30.9.10

Gente que roba puestos de trabajo, vol. IV - Policía secreta

Calle Huertas, creo. Alguien da el aviso, pero no hacía falta. Un grupito de, llamémosles chavales, recubiertos de músculos hasta la exageración, se asoman por la esquina y se vuelven a esconder cuando les miran. Están en nuestro recorrido. Cuando, al ratito, pasamos por delante, observamos los detalles añadidos al disfraz: sus pegatinas de CC.OO., sus banderas. Sus caras de que todo esto no va con ellos. Los "piqueteros" les vacilan, un poco. No será que no se lo merecen.

Toda la noche, personas aisladas que hacen como si se fueran a integrar al grupo y luego ponen cara de susto y resulta que no.

Paseo del Prado. Un grupo considerable de gente anda parando el escaso tráfico que hay a esas horas (básicamente, taxistas. Llegados a un determinado punto, ni siquiera les increpan. En realidad, es cansado y frustrante, intentar que los taxistas apaguen las luces. Y lo sabemos todos).

En la mediana, un grupo está lleno de banderas hasta la bola, y casi forrados en pegatinas. Como antes, gente con un aparente principio de vigorexia. Uno de ellos lleva una funda como de réflex, puesta a modo de riñonera, en la que es evidente que lleva cualquier cosa menos una réflex.

Y la pregunta es: con la cantidad de buenos actores que no tienen trabajo, ¿no sería más fácil pagarles a ellos el gimnasio y meterles a secreta que intentar explicarle a un policía que los sindicalistas no muerden y cómo fijarse un poco para mimetizarse en condiciones? ¿No compensa conseguirles a estos chicos un estilista TriBall que les ponga unas rastas y unos aros de dilatación que disimulen su aspecto algo mejor que esos cortes de cepillo?

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