6.2.11

De superpoderes y otras malas costumbres.

Ya lo dije, así que ya lo sabía, pero supongo que se me olvidó. Está bien que haya gente a tu alrededor que te recuerde lo que ya sabes pero no te da la gana de pensar.
Te pasas tres días eligiendo las palabras para ser capaz de no dejar traslucir el estado real de las cosas en conversaciones telefónicas de más de una hora, para que al final, cuando lo sueltas, escuches un: "bueno, te dijeron que pasaría. Ha tardado mucho en pasar y lo controlas mejor. Y tienes que acordarte también de lo bueno". Sí, es cierto. Cuando soy feliz, soy más feliz que nadie. Y he sido capaz de ser más feliz que nadie durante bastante tiempo (ansiedades aparte), y todo ha ido bien hasta que se han empeñado en darme pastillas rosas y volverme nihilista.
Probablemente ya no tenga cerca quien entienda mis redes textuales ("todas mis buenas frases no son mías, son de Astrud"), pero tengo otras cosas.
Tengo que ser capaz de ver las frases en negrita que abren los correos y que dicen cosas bonitas de mí. Tengo que dejar de negarme a que el Rey del Laboratorio se ponga la capa y venga volando a lanzarme rayos de abrazos tranquilizadores. Tengo que permitir que mi padre me trate como a la niña mimada que soy, porque cuando lo hace, le freno y dejo de portarme como una niña mimada en general.
Tengo que salir a la calle, tomar el sol, beber cerveza con limón, comprar pasteles.
Y tengo que saber que voy a tardar en poder hacer todo eso pero que no pasa nada. Que podría ser peor. Que cuando digo en voz alta las palabras que me queman por dentro dejan de ser mi secreto, dejan de tener fuerza. Que tener miedo hace que las cosas no pasen. Y que, por eso, hay que elegir a qué tener miedo.
Aprovechar el impass. Hacer esas cosas que no puedo hacer cuando no hay quien me meta en casa. Tachar cosas de listas, que siempre sienta bien.
Y saber que soy yo la que está dejando fuera a los demás, y dejar de sentirme excluida. Y centrarme en que al menos hay alguien a quien siempre quiero ver, y que está dispuesto a venir a verme incluso cuando no le dejo. Que es una suerte inmensa.

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