25.1.09

Pomorska

- Ya he perdido alguna vez antes, así que he tenido que aprender. ¿Tú no has perdido nunca?
-¿Perder cómo?
Se quedó pensando un poco.
- Perder de verdad. No tanto como los jinetes de la división Pomorska, porque eso ya no tiene remedio, pero casi. Perder de tal forma que te quedes tirado en el suelo, y mires hacia arriba y digas: "He perdido, y ahora cómo me levanto". Y a pesar de todo, levantarte.

Esto salía en Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia. Lamentablemente, nunca podré saber si mi obsesión polaca fue antes o después de Lorenzo Silva, pero en cualquier caso, fue simultánea a una historia de amor adolescente e impresa que, a pesar de tenerlo todo para considerarse intrascendente, me ha cambiado la vida.
La obsesión por Polonia me vino de antes, ahora lo recuerdo. Compré ese libro en vez de uno de Flanagan precisamente por Varsovia. Tardé doce años en conseguir pisar la Stare Miasto, pero, en el intervalo, me obsesioné tremendamente con la historia de la División Pomorska.
[Esto está tomado de un espacio de Windows Live, así que, en fin: La división Pomorska se remonta a la ocupación alemana de Polonia. Cuando ya no quedaban posibilidades de resistir, en un último intento por defenderse, la división de caballería Pomorska cargó a la desesperada, con caballos, lanzas y espadas, contra los tanques alemanes. Por supuesto, murieron todos, no consiguieron ni desconchar la pintura de uno solo de los tanques. Pero hay un algo romántico en ese modo de perder, un toque heroico que hace que los ganadores no se alegren por ganar de ese modo, que los perdedores salgan ennoblecidos.]
Quizá por eso me empeño en salir a la carga cuando oigo tanques. Me obsesioné con que alguien me llevase a Varsovia. Me obsesioné, también, con qué debía ser perder de verdad. ¿Qué leches es perder de verdad en este ambiente primermundista?
Bueno, pues este lunes salí contra todos los tanques hasta que no me quedó un hueso sano. Escayolada y derrotada, ha sido una semana tremenda, notando cómo cada una de mis fracturas se soldaba y se recolocaba con tremendos dolores. Físicos, incluso, en alguno de los casos.
Y sigo siendo una afortunada primermundista, pero creo que ahora ya sé qué es perder de verdad.
Y aun así, no puedo evitarlo. Estoy deseando subirme al caballo y apretar los dientes a la carrera; y cargar contra un tanque.
Odio los tanques.
Qué se le va a hacer.

PD: Seguro que el hecho de que los suicidófilos Joy Division se llamasen anteriormente Warsaw no es casualidad...

2 comentarios:

Mirta Peces dijo...

"y, a pesar de todo, levantarte"
quédate con eso.
me hizo gracia cuando me contaste que fuiste a Varsovia..no recuerdo bien el libro, pero sé que me gustó mucho.
No sé qué ha pasado en tu vida. Mañana te llamo.

Lucer Artikostas dijo...

Yo también amé ese libro, y, sobre todo, ese fragmento. Es un pedazo de filosofía de vida en un libro adolescente, y no supe apreciarlo hasta muchos años después de haberlo leído.

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