30.9.10

Gente que roba puestos de trabajo, vol. IV - Policía secreta

Calle Huertas, creo. Alguien da el aviso, pero no hacía falta. Un grupito de, llamémosles chavales, recubiertos de músculos hasta la exageración, se asoman por la esquina y se vuelven a esconder cuando les miran. Están en nuestro recorrido. Cuando, al ratito, pasamos por delante, observamos los detalles añadidos al disfraz: sus pegatinas de CC.OO., sus banderas. Sus caras de que todo esto no va con ellos. Los "piqueteros" les vacilan, un poco. No será que no se lo merecen.

Toda la noche, personas aisladas que hacen como si se fueran a integrar al grupo y luego ponen cara de susto y resulta que no.

Paseo del Prado. Un grupo considerable de gente anda parando el escaso tráfico que hay a esas horas (básicamente, taxistas. Llegados a un determinado punto, ni siquiera les increpan. En realidad, es cansado y frustrante, intentar que los taxistas apaguen las luces. Y lo sabemos todos).

En la mediana, un grupo está lleno de banderas hasta la bola, y casi forrados en pegatinas. Como antes, gente con un aparente principio de vigorexia. Uno de ellos lleva una funda como de réflex, puesta a modo de riñonera, en la que es evidente que lleva cualquier cosa menos una réflex.

Y la pregunta es: con la cantidad de buenos actores que no tienen trabajo, ¿no sería más fácil pagarles a ellos el gimnasio y meterles a secreta que intentar explicarle a un policía que los sindicalistas no muerden y cómo fijarse un poco para mimetizarse en condiciones? ¿No compensa conseguirles a estos chicos un estilista TriBall que les ponga unas rastas y unos aros de dilatación que disimulen su aspecto algo mejor que esos cortes de cepillo?

27.9.10

Por el camino fácil

Me encanta cuando las cosas parecen colocarse en su sitio ellas solitas, sin ayuda de nadie, como por obra de un magnetismo mágico. Acabar el día con un catedrático amoroso como co-director, un mes más para entregar el proyecto, las líneas de investigación claras, la luz dada de alta en el piso, una siesta reconstituyente, un almuerzo de capricho baratísimo, y la sensación de que el congreso es tremendamente irrelevante, mola.

Claro que nada de esto se ha colocado solo, y que si las cosas no están previamente encaminadas hoy no habría sido El Día de Las Soluciones. Que cuando le digo a Papá Co-Director que tengo mucha suerte me contesta que lo que tengo es un proyectazo; que sin las infinitas rondas de llamadas y sin que Blue librase por la mañana no tendría luz; que sin la insistencia permanente en secretaría seguiríamos sin información; que en el fondo todos sabíamos que cerrar el 30 no tenía sentido, y que el congreso no nos importa porque la Chica Mariposa y yo salimos de la sesión como de clase del Profesor Irritante (no recuerdo ni cómo se llamaba aquí. Qué bien), renegando de los lugares comunes y planteándonos qué nos han hecho este año para convertirnos en esto.

Pero que ha sido una sensación reconstituyente. Y que esto hay que cerrarlo con Nocilla, como mínimo.

Buenas noches (con sonrisas)

Cuarto y mitad de persona

Alcanzadas determinadas cotas de agotamiento, ya da la sensación de que es más o menos igual. Tengo la misma percepción de que voy a caer redonda que de la que tenía hace tres días. Se supone que el cansancio es acumulativo (el sueño no; una muestra más de que el diseño inteligente no lo es tanto), pero creo que estoy con la compuerta abierta, como los pantanos.

He llegado al punto en que no me entiendo cuando pienso, tengo que apuntarlo todo por triplicado para que no se me olvide, y empiezo a estar bastante convencida de que hay más de un 70% de posibilidades de que el martes en la ponencia me quede en blanco y/o dormida de pie. Y lo fantástico es que, llegados a este punto, empiezo a pensar que no me importa lo más mínimo, siempre y cuando alguien me prometa que voy a poder dormir mucho después. Aunque sea el 22 de octubre, me vale. Una especie de luz al final del túnel.

Dentro de lo que cabe, me alegro de no estar en marzo de 2010. Me alegro de haber aprendido todo lo que he aprendido desde marzo (a todos los niveles). Me alegro de que las cosas, hasta cierto punto, dependan de mí, y estar dispuesta a no guardarme rencor si no salen. Y eso no es "algo", es es todo.

Este año hablábamos del método de la Chica Casi Trilingüe de llegar a la felicidad por el insomnio autoprovocado. Efectivamente, el cansancio es un arma. Puede llegar a serlo. Te obliga a relativizar, que es algo que no se me suele dar bien.

Así que, al mismo tiempo, cruzo los dedos para que todo se resuelva mañana y pienso que tampoco pasa nada si no lo hace. Que hemos perdido la cuenta de cuántas veces le hemos dado la vuelta al abecedario de los planes, pero que lo mismo da. Que la vida pasa, mientras, y que ya saldremos adelante.

No pasa nada.

25.9.10

Humana

Este mes, mi pequeño psicólogo está decidido a ganarse el sueldo y se está portando fenomenal. También ayuda el hecho de que mi actitud haya cambiado, y eso, pero en estos momentos se agradece inmensamente que esté acertando tanto y tan seguido. Llevamos un mes intensivo de ahoraquesabemoselorigenmatémoslo y, dentro de lo que cabe, funciona. No voy a hacer todo el recorrido, pero sí me quedo con una frase de hace dos semanas: "perder el miedo a mostrarse humana". Estoy harta de repetir aquello de "Sure we all make mistakes, but they see me so large that they think I'm immune to the pain", y el problema no es tanto cómo te ven los demás sino tu presentación ante los demás (y debería dejar de jugar a goffmaniana, al menos mientras siga sin leerle en profundidad, pero en fin).

Hace unas semanas (creo. Igual no tanto. Los días son muy largos, últimamente, y "el pijama del otro día" acaba siendo el que te has quitado esa misma mañana) tuve una conversación con el Sociólogo Renegado sobre la caballerosidad implícita en reconocer los errores, incluso cuando esos errores hacen tambalearse la base que te sustenta. Si tus principios no funcionan, es el momento de jugar a Groucho y cambiarlos por otros. Que te valgan, que se acerquen pero que sean realistas.

Y pretender ser siempre el buey de carga tiene su aquel, pero no es realista, en absoluto. Cuando te caes, te caes, y de vez en cuando hace falta que tiren de ti. Pero para eso tienes que tener la humildad de decir "no puedo más", cuantas veces hagan falta, a cada brazo que se te acerque.

Lo intento, y me cuesta (de humildad nunca fui sobrada; lo que en mí parece humildad suele ser cualquier otra cosa), pero avanzo. Y ayer, en concreto, con todo lo malo, fue un trecho considerable.

S.O.S. S.O.S. S.O.S.

24.9.10

No paro en casa

Arranque de competitividad con el blog de Guille Mostaza, por ejemplo.

O que si a las 10 menos cuarto de la mañana has picado tres veces el metrobús, el día tiene toda la pinta de ir a ser un infierno.

Esquizofrenia típica de altas de suministro a varios nombres. Contratos, instalaciones, subvenciones, financiaciones y otras no sé sabe ni cuántas historias, y yo lo único que puedo preguntar es: ¿y para cuándo?

