7.11.09

Yo contra el/mi mundo

Pues sí. Nos engañaron, qué quieren que les diga. Ser mayor, por más que lo diga Grey, es más que comer chocolate, practicar el sexo, y que tus padres no te digan constantemente lo que tienes que hacer. Y todo ese plus es bastante menos apetecible.
Esta semana ha sido más interesante que los últimos meses puestos unos tras los otros. He hablado con montones de personas de cosas que realmente me preocupan y que en su inmensa mayoría sólo son intangibles. Pero el hastío, llegados a un determinado punto, claro que se puede tocar. Y en esas estamos.
Hablaba con una antigua compañera de trabajo el otro día sobre el salto cualitativo de tu capacidad financiera desde que estudias hasta que te pones a trabajar. Y cómo cualquiera diría que el salto es a la inversa. Sobre cuántas noches has salido con dos euros en el bolsillo y cuántos viajes has hecho cuando no hacías un cálculo de cuántos viajes al año te podías permitir. Y es que, madre mía, qué estúpidos nos volvemos en cuanto tenemos una nómina.
A veces parece que la estabilidad viene con lobotomía. Parejas en las que parece más fácil creer porque son menos idílicas, y en las que da asco creer.
No quiero que mi vida sea una película. Ya, ni siquiera tengo claro que quiera hacer una película. No quiero ser grande; como dice el Chico Escritor, si uno mira alrededor durante las comidas de los martes, se da cuenta de que tiene todo aquello a lo que debería aspirar.
Pero sí que me gustaría que no se limitase a los martes.
Me gustaría ser un poquito feliz todos los días. No quiero esperar a junio porque habré acabado de estudiar. No quiero esperar al viernes porque no tengo clase. No quiero esperar al martes porque comemos todos juntos. No quiero esperar dos años porque tendré un bebé.
No todos los días pueden ser buenos, pero todos los días deberían tener valor por sí mismos.
Pero, madre, qué difícil es.
Miras tu agenda llena de cosas en azul y las ves todas juntas, como si fuesen la colina-casi-montaña de Hugh Grant, y no distingues. Pero deberíamos distinguir. Porque abrazar a mi padre porque está a punto de mudarse cerca del río sin cocodrilos suena mucho mejor que "Ir a Argüelles el sábado a las dos". Y al final las cosas son bastante más lo primero que lo segundo. Mi lista de lecturas me está cambiando la forma de ver el mundo. Leer a Sherlock Holmes es un acto de rebelión. Ir esta tarde al spa es un primer paso hacia algo a lo que no tengo claro que llegue, pero a donde quiero llegar.
Quiero reírme un poquito todos los días, hacer cosas nuevas al menos una vez al mes, escuchar puntos de vista diferentes cada día en que encuentre a alguien en el metro. Quiero moverme de bar y quiero tener un sitio donde me sienta como en casa, llámese Olavide o mono o como buenamente les parezca. Quiero poder elegir mis batallas para aumentar las posibilidades de ganarlas. Quiero hacer las paces con mi cuerpo para que no se queje todo el rato en forma de enfermedades crónicas y molestas. Quiero comer mejor y dormir mejor. Quiero fumar menos. Quiero seguir leyendo tantísimo.
Y quiero querer a raudales, y recibir al menos un pequeño porcentaje de todo ese amor para reciclarlo aquí dentro.
Y ya sé qué no es fácil; pero es que la alternativa es terrorífica.

4 comentarios:

Mirta Peces dijo...

cómo estamos..

La_Esperada dijo...

Que sean dos!

Me ha gustado leerte. Volveré. :)

Saludos! (la blogosfera es lo que tiene, que puede ser una cotilla sin que esté mal visto).

La abajo firmante dijo...

Mirta, no lo sabes tú bien. Te debo una llamada.
La_Esperada, cotillas somos todos; valientes, sólo los que indicamos "Seguir públicamente" ;)

elchicoquequeriaserbreteastonellis dijo...

Terrible película (la de Hugh Grant, digo). Mañana es Año Nuevo :)

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