18.1.09

Postergando

Me debo a mí misma una fiesta desde mi última entrada. El caso es que soy una mujer tan liberada (por fin mi lista de To-Do's ocupa una tarjeta de visita en lugar de un folio) que salgo del psicólogo y me dan impulsos extraños de bajarme del autobús en la parada de la ex-oficina, saludar a los viejitos, y aunque me voy sin el paquete que compré a la empresa de mi primo, pues al menos me llevo un rato de buena conversación. También, he podido conocer al fin al chico del Chico Pez y sonreír hasta que me dolían las mejillas porque esté sí mola. Sigo leyendo como si no hubiera un mañana, y compatibilizo mi adicción total al Pet Society de Facebook con mis adicciones, menos totales pero aún más bochornosas, a tremendamente malas series de televisión.
Pero, no obstante, sigo a la expectativa. Al día siguiente, cierre contable. Al siguiente, auditoría externa, y solicitud de RRHH para tomar café conmigo mañana. Nervios tremendos desde entonces, y malestar consiguiente, porque creo que vuelvo a somatizar (aunque no se lo digáis a nadie, por favor. Mi nueva Psiquiatra y el Psicólogo están de acuerdo en retirarme la medicación pronto y no queremos joderla. Aunque sea colonoscopia mediante, aguantaremos). Y, por supuesto, volver a llegar tarde y recibir una bronca que aún no sé si merezco y que parece que también continuará mañana.
Lo malo de los lunes no son tanto los lunes en sí, como esta agonía parturienta de las últimas horas del domingo.
Mi Psicólogo me ha hablado de un concepto nuevo, llamado "sobrecompensación", que es bastante curioso. Si consigo defenderlo, igual me lleve a alguna parte; aunque seguramente iría más lejos evitándolo, claro. Pero eso requiere una reconstrucción total de mi autoimagen y, por tanto, hay que empezar por medidas drásticas que den resultados a corto-medio plazo. Cada vez soy más práctica en ese sentido. Las personas con bata lo llaman "proceso cognitivo-conductual". Llámenlo X, si quieren. El caso es que yo voy a terapia para encontrarme mejor, y eso, cuanto antes. No para darle más vueltas al coco de las que le daba antes.
Bastantes vueltas le doy a las cosas reales por pasar. Lo cierto es que estoy aterrorizada de cara a mañana, tan bloqueada que he pasado el finde trabajando unos ratos y abstrayéndome otros con el mismo resultado por debajo de las expectativas.
Palabra que también hay que borrar, dice el señor Psicólogo. Él considera que no se pueden tener expectativas hasta sobre el grado de euforia que uno debe sentir cuando se licencia. Pero bueno, seamos progresivos, en esto. De momento, no puedo evitarlo, quiero euforia. Y cuando ya la tenía programada para el viernes, me vienen ofreciéndome trabajo, así sin contacto previo, y colocándome una entrevista de lo más inoportuna. Lo cual estará muy bien si me despiden mañana, sin duda, pero sonará mucho peor el viernes a las 3.
Así que, señores lectores más próximos, resérvense todos los huecos del próximo findesemana. Porque, viernes, sábado, o whatever, el próximo finde llegará la venganza. Que ya toca ejecutarla en lugar de prometerla...

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