Rezo para que todo el mundo venga el 1 de octubre, y en amor y compañía se pongan juntitos a convertir el piso al que nos vamos en un hogar "en condiciones perfectas de habitabilidad". Mientras, me agobio a morir y acabo llorándole a la casera que por favor me dé una semana de tregua. Que ponga los putos muebles de la cocina como buenamente le parezca y me deje vivir. Que en medio de todo esto yo tengo tres días de congreso (con ponencia -que sigue sin hacer), una cita con el Catedrático Potencial (con el que molaría no soñar que me estrello en coche), y el jaleo-burocrático-por-acabar-de-resolver y uno de cuyos pasos es escribir un proyecto que sigue sin marco teórico.

Y para rematar el deadline (ahora entiendo el fin de la expresión, después de tantos años de revolverme contra ella), el 13 salgo para NYC, por lo que tengo que rezar a todo el santoral que la cosa quede lista en dos semanas y poderme mudar antes de irme. Previa discusión sobre las puertas con la casera y probablemente hasta con el pintor.

El miércoles me decía el psicólogo que tenía ojeras y lo único que se me ocurrió responder fue "y lo que te rondaré morena", aunque no tuviera ni idea de hasta qué punto estaba acertando.

Me enfado con el bucle ansiedad-medicación-sueño-faltadeconcentración-ineficiencia-ansiedad, como suele ocurrir. Es cierto que me encuentro mejor pero también que agradecería, a ratos, que me funcionara la cabeza y dejar de pensar que el Rey del Laboratorio tiene un don para la perspicacia cuando, sin menospreciar su inteligencia, este deslumbramiento tiene bastante más de agotamiento mental que de otra cosa. Si yo recuerdo que era lista, creo.

Afortunadamente, estoy rodeada de gente maravillosa que me ayuda como puede. El señor Catedrático y su Secretaria Excelsa me resuelven mi problema de fechas llamándome él a mí inmediatamente y adelantando la cita cuatro días. El Rey del Laboratorio, está requetedicho, suple mis carencias mentales analizando mis textos, sugiriendo comentarios y líneas discursivas además de hacerme listas de bibliografía pasando de un tema a otro con más facilidad de la que creo que tendré yo en toda la semana, el Chico Attac me responde en cuestión de horas comentando cada frase de mi proyecto y animándome a seguir, la Chica Mariposa me presta todo su afán constructivo cuando me vengo abajo porque no va a dar tiempo a hacer nada de nada, el Chico Pez me llama y me contagia su entusiasmo, como cuando llamo al Chico del Entusiasmo en modo yonki ("necesito oírte hablar cinco minutos y que se me pegue algo"), y hasta mi señora madre está en modo súper-constructivo para contribuir a mi estabilidad mental.

Qué sería de mí sin ellos, me digo.

22.9.10

Subsconsciente sestero

Me he levantado de la siesta muerta de hambre, así que he ido a hacerme una de esas meriendas infantiles y reconstituyentes que molan tanto (pan de leche con chocolate), pero no había forma humana de meter el chocolate en el bollo, así que he acabado metiendo la carne de mi pulgar izquierdo. No sé en qué momento me pareció más fácil deshuesarme un pulgar que coger un cuchillo normal y corriente.

Lo peor es que al enterarse mi madre, en lugar de preocuparse, o quizá por la preocupación, me ha dado una paliza de aúpa. Mientras yo lloraba bajo una nube de pellizcos que servía de epílogo, sólo podía pensar "ya no tengo edad de que me hagan estas cosas"; como si alguien tuviera edad, alguna vez, de que se le hicieran estas cosas.

He terminado hecha bolita en un balcón, mirando a la piscina y pensando si lanzarme a ella, incluso sabiendo que estaba en un séptimo, con tal de dejar de sentir la rabia corriéndome por dentro.

Y todo esto, en 10 minutos, de 18.30 a 18.40, entre repeticiones del despertador, para que luego la Chica India se queje de la dentera de su subconsciente. No sé ni para qué me he echado la siesta con el mal cuerpo que se me ha quedado.

Al menos, parece que tenemos piso, o promesa de, que algo es.

21.9.10

Consumismo compulsivo

Nos ha costado casi un mes, pero finalmente mi señora madre, mi adorable hermana y yo hemos conseguido llegar a ese sitio donde no hay epidemias pero sí AppleStores nuevecitas, y pegarnos el intensivo de compras pendiente desde que decidieron arruinarme la vida estas vacaciones sustituyéndome a Ricoeur por el Vogue, a Benjamin por el Cosmopolitan, y a Taylor por el Ragazza, y convenciéndome de que no quiero ser una chica cultivada sino una chica bien vestida, que, en los tiempos que corren, es mucho más importante. Ataques de frivolidad que tiene una, a ratos pequeños (y no tan pequeños).

Cuando las he acompañado al coche, después de pasar por casa a hacer un outlet ultraveloz, las dos me han mirado diciendo "qué bien estás". No deja de ser sorprendente que te digan eso una hora y media después de que tú engullas lexatines en el sofá de una nueva corsetería porque es 20 de septiembre en lugar de 13, como pensabas. Mi madre insistía, de todas maneras: "Mira que este verano has estado rara y has tenido momentos malos, y que me he preocupado, pero esto ya no es lo de antes".

Jo, qué bonito. Lo de antes. Eso que Lisbeth Salander llamaba Todo lo Malo y que yo, como no tenía a quién prender fuego con mi bidón de gasolina, me limitaba a nombrar como "agujero negro". Dicen que ya no. Y yo me lo creo.

Los ciclotímicos vivimos de pequeñas victorias sobre el columpio, no queda otra. Pasar 9 horas en un centro comercial. Probarse más de una docena de vaqueros. Y salir indemne. Y no pasarlo mal. Y gastar, sí, más de lo deseado, pero porque, ya lo hemos dicho, es época de cuidarse, de darse caprichos, de reconocerse necesidades aunque sean frívolas. Porque hace unos días reconocía que "en el fondo, medicada funciono mejor". Pero también, las cosas como son, cuando uno se ve bien en el espejo, funciona mejor. Un poco lo mismo que escribía hace poco por aquí sobre las rachas.

Claro que no es imprescindible: la semana pasada me comí con patatas una entrevista de trabajo disfrazada de años 90, a pesar de saber que sólo con cambiarme de camisa las cosas iban a ser más fáciles. Porque es así. Porque nos puede dar cien patadas, pero la apariencia importa. Mucho. No me lo he inventado yo.

Y ahora tengo un modelo perfecto para el encuentro, a falta del beneplácito de la Chica Mariposa; un vestido que va a ser mi equivalente al vestido inglés de la Chica Casi Trilingüe (y que es, en el fondo, un disfraz de Chica Casi Trilingüe, pero yo espero que me lo perdone); esa cosa extraña conocida como fondo-de-armario y que tengo abandonada desde los dieciséis años; unos vaqueros para sobrevivir a la muerte inminente de mis vaqueros-de-repuesto actuales; la seguridad que aporta no sentirse ridícula en su prenda básica de otoño; la sonrisa tonta de que alguien diga ante un vestido maravilloso que es "muy tu estilo" (y pensar ¿yo tengo de eso, en serio?)...

Pero, sobre todo, tengo una pequeña victoria. Y es que, señores centros comerciales, me ha costado diez años, pero hoy he ganado. He entrado contenta, he salido contenta. No he perdido el control sobre mis actos en ningún momento. Me lo he pasado bien. Ahí te quedas, fobia-a-los-centros-comerciales. Hoy te destierro.

19.9.10

Ocio activo

Ayer me llegó un mail de lo más preocupante de la Chica Mariposa. Al llamarla por teléfono, resultó ser simplemente un ataque de procrastinismo agudo. "Tengo tantas cosas que hacer que no puedo parar de pensar en salir a emborracharme". Pues sí, exactamente.

