24.2.08

Enough is enough

Para celebrar el cumple de mi señora madre, hemos comido en el que dicen que es el mejor restaurante hindú de la ciudad y que, por suerte, pilla muy cerquita de la oficina, por lo que pienso volver. Luego, una tarde de tengoqués pero muy bien aprovechada. El cansancio físico me sienta bien.
Ayer, Humbert y su Lolita en una zona por descubrir. El Desencanto, que ya no es lo que era. La vuelta a las canchas, de a poquitos, para que las rodillas no sufran, pero recogiendo rebotes en forma de monedas de dos euros desaparecidas. Acariciando el pelo fantástico de la Chica Suiza y prometiéndole palomitas que al final no le doy pero, en fin, dicen que la intención es lo que cuenta. Retirada a tiempo para una victoria que no se cumple, porque le doy pena al Chico Cósmico y no me despierta para estudiar. Pero ahora sí, me voy a la cama con mis apuntes y mis ganas de aprender.

23.2.08

Marmoteando de nuevo

El Chico Escritor llama. "Durmiendo, ¿eh'" A la media hora le devuelvo la llamada. No, no era una siesta, era la continuación de la noche. Mi madre llama. "Me he despertado a las seis y media..." "... si no te pusieras histérica por las noches, dormirías" "No, mamá. De la tarde. De la tarde". Luego el Parador de Montañas Rusas hace preguntas del tipo de "Qué te hace sentir mal en este momento concreto" y no se me ocurre la respuesta. Pues dormir diecisiete horas es una de esas cosas. Mi madre se sorprende, "¿no tenías un fin de semana muy intenso?" Lo he concentrado todo en la noche de hoy, anulando al Sistémico Mágico muy a mi pesar. El resto del tiempo, dormir. MAL. Quiero estudiar, ponerme con el cuadro de mi madre para llegar a su santo y no tener que hacer compras patateras de última hora (aunque el Juego de Ur mola mucho), poner lavadoras y poder tenderlas, ser un poco civilizada...
Ains. Cuánto queda por recorrer.

22.2.08

Tengo 23 años

Tengo 23 años, así que el Chico Viajero me dice que, aunque me llamen del nuevo trabajo, no debería aceptar. Tengo 23 años y me cuesta que los proveedores sigan tomándome en serio después de verme la cara, y por eso evito las reuniones físicas y mantengo las relaciones con ellos por teléfono o e-mail.
Pero tengo 3 años de experiencia y un padre tremendamente sabio, y eso es lo que ellos no saben.
Y por eso puedo llamar a un Director de Desarrollo de Negocio y decirle que es que yo soy así de impulsiva y que me he enamorado de un proyecto que no me toca ni de lejos para procurar la carambola de que la Chica de las Sonrisas se vaya a sustituir a la Dulce Mamá mientras Su Becaria ocupa su puesto, porque yo, sin querer (jijiji) le estoy robando el suyo. Salgo más barata porque computo como staff. No voy a tener trabajo, me lo va a robar una agencia. El lunes lo hablamos, me dice, encantado de la vida, y, por el tono, creyendo que le acaba de tocar la bonoloto porque su proyecto, de pronto, es rentable.
Yo cuelgo, llamo a mi padre y me parto de la risa porque probablemente en un mes deje la cueva para irme muy lejos, sí, pero con él, lejos de lo que me hace daño todos los jueves, haciendo un plan de comunicación interna para una pedazo de organización, y haciendo que a los trepas les salga el tiro por la culata.
Ahora, de pronto, tengo ganas de lunes.
Y me deberían convalidar el temario de Negociación.
He dicho.

20.2.08

Tralará

Hoy vuelvo a baile, con mi bolsa nueva, en forma de pieza de lego. Ahora sólo tengo que conseguir un abrigo seco para ir a comer a la oficina. Hago cositas, pocas, pero lucidas, y me pongo de buen humor con tonterías gigantes como sacar a Cactus de la jaula en brazos o dormir hasta las nueve sólo para abrazar al Chico Cósmico una hora más o, lo que es peor de todo, el piropeador de la web de Ausonia (no voy a enlazarlo. Tengo dignidad). Y con cosas estupendas, como la vuelta de tuerca de la situación del Chico Escritor, o el correo del Chico Carnaval, o que el Chico Cósmico pregunte cómo es la frase de "un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Humanidad".
Suena Carla Bruni y hasta se me olvida la política asociada.
Me siento juguetona.

