Mostrando entradas con la etiqueta contradicciones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta contradicciones. Mostrar todas las entradas

24.9.13

Control de daños

Estar tan alta que a mi paso se encienden las farolas, se paran los perros, bajan la mirada los nacionales, los machirulos se apartan.

Estar tan alta que parece mentira que lo que buscase hoy fuera un bajón.

La temática de hoy era destruccióncontrolada y acabo llegando a casa antes de las dos, sí, pero con sobredosis de mi exjefe y de latidos por minuto.

Who cares, en realidad.

Guión para la conversación de mañana:
- ¿Empiezas tú o empiezo yo?
...
- No quiero nada que me haga pasarlo mal. Al menos de manera gratuita.
...
- Las personas son un fin y no un medio.
...
- No puedes forzar a alguien que no está preparado. Pero tampoco a alguien que está preparado.

Los fuckin' mondays a veces molan aunque no tengan techno (o lo tengan bajito).

Porque sí se puede salir los lunes y sí se puede evitar las espirales de autodestrucción, incluso cuando todas las señales apuntan en contra.

12.9.13

"Tú eliges: fordista o emprendedora"

"Vamos, valiente. Salta por la ventana".

- ¿Qué tal ha ido?
- Me están pidiendo que salte por un balcón. Montada en un unicornio y rodeada de arco iris y confeti de colores, pero que salte por un balcón.
- Eso quizás lo entiende tu hermana... Yo voy a necesitar que me lo traduzcas.

Hay gente con un don para ofrecerme cosas que no puedo aceptar. Hace años me ofreció un trabajo absolutamente hermoso y muy por encima de mi experiencia, pero muy por debajo de mis necesidades económicas. Ahora, viene a ofrecerme un reto, justo lo que necesito, pero un reto kamikaze.

Sentir que no tengo nada que perder ayuda, pero no lo suficiente.

Cada día que paso en La Gruta es un día más sin derechos, es un día que pierdo. Mi Tía McBeal me dice cosas que me ponen asquerosamente triste, y, es una pena, pero en mí la tristeza y el miedo van terriblemente unidos. Así que después de pasar una tarde casi perfecta con la Chica Patatista, una tarde de entusiasmo desbordado, de buenas noticias por partida doble, de elevar símbolos a la categoría de criterios diagnósticos, de comer hasta que nos duele la tripita y tomar café en uno de los sitios más bonitos del mundo, una tarde de "pero no hemos venido aquí a hablar de esto", una tarde de hablar de lo otro, una tarde de "yo te adopto" y de sentirse terriblemente viva, acabo enviando un e-mail de síperono que no le hace justicia, que no me hace justicia.

No sé si estoy ante una disyuntiva terrible o ante un falso dilema. En la mano, un trabajo que ya no puedo apreciar con una manada de manatíes a los que no puedo apreciar más, sin derechos, pero con inercia; frente a los ojos, un trabajo que no sé si sé hacer, un sector que me parece bonito, un horizonte con Mi Hermana siendo la Guinea Pig Commander del universo, proyectos internacionales, ser una cliente del demonio en vez de sufrir a clientes tóxicos, un peso gigantesco sobre los hombros, y una incertidumbre nivel encuatromesestenemosquecerraryseráculpatuya.

Y querer saltar por la ventana, y despertarme con un tremendo arrepentimiento y darme cuenta, como al lanzar una moneda al aire, de lo que realmente quiero.

Y lo que quiero no es esto. Lo que quiero es aquello. Aunque tenga que trabajar en Prosperidad, aunque pueda quedarme sin trabajo en cuatro meses, aunque lo haga todo mal, aunque el Chico Propuestas se convierta en Jefe del Infierno, aunque...

Lo que quiero es que todo eso no haga temblar lo que tengo en la otra mano. Mi Hogar, Mis Reglas; bailar, estirarme y jugar; aprender a parar montañas rusas. Portarnos mal hasta las dos porque luego me voy a echar la siesta.

Lo que quiero, al final, es lo que quiere todo el mundo: un puñetero trabajo fordista.

Y me molesta infinitamente no ser tan valiente como me creo. Y me enfundo en mi "Together we can do anything" y tengo muchas, muchas ganas de abrazaros y creérmelo.

11.9.13

D.Es.Con.Ex.Iones

Me creo que acabo de descubrir que me gusta bailar, pero en el fondo siempre me ha gustado bailar, o así dicen los hallazgos arqueológicos. Bueno, siempre no. A partir de un determinado momento dejó de gustarme y dejé de bailar con los cascos por las noches, de saltar en la cama por las tardes, y de pegar botes desincronizados andando por la calle. Y pensé que nunca me había gustado.

Leyes generales de la existencia.

Descubro así que me encantaba la lluvia. Me encantaba a tal nivel que salía a fumar bajo las gotas, que daba palmas de expectación ante la posibilidad de saltar en los charcos. Me pregunto con qué lo hacía, si las Converse de Volar tienden a convertirme en Shrek cuando se mojan, si hasta el año pasado no me hice con unas botas de agua.

Y me leo, sonriente ante la proximidad de la época de jerseys enormes y gorditos, y me pregunto por qué, y me pregunto en qué momento el invierno se me hizo enemigo, y a qué vino.

