16.9.13

Cosas que no merecen la pena

Ayer tenía en mente una frase fantabulosa que sintetizaba perfectamente el fin de semana. Pero el vino es lo que tiene, que te hace brillante solo un rato pequeño; luego ya es todo acidez y vueltas en la cama y ojeras.

Así que no hay resumen.

Este podría llamarse el findesemana de los Ex, o podría llamarse el findesemana de los problemas de expectativas: es sintético, aunque no brillante.

Estrenos teatrales con la jaqueca como mi +1, y escaparse corriendo a casa antes de que den las doce. Comidas aparentemente inocentes que acaban con copazos que hacen que haya que abortar la siesta en pos de besos que no llegan. Conciertos con preludio en el Lugar Donde Nací Otra Vez, y fumar mirando el Arco de Moncloa, "lo siento, es importante para mí". Smartphones que te enseñan que han nacido para que los momentos pequeños sean repetibles, pero "todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral, engorda o no contesta los Whatsapps". Esa rabia que se hace bola en el estómago cuando las respuestas solo vienen después de mensajes en el grupo, y esas ganas de gritar que yonosoydenadie. Comida y descubrir que la vergüenza de los demás se comporta de formas que resultan incomprensibles a los ojos de la mía. Conciertos breves, muy breves, y una sensación permanente como de quedarte a medias. Encuentros que no se producen, encuentros que habría sido mejor que no se produjeran. Silencios incómodos de un par de horas. "Me siento rechazada"; "No tienes por qué"; y a continuación un montón de por qués. Llantinas en el taxi de uno de los conductores más simpáticos de la galaxia. "Estuvo a punto de irse a tu casa, pero no quería darte la razón". No, yo no quiero que me den la razón. I don't love anyone, you're not listening. Welcome back to 2004. Foto con Sugus. La única foto, de hecho. Vueltas en la cama, alternando cabezadas y llantinas durante más horas de las recomendables. La compra más absurda del mundo.

Y luego un domingo por turnos, donde de pronto las cosas se colocan en su sitio. Y conversaciones pendientes con el Chico Extraordinario. Y el Rey del Laboratorio haciendo horas y aguantando el cuarto turno. Y los Manatíes en el barrio. Y yo con esa neura obsesiva de mirar a un lado y a otro hasta que me chirrían todas las vértebras. Y mucho, mucho, mucho vino, que decía aquel camarero de Moncloa. O cervezas. O daikiris. O whatever. Había que celebrar de alguna forma que no soy la única víctima del karma instantáneo, y es que si no hubieras estado compartiendo taxi no te habrían pegado, y soymuymalapersona.

Un fin de semana que iba a ser de 2005, y ni siquiera he visto a la Chica Úbeda; en el que iba a saldar una de mis cuentas pendientes con mi Jefa Planetera, y no la encontré; un fin de semana lleno de besos que se han caído por el desagüe, uno tras otro, clon, clon, clon, clon.

Y esa pregunta: por qué sigo con esta farsa si solo necesito una cosa y no depende de ninguna persona que esté por aparecer.


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