24.9.10

No paro en casa

Arranque de competitividad con el blog de Guille Mostaza, por ejemplo.

O que si a las 10 menos cuarto de la mañana has picado tres veces el metrobús, el día tiene toda la pinta de ir a ser un infierno.

Esquizofrenia típica de altas de suministro a varios nombres. Contratos, instalaciones, subvenciones, financiaciones y otras no sé sabe ni cuántas historias, y yo lo único que puedo preguntar es: ¿y para cuándo?

Rezo para que todo el mundo venga el 1 de octubre, y en amor y compañía se pongan juntitos a convertir el piso al que nos vamos en un hogar "en condiciones perfectas de habitabilidad". Mientras, me agobio a morir y acabo llorándole a la casera que por favor me dé una semana de tregua. Que ponga los putos muebles de la cocina como buenamente le parezca y me deje vivir. Que en medio de todo esto yo tengo tres días de congreso (con ponencia -que sigue sin hacer), una cita con el Catedrático Potencial (con el que molaría no soñar que me estrello en coche), y el jaleo-burocrático-por-acabar-de-resolver y uno de cuyos pasos es escribir un proyecto que sigue sin marco teórico.

Y para rematar el deadline (ahora entiendo el fin de la expresión, después de tantos años de revolverme contra ella), el 13 salgo para NYC, por lo que tengo que rezar a todo el santoral que la cosa quede lista en dos semanas y poderme mudar antes de irme. Previa discusión sobre las puertas con la casera y probablemente hasta con el pintor.

El miércoles me decía el psicólogo que tenía ojeras y lo único que se me ocurrió responder fue "y lo que te rondaré morena", aunque no tuviera ni idea de hasta qué punto estaba acertando.

Me enfado con el bucle ansiedad-medicación-sueño-faltadeconcentración-ineficiencia-ansiedad, como suele ocurrir. Es cierto que me encuentro mejor pero también que agradecería, a ratos, que me funcionara la cabeza y dejar de pensar que el Rey del Laboratorio tiene un don para la perspicacia cuando, sin menospreciar su inteligencia, este deslumbramiento tiene bastante más de agotamiento mental que de otra cosa. Si yo recuerdo que era lista, creo.

Afortunadamente, estoy rodeada de gente maravillosa que me ayuda como puede. El señor Catedrático y su Secretaria Excelsa me resuelven mi problema de fechas llamándome él a mí inmediatamente y adelantando la cita cuatro días. El Rey del Laboratorio, está requetedicho, suple mis carencias mentales analizando mis textos, sugiriendo comentarios y líneas discursivas además de hacerme listas de bibliografía pasando de un tema a otro con más facilidad de la que creo que tendré yo en toda la semana, el Chico Attac me responde en cuestión de horas comentando cada frase de mi proyecto y animándome a seguir, la Chica Mariposa me presta todo su afán constructivo cuando me vengo abajo porque no va a dar tiempo a hacer nada de nada, el Chico Pez me llama y me contagia su entusiasmo, como cuando llamo al Chico del Entusiasmo en modo yonki ("necesito oírte hablar cinco minutos y que se me pegue algo"), y hasta mi señora madre está en modo súper-constructivo para contribuir a mi estabilidad mental.

Qué sería de mí sin ellos, me digo.

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