1.2.10

Terror in the mind of the little orange man

Llevamos semanas jugando con el calendario. Los lunes son los nuevos jueves, los martes son los nuevos viernes... antes o después, los jueves tenían que ser los nuevos lunes, los viernes los nuevos domingos, y así.

El findesemana me ha sido vilmente arrebatado por mi antes defendida inconsciencia permanente. Ha sido un fenómeno la mar de curioso, este de preparar mi examen de mañana.

El viernes era un examen facilón. Ni siquiera un examen; como dice el profesor, "el experimento de venir todos a escribir un ensayo sobre el mismo tema a la vez". Desde mi exceso de autoconfianza, el mayor problema que tenía el experimento en cuestión era que había que escribir un ensayo A MANO. Mi letra manuscrita es una especie de expresión demoníaca de la parte de mi carácter que menos me gusta. Hoy Mi Media Infancia hablaba de grafología en su blog. A mí la grafología me parece una "ciencia" peligrosa porque, si la sigo, podemos concluir que soy una persona insegura, retorcida, complicada, encerrada en sí misma, obsesionada con el sexo, con serios problemas de relación materno-filial y una autoimagen a medio construir. Es decir: lo mismo que dicen tres años de terapia, pero en barato y sin recetas mágicas.

Con esto se pueden hacer una idea de lo que puede ser leer un examen mío. Una tortura que, afortunadamente, suele tener pocas páginas.

Leí el programa, y me quedé satisfecha con la frase de que se valoraría especialmente la capacidad de síntesis y argumentación. Voy bien de ambas cosas, así que a volar.

De pronto, me dio por caer en la cuenta de que el famoso ensayo síncrono y copresente tenía un problema adicional. El título nos lo da él. El título que él puso como ejemplo en clase era algo así como "La creación de la identidad en el contexto de la post-secularización".

Oh, mierda.

Como comentaba con Blue, hace años que no hago un examen. Terminé la carrera en febrero, pero he pasado tres años maravillosos en un centro de estudios que cree en la evaluación continua. Con lo que mi hábito de estudio se resume en: documentación-asimilación-creaciónorientadaalapráctica. Ya no sé estudiar para un examen. Ya no sé cómo reacciona uno cuando le hacen una pregunta y le pidan que demuestre lo que ha aprendido.

Y por eso, yo me había quedado tan ancha con mi estupenda asimilación de aquello de "Del individuo a la masa", que era la parte que me molaba. Pero creer que la importancia de los temas es proporcional al interés que sientes por ellos no tiene sentido en la única asignatura que no impone trabajos de "tema, formato y extensión libres pero razonables". Al intentar componer una visión global del programa, resulta que me había quedado en el 40% del temario. Ataque de pánico #1.

Esa noche, soñé que discutía con alguien sobre Sloterdijk. Nada nuevo, eso de discutir sobre autores en sueños. Un poco preocupante despertarse preguntándose quién será ese Sloterdijk. Un mucho preocupante descubrir que es uno de los autores de ese 40% que daba por asimilado. Ataque de pánico #2, con consiguiente cancelación del plan de peli, palomitas, y apoyo moral al convaleciente Chico Escritor. Afortunadamente, el Chico del Entusiasmo da grandes consejos. Entre otros, el de "lo primero que tienes que hacer ahora es tranquilizarte".

Entonces, sucedió un milagro. Una cosa así de pequeña me transportó a una dimensión espaciotemporal con textura de algodón de azúcar y olor a piruleta de corazón con regaliz rojo. Después de eso, una maratón de siete horas de estudio se hace sin que la sonrisa desaparezca de la boca. Perdonen el momento patrocinado, pero, francamente, merece la pena.

Eso sí: los milagros no duran para siempre. Hoy, tercer día del monotemático "Identidades y Creencias", he hecho dos descubrimientos. El primero, que si hubiese leído desde el principio el artículo de mi profesor que tuvo a bien dejarnos en copistería, me habría ahorrado muchas de esas siete horas. Todas las de localizar documentación accesible sobre la postura de Habermas, para empezar. Ganas de gritar. Se me congela el grito con el segundo descubrimiento.

¿Siempre he tenido todas estas fotocopias de esta asignatura en casa?

Tengo unas ganas enormes de abofetearme. He leído toneladas de libros, artículos, páginas, este cuatrimestre. ¿Cómo narices es posible que no se me haya ocurrido leerme unas fotocopias para la única asignatura de la que tengo examen?

Así que aquí estamos. A 15 horas y media del comienzo del experimento, reafirmándonos en que estudiar la religión en España es traicionar la mirada cosmopolita en un ejercicio de nacionalismo metodológico, porque si lo decimos así en vez de "el último tema se lo va a mirar su puta madre", parece que hemos aprendido algo.

En realidad, creo que he aprendido algo sobre todos estos temas. Al menos, confío en ello. Lo que desde luego he aprendido, es cómo no preparar un examen.

Así que, con los deberes hechos, aunque sea de aquella manera, me voy a dormir con El restaurante del fin del mundo, que es lo único bueno que ha pasado este findesemana, a soñar despierta con que mañana los lunes vuelvan a ser los nuevos viernes y la vida se parezca más a algo que yo sepa controlar.

1 comentario:

Rubia dijo...

Fue divertido, subrrealista, incluso posmoderno (o postmoderno todavía no lo tengo claro). Q pena que no me llevé la bola mágica del ocho, hubiera salido un examen la mar de interesante.

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