1.7.08

El ser humano es raro, decían

En este mundo raro en que vivimos, te ofrecen soluciones para la ludopatía que no esperabas (al fin y al cabo, es TU problema) pero luego no las ponen en práctica. Puedes pagar con una tarjeta de un banco que no te conoce pero no con la de tu banco de siempre, que ha decidido cobrarte doce euros por un trozo de plástico sin ninguna funcionalidad que debe estar vagando por ahí en algún lugar indefinido de la Comunidad de Madrid (en el mejor de los casos) pero, desde luego, no en tu monedero. Tomas decisiones importantes mientras acaricias a perros excesivamente violentos para su tamaño. Vuelves a casa y oyes frases como "Al menos reconoce que me amenazaste, aunque luego no me hicieras nada", y ya no te puedes ir a casa. Te quedas, sentada en un banco, clínex en mano, llorando como una magdalena, esperando a que acabe el drama familiar que ya te han asegurado que "está bien, bonita". No, no está bien. Toda pareja que discuta y entrometa a sus hijos es un asunto social, y no familiar. Finalmente se van y puedo irme a casa. Y ahora me siento ridícula por esta hora y pico que he pasado llorando en un banco. Y pienso que aunque muchos me han mirado, nadie ha puesto siquiera una expresión empática. A la familia que discuten, ni la miran. Me entran ganas de tatuar "Ciudad Hostil" en todas las calles de este maldito Madriz que ayer era todo euforia, abrazos, solidaridad interracial e internacional, comunión y buen rollito, y hoy es la misma mierda vacía de sentimientos que siempre. La peor cara de Madriz sale hoy para que no se me ocurra quedarme con la mejor, con la de ayer.
Llego a casa de muy mal humor, y como lo único que me lo quita es el ejercicio, vuelvo a pelearme con los restos del incendio (sin música planetera) de mi cuarto de baño (a.k.a) no puedo salir de casa sin que pase algo. Ya no quedan azulejos negros. Sigo tan acelerada, tan desencantada, que no sé si podré dormir. Mañana, una mujer que me ve veinte minutos una vez al mes (en sus mejores frecuencias) decidirá si tengo que volver a trabajar.
Todo es tan absurdo que no sé si reírme o apagar la televisión.

1 comentario:

Mirta Peces dijo...

pues puedes hacer las dos cosas: reirte y apagar la televisión, irte a la cama a descansar pensando que mañana ya no cuenta lo que hiciste o sentiste hoy, o al menos, cuenta sólo lo que tú kieres k lo haga.
relájate, por favor.
y con todo esto,...por k coño no me has llamado??
me voy a la cama..nos vemos mañana??
besos

Publicar un comentario

Habla tú también. No dejes que esto sea sólo un monólogo.