30.10.11

Drama queen

Aprender de memoria cosas que no tienen sentido y dárselo. Y cuando se lo has dado, cambiarlo una y otra vez, porque el texto, al final, es plastilina y hay que jugar con él.

Ser capaz de sentir algo de una forma tan fuerte que te agobias, realmente te agobias, como si fuera cierto que te quedan horas para coger un tren y tienes una entrega que hacer. Ver que la persona frente a ti tartamudea, se pone nerviosa, atropellarnos al hablar y llenarlo todo de "ya", como si realmente nos conociéramos hace tres años en lugar de hace tres o cuatro clases.

Jugar, como con la Chica CAT cuando éramos pequeñas, a ser objetos inanimados. Andar como columnas de hormigón, como globos de helio, como cuchillos. Pensar en imágenes, sentir cosas que no están pasando.

Estar pensando en Beckett con tanta fuerza que lo ves en todas partes: parejas extrañas en carritos que se me mueven con energía eléctrica. Beckett, me da mucho miedo que tus personajes se vuelvan reales.

Perder algunos miedos y empezar, poco a poco, a enfrentarme a otros.

Creer que no sé escuchar y darme cuenta de que lo que en el fondo no sé, es pedir. Descubrir cosas de ti misma precisamente cuando no estás siendo tú misma. O sí, porque todo se mezcla y es difícil distinguir lo real de lo simulado.

Claramente, necesitaba volver a hacer teatro. Hace mucho tiempo que no me sentía tan llena. Me preguntaría por qué he esperado 9 años para volver a intentarlo, pero en realidad me encanta pensar que puedo usar todo lo que he sentido en estos 9 años.

13.9.11

Eclatar

Hace años, un amigo empezó a utilizar esta palabra para expresar la necesidad imperiosa de estallar, dejarlo todo, e irse a la India, hacerse monje budista, criar conejos (en la versión de mi padre), o, en su caso, plantarse en México y empezar una vida nueva.

La historia de cómo le fue a él es otro tema, pero probablemente es relevante, al menos en el sentido de "Some people have real problems".

Últimamente, Mi Media Infancia y yo hablamos mucho sobre problemas inventados. Sobre fobias, sobre malos hábitos. Sobre la tendencia al autosabotaje.

Crear alarmas sin una motivación externa y generar una bola de nieve que destruye todo a su paso, porque las cosas empezaban a estar demasiado bien.

Parte de lo que el Chico Extraordinario llama "ser una intensa". Tener que estar enamorada o no estar. Tener que ser perfecta o un maldito demonio.

El autosabotaje, al final, va más bien de esto último. No se trata de que las cosas vayan mal. Se trata de sentir que las mereces, de saber gestionarlas. Y si no estás segura, mandarlo todo a la mierda, y ya está.

El caso es que hace diez días todo iba bien y ahora de pronto el mundo es un agujero negro, activar la conexión a Internet en el móvil me produce temblores de manos, y mi caja torácica ha decidido disminuir dos tallas sin previo aviso.

Y es probable que todo esto haya sido, en gran parte, buscado. Es probable que las cosas estuvieran colocándose y que yo sienta que mi cabeza o mi corazón han acompañado ese proceso.

Pero el caso es que ahora mismo ser monja budista suena fenomenal y que tengo muchas, muchas, muchas, muchas ganas de no volver a ver a nadie nunca más.

Solo quiero guardar silencio.

11.9.11

Matices

Una de las cosas que más me gustaría aprender es cómo se distingue lo que quieres de lo que necesitas, de lo que te sienta bien, de lo que te apetece, de lo que ansías, de lo que aspiras a tener o a que te pase, de lo que te gusta, de lo que no te molesta, de lo que ya es rutina, de lo que te conviene, de lo que crees que deberías querer, necesitar, ansiar, pretender, disfrutar, tolerar.

Y poder ordenarlo todo en forma de escalera y ponerle colores a los peldaños, y sorprenderme de que llegue hasta arriba.

31.8.11

Cuanto se podía decir se dijo antes, cuando era divertido y loco y necesario y solo había comas y "sólo" llevaba tilde.

Cuanto no se puede decir sigue sin ser dicho. Sigue sin tener su hueco, ni en el 2.0 ni el Word. Ni en el cuaderno.

La hiperestesia a veces es inenarrable.

Pero si pudiera contarlo, si simplemente pudiera contarlo, quizá podría llegar a escribir algo que algún día pudiera mirar de frente. Un espejo antirreflectante.

A veces lo peor que puede pasar es tener qué contar.

16.8.11

¿Pony?

Enviar mensajes por WhatsApp que se convierten en tweets y da vergüenza pero en realidad es que es para dar envidia. Volver al estado primario. Tornar en Tamagotchi y vivir de necesidad básica en necesidad básica. Recuperar la plenitud de sentido de la palabra "vacaciones".

Jugar a encontrar palabras rimbombantes. "Rimbombante". "Archidiócesis".

Jugar, en general.

Hacer muchísimo el tonto. Ser muy pequeña y muy feliz.

Crear comisiones para todo, incluyendo decisiones de #acampadachicamariposa que se deshacen porque no están en Facebook y por tanto no son reales. Estar rodeados de gente que nos regala cosas y echar de menos a los punkys pero apañárnoslas muy bien sin ellos.

Cazar Quechuas.

Reírnos como si el fin de semana hubiese sido un viaje de LSD, todo el tiempo.

"Este ha sido el findesemana del porquéno". ¿Nos vamos a Cádiz? Por qué no. "¿Sabes por qué te paro?" Por qué no. "¿Te vale en zona nudista?" Por qué no.

La sensación de estar teniendo un millón de emociones a la vez y que no te quepan dentro y estar tan asquerosamente bien que parece que en cualquier momento van a empezar a llover puntos suspensivos, y que no lluevan. Sobredosis de couldina para evitar gripazos. Todo en un sentido metafórico.

Jugar a empalmar recetas mediante cadáveres exquisitos. Convertir cualquier cosa en un cadáver exquisito.

Que todo sea público y privado y privado-púbico.

Tomar cerveza con arena y que te parezca bien.

Encontrar un trozo de mar que moja menos que los otros.

Dormir hasta las 12.

Básicamente, ser muy feliz. Y pensar poquísimo. Vacaciones.

8.8.11

De blogs y otras cosas

"Nunca des explicaciones. Tus amigos no las necesitan, y tus enemigos no se las creen".

Y, además, doy explicaciones al aire, al éter, al código binario. Pero qué más da. A veces apetece.

Llevo dos días hablando de blogs y creo que he hecho muchas cosas mal. En primer lugar, abrir un blog profesional, que no está tan muerto como este pero le ronda. En segundo lugar, pensar que hace años que he dejado de escribir sin darme cuenta de la energía perdida en este blog. Perdida entre comillas, claro. Del blog saco a la Atómica Melancólica, a Real Love. Esos son dos motivos más que suficientes para no darlo por perdido. Del blog saco, en parte, un trozo de 2006. Que, al final, fue El Último Gran Año. No, no es energía perdida.

Pero a veces pienso que vivirparacontarlo (el blog, Facebook, Twitter, me da lo mismo. Llámenlo X) es exactamente igual de malo que contarloquenovives.

Y una acaba preguntándose de qué sirve.

De qué sirve que la gente no te llame porque sabe de ti por Facebook, si en Facebook vuelcas sólo una parte, por verborreica que sea. De qué sirve que la gente piense que te conoce sólo porque te ha visto vomitar palabras durante años. De qué sirve que la gente tenga información, si no la usa. De qué sirve tener guardadas promesas que no valen nada.

Desde que este blog está medio muerto me han partido el corazón dos veces y he partido al menos un corazón ajeno. He dejado de fumar y vuelto a fumar. He pasado unos meses que se parecen mucho a cómo imagino el infierno y estoy pasando unos meses que se parecen mucho a un parque de atracciones. He tenido 30 años y 15. He querido ser empresaria y estrella del rock.

He perdido y recuperado al menos a tres personas. Que me acuerde.

He inventado expresiones tan necesarias como "bollera sin gato" y he aprendido qué es ser "abrangulable". He jugado con palabras de verdad. "You like pun, don't ya?"

He empezado a pensar en tres idiomas.

He deseado más de lo que he deseado nunca, he deseado no desear. He echado, echo, tantísimo de menos que a veces me parece que me voy a romper, y hay tanta gente que me quiere que me abruma pensarlo.

He cumplido 27 años y he perdido las ganas de morirme.

He descubierto que sí, nunca se olvida cómo montar en bicicleta.