Cosas que me parecen mal (ahora mismo) [Versión original]

(Ja bis. Mola blogger y su sistema de autoguardado)

- Que aún no haya aprendido cuándo no abrir el paraguas es signo de rebeldía y cuándo de estupidez.

- Que vivamos en un país con una incultura política tal que el beso en la mejilla Aguirre-Gallardón salga en portada de los periódicos.

- Que me pidan cosas que no quieren que haga. ¿Es sólo para ver la cara que pongo?

- Que evalúe mi trabajo gente que no ha trabajado conmigo.

- Que Emma Suárez trabaje en una obra del CDN escrita por Chéjov y se limite a hacer de Emma Suárez. Con dos ovarios.

- Que no sea capaz de dormirme ni un puñetero día antes de la una, a pesar del sueño que tengo.

- Que no tenga una cámara para capturar y montar Rayuela de cristal.

Seguro que se me pueden ocurrir más cosas pero... Voy a enchufar el calefactor, a lavarme los dientes, y a rebozarme en edredón, y espero tener felices sueños, así que dejémoslo en desahogo sin convertirlo en regodeo.

Cosas que me parecen mal (ahora mismo)

Ja. Se ha borrado.
Cómo mola mi magnetopoder.

17.2.08

Cambiazo

La Chica Trotamundos dice que ella no querría que la mencionasen en un blog, pero creo que no me lee y tampoco creo que se moleste, así con anonimato y eso.
Yo pensaba que iba a quedar el viernes y el sábado y al final el viernes dormí un cólico malísimo (definitivamente van a ser las guindillas) y el sábado me cundió pero fuera de todo lo esperado. Peluquería con la enana por la mañana, comida veloz y Juno. Salir del cine trotando cuesta abajo por San Bernardo cantando Anyone else but you no tiene precio, sobre todo cuando tu pareja tiene treinta y cinco años y no esperas ni de lejos que te siga el juego. Pero es que Juno hace que uno se sienta como si fuese un adolescente encantador.
Y en ese estado de ánimo voy a Tribunal y la recojo con un abrazo intenso, intensísimo, y recuerdo inmediatamente su olor en mi colcha, las últimas veces que nos vimos, y cuánto, cuánto la quiero aunque esté lejos. Nos vamos al Lola Loba y nos ponemos al día, y luego subimos a casa a cenar, a que conozca al Chico Cósmico y a los bebés y la casa, aunque ella dice que echa de menos el cuarto amarillo y todas esas conversaciones y esas tardes de apalanque. Hablamos de mucha, mucha gente; el Chico Cósmico pregunta si vamos a repasar a los 20.000 habitantes de Tomares uno a uno, pero es que cuando una se reconcilia con su pasado quedan cantidades industriales de cariño disperso y gusta imaginarse a gente sonriendo en bici o ennoviada o haciendo lo de siempre o haciendo cosas nuevas. Hablamos del Chico Carnaval, y decimos poco pero yo siento mucho, y quiero escribirle un correo que no sé cómo empezar. Y a eso de la una, decidimos irnos a buscar a su hermano al trabajo, y nos sentamos en un banco y brotan torrentes de sinceridad y me da un poco de rabia que las cosas que he hecho o he pensado hagan llorar a alguien más, pero es que con ella es como si el tiempo no hubiera pasado, y sigue siendo esa chica tan enormemente vitalista que ha tirado de mí y que se ha empeñado en demostrarme que soy una artista y una fuente de energía, y ella se merece saber que cuanto digo es verdad, que cada abrazo es sincero, y que tengo atesorados todos los recuerdos con ella, por variopintos que sean, en una cajita forrada de fieltro de colores muy dentro.
Que la quiero a rabiar, quiero decir.
Y si esa conversación hace que hoy me encuentre fatal y tenga un gripazo del quince pero sin fiebre que me excuse de ir a trabajar, bienvenida sea. Porque ha sido mi planinesperado favorito desde hace mucho, mucho, mucho tiempo.