Y procuro mirar por la ventana y sonreír ante el desastre acuático de la terraza cuyo toldo no pensé en echar ayer, y procuro que me haga ilusión sacar el pañuelo y la chaqueta, y cojo mi paraguas plegable y me peleo con la bolsa de los pasos de invierno para encontrar algo más adecuado que unas zapatillas de lona, algo con lo que saltar en los charcos.

Al final salgo de casa con temblores, botas y lo que parece que se va a convertir en mi uniforme de pretemporada otoñal, y me siento tan descolocada como el primer día de sandalias, pero no me siento ni remotamente triste, y pienso que debería recuperar yoes antiguos con diferentes filias hasta que todo lo que hay en el mundo me haga feliz.

30.8.13

Los jueves son los nuevos martes

- ¿Os vais a emborrachar?
- Yo NO.

Mal humor y estrés y soy mucho mejor persona cuando no trabajo.

Pero de pronto son las 4 y 10 de la mañana y ando mandando Whatsapps de "no me puedo quejar" a Mi Media Infancia, que no para de llamarme mujer alfa, y es muy divertido.

"Que bajen las luces y suban la música". Así se puede resumir todo lo que le pedimos a la vida, señores. Otro minipunto para la Sobrina Fantabulosa, que ayer nos autodenomina La Extraña Pareja, y es que no podemos pegar menos pero mi vida hoy sería peor si no la hubiera escuchado, y la Chica PinUp me enseña que tener lagunas es bueno, porque "laguna" es amigo, nada menos.

Será por eso, pero desde luego esta mañana soy un barreño de entusiasmo intentando cubrir lagunas.

- Flashes. Buenos.
- Flashes buenos. Buenísimos.

Se nos va a gastar la cara de sonreír y hasta el Chico Bífido está simpático y adorable y quiero abrazar a todo el mundo, nivel acabar la noche subida a los dos metros del Chico Gigante y no tener miedo.

Porque a veces los problemas de confianza desaparecen. "Trust is not one of my biggest assets", sin duda, pero ni falta que le hace, porque de vez en cuando simplemente estoy bien.

Lo cual casa un poco mal con esta estúpida tendencia a llorar cuando bebo que vengo desarrollando. Pienso que quizás el alcohol me invierte, y que cuando estoy mal y bebo todo es fantástico y de pronto cuando estoy bien y bebo, pues lloro, y pienso todo el rato en Primo #1 y tengo que comprarme al menos unas patatas en el Bocata Vip, porque hacía mucho que no pasaba frente al Bocata Vip.

Pero podría acostumbrarme a lo bien que terminan las llantinas últimamente.

Flashes maravillosos, en fin.

18.11.09

La fuerza del grupo

Estoy en pleno proceso de cambio. En un proceso de cambio tan enorme que da miedo, da rabia, y ganas de llorar, y pataletas, e incluso un breve bosquejo de ataque de ansiedad.
Y sin embargo, bajo todo eso (quien dice bajo, dice junto a, o sobre... Tampoco es que esté la cosa muy clara), tengo una enorme ilusión y una especie de felicidad tonta, con cosquillitas en la tripa y ganas de volar.
Pregunta el Chico Escritor cuánto tiempo hacía que no hablaba con gente de mi edad, e insiste en hablar como antítesis de bailar, que es francamente lo que más hacemos nosotros (nosotros, dícese de aquello que una vez fue grupo y ahora no se sabe lo que es, pero que nos juntamos a veces).
Quizá sea simplemente eso, o quizá estoy metida de nuevo en Gran Hermano (ambos, Chico Escritor y yo, respiramos con alivio al puntualizar "un GH sin punto delictivo", porque, cuando una lo piensa, vaya cosas le han pasado). Pero el caso es que pasa. Como dice el Chico Escritor, quien diga que no tiene sentido nunca ha visto el programa. Como dice el Psicólogo, estas cosas pasan en los grupos y es la etapa más hermosa que tienen.
Y vaya si es hermosa. Vaya noche de lunes atravesando Moncloa y Argüelles y Chamberí, a paso pausado, a patadas a balón de fútbol incluso. Vaya historias y vaya ganas de abrazar mucho a alguien a quien acabas de conocer. Vaya subidón cuando puedes decirle a alguien directamente que te encanta que te coja el brazo mientras habla, porque es fantástico y con más gente así Madriz habría sido bastante menos gris.
Todo es raro, rápido, intenso. Muy rápido y demasiado intenso, en ocasiones, si consideramos de dónde vengo y dónde estoy (más noticias próximamente). Se mueve a una velocidad pasmosa y las chicas que hace tres semanas no tenían apodo ahora se convierten en puntos de referencia, a un ritmo sorprendente y trepidante y, aun así, que parece incluso sano por lo que tiene de satisfactorio.
Me siento tan feliz en algunos momentos que, como dicen en Amigas para siempre, creo que voy a explotar y repartir felicidad por todo el mundo. Y sí, digo Amigas para siempre. Porque estoy adolescente perdida, porque un grupo de jóvenes y prometedores doctorandos acabaron de botellón en Moncloa el pasado lunes, porque sueño con manifestaciones, con que otro mundo es posible, con contar cómo será ese otro mundo, y con hacerlo con ellos.
Con todos ellos.
Y con algunos ellos en particular.