He recordado que el mejor amor que nadie puede sentir jamás es hacia una lista de reproducción.

Todo eso no está aquí.

Y es jodidamente real.

Así que perdonen las molestias, pero a veces escribir no compensa.

25.7.11

El curioso incidente del perro a medianoche (o por qué a veces parece que tengo Asperger)

Éstos son algunos de mis Problemas de Conducta:

A. No hablar durante mucho tiempo. (1)
B. No comer o beber nada durante mucho tiempo. (2)
C. No gustarme que me toquen.
D. Gritar cuando estoy enfadado o confundido.
E. No gustarme estar en sitios pequeños con otras personas.
F. Destrozar cosas cuando estoy enfadado o confundido.
G. Gemir.
H. No gustarme las cosas amarillas o marrones y negarme a tocar cosas amarillas o marrones.
I. Negarme a usar el cepillo de dientes si alguien lo ha tocado.
J. No comerme la comida si las diferentes clases de comida se tocan entre sí.
K. No darme cuenta de que la gente está enfadada conmigo.
L. No sonreír.
M. Decir cosas que a la gente le parecen groseras. (3)
N. Hacer cosas estúpidas. (4)
O. Pegar a otras personas.
P. Odiar Francia.
Q. Conducir el coche de Madre. (5)
R. Ponerme furioso cuando alguien ha movido los muebles. (6)

(1) Una vez no hablé con nadie durante 5 semanas.
(2) Cuando tenía 6 años, Madre me hacía beber batidos para adelgazar con sabor a fresa de una jarra graduada y jugábamos a cronometrar lo que tardaba en beberme un cuarto de litro.
(3) La gente dice que siempre hay que decir la verdad. Pero no lo dicen en serio porque no se te permite decirle a los viejos que son viejos y no se te permite decirle a la gente que huele raro o a un adulto que se ha tirado un pedo. Y no se te permite decir a alguien «No me gustas» a menos que esa persona haya sido muy mala contigo.
(4) Cosas estúpidas son cosas como vaciar un frasco de mantequilla de cacahuete en la mesa de la cocina y esparcirla con un cuchillo para que cubra toda la mesa hasta los bordes, o quemar cosas en los fogones para ver qué les pasa, como mis zapatos o papel de plata o azúcar.
(5) Eso sólo lo hice una vez. Le cogí las llaves cuando ella había ido a la ciudad en
autobús, y yo nunca había conducido antes un coche y tenía 8 años y 5 meses, así que lo estampé contra la pared, y el coche ya no está allí porque Madre está muerta.
(6) Está permitido mover las sillas y la mesa de la cocina porque eso es distinto, pero me hace sentir mareado y enfermo que alguien mueva el sofá y las sillas en la sala de estar o en el comedor. Madre solía hacerlo cuando pasaba el aspirador, así que yo hacía un plano especial de dónde se suponía que tenían que estar todos los muebles y tomaba medidas y luego volvía a ponerlo todo en el sitio correcto y entonces me sentía mejor. Pero desde que Madre murió, Padre no ha aspirado nunca, y a mí me parece bien. La señora Shears vino a pasar el aspirador una vez, pero yo me puse a gemir y ella le gritó a Padre y nunca más volvió a intentarlo.

[El curioso incidente del perro a medianoche, M. Haddon]

9.7.11

Anidamiento (otra vez)

Ayer, el Chico de Ciencias nos contaba que la causa de muerte más frecuente entre las mujeres españolas de entre 30 y 35 años es el suicidio. "Más que accidentes de coche. Más que cáncer."
Y no hay campañas en la tele contra el suicidio, por todos esos motivos que ya nos dio Durkheim y por alguno nuevo que seguro que se han inventado en Autocontrol.

La conclusión evidente es que el reloj biológico es una cosa mala, así que entré en bucle hablando de mi pequeño Nietzsche. No me pregunten por qué, ahora mismo me veo montando en bici arrastrando a mi pequeño westie conmigo para llegar a un piso vacío con balcones con macetas.

En la práctica, soy pobre como las ratas, no tengo una rutina que me permita responsabilizarme de un perro, y las plantas se me dan de puta pena. Es lo que hay.

Blue tiene planes de futuro y yo me estoy enfrentando demasiado estos días a mis ex-planes de futuro. Mis vidas pasadas me miran a los ojos y me preguntan si me acuerdo, y el SEO puede ser tu peor enemigo cuando te da por buscar párrafos del señor Amat.

No habrá Plaza Elíptica, ni Candela; no habrá París, ni tesis; no soy ya la Lolita de nadie.

Argumento que me faltan cosas por llorar pero ni siquiera sé si es cierto.

Sólo sé que echo de menos todo lo que pudo ser y no fue, y que ni siquiera sé si desde aquí hay nada que pueda hacer por evitarlo, aparte de angustiarme con ventas a plazos.

Así que habrá que cerrar los ojos y subir la música.

Y olvidarme de hasta qué punto repito mis actos y mis palabras y no pensar ni siquiera que tú no eres él. Porque eso ya sería pensar en ti.

3.7.11

La elasticidad del tiempo

Mi relación con el tiempo es como la que tengo con cualquier otra cosa: ciclotímica. Básicamente, lo que más me gusta hacer con el tiempo es perderlo, hasta que un día me levanto y me da una angustia de morir no hacer dos mil cosas más de las que hago. Y entonces me enfado con la tierra por la velocidad a la que gira y conmigo y con mis ritmos circadianos.

Creo que podría coger esa frase y cambiar todo el rato unos sintagmas por otros y definir todo lo que hago con todo el mundo, con cada cosa.

En fin.

Hace un mes exacto que no publico en el blog profesional; hace una semana que no le hago ni puñetero caso al Twitter profesional. Hace dos semanas que debería haber hecho la compra y aún no he encontrado el hueco. Hace un mes y medio que solo tengo una idea rondándome la cabeza. Hace dos meses que salgo prácticamente todos los días.

Esta noche es el concierto de Kool & The Gang, el miércoles es el concierto de Foo Fighters, el jueves es el concierto de The Pretty Reckless. En dos semanas es el FIB. La semana pasada fue el dcode. Hace dos semanas fue el Día de la Música.

Durante diez días, la Chica India volvió a vivir en Madriz y molaba mucho.

Hace dos meses que trabajo en OK, dos semanas que ya no me parece todo fantástico sino más bien al revés, y dos días que tomé la determinación de prohibirme utilizar expresiones como "guardería", "go get a life" o "por qué no te mueres".

Tú pasas de neurosis obsesiva a némesis cien mil veces al día dentro de mi cabeza. Al menos me obligas a escribir. Eso también te lo agradezco. "Sentir que te gusta cómo eres cuando estás con alguien no es motivo para estar juntos: es motivo para cambiar inmediatamente para parecerte a ti mismo". En realidad, claro que no lo hago todo para ti. Lo hago todo para mí (porque quiero, porque no me lo puedes impedir). Hacía tanto que no lo hacía todo para mí que es una sensación deliciosa y extraña.

Pero lo hago y sé que podría hacerlo para ti y me gustaría saber si sigues pensando, si alguna vez pensaste, lo que pienso yo sin parar. Y, en tal caso, cuánto tiempo más vamos a seguir portándonos como idiotas, y/o si esto tiene algún tipo de solución práctica.

Una que no sea volver atrás en el tiempo y morir inmediatamente antes de que todo se estropee, claro.

Teleport.

18.6.11

¿Cómo pude dedicar un verano entero a esperarte?

17.6.11

¿Te acuerdas?

Hacía años que no decía tantas veces esta frase como este último mes. Desde el lado malo, de sacar a relucir cosas que ya han pasado, que no se arreglan, y que por tanto hay que dejar atrás, hasta el lado de recordarme a mí misma hace una década y pensar que igual no había que dejarlo atrás todo.

Época de cambios en todos los sentidos.

Y, curiosamente, es como si se unieran los puntos.

Porque dejo al Parador de Montañas Rusas (que siempre lo fue, porque fue una continuación encantadora, gafapasta y NickHornbyera de la Paradora de Montañas Rusas, aunque no me atreviera a llamarle así) justo cuando parece que sus consejos tenían sentido. Porque mi vida ya no son estratos geológicos. Mi vida está llena de fallas, como la de cualquiera, y por ella se cuelan lenguas de lava para bien y para mal.

De la última erupción han salido, a la vez, la Chica de los Cachorros y la Chica Líquida en un visto-y-no-visto y que han complementado el bonito conjunto que formamos Mi Media Infancia, su Chico Imantado, el Chico de Ciencias y yo. Y no paramos de mencionar que somos de pueblo, y reírnos, incluso aunque Mi Media Infancia hable de malos recuerdos.

