18.3.10

La zanahoria y el palo

El miércoles, salimos de la clase del Profesor que Quiero que me Adopte, y yo, previsora, dejo dentro mi abrigo y mi carpeta, con la intención firme de no poder saltarme al Señor Patata aunque sólo sea porque mis cosas siguen dentro de clase. Una coca-cola después, me encuentro lloriqueando a todo el mundo que no tiene al Señor Patata para que suba y recoja mis cosas. Finalmente, el Sociólogo Kamikaze (no podía ser otro) se cuela en clase y rescata lo que el Sociólogo Renegado llama "mis dispositivos de control". Efectivamente, mis dispositivos de control son autoimpuestos e inútiles.

Pero ya en diciembre hablaba por aquí de arrancar el baobab de la procrastinación, y se supone que debía estar en ello; y no lo estoy. Lo intento, pero mi planeta se rebela, agrietado como está por las enormes raíces. Y suena el despertador a las 9 y media y yo me niego, claro que me niego; y si hace falta una bajada de tensión, pues se tiene una bajada de tensión. Total, para luego levantarme casi dos horas después y salir y hacer lo que tenía pensado para esta mañana, porque la culpa es un motor poderoso y la puntualidad, en España, no existe (afortunadamente).

Así que, sí, hoy he sido buena. Ya sé qué tengo que llevar y cuándo y qué va a pasar con la beca a partir de ahora (más o menos). Y ya sé que puedo estar escuchando un montón de sandeces y callarme, como las buenas chicas, porque al fin y al cabo Somosaguas no es mi terreno, y si la gente quiere seguir con su discurso gastado, absurdo y estructuralista (sin relación alguna con el objeto), allá ellos. Yo simplemente respiro hondo y pienso que es mucho mejor para todos que mi tesis no tenga relación con la facultad de Sociología, porque no queremos seguir acumulando enemigos, estamos bien así, gracias.

Todavía podemos rematar el día, pelearnos con las matrices culturales de Barbero, tachar la tarea rebelde que se va escurriendo de un día a otro de mi Excel obsesivocompulsivo, ser "productivos" (porque, sí, hemos aprendido mucho esta mañana a pesar de los comentarios).

Tampoco sé si eso arregla nada. Lo que quiero no es tanto ser buena como pelearme con las cosas que me dan rabia, ganar lo que creo que merezco, hacer lo que me parece que hago bien, y disfrutarlo. Seguir teniendo esas "pataletas de artista" de las que se ríe el Rey del Laboratorio y de las que saca conclusiones generales que explican parte de mi caos circundante. Y que además de pataletas, sean comienzos de cosas o finales de cosas perpetuamente a medio hacer.

Pero en cualquier caso, para empezar y terminar todo eso, habrá que estar despierto. Así que sí, ya es algo...

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