9.10.10

Mateo, 11:28

Ir a ver al psicólogo, confraternizar con el C2, querer hacer fotos a las Iglesias de Menéndez Pelayo para ilustrar estos días (hasta ahí hemos llegado), dependientas de Carrefour que no conciben que haya mascarillas fuera del pasillo de belleza, bolsas de papel a lo peliculero pero tremendamente incómodas, comer de menú para no olvidar que la dieta tiene un peso importante en la consecución del objetivo de sobrevivir hasta el 13, frotar ventanas hasta que lo que ya no está impecable es la bañera, descubrir que tenemos un termo asesino de cristales y potencialmente de personas, los instaladores de cocinas más lentos del universo, explicaciones insistentes vía móvil de cómo se llega a mi casa a alguien que no sabe distinguir en castellano la izquierda de la derecha pero luego es capaz de decir "banda especial para cubrir grietas" y "máquina para lijar puertas" (lo cual es tranquilizador), besos desconcertantes en el cuello pendientes de una explicación relacionada con la comunicación intercultural, colocones de color morado por culpa del amoníaco, borracheras de las de bailar con la fregona con menos de una lata de cerveza, la famosa pizzería que siempre se resiste, conversaciones excluyentes, retiradas a tiempo pero que no son victorias sino promesas de "mejor mañana", cruces de mails en los que intentan mentirme y yo intento resolver el papeleo (infructuosamente), números de páginas de Benjamin y Ricoeur que no sé para qué apunto si perderé, con toda seguridad; carreras a Somosaguas con 3500 páginas en las espaldas, olvido importuno de uno de los libros a punto de caducar y de los papeles necesarios; solventar este último gracias al Chileno CNTero y al chico de la sala de informática que tiene pinta de desagradable pero no, conversaciones infructuosas con el jefe de sala de la biblioteca (he descubierto que esas oposiciones deben de regalarlas; estaré pendiente a ver cuándo salen), siestas mínimas a contramano, disfraz de la Chica Casi Trilingüe y maquillaje, taxi, apariciones de catedráticos ajenos que celebramos telefónicamente, casting, ejercicio de personal branding, otra vez, con comentarios perfectamente pensados para la audiencia (ahora sólo tiene que funcionar) y un manto sobre el hecho de que me siento en un mercado de carne con la puta panorámica vertical; tarta de queso y zumo de moras y frambuesas, tiendas de almohadas, intentos infructuosos de comprar vaqueros (al menos le he hecho caso a mi madre, aunque sea tres años después), convivencia para que no se enfade el Nazareno Comunicólogo (y porque mola), rectificación mental de mi apuesta para la porra, caer en coma pero empezar a darle vueltas a la logística de Vespa, desayunar en el Pavón, llegar tarde al encuentro con el técnico de teléfono más raro del mundo, descubrir que un alta de línea tarda tres horas pero en una llamada de tres minutos te instalan el ADSL, quitar serrín durante 45 minutos y mover losetas durante casi el doble y sentirme inútil al ver el resultado, confirmación de mi preocupación "¿esto lo tengo que hacer siempre que un amigo me acerque en coche, por ejemplo?", pero al menos son majos; vida de barrio: descubrir qué farmacia no me gusta y conocer al Chico Ofidiofílico (vaya por dios), que me resuelva el problema de Vespa y toda una charla bastante agradable, aunque con grito injustificado ante un trozo de madera incluido; empezar a necesitar urgentemente un viaje a la Facultad de Psicología para poder dormir por las noches (ya es mala pata, de verdad, saber que justo bajo mi casa hay 12 jodidas bichas viviendo felices en sus terrarios), descafeinado en el Pavón, de nuevo, para ver si baja la adrenalina post-ataque-fóbico, ojear los escaparates de Ribera de Curtidores por si encuentro pistas sobre la puerta, encontrarme por fin con el Sociólogo Renegado, comer en una terraza en pleno ataque de findelbuentiempo para coger fuerzas para lo que toca, limpieza sistemática de ventanas y persianas, peticiones de que olviden la imagen de mí que acaban de recibir y que espero que no se repita, salir de casa medio grillada, cervezas en Argumosa y no decir más que gilipolleces, conseguir mantener la diplomacia con mi madre apesardé, agotamiento descomunal y cero ganas de llegar a casa por si tengo otro ataque de hiperactividad, y volver a casa, no obstante, a encontrar una cita del INEM que me toca las narices a más no poder, dejar resuelto (aunque eso lo sabré mañana) el trámite pendiente de la FPI, ducha reconstituyente, y tan reconstituyente que tengo que tragarme tres capítulos de The Big Bang Theory y un yogur de litro mientras consigo que el corazón me lata a un ritmo normal y apropiado para meterme en la cama, recuerdos súbitos de cosas que faltan, empezar a temer seriamente el insomnio y al mismo tiempo las pesadillas con serpientes, y entonces, por fin, dormirme (sin soñar).

4 days to go (cada vez que hago las cuentas, me cambian).

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