12.1.10

Té con pastas

Una carrera a Condesa. Que ya no es Condesa, ahora es Albacete. Y ya no vamos a trabajar, sino a pedir más dinero para seguir viviendo del cuento (a.k.a. investigación académica). La Chica Rubia y yo tomamos café en el bar de los zumos, y saber que no voy a encontrarme a nadie no impide que mire hacia la puerta todo el rato con, reconozcámoslo, algo de miedo.
Pero no pasa nada. Entramos en el metro y me vengo a casa. Y como. Dios. Hacía semanas que no almorzaba. Soy súbitamente feliz. La Chica Rubia reaparece post-visita al médico. Tenemos grandes intenciones relativas a un montón de teóricos que nos importan bastante menos que los sociólogos que ya conocemos. Así que pasamos una tarde de comadreo, en vez de con brasero, pegadas al radiador. Contando historias de bluetooth y de nosvemosenlosbares y de los grandes errores que no pudimos evitar cometer. Descubrimos un vínculo entre sus compañeros de piso y mis no-compañeras de clase. Nos reímos a morir.
Y sale por la puerta y hemos procrastinado sin parar, pero nos miramos, y reconocemos que lo necesitábamos.
Y a partir de ahora, a construir.

3 comentarios:

Rubia dijo...

A mi me ha venido fenomenal. Y es que a veces procrastinar mola viene mejor que un lexatin.

Rubia dijo...

BIENNNNNN. Por fin puedo poner comentarios!!!!!!

La abajo firmante dijo...

Madre mía, que ilusión. Me comenta Jean Seberg ;)

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