30.7.08

Pendiente: Contempopránea 2008

La temporada festivalera sólo tiene un pero: se acaba. Se acaba sin Sonorama ni Ola! porque estamos en Ibiza, se acaba con muchas sonrisas y mucha nostalgia y muchas ganas de que empiece la del año próximo.
Se acaba dejando perlas como "estoy de vacaciones y hago todas las sinalefas que me salen de los cojones", la Chica Úbeda en modo repeat con "Ha sido uno de los mejores findes de mi vida", las listas de cosas para mejorar el año próximo porque esta cita cada vez es más ineludible, noches jugando a tener quince años con los niños de la fuckultad persiguiéndonos y casi meándonos encima, croissants con nocilla en los dobles bolsillos de bolsos y pantalones, una espalda hecha trizas del acogedor sol alburquérquico, fotos de una piscina donde la presentina abunda, ideas para decorar nuestro coche el próximo año, botellas de Brugal kamikazes que explotan al recogerlas, el tinto de verano como bebida oficial patrocinadora del ídem, las lecciones sobre el eyeliner, nuevos idilios (muy especialmente con Factodelafé), consumación de idilios oficiales (Guille Milkyway es aún más encantador cuando dice "no sufráis por mí si me tropiezo o me desmayo"), y una frase que debería ser un mantra:
"Cerrad los ojos. Todos. ¿Ya? Pues sonreíd, que nadie os mira".

29.7.08

Entre sofistas anda el juego

Dice la sacrosanta wikipedia:
"Del griego sophia (σοφία), "sabiduría" y sophos (σοφός), "sabio". En la Grecia clásica, se decía de quien hacía profesión de enseñar la sabiduría. (...)
El verbo sophídsesthai, "practicar la sophia" sufrió una evolución similar al terminar por entenderse como "embaucar". (...) El uso peyorativo empezó a tomar forma en el siglo V a. C., coincidiendo con la extensión del uso del término a los prosistas. El momento coincide con un incremento de las suspicacias de los atenienses hacia los que mostraban una mayor inteligencia. (...) El desprecio con el que los sofistas eran tratados en ocasiones no nacía del hecho mismo de recibir remuneración, sino de hacerlo, sobre todo, por la formación en el llamado areté, el arte de la política y la ciudadanía, que incluía todas las técnicas persuasivas para hacerse un lugar en la administración de la polis.
(...)
La primera exigencia de esa areté era el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros. "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles", dice Protágoras. Gorgias dice que con las palabras se puede envenenar y embelesar. Se trata, pues, de adquirir el dominio de razonamientos engañosos. El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte "conducción de almas". Platón dirá más tarde que era "captura" de almas.

Según algunos autores, no eran, pues, propiamente filósofos. Para quiénes son de esa opinión tenían sin embargo en común con los filósofos una actitud que sí puede llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene "su" verdad. (...) Mientras que en todos los tiempos el hombre siempre ha querido creer que la buena voluntad es suficiente para conseguir la felicidad y conocer la verdad, creyéndose mentiras que no convencen, los sofistas más legítimos, en cambio, siempre se opusieron a creer en lo que no convencía, denunciando y refutando a los que intentaban poner fe en ilusorias verdades, lo que frustraba enormenente a sus competidores, provocando que los odiaran y persiguieran. Por ejemplo, mientras que unos querían creer que sí era posible crear el mundo justo de las ideas, los sofistas les hacían ver que lo que ellos entendían por justicia no eran más que injusticias que no llevarían al hombre a ninguna liberación, por lo que los que inventaban "el bien" terminaban por perseguir a los que no podían convencer con lo que no convencía.

Últimamente, el "sofismo" ha sido reivindicado en el Siglo XX por autores como Fernando Savater; así como a inicios del Siglo XXI, por los nuevos seguidores del ultraperspectivismo o estancialismo (metafísica del Estar)."

Cuando yo era pequeña, era sofista. Recuerdo un anuncio de la Peque Pocas-Pecas en el que no se entendía si la niña decía: "Lo compro yo" o "Lo compré yo" al tiempo que agitaba una hucha. Me recuerdo a mí misma diciéndole a mi abuela la holográmica que, tanto si decía una cosa como la otra, demostraba que era barato: si lo había comprado, porque aún tenía monedas en la hucha, a pesar de lo penoso que se supone su poder financiero; si no, porque con esas pocas monedas podía comprarla. En cualquier caso, era obvio que por ese precio compensaba que me lo comprase.