Este verano me he vuelto una chica sana. No tanto como la Chica de las Sonrisas, pero Bridget Jones, con su contabilidad de unidades diarias de alcohol, estaría más que orgullosa de mí. El otro día el Rey del Laboratorio y yo cerramos la noche con un vaso de leche para acompañar las magdalenas. Quién nos ha visto y quién nos ve.

Así que lo de emborracharme, no es que no me apetezca, pero no se me ocurre. Sin embargo, mientras mi Compi Rubia encuentra un trabajo para ser pluriempleada y aparece en la tele demostrando "a toda España" que es maravillosa y estupenda y que ha montado un negocio del que todo el mundo debería ser fan, la Chica Mariposa y yo nos dedicamos a reencontrar amigos perdidos por el mundo, mirar al infinito, charlotear por teléfono, y meternos de lleno en "mundos persistentes", es decir, ver pasar las horas mientras esperas para recoger los arándanos o intentas que tu Sim tenga una carrera profesional (es lo que tienen los Sims. Si eres buena, vas a trabajar, te lees un par de libros y conoces a media docena de personas, llegas al culmen de la carrera política y te construyes un casoplón con lago, piscina y terrazas. No sé cómo esperan que salga al mundo real pudiendo vivir en ese).

Mi psicólogo me dijo la semana pasada que buscase algo de ocio activo. Que los videojuegos eran estupendos para desconectar y que leer era muy gratificante, pero que necesitaba algo que me hiciera estar en este mundo. Ante mi perplejidad, se dispuso a mostrar ejemplos. Pero creo que él tampoco estaba demasiado convencido de lo que decía, porque recurrió nada menos que a la filatelia (apuntar en cosas para tirar: mi álbum de sellos) y a esa gente que se compra una casa en el campo y la reforma. Sí, ese segundo ejemplo me parece súper apetecible. Sólo necesito 200.000 euros, que, total, es nada. En fin.

En realidad él se refería a que escribiese. Que suena fácil, pero no lo es. Le dije que llevo años sin escribir. Que no me sale. Que nunca lo he hecho por hobby, sino por necesidad, y que ahora, es como si no la tuviera. Que es raro y que lo extraño, pero que no sé cómo hacerlo. Ayer el Rey del Laboratorio me decía lo mismo, pero es que escribir sin ideas me parece tremendamente ridículo.

Cuando me paro a pensarlo, claro que he escrito. Este año he escrito cientos de páginas. Este curso estoy intentando no abandonar el blog, y de momento lo cumplo. Incluso tengo un amago de diario terapéutico. Escribo, pero otras cosas. Y me gusta, y lo disfruto.

El problema, ahora, es que lo que vaya a escribir es importante. Y a mí las cosas importantes me dan un pánico atroz, por lo general. Y no debería ser tan difícil, pero de pronto el diccionario se me hace cuesta arriba y no me apetece leer. O me digo a mí misma que no me apetece leer. Porque en el fondo me apetece muchísimo, y sólo es vértigo. Así que me como el vértigo viviendo a través del enésimo avatar pelirrojo, ganduleando frente al Reader, y, qué narices, buscando piso. Que no lo parece, pero es activo. Pero reniego, claro. Tomar decisiones está bien pero da miedo.

Tengo unas tentaciones tremendas de volver al punto de cruz como coraza frente al mundo real. Mi disfraz de maruja es de lo más práctico que hay contra el mundo real y el eterno problema de las expectativas. Y procrastino, claro que sí. Porque mira que si sale todo bien y tengo que tomarme a mí misma en serio. Uf.

Estar en el mundo como objetivo, vale. Pero, por favor, a medio-largo plazo.

18.9.10

Paréntesis

En medio de la locura holística y expansiva de este septiembre, está bien encontrar un refugio, para variar. Un celebrarlo que no sea celebrarlo, sino, simplemente, olvidar. Cerrar los ojos y no pensar en nada, y no soñar con gente que no saluda ni con ex-jefes que no quieren salir de mi subconsciente sino con que el pequeño Cactus es el dios de una tribu lejana, y me mira, encantado y regordete, como diciendo: "no abras la boca, que no se den cuenta; lo estoy pasando genial". Despertarme acordándome mucho, mucho de Cactus (sigo pensando en los achuchones que le debo, a veces), y muy poco de todo lo que tengoquehacer.

Ponerme al día, poquito a poco, con la cantidad de cine que tengo pendiente y disponible. Criticar a morir, exigir que me devuelvan las dos horas de mi vida que le he dedicado a la última película, y en el fondo hacerlo con la boca pequeña, porque pese al sueño y a la decepción final, qué bien se estaba.

Salir a tomar el aire y escapar del síndrome de ángel exterminador que no sabemos si achacar a otro escape de gas, al agua clorada, al principio del otoño, a cosas nuestras o a todo en general, y pensar sólo en dar una vuelta, no en mirar compulsivamente pisos que no tengan fuentes de envenenamiento.

Incluso, hablar del Profesor que Queremos que Nos Adopte y del Profesor en Trámites de Adopción y no pensar en que tengo que escribir un proyecto, sino en todo lo que voy a aprender dentro de nada y en las ganas que tengo de analizar la expresión "salario según valía".

Y aunque casi consigo terminar la entrada sin decirlo, no puedo evitarlo: cantidades industriales de azúcar, en forma de magdalena de chocolate y en formas metafóricas. Tonterías que parece que no van a llegar a gruñidos, pero sí, incluso así de tontos somos. Tontos. Reincidentes. Y liberados. Porque me sientas tremendamente bien y odio que a veces se me olvide. Tú dirás lo que quieras, pero sin estos paréntesis no haría nada. Además de.

16.9.10

Aplicaciones del marketing sensorial

El olfato es el más evocador de los sentidos. Casi todo el mundo recuerda haber dicho en algún momento una frase en sí misma tan absurda como "Huele a Navidad". En mi caso recuerdo haber dicho en pleno C.C. Los Arcos, en la esquina entre un Mango y un Zara, "huele a familia cuando era pequeña". Tiempo después me di cuenta de que esa sensación se podía nombrar simplemente como "olor a horchata". Pero para mí, la horchata era mi bisabuela, el Bazar de Oriente, y jugar al escondite con la tortuga por la terraza.

Como los marketinianos somos gente sin principios, con vocación goebbelsiana de dominación mundial a través de todo tipo de estrategias de manipulación sin menospreciar ninguna, también existe, cómo no, una corriente llamada "marketing vivencial" o "marketing sensorial", consistente en la apelación directa a los sentidos para enganchar al consumidor, ahora que todos tenemos más o menos claro que no quedan grandes argumentos racionales para comprar nada en concreto. Más allá de eslóganes tipo "el olor de tu hogar" o esos anuncios de suavizante llenos de toallas esponjosas que ahora copian descaradamente los fabricantes de papel higiénico, durante un tiempo, hará aproximadamente tres años, no paré de leer en todas las revistas de tendencias que para posicionar tu marca había que asociarla a unas sensaciones concretas, igual que se hacía a unos atributos concretos. El rojo-CocaCola. El tono de Nokia. Esas cosas.

¿Cómo se sugieren los aromas en publicidad? Muy difícilmente, claro. Porque no se puede describir un olor. Si tú me colocas una taza de café humeante en un plano detalle, yo puedo evocar olor a café, pero es francamente complicado que llegue a distinguir "el aroma de Saimaza" o similar.