12.2.08

De relevo

- ¡Vamos a criticar a alguien!
- ¿Dónde se ha metido el Sistémico Mágico?
- El Sistémico Mágico nos cae bien, no habéis entendido el juego.
- Oye, la Becaria Inexpresiva se va con tu padre, ¿no?
- Yo debería haberme ido con mi padre, pero mi padre está en Suances.
- A mí me da miedo.
- ¡Eso, eso!
- No, pero, pobre chica, es muy buena persona.
- Tsk. ¿Qué tal os cae mi jefa?

He acumulado tanta mala leche en doce horas que lo mejor que me podía pasar era sustituir al Chico que Se Quiere y a la Chica Amabilísima para ver 666 en el Teatro Alfil, echarme unas risas sanas y olvidarme de que últimamente no hago nada que no sea por obligación. Me ha sentado tan bien, que, incluso después de 27 minutos de despotrique telefónico con mi madre, me hace ilusión que los materiales de la UOC estén al llegar. Qué bien. Empezar otra vez con los rotuladores de colores y las buenas intenciones y, este año, con una meta.
Me salgo de la pelleja. Debe ser la sobredosis de hidratos de que el Chico Pequeño haya decidido alimentarme. O cualquier otra cosa (véase que ya tengo ansiolíticos).
Y ahora, a dormir.
Ea.
:)

11.2.08

¿Cuántos indie-puntos pierde una al confundir una canción de Björk con un chirrido de la lavadora?
Desde que mi Tía Becky dijo que la UOC corría de su cuenta, el mundo es un sitio un poco mejor. Si todo sigue según mis cálculos, en doce meses seré, por fin, licenciada. Y seguiré siendo chiquita y con cara de niña; y seguiré dando poco miedo a los proveedores y seguiré sin ser capaz, a primera vista, de dirigir un equipo. Pero tendré un título y tres años de experiencia y eso no me lo quitará nadie.
:)

10.2.08

Family weekend

El viernes hice una entrevista de trabajo. Y lo importante no es la entrevista (que fue bien), ni la empresa (que me pilla a veinte minutos de casa) ni el trabajo (que sería como responsable de marketing omnipotente), el caso es que fui, e hice una entrevista de trabajo, y me prometí a mí misma que dejaría de ser un desastre con patas.
Luego, me llegó un mensaje de la Chica Ángel diciendo que tengo esto abandonado, y es cierto. Es cierto porque, como bien dice el Chico Escritor, los blogs lloricosos son repugnantes y odio estar lacónica y quejica y llevo una semana bastante neurasténica y no he estado muy por bloggear. Pero, como también dice bien el Chico Escritor, casi enamoramos una vez a Laura Cuello, o, lo que es lo mismo, que venga Dios y lo vea, o, por tirar de refranero y dar un poco más en las narices, podemos darnos con un canto en los dientes (y aquí va una disertación sobre el masoquismo en el refranero popular español que, como estoy generosa, os voy a ahorrar). Y si no me llaman, no importa. Y si no me suben el sueldo, no importa. Y si no pasa nada más, no importa.
Tengo 23 años, contrato fijo, un trabajo que me encanta, una carrera que me apasiona y que de pronto puedo pagar (que me van a pagar, quiero decir), un chico que es un puñetero regalo divino, una suegra que me mima más que mi propia madre, un apartamento precioso y un montón de pelos de mis enanos en la ropa. Soy querida a más no poder, y ya está.
Propósito de esta semana: levantarme de la cama. Propósito v.2.0, terminar la rehabilitación. Pasos pequeños. Buenas intenciones. En una ciénaga, sí, pero ciénaga en medio del camino correcto, que ya es un señor paso.
Pelear con la pereza. La Paradora de Montañas Rusas dice que quiere que me recuerde como una luchadora, que es como ella quiere recordarme. Y lucho, lucho contra la insatisfacción adolescente de mi hermana y contra la insatisfacción inherente a mi madre, y contra las pesadillas, y contra la realidad pesadillesca, y contra los sueños que se hacen humo y contra el humo que se hace sueño y contra el mono de las pastillas inducido por un pésimo sistema de Seguridad Social, y contra las ganasdenada, y contra lo que se me ponga enfrente.
Porque el viernes a las 4 y media decía que iba a ser un findesemana insulso y en realidad he hecho más cosas que cualquier otro. Familia, sí, sobre todo, pero de qué manera. Y más.
Y lo que se puede hacer un domingo a las nueve menos cuarto cuando uno se pelea contra los tópicos.