13.5.11

When it all went OK

Está bien. Mi nuevo lugar de trabajo va a llamarse OK. Porque casi, casi, casi se parece. Y porque realmente es algo así como elprincipiodetodolobueno. O quiero pensar que así va a ser. Que todavía quedan buenas noticias por llegar, o al menos yo las espero con energía. O al menos, no-malas.

Divagación aparte, mi nuevo trabajo es simplemente perfecto. Hoy hablaba con Megan (que no, no se llama Megan. Pero se parece. El nombre. Y ella. En versión chicadeallado, pero tiene un aire) de cuánto margen tiene todo para estropearse y seguir siendo un trabajo muy, muy, muy por encima de la media.

Si en la última entrada hablaba en abstracto, ahora puedo hablar en concreto. Han sido cuatro días tremendamente intensos pero maravillosos. Mi Jefe, que podría ser irlandés pero no, es tan ideal que en la cena que tuvimos el miércoles iba diciendo casi palabra por palabra lo que contesté yo cuando me preguntó la de RRHH qué esperaba de un jefe. Confianza. Básicamente, confianza. Haz lo que quieras pero no me engañes nunca. Tú eres responsable y eres válida: actúa como tal y todo irá bien. No sólo lo dice, claro está. Entré justo en lo que podía haber sido un fallo garrafal si hubiésemos querido convertirlo en un drama y se convirtió en un "no entiendo por qué no me llamáis y me decís las cosas. Ni que fuera a enfadarme. Estas cosas pasan. Ahora cambiamos el plan, y ya está".

Adoro a mi jefe. Hace MUCHOS jefes que no puedo decir eso. Y mira que yo soy de adorar a la gente. Pero me lo han puesto muy difícil. Y ahora, en cambio, adoro a mi jefe y a nuestros jefes. Un señor fundador, uno de los cuatro directores de la empresa, se disculpó conmigo personalmente por el fallo del martes. Por si me había causado algún trastorno. Joder, somos personas. Esto estaba empezando a parecerme inexistente en la vida real, tal como veo el panorama ahora.

El trabajo es lo mejor. Sencillamente, lo mejor. No es que los jefes molen y no te digan nada cuando vienen a hablar contigo y te encuentran jugando al Mahjong. Es que te dicen: "No, por favor, termina. Yo debería jugar más, también; no conozco lo suficiente esta plataforma". Me pagan por jugar. Y por hablar por Facebook. Lo cual no sólo es genial en sí mismo. También me deja mucho tiempo libre para otras cosas. Porque evidentemente ahora ya no me apetece gran cosa jugar cuando llego a casa. Así que igual hasta recupero la tesis. Bravo.

Las condiciones son excepcionales. En la oficina de París tenemos una nevera verde pistacho con cara de muñeco del juego (lo llamare Buh. Por ejemplo) Buh que sonríe, llena de latas de refrescos, y hasta cervezas. Una cafetera Nespresso. Y, a partir de ahí, imaginen. Porque tenemos una terraza con plantitas, un gato adoptado, dos pantallas por barba (ahora me parece tan pequeña la pantalla del portátil... Han creado un monstruo) para que podamos jugar en una y trabajar en la otra, una máquina de recreativos para hacer torneos de videojuegos antiguos, pistolas de juguete que suenan a Buzz Lightyear, desarrolladores que van a las reuniones montados en sus sillas a toda velocidad por el pasillo, directores creativos que deciden adoptar el bar que inauguraban hoy en el local de al lado y piden que les acompañes, responsables de implementación que no salen de la oficina si no les lanzas la pelota de goma, responsables de sistemas que se lanzan las cajas por la ventana del segundo, directoras de RRHH enganchadas a las magdalenas de Starbucks que no tienen llave de la oficina ni la quieren porque así entramos todos más tarde, compañeras de función que te llaman "my ice-cream buddy" y que son adictas a los frutos rojos y saben comer yogures con trozos de fruta sin cuchara, directores de arte que entran en la oficina haciendo un sprint y tienen ataques de risa cuando les ves, responsables de localización que utilizan expresiones como pesetasdedinero para referirse a los minutos de conexión que le quedan al pincho USB, testers que te llevan de cervezas y se pierden por París y que tienen amigas que podrían ser tú misma...

Además de todo esto, parece que va todo bien. Las personas que pueden acceder a las estadísticas dicen que sí, vamos. Se me acercan sorprendidos preguntando qué si yo he hecho algo para que crezca de esa forma el número de instalaciones. Se ríen cuando les contesto que claro que sí, pero que no sé qué y que intentaré averiguarlo por si podemos repetirlo.

Me entienden cuando hablo en inglés, aunque hable fatal. Les entiendo cuando hablan en francés, si hablan despacio. Acabo mandándole mails a mi jefe en inglés porque ya no sé en qué idioma pienso. Megan asegura que mi inglés es excepcional. Probablemente miente o exagera o ambas cosas porque es la única persona que conozco que es capaz de utilizar "Brilliant" dicho con entusiasmo como una estrategia cínica de autoprotección y que encima no se le note. Pero da igual. Más de una vez he dicho que si alguien ha hecho Literatura Comparada es automáticamente interesante. Y además es mi compi, así que más me vale que crea que me entiende. Porque, la verdad, con la otra no me entiendo, y quiero pensar que es el inglés. No todo es perfecto. Sólo es CASI totalmente perfecto.

Pero si no es mucho más de lo que cabe desear, que venga Ra y lo vea.

6.5.11

Motivos para adorar mi nuevo trabajo, vol. I

- Para preparar la entrevista me encargaron meterme en Facebook, jugar a un videojuego, y pensar una opinión crítica.
- Durante la entrevista, hablamos de torturar Sims. Y cuenta como positivo.
- En la segunda entrevista me preguntaron dónde quería tener mi lugar de trabajo. Y a pesar de que fui bastante sincera en casi todo, les gusté.
- La oficina, finalmente, está genial ubicada. Y aún lo quieren mejorar.
- Pagan más de lo que he visto en el 85% de las ofertas en el tiempo que llevo buscando. Y consideran que es un principio. Hasta que empecemos a generar negocio.
- Van en vaqueros.
- Se ríen muchísimo. Y amenazan con frases como: "Vamos a tener que jugar mucho".
- El plan de acogida incluye una semana en París. Con o sin finde, como prefiera. Porque me dejan elegir.

De verdad: me da mucha pena toda persona que no tiene mi nuevo trabajo.