Sin embargo, durante esa racha, se decía que el futuro estaba en la creación de aromas corporativos. Para unificar la experiencia del cliente en un banco, por ejemplo, utilizar el mismo ambientador en todas las sucursales. Un aroma creado específicamente (claro que sí: todo campo nuevo es un nicho de mercado que el más avispado puede explotar; y, ahora, de pronto, se podían hacer olores asociados a los valores corporativos, aunque estos ya de por sí fueran tan inefables como el entusiasmo o el trabajo en equipo. No me pregunten cómo; yo no tenía intención de estafar a nadie dedicándome a esto).

Pues el caso (puedo prometer que esta diatriba no era para Makamo) es que como a mí nada me gusta tanto (bueno sí; uso esta expresión con cierta ligereza) como una teoría sólida para justificar una superstición, he decidido autoaplicarme el marketing sensorial en un ejercicio de personal branding (ji, ji, ji - yo me entiendo), y he demostrado empíricamente que las cosas me van mejor cuando huelo a moras con frambuesas. Si el martes se enamoraban de mí en la ETT, hoy he conseguido un director de tesis que ha demostrado más entusiasmo por mi proyecto que yo misma. Que me pide que sea más ambiciosa, sí, pero que no me da la gana. Que me encanta este señor y que si consigo que alguien más se suba al carro, bien, pero que si no, voy p'alante con él. Al fin del mundo, no. Pero en esto, sin duda ninguna. Que me inspira (ideas y confianza), que me hace reír, y que quiere hacerme trabajar. Que me hace sentir valiosa. Que es exactamente lo que uno puede querer sobre todas las cosas en un director de tesis. No tengo la culpa de que los estúpidos que conceden becas prioricen los sexenios de investigación sobre la pasión que tiene alguien que empieza. Que siempre he tenido claro que entre experiencia y entusiasmo, me quedo con lo segundo.

Así que ahora sólo tengo dos problemas que resolver antes del 30 de septiembre. Un jaleo administrativo del copón bendito, y que Escada vuelva a fabricar Ibiza Hippie. Señores de Escada, si leen esto, y confío en que su departamento de marketing tenga un buen seguimiento de su posicionamiento en Internet, háganme feliz y envíenme un par de botes. Que no me parece ni medio serio que la colonia que hace que mi vida sea mejor fuese una edición limitada de hace nosénicuántosveranos. Que necesito otro bote, ya. Que tengo que encontrar un catedrático que firme, entiéndanlo.

15.9.10

Días de "no"

Hay montones y montones de personas que creen a pies juntillas en eso del equilibrio cósmico, y lo de que uno tiene que llorar para que otro sonría, etc. A mí personalmente me parece que puede tener su punto pensar que cuando uno está deprimido es para dar lugar a que alguien en la otra punta del mundo, a ser posible una mariposa en Tokyo, esté pasando una época dorada de su vida, pero no sé si acabo de verlo. Eso nos permitiría justificar que los tifones y las inundaciones sirven para que las señoras de Mujeres Ricas vivan sus dramas particulares (cuadro de Miró o abrigo de pieles de Elena Benarroch), y, así visto, a uno le dan ganas de poner un detonador en el núcleo de la Tierra, a ver qué pasa.

Yo sí que creo en las rachas, y por eso cuando veo muchas alegrías a mi alrededor, más que envidia, tengo esperanza. Uno se cansa de reeditar la camiseta de "Yo sobreviví a..." (de hecho, encontré la mía en el armario el otro día y tuve un impulso de tirarla a la basura. Para qué recordar según qué cosas, bien mirado). Otra cosa que también es evidente es que cuando te salen bien tres o cuatro cosas seguidas tienes más energías para emprender la quinta, y que eso siempre ayuda. Más que medicarse, incluso.

Ayer fue un día asquerosamente redondo, ya lo dije, y tengo la sensación de que con un chute de energía de ese calibre el resto del mes va a ser más fácil, pero hoy la puta mariposa ha tenido un arranque de entusiasmo y ha sido un anti-día-de-ayer. De quedarme dormida, de perder 15 minutos de sesión (a euro por minuto, más el taxi, en fin), de no enterarme de nada hasta la una, de no conseguir poner por escrito nada de lo que parecía evidente e incluso interesante dentro de mi cabeza, de recibir un SMS de la casera-que-ya-no-mola-tanto informándonos de que "ya está alquilado el piso" (se me ocurren mil maneras menos ofensivas de redactar ese mensaje), de que la UOC me llame "noteworthy, but...", de aceptar por fin que lo de la mandíbula no se arregla sin dejarme 260€ en el dentista, en fin, un día de no.

Que no pasa absolutamente nada: que hay más pisos, que tengo tiempo, que en mi cabeza yo había rechazado Barcelona, que está bien pensar en encontrarme mejor y en dejar de crujir cada vez que abro la boca, y que, en el fondo, también ha sido el día en el que la Chica Casi Trilingüe ha dado señales de vida y hemos encontrado un sitio barato donde comer porque estamos decididas a dejar de comportarnos como aristócratas.

Pero que ahora hay cosquillitas de las malas, de las de ysimañanatambién. Me estoy concentrando en que esto es básicamente un columpio y mañana toca sí, como decíamos Mi Media Infancia y yo de los veranos pares. Pero cosquillitas. De las malas.

14.9.10

Listas (enésimo)

Las listas sirven para muchas cosas. Para demostrarle al universo que tienes Trastorno Obsesivo-Compulsivo. Para recordar cómo funcionaba el formato condicional del Excel, por si algún día tienes que volver a diseñar presupuestos. Para tener una visión global. Para que no se te olviden las cosas pequeñas con las que aderezar los días que se parecen demasiado entre sí. Para no olvidar, en general. Pero, sobre todo, sirven para tacharlas.

Personalmente, hay pocas cosas que me gusten tanto como tachar cosas de listas.

Tengo la lista de libros recomendados de la agenda del cole de cuando teníamos ¿15? años, y sigo apuntando los títulos cuando me da por leer clásicos; en esa línea, tengo la bibliografía completa del máster y la intención de sentirme tremendamente cultivada cuando la llene de S en la casilla "Leído". Tengo mi famoso Excel de organización vital, en el que estoy aprendiendo que si se puede reprogramar no hace falta poner la casilla en rojo y señalarme que la vida es lo que pasa mientras uno hace planes. Tengo ahora mismo, junto a la mesa, la lista de cosas que mirar/hacer en Internet de cuando estaba en la playa incomunicada (3 to go), la lista de asignaturas de las que espero poder matricularme en breve, la lista de la compra con lo que se quedó pendiente por el escaso surtido del Dia, y otra lista de compras para aprovecharme de la generosidad de mi madre cuando vayamos de tiendas el viernes. Tengo también listas absurdas relacionadas con mis adicciones facebookeras a los mundospersistentes (lo que he aprendido este verano, madre), y una lista de posturas de yoga por chakras para cuando acabe esta locura y pueda organizarme una horita para mí todos los días.

Pero además, arrastro desde no sé ni cuándo una lista de tareasbastanteurgentes que nunca parecen ser lo suficientemente urgentes como para emprenderlas inmediatamente, mezclada con cosasquenohagonuncaymegustaríahacer y hoy ha sido el gran día.

He tachado "perder el miedo a hacer entrevistas de trabajo", he tachado "ponerme tacones", he tachado "maquillarme de otra manera", he tachado "confirmar mi nivel de inglés" (pendiente tachar sacarme un certificado superior al que tengo, pero eso será otro día), he tachado "decir que no cuando me ofrezcan un puesto que no me interesa", he tachado "pedir cita para solucionar lo de la mandíbula", he tachado "averiguar la cobertura de mi póliza sanitaria", he tachado "enterarme del estado de mi recurso de reposición y si puedo cambiar la dirección de notificación", he tachado "solucionar matrícula" (al menos, queda pospuesto hasta la próxima semana), he tachado "ver vuelos NYC", he tachado "quedar con mi potencial director de tesis", he tachado "Releer La ética del hacker y el espíritu de la era de la información".

