16.3.10

Una simple formalidad administrativa

Ayer, el Rey del Laboratorio me hablaba de las parrilladas en la universidad, y me sorprendió que todo surgiera el año pasado. Pensaba que tenía una cierta tradición. Como dijo él, la tiene, la tiene. Estuvo tan bien, que la tiene.

Yo soy bastante así. Meriendo dos domingos en el mismo sitio o ceno dos lunes en otro, y automáticamente en mi cabeza quedan institucionalizados. Y es que me declaro adicta a la mayor parte de las cosas que me gustan mucho, aunque sólo sea una vez.

Ayer estuvimos comiendo en el HD (ya van dos veces. Peligroso camino hacia la tradición). Por fin Blue conoció a la Rubia, por fin la Chica Asturias tiene su préstamo en camino, por fin mandé yo mi fax para que el mío se ponga en marcha. Incluso, por fin he cambiado la matrícula. Eso sí, ahora no sabemos qué va a pasar porque con el jaleo tan espantoso que han supuesto las últimas semanas, se me ha olvidado completamente lo de mi alegación de beca y tengo que interponer un recurso de no sé qué no sé dónde. Una de esas maravillas del papeleo. Hablábamos, en la comida, de tesis y becas de investigación y de traslados al extranjero; pero cada vez parece más complicado. Cansancio, como siempre.



Y un poquito de bajón, en realidad. Ayer, la Chica Asturias tuvo a bien preguntar qué planes tenía con el Rey del Laboratorio. Mi respuesta vino a ser algo del tipo de "dejar de verle el 19 de junio, como a vosotras, como a todo el mundo". Desde que dijo el otro día que quedaban 30 días de clase, no hago más que ver cómo se me escapa entre los dedos un año que está siendo fantástico.

La Rubia, tremendamente sensata como de costumbre, dice que deberíamos disfrutar estos tres meses en lugar de preocuparnos por los meses siguientes. Yo, de hecho, tengo de paro casi un año, así que oficialmente no debería preocuparme. Pero el caso es que te preocupas. Salen oposiciones, quiero inscribirme, pero son más papeles. Dios, cuántos papeles pueden llegar a formar parte de la vida de uno.

Luego resulta que a veces no es tan difícil. Do not disturb va a Medina del Campo y lo seleccionan. Todo es ponerse, la lotería no toca si no juegas, etc. Pero, ay, ponerse. Ponerse es ser sensato, llevar el horario que te marcan y no el que te cuadra, no consentirte caprichos. Y ahora que estoy aprendiendo a consentirme...

Ayer decía la Rubia que ella no era de sidras, sino de bebidas de colores. Igual debería hacer un bonito cóctel y combinar un poco mejor las categorías de mi Excel-TOC de organización vital. Procurar que la inercia no me devore. Marcar el minuto.

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