Con los años, cuando me volví filósofa (en el sentido más etimológico de la palabra), decidí que quería ser sofista. Era divertido ver que no se me daba mal, y que mis compañeros de clase se colocaban en un lado u otro en los debates no tanto en función de lo que pensaban como en función de lo que pensaba yo, alegando que acabaría por convencerles.

Pero, ahora, cada vez me dan más miedo-dentera-asquito los sofistas. Esa gente que tiene una capacidad absolutamente imparable de dar la espalda a la realidad. Alguien a quien despiden por ser una persona absolutamente tóxica para su equipo, y que aun así dice que el haber incluido a la empresa en la que dentro de unos días dejará de trabajar en un ranking de Buenos Sitios Para Trabajar es mérito suyo. Alguien que, lamentablemente, a estas alturas seguramente no sabe por qué le despiden.

Qué asco de capacidad de poder argumentarlo todo. Me la arrancaría de cuajo.

23.7.08

Y más cosas

¿Qué? Es que hacía mucho tiempo y se me habían olvidado cosas:

- Nunca llegué a quedar ni con HF, ni con el Escolta #2. Están en mi lista de buenos propósitos para este verano.
- Estoy a punto de terminar la carrera :) Hoy he hecho la que, con suerte, será mi última matrícula (aunque con visos de ampliación, porque los muy kahsdñoahsd no han hecho las convalidaciones como debieran).
- Proyectos: mi web, una vaca para el Cow Parade, un portafolio cojonudísimo para entrar en el master de Comunicación y Moda del IED el próximo año escolar, encontrar un trabajo de copy (sí, quiero), un blog cojonudísimo de publicidad en colaboración con gente de la UOC, una charla sobre Facebook en el curro, ponerme de nuevo con mi novela sin título y sin avances desde hace siglos. No está mal.
- Conciertos: magnífica sensación la de rodearte de punkys y cantar con los Sex Pistols, creer posible haber ido al último concierto de Blondie, que Kaiser Chiefs sean igual de fantásticos que el pasado año ahora que te sabes las canciones, que Richard Ashcroft sea capaz de hacer que Bittersweet Symphony dure más de diez minutos, encontrar a una antigua compañera de colegio en un festival hiperpoblado, volver del Summercase en coche los dos días. Este finde: Contempopránea. Mercadillo, niñaspopis de camping, como dice Teatrera, tintodeverano, y más. Ganas, ganas, ganas.
- Casi he terminado de leer la Biblia, y hay que ver lo que mola. Tiene frases cojonudas ("camella lasciva" como insulto, "A cada día le bastan sus problemas" como mantra, etc.), y estoy deseando empezar el Corán. Dios, cómo molan las religiones. Todas en general. Qué penita no ser creyente, creo que me vendría fenomenal.

Ahora creo que sí, me despido.

Muacs.

¿Por dónde se supone que iba yo?