Y ahora me siento tan tremendamente bien que creo que me voy a hacer una lista nueva, de cosas sencillísimas, sólo para poder reproducir esta sensación mañana, y pasado, y al otro.

Gente que roba puestos de trabajo, vol. III - Funcionarios de Educación

- Hola, buenos días.

- Buenos días. Llamaba porque interpuse un recurso de reposición en mayo y no me aparece en la página...

- Espera.

- Hola, buenos días.

- Buenos días. Llamaba porque interpuse un recurso de reposición en mayo y no me aparece en la página...

- ¿Un recurso para qué?

- Por la beca de matrícula del máster.

- ¿Una beca? ¿Pero de qué? ¿Bachiller, FP...?

- No, de Máster.

- ¿Y Máster qué es? ¿Nivel universitario?

- Sí.

- Vale, pues llama a este teléfono. Si es beca, lo resuelven ellos.



Señores, en el Ministerio de Educación atiende el teléfono gente que tiene que preguntar si un máster es un nivel universitario. Apaga y vámonos.

13.9.10

Buscar trabajo "activamente"

Ayer por la tarde tuvimos encuentro familiar por el cumpleaños de mi abuela. Como suele ocurrir, la sección fumadora, encerrada en la cocina, se enzarzó en el típico debate de actualidad nacional, en este caso el 29-S. Yo me mostré predispuesta incluso a buscar un trabajo de aquí al 29-S sólo para poder hacer huelga (creo que si le intento explicar al INEM que renuncio a la parte proporcional de subsidio la liaría parda y no me pagarían nunca más, y no está el horno para bollos). Sin embargo, dado que la familia de mi padre se compone, en general, de autoempleadores y de emprendedores con una mala suerte que ronda lo épico, obviamente las posturas acaban por enfrentarse. Que no digo yo que no entienda su punto de vista, pero es que las medidas tampoco pueden hablar de "empresas" y quedarse tan anchas, como si fuese la misma circunstancia la del dueño de un taller de tres empleados que la de la ejecutiva de un banco con sucursales en medio mundo. Que la solución no es buscar puntos intermedios entre trabajadores y empresas, porque es absolutamente imposible conciliar puntos de vista tan extremos y al final no satisfacemos a nadie. Que ya que "segmentamos" para todo, que vemos nichos de mercado en todas partes, y que el marketing se aplica a casi cualquier cosa que se mueva, ¿por qué no segmentar las condiciones en función del tamaño de la empresa?

Al final, en este país el tejido empresarial se compone en su inmensa mayoría de PYMEs, para las que determinadas inversiones y compromisos son inviables y acaban por venirse abajo (lo cual es una pena porque muchas de ellas muestran más voluntad innovadora que todos los departamentos de I+D de las empresas grandes), mientras los responsables de grandes empresas se aprovechan de medidas pensadas para pequeños empresarios y se acogen a cualquier cosa con tal de no poner ni medio céntimo de más.

Todo esto viene a que me han llamado, por fin, para hacer una entrevista de trabajo. Atención a la situación: entrevista + 50 minutos de prueba de nivel de inglés para conseguir un contrato de tres meses con una ETT (y luego, dios proveerá) cobrando 16.000€ brutos/año, supongo que en 14 pagas como suele hacer esta ETT en concreto (es decir: menos de 850€ netos/mes), en un puesto definible como deputaporrastrojos: tú te lo guisas, tú te lo comes, multitarea, polivalente, bla, bla, bla.

Ahora mismo, el Estado se está metiendo en un déficit del que a saber cómo se sale, pero aun así, me pagan 120€ más por ser "demandante de empleo activa", es decir, acordarme de sellar mi tarjeta de demandante cada tres meses (y si se puede por Internet, mejor), no renunciar a un curso que nunca me han ofrecido, y avisarles cuando la oferta de trabajo que me han mandado, la única en un año, está ofreciendo un salario inferior al mínimo interprofesional.

Yo entiendo todo eso de la oferta y la demanda, el libre mercado y demás reglas pseudomatemáticas que rodean al capitalismo, y, honestamente, no creo que haya que estar en contra del capitalismo en general, sino más bien de los excesos que se hacen en su nombre. Entiendo que si hay 4 millones de parados, las condiciones de trabajo empeoren. Pero no entiendo, bajo ningún concepto, que unas condiciones laborales puedan ser inferiores a la situación de desempleo, porque no tiene el menor sentido. Porque entonces esto ya no es economía, es un SimCity venido a menos. Porque luego nos quejamos cuando la fuerza de trabajo no tiene compromiso: luego, pedimos becarios acostumbrados a trabajar bajo presión, auxiliares administrativos con iniciativa y creatividad. Pedimos que la gente sea responsable sin mover medio dedo para otorgarles un cargo de responsabilidad; que tomen decisiones sin pagar el precio que corresponde por ello.

Seguramente todos conocemos empresas cuyos organigramas cuentan con un par de cajitas de "becario" por departamento. Se basan en la reducción de costes en lugar de en incrementar el valor añadido. Todo esto, eso sí, empaquetado con lazo, con campañas publicitarias impresionantes (últimamente tengo la sensación de que el sector creativo se mueve a una velocidad tal que es imposible seguirlo desde fuera), con unas políticas de "gestión del talento" del copón. Con horario flexible y con dress-code informal.

No se trata de eso. Como decía ayer mi Tía del Buen Karma, "si uno no tiene un espacio donde desarrollarse, lo demás no es viable". Alquileres que se llevan el 80% de los sueldos. El IPC subiendo como si el paro hubiese bajado sustancialmente. No, señores. Luego no vayan a conferencias en Oslo sobre empleo y cohesión social y vuelvan diciendo que para ser europeos hay que pagar más impuestos, porque ni podemos pagar más impuestos ni podemos reactivar el consumo, porque no tenemos con qué.

Vamos a ver si dejamos de empezar la casa por el tejado, alguna vez, para variar.

12.9.10

Cuando el género humano mola (al menos un poco)

El Chico Escritor me dijo que tendía a hacer leyes generales de la existencia con dos de pipas, y es cierto. Dentro de esa enciclopedia de leyes generales que cargo conmigo, una de las entradas reza "Caseros" y se resume en "horror". Hasta la fecha, cuento con un casero de doscientoscincuentaaños que se empeñó de pronto en vender el piso en el que yo me acababa de emancipar (el hecho de que no estuviéramos en disposición de decir absolutamente nada dependía de otra serie de derivadas que no eran culpa suya, pero esa decisión estaba fea en cualquier caso) y con el que sólo tuve un amago de conversación del que entendí muy poquita cosa porque estaba demasiado atónita ante el marco (una especie de altar franquista, un señor que rompía las leyes de la naturaleza en una silla de ruedas, y un sonido preocupante que acompañaba sus frases. Y yo tengo atención dispersa). Una señora tremendamente manipuladora (no me extraña, ahora, que su hijo fuese psicólogo), que cuando la llamabas para decirle que te ibas porque levantaban el tejado de la casa en cuya buhardilla vivías sólo te decía que lo importante era ser feliz y que por dormir al raso te bajaba 100€ de alquiler. Una inmobiliaria que a pesar de dedicarse a rehabilitar pisos parecía tener serios problemas para encontrar una persona que tapase el agujero del enchufe que se les había olvidado instalar. Otra inmobiliaria que considera que un escape de gas es un problema menor que probablemente se deba a tu paranoia, y que en diez meses no es capaz de cambiar la titularidad del contrato de arrendamiento.

