Las primeras cajas ya están fuera. Vaciar cajones que parece que sólo has tocado tú en tres años, lo cual es muy extraño. Repartir la cerveza por ciudades de origen. Es el tipo de cosas absurdas que hacemos. Ser más civilizados que nadie, cedérnoslo todo una y mil veces. Raro. Es todo muy, muy raro.
Y duele. Y como si el psicólogo no me hubiera enseñado nada, en vez de sufrir a secas, sufro por mí y por todos mis compañeros, cuando pienso cómo tiene que ser todo esto para él, que ni siquiera tomó la decisión, que ni siquiera tiene por qué creerse que estamos abriendo una puerta a un futuro más lleno; que ni siquiera necesitaba un futuro más lleno.
El Chico Samba decía ayer que lo importante era que supiera lo que estaba haciendo y por qué lo hacía. Pero no, eso ahora no importa en absoluto. Porque las razones no ganan al nudo en la garganta, al tengo-que-irme-pero-no-puedo, al esperar a que todos se hayan ido, para creérmelo.
Ni siquiera se ha acabado aún; todavía esta noche compartiremos cama. A veces tengo muchas ganas de abrazarle fuerte y decirle que todo va a ir bien; supongo que más por mí que por él. En lugar de eso, me encojo en mi esquinita de la cama, ahora junto a mis libros. Cierro los ojos fuerte y deseo estar en cualquier otra parte. O en cualquier otro momento. Mejor en cualquier otro momento. En uno donde no tuviera que decirte adiós.
Y pensar todo el rato en las últimas veces, y esta sinrazón frenética de llegar tarde a todos sitios porque hago malabares con cien bolas para no pensar en la bola que se me cayó.
Tengo la sensación de que la cinta de embalar me grita "fracasada". Odio no haber sido capaz de que esto funcione. Odio esta situación, odio cada uno de los momentos que la han provocado. A ratos, me odio a mí misma un poco, también, por razones obvias.
Y en vez de estar jodidamente triste, ponerme un vestido nuevo y salir a bailar y no entender por qué.
Saturday night (lirirarará)
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En medio de la fiesta, inicio de un larguísimo atardecer, se me acerca una
chica a la que no conozco de nada y me dice: "Eres muy simpático, me caes
muy...
Hace 2 años
1 comentario:
"...y esta sinrazón frenética de llegar tarde a todos sitios porque hago malabares con cien bolas para no pensar en la bola que se me cayó."
Este post, como su primera parte, suena triste muy muy triste, como las despedidas en sí mismas, son siempre tristes, ké se le va a hacer.
Y es lo q tiene la vida, a veces las cosas funcionan y otras veces no, y qué vamos a hacerle. Y por mucho q intentemos pensar qué podríamos haber hecho para evitar el final y que la cita de embalar no nos llame fracasadas, es inútil. En cualquier caso, el final de un camino es siempre el inicio de otro, es poco pero seguro. Y no tenemos por qué saber si va a ser mejor o peor, de seguro es diferente.
Si te sirve en los pronósticos de feisbú te salió q el 2010 iba a ser tu año, fíjate.. tu año bueno, se entiende.
ánimo.
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