Me releo y observo que la última vez que escribí aquí aún tenía pavor a la cyborg. Me hace incluso gracia. Lo que son las cosas.
Qué ha pasado desde entonces:
- He encontrado un nuevo mékido que con un poco de suerte averiguará qué tengo en mi rodilla derecha, aunque la resonancia diga que no se observa ninguna patología. (Por cierto: cómo mola repetir muy rápido la palabra anatomopatólogo) Como pille al hijo de perra que se saltó aquel semáforo, le cortaré una pierna. Lo juro.
- Saliendo de mi nuevo mékido, llamé a la Chica Poco de Fiar para decirle que no podía soportar más esa sensación de, en cualquier momento, empezar a hablar con el gotelé de las paredes de puro aburrimiento, y que volvía. La conversación fue un poco estúpida, la verdad...
CPF: Pues es que hoy tampoco me viene bien. Si quieres, nos vemos la próxima semana...
MNY: No. No puedo esperar más. Mañana voy al médico y el lunes vuelvo. Así que lo que tuvieras que decirme, hazlo ahora o calla para siempre porque va a ser peor el remedio que la enfermedad.
CPF: Sólo quería asegurarme de que podíamos facilitarte la incorporación para que no tuvieras otra recaída. No me gustaría volverte a ver destrozada en un par de meses.
MNY: A mí tampoco. No puedo soportar la idea de ver a la Cyborg, pero voy a intentarlo. Y si no, me iré. Hay más trabajos que lentejas...
CPF: Espera. ¿No te lo han dicho?
MNY: ¿Decirme qué?
CPF: La Cyborg se va a finales de mes.
En este momento, la pequeña minyacairiel empieza a llorar como un bebé.
CPF: ¿Qué te pasa?
MNY: Que en este preciso instante, en la totalidad del planeta, no hay nadie tan feliz como yo... Hasta el lunes.
Está muy feo alegrarse de las desgracias ajenas. Mi futura ex-jefa ya no se maquilla y se pasea sin gafas y con los ojos hinchados por los pasillos, fingiendo que no le molesta que cuando dice: "Me voy, estoy disponible en el móvil" nadie levante la cabeza, ni que pasemos de ir a las reuniones que convoca, ni que al final haya conseguido que vuelva a creer en que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio. Y, como le decía hoy a la Chica de las Sonrisas, "el mundo está tan lleno de putadas que cuando le pasan a alguien que realmente las merece, por lo menos un poco de alegría hay que sentir". Ea.
- El guión está terminado. Inmediatamente después yo he vuelto a trabajar y el Chico Escritor ha vuelto a padecer su Síndrome de Ojo Poco Veraniego, así que la cosa está algo en standby. Pero volveremos. Vamos a hacer una memoria de producción cojonudísima y a ganar el premio Bancaja para que Blue nos lo realice (sí, eso he dicho) y nosotros nos hagamos ricos y famosos. O por lo menos, podamos ir a algún festival a emborracharnos con los que sí que son ricos y famosos.
- Blue ha puesto las pilas al equipo de Mediocrity. Espero tenerme en una pieza audiovisual completa para que me veáis vestida de Marilyn en pleno Preciados antes de final de año. Estoy dispuesta, incluso, a montar Rayuela de Cristal como penitencia. He dicho.
- Mi jefa nueva es absolutamente fantástica. Tengo que encontrarle un nombre a su altura. No va a ser fácil. Porque es enorme. Es tan enorme que es como si la Chica del Fondo de Armario no se hubiera ido nunca. Esta siesta he soñado que nos íbamos a integrar con el IED en vez de con otra consultora y que me pasaba por allí después (a seguir ganando puntos para la beca del master de Moda y Comunicación que espero empezar en septiembre) y me preguntaban, ante lo cual yo sólo decía: "Como equipo, funcionamos. Los elementos perturbadores, ni nos rozan". Creo que tiene algo que ver con mi escepticismo ante la posible vuelta al departamento de la Mujer Duende.
- A pesar de ello, la jornada intensiva no está hecha para mí. Es divertido que cuando una se duerma su gerente sólo diga: "Qué susto, pensaba que te habíamos hecho algo y no ibas a volver más", pero el caso es que me duermo. Todo el rato, menos de noche, cuando debiera. El calor y la angustia del madrugón, sumado a las terribles pesadillas nocturnas (molan más mis sueños de siesta, cuando me encargan convertir todo Madrid en una obra de arte viva o me cogen de modelo en un trabajo del IED, o...), me lo impiden. Por culpa de mis cuatro horas de sueño diarias de las últimas dos semanas, he padecido un tremendo dolor de cabeza que me ha impedido ver a Eyescross en Galileo, al Chico Pez en el Geographic, y comprarle un regalo a mi compi para nuestra celebración cumpleañera conjunta de mañana en la oficina. Oh, fuck. Sometimes I hate myself.
- Esta última afimación no obsta para que pueda decir que he cambiado. Estoy resuelta a ser feliz, y para ello fundamentalmente cuento con la no-implicación y, por fin, me escucho a mí misma y a mis necesidades. Mi psicólogo está tan contento que no quiere llamarlo otra fase de euforia, sino un lento y constructivo paso adelante. Y yo me lo creo, ea.