Y de pronto, llegó ella. Una señora encantadora, con un piso maravillosamente cuidado, en el que hasta la fecha sólo han vivido amigos, y se nota. Que casi te pide disculpas por no haber instalado un horno y haber puesto en lugar de eso todo tipo de cajones y puertecitas para aprovechar el espacio de la cocina. Que se entusiasma porque Blue sea de Huelva, y que no nos deja entregarle la fianza directamente porque es una grosería de cara a la gente con la que ya ha quedado, que es incapaz de entender que esa misma gente le dé plantón. Una señora que ante mi situación profesional (que desde luego no es la ideal para alquilarme nada en absoluto) sólo frunce los labios y dice que es lamentable cómo está el patio.

Nos enamoramos del piso nada más cruzar el umbral (yo tuve buen feeling simplemente poniendo un pie en la escalera), pero tardamos menos aún en enamorarnos de ella. Oiga, la queremos de casera. Y punto.

Ahora sólo falta que llame.

Con ese espíritu, dispuesta a cambiar todas mis leyes generales en positivo, soy capaz de hablar con gente que no sé si me odia y disfrutar la conversación y terminar pidiendo fotos heladas, de pedir ayuda a gente que me crea complejo de inferioridad, y hasta de meterme en la Noche en Blanco y no pensar en que la gente se vuelve muy peligrosa cuando se convierte en masa. Durante unas horas, dejo de ser fóbicasocial y, qué quieren que les diga, no se está tan mal.

La idea es ser capaz de transmitir un poquito de todo esto esta tarde, porque falta hace. Mucha.

10.9.10

F5

Ene pestañas abiertas en el Firefox. El reader, por compensar. La UNED, en sus dos versiones oposicionesdeauxiliardebibliotecayarchivos y matrículaporinternet. El IN3, por curiosidad. Facebook, porque es una droga. La UAM, también por trabajo. Y hablando de trabajo, todos esos portales de empleo que quieren empezar a cobrarme por mandar mi CV. Idealista, en cada una de las búsquedas guardadas, que tengo que repasar porque con el cambio de PC ya no sé cuáles he visto y cuáles no. Y hasta ayer que estaba sin Outlook, Hotmail.

El botón de F5 echa fuego, y yo más. Tampoco he empezado con la ponencia, ni he redactado el proyecto. Pulsar F5 me tiene ocupada al menos cuatro horas diarias. Creo sinceramente que estoy empezando a perder la cabeza hasta un punto preocupante.

Ayer, Mi Media Infancia y yo tomábamos el sol tras un homenaje de comida basura. Hablábamos, como siempre últimamente, de mercado laboral, crisis de los 30 por anticipación, y ofimática para el demandante de empleo. Agotamiento mental. "Si quieres, puedes todavía mirar el mail antes de ir a ver el piso". Me lee los pensamientos, porque obviamente estoy desesperada y mi índice tiene mono de "Actualizar". Por supuesto, El Correo sigue sin llegar. Algún tipo de parálisis nerviosa me impide coger el teléfono y cambiar F5 por rellamada. Y esto tiene que acabarse YA.

8.9.10

Gente que roba puestos de trabajo, vol. II - Agentes inmobiliarios

- Hola, buenas tardes. Llamaba por el anuncio que tienen en Idealista de un piso en alquiler en Puerta del Ángel.
- Sí, tenemos varios. Pero deja que te explique. ¿Tienes intención de hacer un contrato a largo plazo?
- Bueno, no lo sé. En principio no tengo problema con eso.
- Lo alquilan por un mínimo de tres años. Si te vas antes, se te penaliza con un mes por cada año de incumplimiento.
- Ya, bueno. Entiendo que si me voy antes por decisión propia, no por problemas en el piso, ¿no?
- Hombre, claro.
- Sí, ya. Eso está claro hasta que tu casero considera que es decisión propia irse de una buhardilla cuando van a levantar el tejado del edificio. Que ya me ha pasado.
- No, no, por supuesto que no. Ese tipo de cosas no cuentan. De todas maneras, tengo más preguntas que hacerte. ¿Eres funcionaria?
- No.
- ¿Tienes alguna propiedad?
- No.
- ¿Tienes posibilidad de que te avale alguien con propiedades?
- Pues no lo sé. ¿No te vale que me avale un funcionario?
- Ah, bueno, eso podría valer. ¿Te interesa realmente el piso?
- Hombre, si no, no llamaría.
- Claro. Pues entonces te paso con un compañero para concertar la visita.
(Hilo musical infame)
- Hola, buenas tardes.
- Buenas tardes. Estaba hablando con tu compañero sobre un piso en alquiler en Puerta del Ángel.
- Sí, bueno, tenemos bastantes en el mismo edificio. Están más o menos cerca del metro, pero te advierto que los dormitorios son pequeños.
- ¿Cómo de pequeños? En las fotos no parecen tan pequeños.
- Ya, por eso lo digo. Pequeños. Pequeñísimos. Que si quieres te lo enseño, pero que te lo digo ya porque así no perdemos el tiempo. Pequeñísimos. Por eso son tan baratos. Y aun así estamos teniendo problemas para alquilarlos porque en los cuartos no cabe nada de nada. ¿Estás segura de que te interesa?
- Pues dicho así, no, claro que no. Gracias.
- A usted por su interés.

Que digo yo, que igual los problemas para alquilar el piso tienen más relación con el grado de interés de los agentes inmobiliarios que con el tamaño de los dormitorios...

7.9.10

Quitting

- Lo primero que vemos en los cursos de antitabaquismo es si la persona ha elegido el mejor momento para dejar de fumar. ¿Tú crees que es TU momento?
- No. Sin duda, no. No sé qué voy a estar haciendo de aquí a un mes, si voy a estudiar algo o no, si voy a tener trabajo o no, ni dónde voy a vivir, porque estoy buscando casa, tengo problemas económicos e interpersonales y el jueves pasado estaba aquí con una crisis de ansiedad. Es probable que los haya mejores.

Así que el proyecto queda en stand-by. Mi médico ya me ha reñido adecuadamente por esperar a petar antes de pedir ayuda, me ha recordado que llevar cuatro meses durmiendo mal no ayuda nada si uno además tiene que hacer frente a una situación objetivamente estresante, y me han obligado a abandonar la fase de negación (yoestoybienpormisputosovarios) y a calmarme, a dormir, y hasta a drogarme bajo prescripción médica. Y, en octubre, veremos.

Qué ganas de octubre. De dormirme ahora y despertarme con todo relativamente ordenado. En otra habitación. Y con los buenos hábitos arraigados, porque la reprogramación cansa.

6.9.10

Gente que roba puestos de trabajo, vol. I - Médicos

Esta mañana publicaban en Frases a 0,99: "En estos tiempos de crisis es una suerte tener trabajo". Sin ponerme demasiado analítica (y con este tema me cuesta), el caso es que es cierto. Que hay parados en todos los sectores. Que quien tiene un trabajo tiene también una cierta responsabilidad, tal y como yo la entiendo, de hacerlo mejor que todos aquellos que querrían su puesto. Y por eso es especialmente denigrante, con la que está cayendo, la actitud de según qué profesionales (he recopilado unas pocas en menos de una semana). Así que empiezo el enésimo monográfico que morirá al tercer volumen, todo lo más.

