2.10.10

Angustia de separación

El Chico de la Marmita se encuentra con la Chica Líquida y se la trae al kebab donde estamos prácticamente vegetando. Mola volver a ver a la Chica Líquida, aunque mola un poco menos pensar que es posible que ponga un océano por medio en breve, y que no la habré aprovechado todo lo que yo quería, que se va casi sin que la conozca, y que es una pena.

Nos acabamos la cerveza (en una cerveza me había dado tiempo a hacer una no-amiga hasta la intervención del Chico Extraordinario: "La abajo firmante tiene un sentido de la ironía que hay que conocer. Al principio todos nos quedamos un poco pillados") y salimos a fumar, al menos.

En principio, nos volvemos a casa. Subimos Mesón de Paredes, por enésima vez en lo que va de semana, y llegamos a la esquina nazarena, donde oficialmente nos separamos. Besos, abrazos, organización logística de pernocta (que no es fácil, últimamente), y un "¿La última en el frontón?" después de tenerlo todo medianamente organizado. La Chica Líquida, agotada ella también aunque por motivos adultos, no como otros, se encoge de hombros y tiene un último alarde de brillantez al decir "este grupo destila angustia de separación".

Sí, señores, de eso se ha tratado, todo el tiempo. Durante esta semana que ha durado un par de años, he tenido una sensación desconocida que se puede llamar angustia de separación. He extendido una red de apoyo que ha llegado a sitios insospechados, porque "qué fácil se ha vuelto mi vida desde que pido ayuda", hacia mí y hacia afuera.

Carreras Somosaguas-C. Universitaria-Iglesia-Tirso de Molina. Muchas de las veces, andando (dolor en músculos de las piernas que pensaba que no eran propicios a las agujetas). Ropa y zapatos, míos y de la Chica Mariposa, desperdigados en varios puntos a lo largo del recorrido. Libros que han hecho kms. antes de que yo pase por sus páginas.

Dormir poco y mal, pero dormir juntos, que siempre mola. Conseguir hacer suficientes comidas al día como para no morir en el intento.

Una sensación inenarrable de desviación espacio-temporal. Reconstruir la semana, en el mismo kebab del principio, y ser incapaces. Empezar con "el jueves cuando..." y concluir que fue el martes; seguir por el martes y confundirlo con el día anterior. Pensar en esa mañana y decir "anteayer". Y así permanentemente.

Y aun así, salir corriendo a Atocha a fumar un último cigarro con la Chica Mariposa, aunque llegue tarde; y alegrarme cuando llama, ya en Sevilla, para decirme que igual somos compañeras de clase, otra vez. Aun así, remolonear con el Rey del Laboratorio hasta tener que correr para llegar a ver a mi Media Infancia.

Estar deseando estar sola en casa y echar de menos el jaleo de ser diez personas ambulantes en torno a un piso de cuatro habitaciones.

Saber que no puedo más y anhelar sentir realmente que estoy de vacaciones (aunque en el fondo sea mentira, aunque quede tanto por hacer para acabar la mudanza, aunque mis vacaciones sean dentro de diez días, afortunadamente no poderme quejar porque serán en Nueva York). Y, aun así, pensar que ha sido un infierno encantador, este mes de septiembre, porque estabais vosotros, y lo valía.

2 comentarios:

Ana González dijo...

Probablemente ha sido de las semanas más extrañas de mi vida, pero tengo la sensación de no haber parado de hacer y de reir.
Creo que nos equivocamos al intentar reconstruir por días ya que hubiera sido más práctico agrupar por bloques: huelga, mundo académico, momentos lúdicos, descubrimientos, instantes chof y necesidades básicas. Me sienta bien tenerte cerca.

La abajo firmante dijo...

Me encanta lo de "instantes chof" xD

Tú a mí también me sientas bien. Y, efectivamente, no hemos parado y tampoco ha estado mal. No te digo de repetirlo porque aún estoy en precario físicamente... Pero ya lo propondré, ya.

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