Como esta tarde he dormido cinco horas, soy persona y tengo mucho que hacer, pero creo que, por fin, he vuelto.

Próximamente, más.

10.7.08

Miedito tengo

Si no fuera porque pienso ponérmela para ver a los Sex Pistols, y a pesar de que fue un regalo de la Chica Ángel que me hizo dosmil más uno de ilusión, tiraría ahora mismo a la basura mi camiseta con la bandera inglesa.

Via Intercambia.net descubro esto, que para los más flojos que no quieran darle al link viene a ser una lista pública creada por corporaciones inglesas de "trabajadores poco leales", para que todos los responsables de selección puedan borrar directamente sus candidaturas en caso de que busquen otro puesto de trabajo. Una lista creada por las empresas de las que el trabajador no puede salir ni acudiendo a los tribunales. Una lista que, de ser creada en España, probablemente podría incluirme a mí, que, modestia aparte, soy una trabajadora eficiente, entregada, y hasta entusiasmada; o lo era antes de que la Cyborg empezara a acosarme laboralmente. Imagínense. "Esto no se puede hacer para mañana" "¿Ah, no? (sonrisa malévola) Pues tengo por aquí una lista...". La semana de 65 horas va a convertirse en realidad y además sin pagar.
Cómo mola.

El otro día, me reencontré con mi amiga de preescolar (Facebook mola mil) y comentaba que en Japón, algunos trabajadores llegan a morir por culpa de la ingente cantidad de horas extra que hacen. Aquí, le dije yo, esas cosas no pasan porque ni siquiera te las pagan.

El mundo está fatal.

Pero en fin. Estoy en un proceso de selección para una de las empresas premiadas como Best Place to Work el pasado año en tres certámenes diferentes, he echado el CV en Google (ya que estaba traduciendo el de Blue, pues me puse también con el mío), y yo voy a conseguir trabajar en un sitio donde me dejen trabajar... Porque no existe dicha lista. Si no, probablemente, la Cyborg conseguiría prejubilarme con 24 años y sin indemnización. Miedito.

4.7.08

Ambiciosa

Estoy un poco envuelta en una dinámica de Día de la Marmota. He hecho dos encuestas que ya había hecho, me he tragado un capítulo repetido de The Office. Reviso enlaces antiguos para ver si los enlazo al Facebook y hago de promotora de la cantidad enorme de amigos creadores que tengo. Me siento afortunada.
Me aperreo a la hora de revisar los últimos fallos del guión. Está saliendo algo bueno, creo. Al menos, eso le digo a la Chica del Fondo de Armario. Deseo que llegue el domingo para empezar a abrasar a mails a la gente del mundillo que conozco, y atreverme a enfrentarme con críticas desgarradoras (no nos engañemos, siempre las hay). De momento, creo que voy a seguir ocupada con el Trauma Center de la Nintendo DS. Me parece más entretenido pensar que soy un desastre como cirujano manga que admitir que no sé crear una galería de imágenes como dios manda.
En cinco días tendré mis notas. En 27, tendré 24 años. En 6, estaré llevando a mi hermana a un concierto masivo en el que espero poder hablar con relativa calma con el Chico del Entusiasmo. En 13, será Summercase. En 19, Contempopránea. En medio, debería haberme despedido para poder quedar con el Chico Pez, que por fin ha vuelto al acuario que le corresponde, y con noticias tan dulces como el helado devorado en la Plaza de Felipe II.
Quizá, mañana, vea a HF. Revisar entradas antiguas es lo que tiene, que da morriña. Beber, valor para pedir encuentros. El Escolta #2 y su amigo también han entrado en el paquete.
En fin. Que quiero ser libre, sociable y activa, aunque ya sé que, probablemente, es demasiado pedir.

3.7.08

Ganas de llorar, de gritar, de berrear, de patear la puerta del armario y ver cómo su simple mecanismo de bisagras hace que se abran al contacto de mis pies, de romper páginas de cuadernos, de partir piernas a gente indeterminada, de romper botellas en la cabeza de los camareros incompetentes, de comprar por impulso, de dejar de tener frío, de atreverme a dormir en el sofá.

Todas ellas, reprimidas.

Buf.

