10.10.10

Paréntesis, 2.0. Afortunadamente

La cosa básicamente era que no debería haberme movido de casa, que no había embalado suficiente, que cada vez que intento ser selectiva con los trastos me da llorera (véase posts anteriores) y que así no se puede. Pero como se supone que estoy dejando de castigarme a mí misma (aun a costa de no parar de hablar de castigos divinos, porque esto, al fin y al cabo, es progresivo), saco la basura (que, vista en la calle, igual no es tan poca) y me voy a la Casa de la Tortilla, aunque sólo sea para conocer al Chico Berlinés y confirmar que existe y no es una ilusión compartida por el Rey del Laboratorio y el Sociólogo Renegado.

No sólo existe, sino que es majísimo, y mientras engullo un pincho de tortilla voy envidiando la vida Erasmus y la vida alemana, el aprendizaje idiomático por inmersión y poder escuchar las historias de supervivientes del Holocausto de primera mano.

En paralelo, dos Erasmus italianos intentan hablar sin mover las manos y cuentan malentendidos lingüísticos en Argentina. El Sociólogo Renegado, que se ha encerrado a sí mismo en la esquina de la barra, me saca la lengua de tanto en tanto. Creo que estaría a gusto si el resto de los pobladores del local dejasen de jugar con la puerta y de golpearme con las chaquetas.

Pero el caso, no sabemos si por la sangría peligrosa, porque ha dejado de llover, o simplemente porque sí, es que decidimos ir a tomar otra a algún sitio cercano, y acabamos en el Redrum. Y me parece fatal. Porque creo que me habría enamorado mucho de ese bar y no vale conocerle ahora que abandono el barrio.

Discusiones iletradas (por mi parte, sólo; mis interlocutores tienen nivel) sobre música. Sonrisa del pincha cuando le pido Such Great Heights. Y es que, efectivamente, durante un rato, y desde tan arriba, todo parece perfecto. Asequible. Divertido. Me vale con mirar al Rey del Laboratorio y verle sonreír. Con prometerle a la Chica Suiza versión Erasmus Italiana que nos vamos a ir de bares por Malasaña. Con ver al Sociólogo Renegado intentar mimetizarse con un ambiente que detesta.

Durante un rato, todo está bien, y me hacía falta...

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