No recuerdo la fecha, pero recuerdo la sensación. Recuerdo repetir la dirección una y otra vez en voz alta, hasta el punto de que cuando el Chico TDCC me dio la suya sonaba como si fuera una nana. Recuerdo la sorpresa, la cantidad de gente, el miedo, la cocina, al Chico Extraordinario sembrando el caos, a la Chica Mariposa presentándose al Rey del Laboratorio, "voy a clase con tus compañeros de piso", qué difícil es conocer gente discreta en los tiempos que corren.
Recuerdo esa fiesta y recuerdo otras muchas, bicis por el pasillo, Las Grecas, personas que pasan de ser desconocidas a ser familia en unos cuantos fines de semana. Recuerdo muchos fines de semana y muchos entresemana que también lo parecían. Recuerdo esa sensación de que aquello se parecía mucho a lo que yo esperaba de una Erasmus.
Recuerdo haber pasado del biologicismo funcionalista al postestructuralismo constructivista y de integrada a apocalíptica y recuerdo cómo me agarraron de la mano bien fuerte durante todo el camino, y así era imposible tener miedo (imposible no, pero sí era imposible no vencerlo) y eso estaba bien.
Ahora nos sentamos todos en el suelo, en colchones, y la casa parece más okupa que nunca, y no será porque no hay tenido sus momentos. Ahora que ya no es la casa de nadie es más que nunca la casa de todos, y eso es bonito y produce un poco de nostalgia anticipada (y no solo anticipada, porque todos nos encontramos describiendo esos lugares con olor a humedad donde vivimos nuestros quince y dieciséis), pero está bien.
Se va a acabar el ciclo, se está acabando el ciclo, pero el ciclo que viene nos tendrá a todos dentro. A los de antes, a los nuevos. No habrá desayunos en el Pavón, igual, pero sí que seguirá habiendo Peñalaire, y cambiaremos las promesas de rastro por domingos en Legazpi, y ya no tendremos peleas teóricas sino que nos contaremos los trabajos de campo, y antes de que me dé cuenta presumiré, orgullosa, de vuestras defensas de tesis.
Durante un tiempo quería ser como vosotros. Ahora, en realidad, lo que quiero es estar con vosotros. Dejarme hacer mimos mientras me hago bolita porque no puedo con mi vida y solo soy capaz de beber zumo de piña (el lunes se acaba el verano. El tiempo de este fin de semana es otra señal, y "la vida sin resaca es bien").
Ahora la vida Nazarena es en 3D y eso es bien. Hablamos de hacer tiramisú y agujeros de taladro y es real y anidar también es bien.
Mientras tanto, hay otro 1ºB que me empieza a parecer hogar de forma peligrosa, y habitaciones llenas de gente trabajando a las 5 de la mañana y a las 10 y media que se ríen y conspiran y se preguntan. Y un miedo a no pertenecer y fiestas a las que quieroirperono. Y las inseguridades se repiten, pero hemos aprendido, con el tiempo, a reconocernos que somos pequeños y tenemos miedo, y eso nos hace grandes y valientes.
Y ahora puedo tener conversaciones maravillosas y "siempre tienes razón" y de pronto esta sobredosis de inteligencia emocional que no sé de dónde ha venido, y hablar delante de un montón de gente casi tan lista como la Chica Lagarta y preguntar por qué no nos hacemos preguntas, nos sorprendemos y escuchamos, y pienso que me gusta mucho dónde estoy y pienso que me gusta mucho cómo he llegado hasta aquí y que me gustáis mucho, todos vosotros, porque sois parte de un camino fantabuloso.
Saturday night (lirirarará)
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En medio de la fiesta, inicio de un larguísimo atardecer, se me acerca una
chica a la que no conozco de nada y me dice: "Eres muy simpático, me caes
muy...
Hace 2 años
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