Vol. I - Dermatólogos.

- Hola, buenos días.
- Buenos días. ¿Me dice su nombre, por favor? [Esto, de por sí, ya es absurdo. El mismo señor acaba de salir a la sala de espera con una hoja de papel a llamarme por mi nombre y apellidos]

Tenemos el habitual rifi-rafe cuando alguien me pregunta mi nombre. A pesar de tenerlo escrito frente a él, requiere varios intentos conseguir enterarse de cuál es el nombre, cuál el primer apellido, cuál el segundo, dónde va el guión, y ese tipo de cosas. A continuación me pide el resto de mis datos personales, que ya rellené on-line cuando fui a pedir la cita. Quizá sus compañeros del departamento de Informática requieran también un post. Señores, cuando uno pide los datos de alguien es para volcarlos. A ser posible, no sólo en un fichero de receptores de publicidad. A ser posible, también en su historial médico.

- Y bien, ¿qué le pasa?

Le cuento que me creció misteriosamente un lunar, que el médico de cabecera le dio una explicación lógica a lo que dejó de ser un misterio, pero que en cualquier caso me recomendó que me pasase por un dermatólogo.

El médico se levanta, me examina atentamente espalda, brazos y cuello, y se vuelve a sentar. Se pone a escribir en el portátil sin ni siquiera mirarme. Cuando por fin se dirige a mí, es para preguntar: "¿Ha llegado a estar usted en Xanadú?" Durante un momento pienso que el tipo está siendo víctima de un ataque de locura transitoria y mi primer impulso es contestarle que no existe Xanadú. Él debe de notar que no estoy entendiendo nada, porque me aclara: "Sí, ese centro comercial grandote que tiene una pista de esquí..." "Ah, sí. Una vez". "¿Y cómo llegaste hasta allí?" "Me acercaron. En coche". "Ah, pues entonces no".

Yo, de nuevo elucubrando más de lo que debiera, creo que el hombre que tengo enfrente debe de ser todo un maestro del diagnóstico haciendo un alarde de habilidades detectivescas a lo House. Recuerdo que alguien me contó que se podían coger moluscos infantiles probándose ropa en Zara y pienso en algo similar que suene un poco menos a leyenda urbana.

- Pero tiene que haber algún medio de transporte público en el que llegar, ¿no?
- Pues sí, supongo. Habrá autobuses.
- Eso pensé yo. O un tren al pueblo de al lado.
- Me imagino. Pero esto, ¿qué tiene que ver conmigo?
- ¡Nada! Es que mi sobrino viene mañana a abrir una nueva Apple Store. ¿Conoces la marca Apple, de ordenadores?

O.o

- Claro, él viene de Estados Unidos y no sabe decirme. ¿A quién le podría preguntar yo esto?
- Pues no lo sé. Entiendo que yo estoy bien, ¿no?
- Hombre, si tú quieres que te quite los lunares, yo hablo con el cirujano y no tengo ningún problema en enviarte a cirugía plástica. Pero siempre es más bonito un lunar que una cicatriz sobre la piel de una mujer.
- Ya, bueno. Estética aparte, ¿me puede volver a pasar?
- ¿Pasarte qué?
- Pues lo mismo por lo que he venido. Que el lunar sangre y duela, y tal.
- Ah, bueno, no sé. No tiene por qué. Pero en cualquier caso, si te decides, quiero que sepas que puedes contar conmigo para la cirugía plástica.

Se pone a escribir una receta, mientras yo sigo alucinando en colores. Me la extiende, no entiendo nada, como suele ocurrir (mi vocación de farmacéutica ya no es lo que era), y me explica que es crema solar factor 50.

- Échatela en la cara cada día para mantener la piel joven más tiempo.
- Ah, vale. Gracias.

¿Alguien sabe dónde puedo consultar el índice de paro de dermatólogos?

Pasos

Respirar y andar en lugar de correr y ahogarse, le decía ayer a la Chica Mariposa por teléfono. Un teléfono que últimamente me devora las horas, pero es que es una fase en la que se cumple más que nunca lo del "mal de muchos" y hace falta mucha charla para que las cosas se coloquen en su sitio.

Ella tiene una reunión importante hoy, yo mandé un correo necesario ayer (con reenvío y añadiendo una importante declaración de intenciones, porque si nos ponemos, nos ponemos). La Chica casi Trilingüe, de momento, está centrada en el Profesor que Queremos que nos Adopte. Pasitos. [Habrá que enterarse de dónde anda el Sociólogo Renegado y asegurarse de que él también anda moviendo los pies en lugar de padecer síntomas de piernas inquietas, por cierto].

La vida práctica está siendo consumida no sólo por esas llamadas de teléfono sino también por el agotamiento consecuente de este desenredar marañas, y por el reconocimiento de que hay cosas que, simplemente, me cuestan más de lo que cabría esperar. Pero poco a poco. Sigo sin compra, pero al menos en vez de acostarme me paso tres horas en idealista [porque se conoce que nos mudamos. Próximamente, más información].

Me falta todavía casi toda la ronda de médicos, pero ya esta mañana he tenido mi primera dosis de surrealismo. En serio, lo mío con los médicos no es ni medianamente normal. [Esta entrada ha sido editada para crear un monográfico...] Al menos (pasitos) salgo de la consulta riéndome de él en lugar de enfadada conmigo misma por no saber enfrentarme a un médico estúpido, al enésimo médico estúpido. Que no está mal.

Y al fin y al cabo sólo estamos a lunes, hay un montón de días hábiles para hacer cosas pendientes, estoy aprendiendo a vivir con un solo chute diario de cafeína, y además el Rey del Laboratorio ha vuelto y es exactamente lo que necesitaba, aunque él se encoja de hombros y asegure que no hace nada por mí horas después de solucionarme la mitad de las dudas existenciales que había en mi cabeza.

Qué bonito poder tomar decisiones y decir "ahí te quedas". Qué se me había perdido a mí en Barcelona, es la pregunta.

4.9.10

Fase 2 - Financiación



La Chica Mariposa dice que no puedes quejarte porque no te van a dar una beca que no haces nada por pedir; y lo dice con toda la razón. Sin embargo, he llegado al absurdísimo punto de llorar por no ser capaz de pedir una beca, que es el puto colmo. He conseguido dar el paso de echar CVs a diestro y siniestro (lo que equivale a reconocerme a mí misma que soy capaz de asistir a una entrevista de trabajo sin panicar, y que es más de lo que podía reconocerme en junio), pero sigo sin ser capaz de tener una visión realista de mí misma haciendo una ronda de despachos, francamente.

La Chica casi Trilingüe decía el otro día que somos malos jugadores. Que en el fondo tiene mucho que ver con que no nos gusta el juego, y que ella, honestamente, se retira. El problema es que a mí el juego no me convence, pero tampoco deja de gustarme; y, desde luego, el premio me importa. Creo.

Como decía por aquí el otro día, el premio me importa pero no es desde luego lo único que me importa. Hay otras cosas que me importan bastante más y caminos más accesibles para conseguirlas. Debe de ser muy gratificante doctorarse, pero francamente no es mi prioridad número uno. Creo.

De nuevo, sólo "creo". Porque uno nunca sabe hasta qué punto es capaz de justificar una retirada por cobardía.