Nos queremos mucho, nos ponemos ñoños, tomamos café, birras o lo que haga falta en muros de Facebook. Estamos. Nos obligamos a hablar. Nos damos cerveza y calor humano e incluso espacio vital.

Y nos acordamos de tantas, tantas, tantas cosas...

Ellos saben, en parte, qué es lo que había perdido. Y por eso me parece precioso que me reconozcan.

Porque no saben cuánto tiempo he tardado y qué poco hace que yo misma me reconozco.

Es probable que se haya acabado todo.

Y ahora, si hay que llorar, se llora, porque será distinto.

1.6.11

Fin de curso

De pronto, la Encantadora Sobrina habla de entregas y parques de atracciones, mi Profesor Extraordinario de juntas de evaluación, los mensajes con remitentes que incluyen psi de exámenes finales, y los eventos de Facebook de últimas sesiones.

Y tengo una vaga noción de ser estudiante, de estar terminando algo, de estar a punto de echar de menos algo que no sé ni si empecé.

Y como soy columpio, decido quedarme con el otro extremo y pensar en vacaciones, comprar videojuegos, tomar refrescos, llevar camisetas de colores y quemarme al sol.

Mejor así.

13.5.11

When it all went OK

Está bien. Mi nuevo lugar de trabajo va a llamarse OK. Porque casi, casi, casi se parece. Y porque realmente es algo así como elprincipiodetodolobueno. O quiero pensar que así va a ser. Que todavía quedan buenas noticias por llegar, o al menos yo las espero con energía. O al menos, no-malas.

Divagación aparte, mi nuevo trabajo es simplemente perfecto. Hoy hablaba con Megan (que no, no se llama Megan. Pero se parece. El nombre. Y ella. En versión chicadeallado, pero tiene un aire) de cuánto margen tiene todo para estropearse y seguir siendo un trabajo muy, muy, muy por encima de la media.

Si en la última entrada hablaba en abstracto, ahora puedo hablar en concreto. Han sido cuatro días tremendamente intensos pero maravillosos. Mi Jefe, que podría ser irlandés pero no, es tan ideal que en la cena que tuvimos el miércoles iba diciendo casi palabra por palabra lo que contesté yo cuando me preguntó la de RRHH qué esperaba de un jefe. Confianza. Básicamente, confianza. Haz lo que quieras pero no me engañes nunca. Tú eres responsable y eres válida: actúa como tal y todo irá bien. No sólo lo dice, claro está. Entré justo en lo que podía haber sido un fallo garrafal si hubiésemos querido convertirlo en un drama y se convirtió en un "no entiendo por qué no me llamáis y me decís las cosas. Ni que fuera a enfadarme. Estas cosas pasan. Ahora cambiamos el plan, y ya está".

Adoro a mi jefe. Hace MUCHOS jefes que no puedo decir eso. Y mira que yo soy de adorar a la gente. Pero me lo han puesto muy difícil. Y ahora, en cambio, adoro a mi jefe y a nuestros jefes. Un señor fundador, uno de los cuatro directores de la empresa, se disculpó conmigo personalmente por el fallo del martes. Por si me había causado algún trastorno. Joder, somos personas. Esto estaba empezando a parecerme inexistente en la vida real, tal como veo el panorama ahora.

El trabajo es lo mejor. Sencillamente, lo mejor. No es que los jefes molen y no te digan nada cuando vienen a hablar contigo y te encuentran jugando al Mahjong. Es que te dicen: "No, por favor, termina. Yo debería jugar más, también; no conozco lo suficiente esta plataforma". Me pagan por jugar. Y por hablar por Facebook. Lo cual no sólo es genial en sí mismo. También me deja mucho tiempo libre para otras cosas. Porque evidentemente ahora ya no me apetece gran cosa jugar cuando llego a casa. Así que igual hasta recupero la tesis. Bravo.

Las condiciones son excepcionales. En la oficina de París tenemos una nevera verde pistacho con cara de muñeco del juego (lo llamare Buh. Por ejemplo) Buh que sonríe, llena de latas de refrescos, y hasta cervezas. Una cafetera Nespresso. Y, a partir de ahí, imaginen. Porque tenemos una terraza con plantitas, un gato adoptado, dos pantallas por barba (ahora me parece tan pequeña la pantalla del portátil... Han creado un monstruo) para que podamos jugar en una y trabajar en la otra, una máquina de recreativos para hacer torneos de videojuegos antiguos, pistolas de juguete que suenan a Buzz Lightyear, desarrolladores que van a las reuniones montados en sus sillas a toda velocidad por el pasillo, directores creativos que deciden adoptar el bar que inauguraban hoy en el local de al lado y piden que les acompañes, responsables de implementación que no salen de la oficina si no les lanzas la pelota de goma, responsables de sistemas que se lanzan las cajas por la ventana del segundo, directoras de RRHH enganchadas a las magdalenas de Starbucks que no tienen llave de la oficina ni la quieren porque así entramos todos más tarde, compañeras de función que te llaman "my ice-cream buddy" y que son adictas a los frutos rojos y saben comer yogures con trozos de fruta sin cuchara, directores de arte que entran en la oficina haciendo un sprint y tienen ataques de risa cuando les ves, responsables de localización que utilizan expresiones como pesetasdedinero para referirse a los minutos de conexión que le quedan al pincho USB, testers que te llevan de cervezas y se pierden por París y que tienen amigas que podrían ser tú misma...

Además de todo esto, parece que va todo bien. Las personas que pueden acceder a las estadísticas dicen que sí, vamos. Se me acercan sorprendidos preguntando qué si yo he hecho algo para que crezca de esa forma el número de instalaciones. Se ríen cuando les contesto que claro que sí, pero que no sé qué y que intentaré averiguarlo por si podemos repetirlo.

Me entienden cuando hablo en inglés, aunque hable fatal. Les entiendo cuando hablan en francés, si hablan despacio. Acabo mandándole mails a mi jefe en inglés porque ya no sé en qué idioma pienso. Megan asegura que mi inglés es excepcional. Probablemente miente o exagera o ambas cosas porque es la única persona que conozco que es capaz de utilizar "Brilliant" dicho con entusiasmo como una estrategia cínica de autoprotección y que encima no se le note. Pero da igual. Más de una vez he dicho que si alguien ha hecho Literatura Comparada es automáticamente interesante. Y además es mi compi, así que más me vale que crea que me entiende. Porque, la verdad, con la otra no me entiendo, y quiero pensar que es el inglés. No todo es perfecto. Sólo es CASI totalmente perfecto.

Pero si no es mucho más de lo que cabe desear, que venga Ra y lo vea.

6.5.11

Motivos para adorar mi nuevo trabajo, vol. I

- Para preparar la entrevista me encargaron meterme en Facebook, jugar a un videojuego, y pensar una opinión crítica.
- Durante la entrevista, hablamos de torturar Sims. Y cuenta como positivo.
- En la segunda entrevista me preguntaron dónde quería tener mi lugar de trabajo. Y a pesar de que fui bastante sincera en casi todo, les gusté.
- La oficina, finalmente, está genial ubicada. Y aún lo quieren mejorar.
- Pagan más de lo que he visto en el 85% de las ofertas en el tiempo que llevo buscando. Y consideran que es un principio. Hasta que empecemos a generar negocio.
- Van en vaqueros.
- Se ríen muchísimo. Y amenazan con frases como: "Vamos a tener que jugar mucho".
- El plan de acogida incluye una semana en París. Con o sin finde, como prefiera. Porque me dejan elegir.

De verdad: me da mucha pena toda persona que no tiene mi nuevo trabajo.

27.4.11

Superwomen

Afortunadamente, sólo tengo 26 años. Comparto un piso de alquiler. Mi pareja no vive conmigo ni tiene prisa por hacerlo. Tengo trabajo, mucho trabajo, aunque me esté costando conseguir un empleo. No necesito cobrar esas facturas problemáticas inmediatamente porque me las apañé para tejer redes de seguridad a mi alrededor. Todos los problemas de salud de mi familia, por más que hayan destrozado las estadísticas, se han ido resolviendo de forma bastante satisfactoria; mi abuelo está vivo, mi padre puede comer casi de todo, no hay que abrirle la cabeza a mi hermana, y las vértebras de mi madre serán sustituidas mediante una serie de herramientas de última generación que garantizan una pronta recuperación. Estoy preocupada cual madre por la recuperación de mi coneja, pero es una coneja y no es mi hija. Y deseando que todo salga bien para estar a punto de empezar en un trabajo que será súperexigente y seguirá contribuyendo a que la veterinaria piense que no me ocupo bien de ella, pero que seguramente es el trabajo de mi vida. Todo el problema no es sólo que en la clínica hayan hecho lo que les ha dado la gana sin preguntarme si podía o no vigilarla, sino que este fin de semana voy como ponente a un congreso y, quizás, la semana que viene esté formándome en el extranjero para ese súpertrabajo.

