27.12.09

Propósitos

Pasar la noche haciendo elucubraciones totalmente abstractas y desde el desconocimiento más absoluto acerca de Foucault, Kristeva y Derrida. Todo esto, tumbada y procurando dormir. Luego una se pregunta por qué leches es insomne. Sin comentarios.
Levantarme para recoger al pequeño Kiwi. Que a la mínima, él y Vespa se peleen. Rendirme y volverme a la cama (tras separarlos).
Levantarme a las mil porque tengo una capacidad increíble para hacer de avestruz cuando tengo miedo.
Pero levantarme para tomar notas sobre mis ideas de anoche en dos documentos diferentes que algún día deberían tener 20 páginas por barba; levantarme para leer hasta la F; levantarme para volver a limpiar el salón; levantarme e incluso comer y esas cosas.
Porque, como dijo la Chica India, los últimos propósitos de 2009 hay que cumplirlos (ya que los primeros, a saber dónde andan).
Ayer le preguntaba a la Chica de las Sonrisas qué propósitos tenía para 2010. Me contestó más o menos lo mismo que ronda por mi cabeza. Si nos ponemos a hacer propósitos, acabaremos enfrentadas a un planeta dominado por los baobabs. Si no los quitas cuando son arbustos, después tiene muy mal arreglo.
Y todos tenemos más de un baobab descuidado en el cuarto de atrás de nuestro planeta.
Creo que mi baobab-que-arrancar-en-2010 va a ser la maldita procrastinación. Estoy harta de plantearme, año tras año, que quiero ser una chica sensata que piense antes de actuar; que quiero ser una chica discreta con algún tipo de filtro entre su cerebro y su lengua; que quiero ser una chica ilustrada con algún conocimiento nuevo (al menos mi objeto de aprendizaje sí que cambia de año en año); que quiero ser una chica normal que sepa relacionarse con la gente sin columpiarse de extremo a extremo.
Quizá es el momento de asumir que hay cosas que sencillamente son fallos de carácter.
Así que creo que voy a dejar mi carácter en paz, por una vez y sin que sirva de precedente. Asumir que soy una chica impulsiva y procurar, sin embargo, no sentirme culpable cuando me convierto en una chica mental, siempre con retraso; asumir que tengo demasiado miedo a no ser sincera como para pararme a pensar lo que es imprescindible que sepan los demás; asumir que sé algunas cosas, y que no están mal, y que poco a poco serán más y sin embargo también parecerán menos; y que no soy una chica normal y que, igual, eso "forma parte de mi encanto".
Y dedicar toda esa energía a cambiar las cosas que sí que pueden ser cambiadas.

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