Odio ser tan bocazas y haber dicho a voz en grito que quería hacer una tesis, porque ahora la gente encantadora que me rodea no para de preguntarme por ella. Y es un maldito sinvivir. Hoy, le reconocía a la Mujer con Vocación de Suegra que mis principios me parecen incompatibles con mi lista de tareas. Que no me veo capaz de pedirle a alguien a quien además ni siquiera conozco que se comprometa conmigo cuando no me estoy comprometiendo a mi vez con esa persona. Que habrá quien lo haga, que, como decía ayer Mi Media Infancia, si quiero que de pronto me ingresen becas en el banco que no sé ni de qué son habrá que echarlas todas, y que se preocupen ellos por las incompatibilidades. Pero es que a mí no me parece ético.

Ética, estética, y un mal libro de jugadas, es lo que hay.

Y por debajo, la sensación de estar defraudando a todas esas personas que se interesan sinceramente por mi futuro. Una sensación enteramente autoconstruida, ya lo sé. Pero real, en cualquier caso.

A veces, una necesita escuchar que las personas que le importan se sienten orgullosas de ella precisamente cuando menos motivos está dando para que nadie pueda sentir orgullo. Y mi madre, hoy, ha estado increíble. Porque a veces es muy fácil y es bonito que alguien más se dé cuenta.

2.9.10

Sintomatología básica para hipocondriacos

En estos tres días he aprendido que si se te duermen trozos de una pierna por las noches, aunque no duela, puede ser ciática. Que algunos mareos son cosa de segundos, y otros se prolongan durante horas. Que si además de marearte y tener ciática no dolorosa te hormiguea el brazo izquierdo y se te quedan los dedos helados, no es nada. Es una puñetera crisis de angustia. Y que si vas al médico de cabecera y te dice que te observes y te vayas a urgencias si en unas horas no estás mejor porque tienes varios factores de riesgo para problemas circulatorios, es mejor ignorar la opresión precordial y pensar, simplemente, que su prudencia no te está ayudando a calmarte. Y, a continuación, intentar calmarte (que suena mucho más apetecible que morirse o que pasarse la noche sometida a pruebas médicas innecesarias). Y que, sí, aunque uno lleve años con problemas de ansiedad puede tener una crisis y confundirla con cualquier otra cosa, como un triste novato.

Echando cu€ntas

El peor día de mi por lo demás altamente recomendable aislamiento playero vino de la mano de la muerte súbita de Ginger. Cuando mi señor padre dijo aquello de "nada, por 60€ seguro que te recuperan los datos", y yo fui consciente de la cantidad de dinero comprometido que no tengo. [Nota irrelevante: encontramos una manera mucho mejor de sacar los datos, consistente en una carcasa para discos duros a 15€. Que yo no supiera aprovecharlo y olvidase hacer copia de dos carpetas fundamentales es otro cantar]

Hace meses que vengo viviendo de la generosidad del ICO, que me presta dinero en condiciones asombrosamente favorables por tener ganas de estudiar (nunca conseguir 14000 € fue tan fácil). Cuando veo lo que queda del préstamo me dan ganas de gritar. Obviamente hay cosas que no se pueden prever (que la queca se pusiese mala, o que yo tuviera que recuperar la regularidad del principio de la terapia) y otras que eran necesarias a todas luces (como Ginger, aunque sea una pequeña desagradecida y su gráfica muera en tres meses), pero, ¿y las otras?

Mi primer impulso, como suele ocurrir, fue echarme en cara todo lo que gasto en temas superfluos, enfadarme conmigo misma y castigarme sin sol ni mar. Yo y mi afán por el castigo. Pero como afortunadamente soy creyente, al menos hasta cierto punto, y además estoy un poco cansada de cómo me trato, conseguí recomponerme hasta el punto de dejarle los castigos al karma y salir del apartamento [Nota: el problema de subcontratar los castigos son los ataques de hipocondria consiguientes. Pero bueno, un paso cada vez]. Y, por una vez, hacer algo práctico en lugar de autoflagelarme, y reconsiderar qué necesito y qué no, y qué me estoy permitiendo y qué no.

Llevo todo el año diciendo que echo de menos mi proyecto vital, pero en realidad no tengo por qué renunciar a mi proyecto vital, independientemente de las compañías. Casa, niño y perro blanco son un proyecto vital perfectamente viable que perseguir. Y como el orden de los factores sí que altera el producto, habrá que hacerlo bien y empezar por la casa, digo yo. Mi instinto maternal se contenta de momento con hacer nido, así que tendría que poner de mi parte para poder llegar a un acuerdo.

De pronto, las palabras del Chico Extraordinario el último día que nos vimos, sobre la disyuntiva academia-sectorprivado, tienen un sentido diferente y bastante racional, más allá de si sus expectativas eran ajustadas o no. Sí, yo también quiero, claramente. Así que me encuentro a mí misma aprovechando las vacaciones para hacer un ejercicio de tienesquesertupropiamarca en lugar de un "análisis sociohermenéutico" sobre el personal branding, para variar, y enviando un CV para volver a un sector del que salí con el rabo entre las piernas y jurando no volver. Como los valientes, claro que sí.

Es sólo el principio y de hecho tampoco pierdo de vista que todavía puedo recibir La Llamada y que me cambie la vida de aquí a tres meses. Pero es que es momento de principios, como cualquier septiembre. Y empezar está bien. Y las galletas de chocolate. Y los zapatos de tacón. Y las excursiones a Ikea. En vez de.

Autonirianálisis

Desde que me he vuelto psicoanalítica (y aunque me avergüence reconocerlo, la relectura de este libro tiene mucho que ver), me ha dado por prestar atención a lo que sueño. Como suele ocurrir (ya saben que Murphy no descansa nunca), he empezado a olvidar las cosas que sueño inmediatamente, cosa que en mí siempre ha sido rara. A pesar de mi chute de citas sobre el mundo onírico made in Benjamin, me falta conocimiento psicológico para decir con una cierta autoridad que estoy intentando explicarle a mi inconsciente que en el despertar debe hacer el puñetero favor de ponerse de acuerdo con el consciente para encontrar un punto medio revelador, pero bueno, por ahí van los tiros.

El caso es que hoy he amanecido a las mil, por primera vez desde que me fui de vacaciones, a pesar de haber estado desde que sonó el despertador (que yo recordaba haber apagado) reproduciendo y continuando una pesadilla de lo más extraña, que incluye la incorporación de miedos ajenos, la preocupante constatación de que mi subconsciente no sabe que he tenido una prima hace un año y medio y la confunde con otros miembros de mi familia, y todo un artefacto simbólico en torno a la etiqueta femenina en las bodas, donde los sombreros y tocados de colores brillantes eran las muestras palpables de estar rodeada de demonios, y donde las señoras mayores usaban guantes verdes tranquilamente (enorme vulgaridad, como nos recuerda  la genealogía del programa de la Lomana).

En medio de este caos y este ambiente hostil, la Chica India, con toda su firmeza característica, me obligaba a buscar colillas por el camino a nosémuybiendónde, sólo para que yo descubriera que estaban mojadas, me daban asco, y en realidad prefería dejar de fumar.

Entre las conclusiones, la sensación de estar acertando el camino. Es curioso poder reinterpretar una pesadilla a la luz del día y contactar con los sentimientos que una se niega. Después de ene sesiones de terapia, un mes y medio de vacaciones me ha colocado en el lugar donde se suponía que tenía que estar. Un lugar desde donde tengo perspectiva suficiente para valorar las malas influencias en todo su potencial dañino, elegir mis propios referentes, tomar mis propias decisiones y, en la medida de lo necesario, alejarme de ciertas zonas peligrosas para colocarme allí donde las vistas son mejores y se puede reconstruir un sistema de valores que sirva para una vida agradable que no tiene que ser ni compleja, ni dolorosa.

Keep going.