Resumiendo: que soy asquerosamente libre y que me va fenomenal, con todos mis platos chinos.

Y no puedo parar de pensar en todas esas mujeres que no tienen tanta suerte, que tienen parejas que dan por hecho que el abastecimiento de calcetines limpios es su responsabilidad, que sí que tienen hijos y que no tienen caracteres fáciles, que tienen trabajos de mierda donde nadie les pregunta si tienen problemas en irse unos días de viaje, que no pueden dedicarse a investigar aunque les apetezca porque no cuentan ni siquiera con tres días seguidos que dedicar a su hobby, que no tienen una compañera de piso que puede vigilar a una seudohija que no puede pasar el rato en su jaula sin mayor complicación, y pienso que esas mujeres no se merecen el 8 de marzo. Se merecen una década de vacaciones, como mínimo.

17.4.11

Nostalgias diminutas

Hay cosas que, sin ser olores, aparecen en forma de estímulos irrelevantes y se convierten en llaves de delorean. La luz de las farolas contra el anochecer de los viernes por la noche, cuando aún es temprano, y el ruido de niños que salen a cenar con sus padres. El prólogo de findesemana. Cuando ir a los comerciales y tomar tapas en aquel bar que parecía un barco (a mí me lo parecía) era como darse un capricho, lo que visto en perspectiva es triste y entrañable al mismo tiempo.
La enfermedad que uno decide pasarse en la cama. Que habla de días y días de videoclub, "te he traído"... y ese color azul gastado de los folios que cubrían las carátulas de los VHS. Cuántos fines de semana alquilando, sistemáticamente, Inocencia interrumpida, Lolita y Los amantes del Círculo Polar, "supongo que sabes que a estas alturas hace tiempo que te había compensado comprarlas". Alquilar videojuegos y pasarse las noches medio delirando con la consola para pasárselos antes de devolverlos.
Me parece terrible pensar lo vieja que me siento y la cantidad de años que me quedan para ser realmente vieja.

11.4.11

Más paréntesis

La Chica Mariposa llega a Madrid autoamenazándose: "Según tu planning, tendrías que matarme". Una gran estrategia; si algo funciona dentro de la psicología es sin duda la psicología inversa. Panico, sigo metiendo retrasos en mi regla de tres cursos/días, me encuentro mal, me peleo con gente que considera que tiene derecho a interferir sobre mi malestar estando en uno de los círculos más lejanos a lo que yo entiendo por centro, me paseo con el portátil, saco las mandíbulas como un depredador, me disperso, no entiendo nada, hago amagos inútiles de encerrarme.
Pero, también, soy capaz de pasear por Somosaguas, de comentar objetos de estudio, de hablar de estrategias de tesitadas a las que las exigencias les vienen por cualquier sitio menos desde la tesis, de enfadarme más con los seleccionadores de personal que conmigo, de llevar tirantes, de vestir de rosa, de terracear, de dormir ocho horas, de sentarme en un parque, de cantar a Nacho por la calle, de reírme con ganas, de hablar con gente sin volverlo drama, de tener dramas, de quejarme por la vía convocada, de ir contra mis principios porque estoy cansada para tener principios, de rechazar dos trabajos porque cuando digo no, es no; de conciliar a Mi Media Infancia con el grupo del máster, de estropear tres comidas y que en realidad me importe poco o nada, de quedarme grogui y echar microsiestas, de escabullirme, de no escabullirme, de regalarme un día libre y resignificar un "no he hecho nada".
Y, las cosas como son; hoy estoy mucho más productiva. Los fines de semana, las vacaciones, no son regalos. Son exigencias del sistema para que podamos producir en el período productivo. Así que disfrútenlos ustedes también, pequeños work-a-holics. Por el bien de su carrera, como mínimo.

4.4.11

D ce D

[Este post es un homenaje a la dislexia, y al análisis de contenido. Encuéntrenme. Ja]

[Por otra parte, este post es una reconstrucción desde un e-mail. No tengo tiempo de respirar ni ganas de olvidar]

Mi móvil parece que mola pero es mentira. Porque cuando se parecen a ordenadores tienen que reiniciarse como los ordenadores. Mi móvil es tan listo que se reinicia solo y me pide la clave para que nadie pueda usarlo sin mi permiso. A costa de que cuando me cambian la hora de salir de viaje de las 15 a las 13 yo tenga el móvil apagado y no me entere de milagro. Me da un arranque de creoenlasseñales y le digo al Artequecreícopy que se vaya sin mí, pero es asquerosamente encantador (tanto que me dan arranques INMENSOS de desconfianza) y me viene a buscar a Embajadores. WOW.

Como soy Miss Procrastination 2011, por supuesto que primero he hecho el moñas con el enésimo juego de zynga al que me he enganchado, luego he estado currando cual condenada, y cuando pasa todo esto y quedamos en diez minutos en Embajadores tengo la maleta sin hacer, no me he duchado, y no tengo la reserva ni de la entrada ni de la pensión, así que estamos bien. Corro como en mi vida. De hecho no estoy segura de si corro o tengo un ataque de ansiedad o ambas cosas. Pero mágicamente llego en un espacio de tiempo razonable con mis cositas impresas, duchada, y con maleta.

No le recomiendo a ningún fóbico social tres horas y media de viaje junto a cuatro personas que no conoces de nada y que se conocen entre sí cual parejas. Las parejas creativas son una cosa espantosa porque son como matrimonios. Ir a un encuentro de publicistas es como meterse en un club de swingers que no tienen ninguna intención de cambiar de pareja. Parece que todo es guay y divertido pero en realidad estás fuera de lugar, tú lo sabes y ellos también. Me hago pequeña. Tan pequeña que el Copydelartealquecreícopy llega a preguntar si sigo en el coche. En fin. Cuando se va la Chica Que No Se Resiste A Un Helado, que me produce parálisis seria, algo mejor. Pero para entonces ya estamos en ZGZ y da un poco igual. Respiro hondo y pienso que tiene que pasárseme todo esto antes de la fiesta.

Pero no llego a la fiesta. Como el cuerpo es un ser muy sabio, me baja la regla nada más poner un pie en la pensión. Me doy una vuelta, compro ibuprofeno, agua mineral (lo único malo de las ciudades con río) y la cena, y me vuelvo a la pensión. Me acuesto un rato, hablo con el Rey del Laboratorio y me pongo a currar. Y me he dejado las gafas en Madriz y me duele infinito la cabeza y estoy hecha un pingajo y si hay algo que no me apetece es ducharme, ponerme un vestido bonito que merece el pintalabios rojo que también se ha quedado en Madriz sobre todo para aprovechar que voy a salir sin besar a nadie (lo único malo del pintalabios rojo; pero que es suficiente para que haga un año que no lo uso), y recorrer media ZGZ por pequeña que sea para ir a una fiesta a la que no me siento invitada aunque me hayan invitado.

Así que me quedo currando, que dicen que el trabajo dignifica, y, al menos, me cunde. Me siento un poco imbécil por estar pagando una habitación en la que currar y dormir existiendo mi casa, pero al menos cunde. Y el sábado promete ser largo. Así que bien.

