18.4.10

Intento inconexo de banalidad

La Chica Casi Trilingüe ha decidido reivindicar las palabras flotantes y recordarnos que si creemos que todo cambia, la profundidad no tiene sentido. A mí me suena a una reivindicación, probablemente involuntaria, de esa banalidad de la que presume la Compi Rubia (y que a veces olvida) y que yo envidio profundamente.

Yo quiero ser banal y hablar de zapatos. Una de las frases de la semana. Pero la otra, claro, es "ética y estética", y así no se puede ser frívolo. O sí: nuestro plan es convertirla en diseño de camiseta para ver si nos tomamos a nosotros mismos un poco menos en serio. O igual más. Quién sabe.

Madre mía, qué semanas. Una sensación de sordidez sobrevuela las cosas de todos los días. El otro día, el Chico Samba me dijo que celebraba que la nube negra sobre mi cabeza no hubiera venido conmigo a clase por primera vez en toda la semana. Es cierto, ya no la llevo. Total, para qué, si hace un tiempo de perros de por sí. Para qué trabajar en lo mismo que otros si puedes quedarte con su resultado.

Por fin soy una chica rica, pero no sé operar por Internet con mi nueva cuenta, así que me he vuelto loca comprando cosas bonitas para otros pero no sé cómo voy a pagar mis cosas lo que queda de mes. Suele ocurrir. Estoy cansadita de ser pobre. Ser pobre desgasta muchísimo, sobre todo cuando se te olvida sistemáticamente y no eres consciente de que llevas una semana sin comer ni cenar en casa. También es cierto que tengo días de dejarme querer, últimamente, y eso sienta bien y es barato.

Me duele tanto la espalda que podría gritar pero no puedo parar. Descubrimiento de hoy: mi nivel de actividad no tiene regulador. Es un puto interruptor con su on y off, su 0 y 100. También es cierto que no sé por qué creía que iba a tener un punto medio en algún aspecto, en cualquier aspecto, visto lo visto. Así que estoy en 100 y me dedico a recuperar las horas que he dormido de más haciendo en quince minutos lo que tenía pensado hacer en dos horas. Luego nos quejaremos del nivel de resultados.

Pero es que ya está bien quejarnos del nivel de resultados. Ser perfeccionista también agota. Y me aburro de estar agotada.

Y en simultánea esquizofrenia, me pongo a mí misma la excusa de la astenia primaveral para estar aquí sentada en lugar de frotando azulejos. La incoherencia, c'est moi.

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