1.7.08

Vacaciones de verano para mí

Cuando empieza el verano y los edificios, en general, salpican, los primeros días siempre tengo la sensación de que los aires acondicionados lloran en masa por la vuelta al cole. Se me pasa pronto, pero me da una pena tremenda. Aunque, por otra parte, estos días parece que todo me da una pena tremenda.
Hoy, mi madre ha perdido la pulsera que le regalaron en su injusta despedida las compañeras de su último trabajo. Ella se encogía de hombros y alegaba que no le gustaba del todo, y que los recuerdos que le traía eran agridulces. Yo he recorrido tres veces el tramo de Gran Vía que habíamos pasado y al no encontrarla casi me echo a llorar. Dios, estoy tan tonta que me abofetearía si no lo considerase otro de esos impulsos que tengo que aprender a reprimir.
Hablo con mi madre del extraño sentimiento de, por primera vez en la vida, no tener ni puñetera idea de qué hacer. De cuál será el próximo paso. La falta de arrojo que me lleva a tumbarme en el sofá hasta dejar mi huella, cual Homer Simpson borracho, y que hace que, en el fondo, las horas que van pasando me dejen indiferente.
Por otro lado, quiero hacer. En general.
De momento, hoy me he pedido un día libre mental. Voy a limpiar todo lo que en algún momento estuvo en contacto con la alfombra de baño incandescente, a ver si con un poco de suerte mi casa deja de oler a goma quemada, a no pensar en nada, a jugar a la Nintendo como si me hubiera metamorfoseado en mi hermana. Hoy está prohibido leer, pensar, e, incluso, mantener conversaciones. De modo que rechazo la muy estimable ayuda de un mensaje con eñe, un padre dispuesto a dejar el trabajo para venir corriendo a casa, una madre dividida entre el instinto de alimentar a un polluelo y el de meter al otro bajo el ala, y un escritor abandonado vilmente a su suerte durante la tarde.
Nada de nada. Eso quiero hoy.

El ser humano es raro, decían

En este mundo raro en que vivimos, te ofrecen soluciones para la ludopatía que no esperabas (al fin y al cabo, es TU problema) pero luego no las ponen en práctica. Puedes pagar con una tarjeta de un banco que no te conoce pero no con la de tu banco de siempre, que ha decidido cobrarte doce euros por un trozo de plástico sin ninguna funcionalidad que debe estar vagando por ahí en algún lugar indefinido de la Comunidad de Madrid (en el mejor de los casos) pero, desde luego, no en tu monedero. Tomas decisiones importantes mientras acaricias a perros excesivamente violentos para su tamaño. Vuelves a casa y oyes frases como "Al menos reconoce que me amenazaste, aunque luego no me hicieras nada", y ya no te puedes ir a casa. Te quedas, sentada en un banco, clínex en mano, llorando como una magdalena, esperando a que acabe el drama familiar que ya te han asegurado que "está bien, bonita". No, no está bien. Toda pareja que discuta y entrometa a sus hijos es un asunto social, y no familiar. Finalmente se van y puedo irme a casa. Y ahora me siento ridícula por esta hora y pico que he pasado llorando en un banco. Y pienso que aunque muchos me han mirado, nadie ha puesto siquiera una expresión empática. A la familia que discuten, ni la miran. Me entran ganas de tatuar "Ciudad Hostil" en todas las calles de este maldito Madriz que ayer era todo euforia, abrazos, solidaridad interracial e internacional, comunión y buen rollito, y hoy es la misma mierda vacía de sentimientos que siempre. La peor cara de Madriz sale hoy para que no se me ocurra quedarme con la mejor, con la de ayer.
Llego a casa de muy mal humor, y como lo único que me lo quita es el ejercicio, vuelvo a pelearme con los restos del incendio (sin música planetera) de mi cuarto de baño (a.k.a) no puedo salir de casa sin que pase algo. Ya no quedan azulejos negros. Sigo tan acelerada, tan desencantada, que no sé si podré dormir. Mañana, una mujer que me ve veinte minutos una vez al mes (en sus mejores frecuencias) decidirá si tengo que volver a trabajar.
Todo es tan absurdo que no sé si reírme o apagar la televisión.