12.1.10

Revisionismo

And the hardest part was letting go, not taking part was the hardest part. And the strangest thing was waiting for that bell to ring. It was the strangest start. I could feel it go down, bittersweet, I could taste in my mouth silver lining the cloud (Coldplay - The hardest part)

Es probable que algún día el mundo entero quepa en nuestra Wii y estamos todos de acuerdo en que la tecnología ha progresado hasta un punto casi cienciaficcional, pero eso no quita que el mejor videojuego de la historia sea aquel primer Zelda que se jugaba en la Nintendo básica y cuyo héroe era un amasijo pixelado.

Yo empecé el blog anterior a este en noviembre de 2003. En aquel momento, estaba enamorada hasta las trancas de la Atómica Melancólica y necesitaba un sitio donde hablar de ella continuamente. Pero en aquel momento, también, siempre llevaba tiza en el bolso; en aquel momento, hablábamos como si nos estuvieran enfocando; en aquel momento, toda nuca era un plano de Godard; en aquel momento, nos cortábamos el pelo en pleno concierto de Adam Green teloneando a B&S; en aquel momento, escuchábamos a B&S y escuchábamos a Astrud; en aquel momento, también, escuchaba Desechos y los citaba al principio de mi trabajo final de curso; en aquel momento, íbamos al Reina Sofía los domingos y nos enfadábamos muchísimo, yo con el arte contemporáneo y ella conmigo, que me llamaba punki tomareña (todo tomareño tiene un punto punk, y siempre lo saca en el momento menos oportuno); en aquel momento daba igual que ella estuviera o no estuviera, porque vivía para contárselo, y, así, vivía todo tipo de intrascendencias de manera novelesca.

El Chico Escritor dice que va siendo hora de separarnos de la literatura, y tiene razón. Pero me gustaría que mi versión 7.1 incluyese más cosas de entonces.

Porque entonces, claro está, yo me caía mal. Como de costumbre. Si no me hubiese caído mal, habrían pasado otro tipo de cosas. Mails que no mandé, llamadas que no hice, acciones que omití. Si no me hubiera caído tan mal, quizá, ahora escribiría esto mientras ella me mira desde el sofá (omitan, por favor, el criterio de verosimilitud. Me gusta pensarlo. Y punto. No me quiten eso). Quizá la habría mantenido, quizá me habría sentido digna de que me pasara todo aquello.

Pero el caso es que, con el tiempo, creo que era bastante digna de que me pasara todo aquello. Y creo que si ahora me encontrase en un viaje temporal con mi versión 2003-2004, me gustaría muy mucho.

Si la versión 2003-2004 no hubiera sido relegada al almacén, no habrían pasado muchas otras cosas. No habría habido noches surrealistas, ni ocasión de que alguien gritara mi nombre un millón de veces. No me sentiría Sam Cassell. No podría decir "y lo que yo sé de bares, qué". No habría habido rosas naranjas, no habría habido viernes a las tres. No habría habido Chica de las Sonrisas, ni Chico Pez, ni, mucho menos, Chico Cósmico. Me faltarían toneladas de las cosas en las que ahora me apuntalo. No lo niego.

Pero me gustaría mirarme a aquella cara y decirme el típico-tópico "no cambies nunca". Me gustaría darme el empujoncito para que las presentaciones de Susan George hubiesen sido tónica habitual. Para haber ido a más conciertos sólo para llamar a alguien cuando suena "Revolución". Para haber sido un poco más sincera conmigo misma.

La inmensa mayoría de aquello es irrecuperable. Me he acostumbrado a estar en desacuerdo con casi todo, y ahora es difícil creer en algo a pies juntillas, no rebatir, no discutir. Me he acostumbrado a sonreír cuando veo a la gente que hace lo que yo quería hacer entonces, en vez de intentar hacerlo. Pero algunas cosas, quizá las menores, quizá no, siguen ahí. Sólo hay que cogerlas y seguir andando. Y todo será distinto de como habría sido si se tratase de continuismo. Pero el revisionismo tampoco está mal. Y creo que tengo que sacar del armario a aquella chica. Tomarnos unas cervezas y aprender de ella.

Propósito ene para 2010.

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