- Soy feliz, ¿sabes?
- ¿Y por qué?
- Pues no lo sé. ¿Por qué no?
El caso es que últimamente todo me parece mucho más rico de lo que era antes, como si me hubiese quitado no un peso, sino un velo de encima. Estoy leyendo libros que me parecen magníficos (Los renglones torcidos de Dios, la semana pasada; Los hombres que no amaban a las mujeres, esta) e incluso un libro que me parece de las mejores obras de arte que me han pasado por delante. Me he acordado mucho de Miss Calamar mientras leía Tokio Blues (Norwegian Wood), de cómo ella hablaba de lo fantástico que era y de lo que disfrutaba leyendo hasta que, por fin, al final, le regaló una entrada. Este libro es como una antítesis de Rayuela. Si con este todas queríamos ser la Maga y ni nos enteramos de Talita, en aquel todas queremos ser Midori, aunque se le dediquen la quinta parte de páginas que a Naoko. En fin, lo terminé en Ciudad de los Ángeles (curioso) y estuve hasta Argüelles con los pelos de punta bajo los dos jerseys y procurando averiguar si esa emoción que tenía dentro eran o no ganas de llorar. Qué bonita etapa de hipnosis, la que ha durado mientras me ha acompañado el señor Murakami.
Para corresponderle, ayer me compré el resto de sus libros. Entre otras cosas. Ayer terminé mis últimas pruebas de validación. Ayer fui por última vez a recoger unas etiquetas con mi nombre y un código de barras a esa maqueta de universidad que es el campus de Lejanés de la UC3M. Justo ayer, conocí a más personas de mi carrera de las que he conocido personalmente en estos cinco semestres. Pero sin arrepentimientos. Por favor, qué mal gusto demostraría tener arrepentimiento por algo a estas alturas. Se ha acabado. C'est fini. O al menos, todo esto será cierto cuando sustituya por negras las letras rojas de mi Proyecto Final de Carrera y le dé al botón de "Enviar mensaje", entregando por fin mi último trabajo académico pre-titulación.
Que nadie se confunda. Me conozco. Sabía que esto iba a ocurrir, y ha ocurrido: esta tarde he descargado la Guía de Estudios de Antropología de la página de la UNED. Probablemente el máster del IED me quede grande a estas alturas, con todas estas ganas de vaguear, de baños de espuma, de crema hidratante, de horas de sofá, de series buenas, malas y regulares. Pero una carrerita de un par de años, a distancia... Pues sí, me apetece. En fin. Cuando uno está mal de la cabeza, "no se trata de corregir lo incorregible sino de aprender a vivir con ello", Paradora de Montañas Rusas dixit. La hiperactividad me gusta, y cada vez creo menos en que es algo que me sienta mal.
Me sientan mal otras cosas. Me sienta mal la hipersensibilidad, eso sí. El otro día, tras la jornada de formación del Día de la Nieve (qué paletos somos los españoles. Venga a colgar fotos de la nevada en Facebook. Me moría de la risa), la Mujer Sin Pelos En La Lengua, esa a la que dicen que tanto me parezco, me decía: "Si yo te cuento mi vida porque tú me inspiras esa confianza y a ti te parezco una pesada, es tu problema. No el mío. Yo me he sentido bien y tú transmites una impresión engañosa". Creo que me lo voy a apuntar en mi cuaderno de cosas para no echarme en cara. Me parece una verdad demasiado tajante, pero aplicable, no obstante.
En fin, que estoy contenta, que quiero hacer cosas, que disfruto haciéndolas, y que ya casi no me importa la cantidad de médicos a los que tengo que visitar las próximas semanas. Que en 2009 voy a estar bien caiga quien caiga, y que, de hecho, he empezado ya.
Saturday night (lirirarará)
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En medio de la fiesta, inicio de un larguísimo atardecer, se me acerca una
chica a la que no conozco de nada y me dice: "Eres muy simpático, me caes
muy...
Hace 2 años
4 comentarios:
Nunca entendí la fascinación femenina por la Maga. Yo me enamoré perdidamente de Talita Traveler... y creo que muchos hombres harían lo mismo.
A mí los reyes me han traído "Los hombres que no amaban a las mujeres", con tu recomendación pues aún más ganas. Pero lo leeré cuando me acabe "La historia interminable", que el otro día me dio un ataque de morriña tremendo y me lo he empezado a releer :-)
Lo cierto es que también le dediqué una entrada a Midori, mi modelo a seguir. O quizá fueran dos. Qué grande Midori.
Del resto de libros, Kafka en la Orilla me gustó mucho y leí otro de un carnero cuyo nombre he olvidado. Ése me gustó menos, la verdad. Como Tokio Blues no he vuelto a leer ninguno. Aunque también es verdad que me quedé en esos tres del bueno de Murakami. La compulsión por un autor me dura dos o tres libros, luego tengo que descansar. Cuéntame qué tal si lees algún otro, a ver si vuelvo al japo.
Un besito y precioso espíritu, el de este post.
yo me compré "Azul casi transparente" y el otro día encontré por fin "Tokio Blues" (llevaba buscándolo un tiempo y siempre estaba agotado o no aparecía en la base de datos ¿? o algo así), lo estaba dejando apartado para cojerlo con ganas, pero habrá que meterle mano ya...
Elchicoque... los hombres sienten atracción por Talita, normal, me parece lógico... quizás los hombres se sientan atraídos por Talita, pero a las mujeres nos atrae más la Maga (a algunas mujeres, supongo que no a todas)... Talita es la "mujer perfecta", inteligente pero comedida ante el hombre al que ama... la Maga es pura energía, puro desastre, brutal sinceridad aunque ella no lo quiera... la Maga es como una niña grande, Talita es como una adulta que quiere ser niña... y ahí va implícita la diferencia de las miradas de cada una... no sé...
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