Mucho mejor que bien, en realidad. Porque el sábado es uno de los días más ambivalentes que he tenido en mi vida. Para empezar no consigo levantarme a la hora que quería, así que tengo que salir pitando, y coger un taxi que creo que me estafa. Sigue doliéndome la cabeza y estoy desorientada. Nada de ver ZGZ, que me apetecía (al fin y al cabo vine hasta aquí a regalarme la "discreta libertad" de mis veinte años, aunque viendo la ciudad ahora parezca otra). Nada de nada. Portátil, carreras, y taxista rancio. Llegar tarde a ver al señor que a ratos parece cubano aunque sea catalán (los nombres, insisto, están ocultos a propósito. Voy a demostrar que la monitorización no existe), que mola mucho. Me río, tuiteo, y mientras tanto el powerpoint en el que hago un curso escribiendo a toda máquina comparte protagonismo en mi pantalla, dejando bastante boquiabiertos a los chicos de mi derecha, que serán creativos pero parecen poco multitask (también es cierto que tengo que tener una pintaza de friki considerable). Empieza el tío al que recomendó la Chica de las Manos Pequeñas, y que yo aborrezco, y me siento inmensamente falsa tuiteando las frases que dice que me gustan (y que en su inmensa mayoría no dejan de ser chistes fáciles, pero en fin, de eso vive un timeline) y mascullando "imbécil" cuando dice cosas por las que merece que le pasen cosas malas. Pero, ojo, me voy acostumbrando a este desdoblamiento. Creo. Miro alrededor. Me preocupa muchísimo seguir sin reconocer a nadie. No ver a la gente con la que he venido y con la que se supone que me voy. No ver al Creativoalquepersigoen360 y pensar que igual he venido hasta aquí para celebrar la resaca de personas a las que apenas conozco. Me cabreo. Me agobio. No me gusta mucho lo que veo. Todo el mundo está demasiado bien vestido, bien peinado. Todas las sonrisas parecen falsas. Esta gente deberían ser uno de los colectivos que más disfrutan de su trabajo, y no veo eso. De hecho, cuando llegan los jóvenes talentos la mitad se van a comer y a seguir con su networking y sus cañas mañas y a mí me enerva la falta de respeto, de interés, de quienes sí podrían darles trabajo. Qué narices hago yo allí si tendría que estar en la pensión enchufando mi portátil (que ha muerto) para terminar mi curso, porque, señores, yo no me dedico a esto, si los demás están dando la espalda a la gente a la que van a necesitar mañana.

Uno piensa que es enfermizamente ególatra, y luego va y se rodea de creativos, y se le pasa.

Salgo agobiada porque ya no me da tiempo de ir a la pensión, hasta que descubro lo fáciles que son las cosas cuando uno pide ayuda (siempre se me olvida; les remito a la frase anterior), y una chica me dice que pase a una sala a enchufar el ordenador y una marca de cerveza nos invita a las cañas del aperitivo y soy encantadora con las chicas del mostrador porque intuyo que no les ha mirado nadie (ni siquiera al escote) en todo el día, viendo el panorama, y necesito sobrecompensar a mi manera, y al menos como mirando al río y al sol, que son dos cosas que solucionan casi todo y que combinadas con el Rey del Laboratorio aunque sea en diferido acaban (casi) con mi mal humor. O eso creo (es mentira).

Entro a las conferencias de la tarde, una tía intenta venderme que puedo vivir de mi manera de ver el mundo (putoscoolhunters), un tío intenta venderme su libro durante una hora en plan altermundista (putosjipisquesededicanalapublicidad), aparece el Creativoalquepersigoen360, me saluda, me pregunta por la WiFi y se pira, yo me voy fuera porque no pillo la Wifi, termino el curso, me quedo sin batería por segunda vez, panico, tuiteo desde el móvil porque me abruma que parezca que no tengo nada que hacer ni perrito que me ladre, un tipo da una charla a lo chanante de apps que mola mucho hasta que me doy cuenta de que no tengo un iPad2 (putosgeeksconpasta), pienso en escaquearme, me siento culpable, aparece el Artequecreícopy borracho como un piojo, entramos a la entrega de premios (putoscreativosquesemontansusgoya), la "ceremonia" es un infierno (putostécnicosdesonidomúsicospoprockyarquitectosfansdelhormigón), conseguimos llegar a la cena con más hambre que vergüenza, me pongo mala de comer, me bebo tres cervezas que deben ser de aquí porque no se suben (afortunadamente para todos), pululo intentando que parezca que tengo amigos.

Post-fiesta: bien pensado, me he acercado a una tía a charlar de SU proyecto (un fanzine sobre fotografías que busca "una mirada antropológica sobre la construcción de la identidad a través de formas de socialización contemporánea como son, en este número, las del ocio, en el próximo, fenómenos de consumo", holasoytufan), y quiero resaltar que la tía exponía en jóvenes talentos y no tiene trabajo; he estado intentando integrarme entre la gente de la agencia del Artequecreícopy, que son relativamente jóvenes (tampoco es que la media sea alta), frescos y majos; he mirado con desdén a dos millones de creativos viejunos (para la media) que deben de creerse que el rato posterior a la entrega de premios es una de las escasas ocasiones que tienen para follar gratis a lo largo del año (¿por qué no son gays? ¡Distinguen colores!); he conseguido por fin que el Creativoalquepersigoen360 se acerque a mí y charlemos, claro, de SU agencia, y, llegado cierto punto de la conversación, de SU ego. El Artequecreícopy no para de repetir que la culpa de todo lo malo que pasa en el mundo es culpa de la gente de cuentas. Y de los clientes. Pero sobre todo, de cuentas.

Miro a un lado y al otro y, aunque mira que el Artequecreícopy cuando está sobrio me cae bien, y aunque mira que admiro a la DiseñadoraAntropóloga y al Creativoalquepersigoen360, pienso que si me fui de CAV fue para no competir con egos tan grandes como el mío y que este no es mi sitio. Cojo el PC y me piro.

Cuando entro en el hotel junto al palacio de congresos para pedir un taxi, la mitad femenina de la agencia de nombre entrañable, que se ha llevado chopocientos premios y ha presentado la segunda campaña que más me ha gustado, está dentro sosteniendo a su hija, de unos meses. Y yo sonrío y pienso, "ja. Claro que se puede ser creativa y madre". Me encantaría decirle eso y que me encanta su forma de hacer y de entender la publicidad pero, qué raro, me da vergüenza. Cojo el taxi y estoy a punto de salir de la Expo cuando unos chicos preguntan si podemos compartir taxi. Miro por la ventanilla, y el que quiere subir es la mitad masculina de la agencia de nombre entrañable.

Y pasamos un camino en taxi encantador hablando de venir de groupie a los congresos, de ningunear la comunicación corporativa, de que escuchar a los clientes mola más que impresionarlos, de reconvertir una carrera cuando uno quiera, y de escribir. Y me deja en la puerta de la pensión y no me deja pagar el taxi y me dice que le escriba.

Y me doy cuenta de que de vez en cuando entre tanto ego hay gente que oye, gente que tiene hijos, gente que se mima, y gente a la que no le importan mucho los premios (aunque igual es sólo porque se los lleva).

Y me alegro de haber venido, de repente.

Aunque en el fondo siga pensando que si esto siempre es así, igual no quiero estar aquí siempre...

27.3.11

P.D...

"¿Acaso no podía dar marcha atrás? Reconocer su error y volver donde una vez habían estado juntos tanto tiempo solos. Juntos solos compartieron tanto. No. Lo que había hecho sola no podía deshacerse. Nada de lo que siempre había hecho sola podría ser deshecho nunca. Por ella sola."

"Miré su rostro amado y escuché las palabras no dichas. No hay necesidad de volver a su lado, incluso aunque estuviera en tu mano."

"No queda nada que contar."

S. Beckett, Impromptu de Ohio

Lo raro es quererse

Si hay algo malo, malo, malo para la autocompasión es una selección precisa de Nacho Vegas.
¿Saben lo de la profecía que se autocumple, lo de la teoría del etiquetaje? ¿Saben cuando tienen una entrevista de trabajo y todo va bien hasta que el entrevistador pone cara de que le pareces idiota y, entonces sí, empiezas a portarte como si lo fueses? ¿Saben la de esa gente que siempre habla de "sus tonterías" o "sus paranoias" cuando siente el desprecio de la gente a su alrededor? ¿Saben la de esas personas que realmente creen que tienen alguna maldición y que "con lo que hay dentro de mí no está nada mal si mañana estás aquí" y que "cómo no vas a cansarte, si de miércoles a martes ya estoy harto yo de mí"?

Pues a tomar por culo. Señores, reivindiquemos nuestros problemas, nuestras preocupaciones, nuestras ilusiones, porque no podemos dejar que la opinión que creemos que tienen los demás nos frene de sentirnos válidos, dignos. De disfrutar de lo que hacemos. De ser felices.

Y si para eso hay que cerrar la puerta a la gente a la que una vez quisimos pero que nos hace un daño atroz, pues se hace. Porque, al final, han pasado seis meses y ya sólo duele un par de veces a la semana. Supongo que a todo se acostumbra uno.

26.3.11

El mundo (mío) sostenido en la punta de tus orejas, en el crecimiento de tus uñas. Aguanta(me). Aguanta(me).

(Querer) creer que si a la luz de mañana no huele a sangre, habré(mos) ganado. Sabiendo, como sé, desde hace tiempo, que todo esta perdido.

