5.6.13

Duelo cotidiano

1. Negación

07.45 AM: Suena el despertador y pienso "Fenomenal. Estoy despierta. Hoy sí. Ahora solo voy a cerrar los ojos dos minutos y enseguida me levanto. Qué bien. Estoy despierta. Y con ganas y energías".

07.47 AM: Suena la segunda alarma, denominada "Just in case" de forma absurda porque nunca es "por si acaso", siempre es "tremendamente imprescindible". Pienso que los dos minutos no me han lucido nada. Y que no hace falta que me despierte tan temprano. "Bueno, me lavo el pelo pero no me lo seco. Y ya está. Y hoy sí que voy a llegar pronto. Genial."

2. Enfado e indiferencia

07.50 - 08.15 AM: Empiezan las repeticiones constantes y me pregunto por qué cojones me voy a tener que levantar para llegar pronto si ayer el Cliente Especialmente Cansino estuvo enredándome una hora. Pues, qué cojones. Me cojo esa hora. Y llego tarde. Y si no les gusta que me echen. A tomar por culo.

3. Negociación

08.20 AM: Empiezo a echar cuentas. "Si me levanto ahora, entonces aún tengo media hora y puedo desayunar tranquila. O, mejor no, me voy sin desayunar. No, sin desayunar no me puedo ir. Pero lavarme el pelo no es imprescindible. No, no me lavo el pelo. Y me voy en taxi. En vez de en bus. Hala, ya he ganado otros quince minutos."

4. Dolor

08.30 AM: Empieza la culpa. La culpa empieza como una bola chiquitita y ardiente, pero se expande como un Big Bang. "Soy lo peor. Claramente. No estoy dejando dormir al Chico al que Llevé al Barrio. Y esto no es justo, y él no tiene la culpa de que yo no me pueda levantar. Joder, solo he dormido cinco horas hasta que ha sonado el despertador. Con cinco horas no se puede vivir. Ya verás, me iré al curro y la liaré parda. Y esto no tiene sentido. Mierda de todo. Tendría que dejarlo. O tendría que acostarme a las 10. Siempre digo que me voy a acostar temprano y nunca lo hago. No tengo disciplina..." Este bucle de culpa, echarme cosas en cara y autocompadecerme puede durar hasta el infinito.

5. Aceptación

09.15 AM: Normalmente, el infinito acaba sobre esta hora. Me levanto, corro por casa, me sienta mal el café, me golpeo con los muebles, salgo de casa tardísimo, me voy en taxi rumiando porque así luego no me luce el dinero, voy leyendo el correo de camino porque no se puede tener tan poca vergüenza.

Y me pregunto: Si todas las mañanas empiezan así, ¿cómo aspiro a estar de buen humor?