Eso quiero hoy.