14.3.11

Espirales de violencia

Odiarte a ti misma. Odiar a la gente porque te odia. Odiar a la gente que no te odia porque ya te has hecho a la idea de que te odiaba (y de que te lo mereces). Odiarte por odiar a la gente que te odia y a la que no.

Torpeza social que tiende a infinito.

Hablar de círculos viciosos mola mil. Pero salir de ellos tiene que ser lo máximo.

SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS-SOS.

13.3.11

"Es ley de vida"

Es ley de vida, su puta madre. Ley de vida sería si muriésemos con 35 años, como antes de que existieran los antibióticos. A partir de ahí, es ley médica, y es trampa. O no, y es un progreso y bla, bla, bla. No tengo ganas de discutir. Pero lo que no es, bajo ningún concepto, es "ley de vida".

No es ley de vida que una persona sufra un deterioro durante años que le produzca un daño psicológico espectacular y le quite las ganas de vivir y se convierta en un impedimento para que vivan aquellos que aún tienen ganas, energía y capacidad. No es ley de vida que no haya previstas soluciones (sanidad pública, decían) para ese tipo de problemas. No es ley de vida que evitemos la muerte a toda costa, sin pensar en que a veces perdemos más de lo que ganamos.

Mi Primo Primero (a.k.a.) El Que Siempre Cae De Pie habla de apuntarse a no sé qué historia en Ginebra para indicar a partir de qué estado de deterioro consideras razonable una eutanasia. Yo no estoy segura de qué pienso. También es cierto que no importa mucho lo que piense, porque no puedo pagarlo. Shit happens.

Y más allá de todo raciocinio, más allá del cálculo económico de la vida (que es motivo suficiente para no merecérsela, claro que sí), más allá de las respuestas en mal tono, más allá de las llamadas que no hago porque para qué, más allá del necesitar tener una opinión sobre algo que es una controversia insalvable, más allá de mi susceptibilidad ante la incapacidad diplomática de mi madre (adecuadamente heredada, como señalaba el viernes el Chico Extraordinario), está esa enorme, impotente ternura al mirar unas manos amoratadas, un labio torcido, y una cabeza dentro de la que están pasando cosas malas, inabarcables. El miedo atroz. La sonrisa gigantesca, fingida, "sí, abuelo, claro que he crecido".

Bonding

Human bonding is the process of development of a close, interpersonal relationship. It most commonly takes place between family members or friends, but can also develop among groups such as sporting teams and whenever people spend time together. Bonding is a mutual, interactive process, and is different from simple liking.
[De la Wikipedia en inglés]

Sí, hay algo más allá de disfrutar de la gente o de sentirte bien con la gente y tiene que ver con el sentido de pertenencia, con el desarrollo de lazos, y con procesos interactivos. Y es tremendamente necesario.

El novio marido del Chico Samba dice que en España la gente está triste y malhumorada, que viene a ser lo mismo que dice la Chica que me Adentró en Twitter, y que viene a ser lo que demostramos y contra lo que nos peleamos la Chica de las Sonrisas y yo. Que al mismo tiempo reconocemos que hace meses que no tenemos ganas de salir. Que boicoteamos nuestras salidas. Y que retamos a la gente al avercuántotardasenirte, que como sigamos detectando gente rota vamos a tener que convertirlo en deporte nacional.

Lo triste es que los argumentos son buenos; son tan buenos que se nos van de las manos y se desarrollan ellos solos y se instituyen en coraza protectora de toda la maldad de este mundo. En la que nosotras nos reconocemos, de la que nos sentimos partícipes; que nadie crea que esto lo decimos desde ninguna atalaya. Nos reímos ante nuestros errores. Repetimos frases cínicas, estereotipos despectivos y lo que haga falta. Nos colocamos, como ya hacíamos el Chico Boscoso y yo hace ahora diez años (W-O-W) en un lugar indeterminado entre la incomprensión, la hipersensibilidad y el cinismo.

Cuando en realidad todo lo que necesitamos para dejar de ser chicas aterradas, malhumoradas y peligrosamente cínicas, para que no parezcamos las mismas que bromeábamos con vender por órganos a nuestra descendencia, es que venga un casi-desconocido, te abrace y no te apuñale. Que, por cierto: es algo que pasa todos los días.

Así que me propongo salir más. Ser más humana, más interactiva. Tocar mucho y que me toquen mucho. Y dejar de mostrar y sentir rechazo, hacia y desde dentro.

Y crear lazos con el mundo, antes de que cualquier día salga volando y no haya nada que me retenga.

9.3.11

Es mi twitter, y lo descuido si quiero

Agotador. Tremendamente agotador. Si parpadeas, te lo pierdes. No sabes ni cuántas cuentas retuiteando el mismo artículo copiado de un blog americano. Un maldito floodero (así los llamábamos en IRC. Ahora no sé si tienen nombre) cuelga los enlaces a sus post doscientas veces al día, llenos de hashtags. Una competición brutal por ser el más ingenioso. Una angustia vital en forma de actualización compulsiva de hootsuite. La sensación de que algo está yendo mal si no recibes ningún estímulo internet-cio en el plazo razonable de cuarenta y cinco minutos en que bajas a comer con tu madre y tu móvil nuevo con Android.

Así no se puede vivir. Qué quieren que les diga.

Se me ha pegado el objeto de estudio. Me paso el día haciendo personal branding en lo profesional, analizando el personal branding en lo académico, y sufriendo el personal branding en lo personal. Me promociono, me autopsicoanalizo y me desprecio en una simultaneidad esquizoide que vive un 60% en Internet y un 40% en la vida real.

Y, qué quieren que les diga. Cuanto más me esfuerzo, más asco me da todo en general.

Una regla principal del personal branding es comportarse como un adulto (es decir: cínico, hipócrita y bien pegadito a la curva de la media a ser posible). Ser diplomático. No mostrar ningún indicio de tener una inestabilidad emocional que te coloca permanentemente en la adolescencia. Obviamente, no es mi técnica.

Pienso en crearme identidades borrokas (la cuarta. Sería la cuarta. Y todavía las hay que sugieren que sean colectivas. Que igual no es mala idea. Pero que me siento suficientemente Sybil ya) para sacar fuera toda esta frustración, estas ganas de gritar, de vomitar, de ser desagradable, violenta, intempestiva, irracional, impulsiva. Pero no lo hago. Así que llegados a cierto punto de presión la identidad que ande rondando termina siendo borroka. Y eso es peligrosísimo, me dicen por todas partes. La gente no te quiere. Los "reclutadores" no te contratan.

De verdad, no puedo más.

Hoy he descubierto que ya soy la chica que quiero ser de mayor. La pena es que ella ya está embarazada y ya es escritora insigne. Yo sólo me quedo con el resto. Con la neura, la palabrería, y el miedo atroz a las exigencias.

Hago trampas y pierdo, ¿se puede ser más tonta?

7.3.11

Le estoy pillando el gusto a eso de ejercer de novia los fines de semana. A las peleas por el edredón, a racanearle al sol los últimos rayos después de que la mitad de los días se nos olvide. A los gruñidos.

A cambio, las semanas siguen siendo una montaña de tareas y se me queda todo atrás.

Como las latas de los coches de los recién casados en las películas antiguas.

24.2.11

La parte "lance" del freelance

Desde que mi situación laboral es irregular y tiende a la desesperada, he aprendido varias cosas:

1) Hay algo peor que no tener empleo, que es tener un empleo de mierda. Y volverse paranoica.
2) Hay algo peor que tener un empleo de mierda, que es no tener trabajo. NINGÚN trabajo. Y volverse neurasténica.
3) Hay algo peor que no tener trabajo, que es tener muchísimo trabajo y que nadie entienda cómo tal cosa es posible. Y volverse psicótica.

Llevo desde noviembre, cuando empezo esta cosa rara a la que me dedico de forma profesional aunque en pijama, diciendo que no todo el rato. A las cañas de martes. A los empleos de mierda (sí, a esos también. Mi orden de valores es mi orden de valores, y está bien claro ahí arriba). A los libros que gritan mi nombre desde estanterías diversas, propias y ajenas. A cañas que no eran de martes pero que me pillaban o llegando con el tiempo pegado al culo al deadline, o recién cumplida una entrega (generalmente, con retraso, estrés y drogas legales).

Desde enero, digo que no, además, a esas ganas de fumar espantosas que tengo, afortunadamente cada vez de forma menos frecuente (creo que andan en los 45 minutos). Son cosa de segundos, pero durante esos segundos me arrancaría a tiras la piel del cuerpo. Les aseguro que eso no ayuda a concentrarse.

