28.3.10

Como las vacas gordas y flacas

El primer cuatrimestre todo eran risas y novedades y estábamos tan llenos de ilusión que las cosas malas directamente rebotaban, sin ser capaces de entrar y de tocarnos. Y mira que hubo cosas malas, pero y qué. Y de pronto llegó el segundo cuatrimestre, y las malas noticias, y las constataciones, y el corazón en vivo, y la ansiedad, y los cabreos; y las cosas buenas se habían aposentado de tal manera que quedaba hueco para los huecos. Y ahora todo son huecos; tanto, que las cosas bonitas que empezaron el segundo cuatrimestre sirven de poco; porque los huecos se reproducen y ahora son ellos los que no dejan espacio.
Porque, lamentablemente, yo no necesito gente, sino escudos; y si no sirves de escudo, entonces de qué.
Me cago en tu desconcierto (y en el mío).

2 comentarios:

Ana González dijo...

Te voy a dar tantos besos cuando te vea el Martes que viene que los huecos van a salir huyendo... ya hicimos terapia para los problemas el cuatrimestre pasado y no tiene que ser tan complicado hacerla este...

La abajo firmante dijo...

Vamos a hacer una terapia de las que hacen historia y corrientes psicológicas, ya verás. Quemaremos el palacio de invierno, volveremos a ser valientes…
Doy pasitos, eso sí (ya te contaré), y agradezco profundamente las promesas de besos por venir.

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