22.2.08

Tengo 23 años

Tengo 23 años, así que el Chico Viajero me dice que, aunque me llamen del nuevo trabajo, no debería aceptar. Tengo 23 años y me cuesta que los proveedores sigan tomándome en serio después de verme la cara, y por eso evito las reuniones físicas y mantengo las relaciones con ellos por teléfono o e-mail.
Pero tengo 3 años de experiencia y un padre tremendamente sabio, y eso es lo que ellos no saben.
Y por eso puedo llamar a un Director de Desarrollo de Negocio y decirle que es que yo soy así de impulsiva y que me he enamorado de un proyecto que no me toca ni de lejos para procurar la carambola de que la Chica de las Sonrisas se vaya a sustituir a la Dulce Mamá mientras Su Becaria ocupa su puesto, porque yo, sin querer (jijiji) le estoy robando el suyo. Salgo más barata porque computo como staff. No voy a tener trabajo, me lo va a robar una agencia. El lunes lo hablamos, me dice, encantado de la vida, y, por el tono, creyendo que le acaba de tocar la bonoloto porque su proyecto, de pronto, es rentable.
Yo cuelgo, llamo a mi padre y me parto de la risa porque probablemente en un mes deje la cueva para irme muy lejos, sí, pero con él, lejos de lo que me hace daño todos los jueves, haciendo un plan de comunicación interna para una pedazo de organización, y haciendo que a los trepas les salga el tiro por la culata.
Ahora, de pronto, tengo ganas de lunes.
Y me deberían convalidar el temario de Negociación.
He dicho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

oh, ma petite manipulatrice... (me encanta decirlo en francés, no sé porqué, pero es como debe decirse)...

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