El caso es que llevo tres meses currando sin saber ni cuándo ni cuánto cobro. Que la cosa empezó prometedora, cuando todo mi agobio era compatibilizar las horas que le dedicaba (unas 25) con las oposiciones y demás. Que, en medio, como suele ocurrir, se me ha ido todo de las manos. Que sustituyo adicciones reales por adicciones virtuales, que hago estimaciones de trabajo que se corresponden con mi vida antes de ser no-fumadora (y que luego implican maratones hasta las mil de la mañana, uno tras otro). Que me meto en la cama y no me apetece ni dormir, porque sueño con lo que tengo que hacer el día siguiente, y para eso, señores, casi me quedo despierta y lo hago.

Y, mientras, la gente me mira mal. Me mira mal porque no salgo tanto como debiera, porque no llamo por teléfono yo primero, porque respondo compulsivamente en Facebook pero no contesto los e-mails, porque incumplo persistentemente mis obligaciones y vocaciones de doctoranda, porque tengo twitter pero lo uso poco (cada una de mis tres cuentas), porque malcomo por no parar a comprar, ni a cocinar, ni a pensar, ni a comer; porque cuando se me pregunta por mis planes de ocio grito y lloro y escupo, porque estoy enfadada con el sistema político, con el sistema económico, y con todas las personas humanas que componemos ambos (no lo olvidemos).

Pero sobre todo, se me mira mal porque no debería quejarme, claro.

No debería quejarme porque tengo trabajo. No debería quejarme porque no tengo horario. No debería quejarme porque no tengo jefe. No debería quejarme porque no se me ha acabado el paro. No debería quejarme porque tengo una familia que quiere estar conmigo a horas a las que yo tengo que estar trabajando (de forma incomprensible, cuando es evidente que trabajo porque quiero). No debería quejarme porque no tengo obligaciones, porque todo lo que tengo son derechos, y porque peor están en Libia.

Y yo sólo quiero que me dejen gritar. Como en Libia. Y si luego me cae una bomba, habrá valido la pena. Aquí no caen bombas, pero nunca grita nadie.

Y que me pidáis que no me queje es sólo la muestra.

10.2.11

I don't love anyone - you're not listening

Hablo con mi psicólogo de mi vínculofobia, largo y tendido. Supongo que se aprovecha un poco de que le haya dejado tan en bandeja y con su papel de regalo un ejemplo perfecto para corroborar su última teoría, que viene a ser un desplazamiento horizontal del freudianismo de lo más curioso pero que, al final, funciona.

El rollo viene a ser, nada muy original: cuanto más lejos, menos daño. Porque, estadísticamente hablando, la gente que he tenido cerca ha sido tremendamente peligrosa en una inmensa mayoría de casos.

Hablo con mi Tito-Director (me parece muy estupendo usar este nick, precisamente ahora), sobre el cinismo. Lo necesario que es y lo que desgasta. Probablemente no tiene ni el menor sentido lo que decimos, porque debería ser o necesario o demoledor, pero no sirve para nada si es las dos cosas.

El caso es que pensando en la llamada a mi madre, en el ycuandoestásbienqué, en cierta capacidad de levitar recién descubierta, pienso que ser de algodón de azúcar mola mil pero ser de piedra tiene que ser la bomba.

Porque el caso es que incluso cuando nadie quiere hacerme daño me lo hacen. Si no digo que la gente sea mala (no ahora. Igual históricamente, mucha de ella, sí). Digo que tengo una capacidad descomunal de entender las cosas como no son, y de sentirme rechazada, repugnante y odiosa a la mínima. Incluso cuando hay una explicación razonable para las cosas que pasan, a mí me sigue pareciendo, navaja de Occam en mano, que es mucho más lógico pensar que era irracional pensar que quisieran pasar tiempo conmigo. Que es no tener ni puta idea de para qué sirve una navaja de Occam, probablemente.

La cuestión es que si habitualmente me agarro/agarraba a lo que mola el columpio, conforme va pasando el tiempo estoy cada vez más convencida de que no quiero ser cínica, sino psicópata; y no quiero decir barbaridades, sino ser una bárbara.

Y que quiero coger a todo el mundo e instrumentalizarlo y a tomar por culo la bicicleta.

Porque cuando floto, mola. Pero cuando duele, es jodidamente insufrible.

6.2.11

De superpoderes y otras malas costumbres.

Ya lo dije, así que ya lo sabía, pero supongo que se me olvidó. Está bien que haya gente a tu alrededor que te recuerde lo que ya sabes pero no te da la gana de pensar.
Te pasas tres días eligiendo las palabras para ser capaz de no dejar traslucir el estado real de las cosas en conversaciones telefónicas de más de una hora, para que al final, cuando lo sueltas, escuches un: "bueno, te dijeron que pasaría. Ha tardado mucho en pasar y lo controlas mejor. Y tienes que acordarte también de lo bueno". Sí, es cierto. Cuando soy feliz, soy más feliz que nadie. Y he sido capaz de ser más feliz que nadie durante bastante tiempo (ansiedades aparte), y todo ha ido bien hasta que se han empeñado en darme pastillas rosas y volverme nihilista.
Probablemente ya no tenga cerca quien entienda mis redes textuales ("todas mis buenas frases no son mías, son de Astrud"), pero tengo otras cosas.
Tengo que ser capaz de ver las frases en negrita que abren los correos y que dicen cosas bonitas de mí. Tengo que dejar de negarme a que el Rey del Laboratorio se ponga la capa y venga volando a lanzarme rayos de abrazos tranquilizadores. Tengo que permitir que mi padre me trate como a la niña mimada que soy, porque cuando lo hace, le freno y dejo de portarme como una niña mimada en general.
Tengo que salir a la calle, tomar el sol, beber cerveza con limón, comprar pasteles.
Y tengo que saber que voy a tardar en poder hacer todo eso pero que no pasa nada. Que podría ser peor. Que cuando digo en voz alta las palabras que me queman por dentro dejan de ser mi secreto, dejan de tener fuerza. Que tener miedo hace que las cosas no pasen. Y que, por eso, hay que elegir a qué tener miedo.
Aprovechar el impass. Hacer esas cosas que no puedo hacer cuando no hay quien me meta en casa. Tachar cosas de listas, que siempre sienta bien.
Y saber que soy yo la que está dejando fuera a los demás, y dejar de sentirme excluida. Y centrarme en que al menos hay alguien a quien siempre quiero ver, y que está dispuesto a venir a verme incluso cuando no le dejo. Que es una suerte inmensa.

5.2.11

Real newyorkers

Fans de HIMYM: ¿en el capítulo de How to be a real newyorker dicen en algún momento que sea necesario hacer todo eso en Nueva York?

Porque estoy buscando ansiosamente una cucaracha para poder decir que conseguí en 24 horas un carnet de auténtica neoyorkina.

1.2.11

Angst

Dos trabajos, ningún contrato. Tres asignaturas, dos directores y un proyecto de tesis, todos abandonados. Un montón de obligaciones que se van acumulando porque en vez de sangre, tengo nitrógeno líquido. Y no puedo moverme, no puedo respirar, no puedo dormir. Sólo puedo ver desde mi congelación cómo pasan los minutos y se me van escapando los deadlines de las manos. Cómo aumenta la regla de tres de horas de trabajo diarias.

Y las expectativas, las putas expectativas. Las propias y las ajenas. Los libros sin tocar, de todos los palos. Las carpetas que no abro. Los formularios que no relleno. Los planes que no hago, porque no sé dónde estaré. Porque no me atrevo siquiera a pensar dónde estaré.

El miedo al miedo. La envidia cancerígena que mueve todas mis palabras como una titiritera. El estar tan angustiada por la espera que estoy dispuesta a destrozar con mis propias manos todo lo que sea necesario, con tal de que no me obliguen a mirar cómo arde.

La sensación general de que sería facilísimo hacer un Kiko Amat.

14.1.11

Pesca de red

Yo juraría que ya había hablado por aquí de esto, pero mi buscador lo niega, así que empezaré por el principio.

El principio es en el Mono, con la Chica Casi Trilingüe, antes de que se volviera holográmica y yo me cambiase de piso y abandonase el Mono salvo honrosas excepciones. Una de esas conversaciones en las que estaba pensando todo el rato que qué lista y qué sensata es esta chica. Hablábamos de una proposición a café de un profesor del que no sabía nada hacía cinco años, y a ella le parecía evidente que, en cualquier caso, había que ir. Dijo que no estábamos en un momento en el que pudiéramos pescar con caña. Que la única opción era lanzar las redes, y confiar en que algo habría dentro al recogerlas. Y que lo primero era la patata.

Verdades como puños.

Así que me paso la mañana revisando el programa del máster del Colegio de Sociólogos y Politólogos, dudando. La sobremesa, con mi Tío Creativo hablando de si tiene sentido o no hacer un máster en marketing digital o un curso de community manager, intentando explicarle por qué creo que trabajar gratis es un daño que haces a la sociedad, recordando que yo en realidad era marketiniana, y tratando de sacarle provecho a mi adicción a Farmville. La tarde, haciéndome un perfil en una especie de Facebook académico, siguiendo a algunos de mis nuevos gurús con la esperanza bastante vana de que algún día se den cuenta de que estoy allí. Escribiéndome con el Chico Samba para evaluar posibilidades bilingües de publicación de nuestro trabajo conjunto. La mañana echando CVs y apuntándome todo lo que tengo que cambiar de mis "presentaciones estratégicas". En un rato bajaré a hacer la compra e intentaré atreverme a poner en práctica mis supuestos nuevos conocimientos culinarios. Quizás incluso me apunte a un concurso nuevo de la tele. Estoy muy enfadada con el vacío que me hacen de Pasapalabra. Con lo maja que soy.

Porque no sé si soy marketiniana (y si sí, no sé si soy de comunicación o quiero ser planner 2.0, o creativa, ya que nos ponemos), si quiero currar en RRHH para hacer etnografía en condiciones (y para cambiar un poco el chip, que también mola), si quiero ser académica insigne (que probablemente sí, pero en fin. Hay que llegar. Y el camino no apetece nada), si me vale con que el correo que espero llegue y tener asegurada la supervivencia otro año, o si toda mi aspiración es ser una buena mujer florero (estar empezando a ver Mad Men no ayuda nada).

En el fondo es el momento de tirar de lecturas y hablar de yoes saturados. Soy todo eso. Y probablemente podría ser todo eso, porque el mundo es bastante indefinido. Otra cosa es que sea cierto todo el discurso de "eres libre, elige tu carrera". Así que, como no depende de mí, yo sigo echando la red. Cada vez más tupida.

Y a ver qué pasa.

11.1.11

Estadísticas (en contra)

Es que no se trata de alegrarse o no alegrarse. Se trata de no tener un ego tan enorme como para creer que uno forma parte de lo que le cuentan. Se trata de que lo importante de la noticia no es, ni mucho menos, una conversación aislada con el Chico Samba, por más que él se empeñe en recordarla (y más que él, su otro él).

No se trata de vestidos, ni se trata de fechas, aunque este año el 16 de abril sea sábado. No se trata de números, ni son carreras.

Es sólo la confirmación palpable de que estás haciendo algo mal, una vez tras otra. Y que por muy sinceramente que celebres que los demás acierten, sinceramente, no entiendes en qué cojones te estás equivocando, y punto.

Y por una vez, para variar, estaría bien ser yo la que pone cara de no-sé-a-qué-te-refieres en medio de mi felicidad contagiosa y obnubilante ante las congratulaciones ajenas.

Y me cagoentodo, las cosas como son. Desde mi egoísta envidia.

8.1.11

Aniversarios

El otro día estuve a punto de escribir que hacía un año que el Chico Extraordinario tenía apodo. Que no es una fecha memorable, pero me pareció curioso que después de un año y con lo irregular que ha sido nuestro contacto últimamente, y con lo poco que me gusta a mí salir la noche de Reyes, dos años consecutivos haya habido un imprevisto y él se me haya cruzado, antes o después.

Luego pensé que el año pasado el Chico Extraordinario era una cosa bastante ambivalente, y que mejor que no. Que los aniversarios, sólo de cosas extraordinariamente positivas (no confundir con positivista si uno no quiere recibir broncas puristas, que no puretas). Si me pusiera a hablar de aniversarios tendría que terminar hablando de 19 de octubre y de 16 y 22 de noviembre, y no me da la gana. Me aburrí de hacer camisetas celebrando haber sobrevivido a años de mierda.

Pero el caso es que el Chico Extraordinario en un año ha pasado de ser ambivalente y conflictivo a ser una especie de boya cuando te estás hundiendo a morir lejos de todos los puertos conocidos. Y que bravo por el 5 de enero, y bravo por esta noche. Porque quién quiere pensar en la gente que no quiere estar contigo cuando puedes pensar en gente que se divierte contigo incluso aunque hables de diarios de investigación y diarios de campo.

Algún día, dejaré de meterme con él y empezaré a darle las gracias. Porque además, entre otras cosas, fue él el que me enseñó dónde mirar si quería tener aniversarios que fuesen obviamente celebrables. Y saber mirar es importantísimo.

3.1.11

Tesitando

Propósito #1: Hacer cada día algo que me apetezca.
Propósito #2: Ser no-fumadora en enero de 2011.

Resultado: me he encerrado en casa. Que va exactamente contra las normas de lo que me dijeron en la consulta, pero es que ya he demostrado suficiente sumisión manteniéndome fumadora los primeros días de tratamiento, con las ganas con que había apagado el último cigarro (cierto es que parece que fue un acierto. Ya no me estoy volviendo loca. Creo). Creo que me aburro, pero es mentira. Me he pegado otro intensivo de limpieza, que son un rollo pero luego quedan bonitos. Me he visto dos pelis en una noche. He jugado al Faraón hasta aburrirme. Y por fin, por fin, por fin, he empezado la tesis de verdad. No en plan llevarme libros al autobús para leer algo en los quince minutos del trayecto y sentirme productiva porque tomo notas. No. En plan psicópata total.

He empezado por el principio (insisto en que soy una desobediente) y me he ido al segundo libro que me recomendó mi Señor Director. Que es lo más. Cada página que leo me encanta. Contiene el artículo que mi padre y yo habríamos escrito a pachas si nos hubiésemos visto más cuando estábamos obsesionados con el mobbing. Entre otros. De montones de autores que no me suenan de nada. Porque no soy socióloga, señores, que no. Estaba buscando donde no era. Resulta que existen personas como yo, y se dedican a hacer Critical Management Studies, que es un poco coñazo de escribir pero mola mil.

Personitas que se parapetan en las escuelas de negocios de las Universidades para decirles a los estudiantes de MBA que mola mucho dominar el mundo pero que igual hay que pensar las cosas dos veces. Que les enseñan que existe Foucault, y que lo que dicen es performativo, y que hay una ambivalencia en las aparentemente maravillosas nuevas formas de gestión de RRHH. Que todos queremos trabajar en Google pero que igual se puede hacer mejor.

E, insisto, son unos valientes. Lo dice el señor que yo creía que quería ser: viven en el corazón de la bestia. Y eso es bonito y hace que apetezca dedicarse a esto toda la vida. Sí. Pero también complica tremendamente mis sueños lúcidos con California. Porque a santo de qué voy a irme yo a un país donde consideran que la Seguridad Social es un invento del demonio a explicarles por qué estoy tan enfadada con el mercado laboral.

[Además, el StreetView de Google es un bicho traicionero que se ha empeñado en demostrarme que ni Stanford ni Berkeley molan tanto como las pintan]

Así que he pasado unas seis horas de las últimas 24 averiguando dónde quiero vivir. Y ahora mismo, mi ganador es Cardiff. Que es un sitio del demonio donde llueve todo el rato y tienen máximas de 15º en verano. Y es Gales, ni siquiera Escocia. Así que igual he encontrado una vocación y un gurú. Probablemente odiaría que le llamase gurú, y eso mola.

Me he pasado otras tantas horas buscándole a él y a sus referentes en la maravillosa base de datos de revistas electrónicas de la UCM que no sé dónde ha estado el resto de mi vida. Jugando con Zotero.

Y luego una prueba de aptitud para un trabajo que no quiero me ha recordado que no soy tan lista como pienso. Y que necesito un plan. Y que lo necesito cuanto antes. Porque la Comunidad de Madriz me ha llamado perezosa, con todas sus convocatorias de ayudas "hasta 31 de diciembre de 2010". Y mi cuenta corriente me llama cosas feas, por encantador que sea el chico de la oficina bancaria. Y la prueba de realidad no me gusta nada en absoluto. Quiero poder creer que va a venir algún banco (lo cual es paradójico) a ofrecerme un billete a Cardiff. Y que todo va a salir bien: que no tendré que dejar el piso, que encontraré un trabajo cuando vuelva.

Ser adulto es aprender a recortar la carta a los Reyes. Así que, queridos Reyes Magos, sólo os pido una cosa: seguridad. Porque esto de pensar que lo voy a hacer todo mal y que decida lo que decida voy a perderlo todo no me convence nada. Y he sido buena, así que tomad nota.