18.11.09

La fuerza del grupo

Estoy en pleno proceso de cambio. En un proceso de cambio tan enorme que da miedo, da rabia, y ganas de llorar, y pataletas, e incluso un breve bosquejo de ataque de ansiedad.
Y sin embargo, bajo todo eso (quien dice bajo, dice junto a, o sobre... Tampoco es que esté la cosa muy clara), tengo una enorme ilusión y una especie de felicidad tonta, con cosquillitas en la tripa y ganas de volar.
Pregunta el Chico Escritor cuánto tiempo hacía que no hablaba con gente de mi edad, e insiste en hablar como antítesis de bailar, que es francamente lo que más hacemos nosotros (nosotros, dícese de aquello que una vez fue grupo y ahora no se sabe lo que es, pero que nos juntamos a veces).
Quizá sea simplemente eso, o quizá estoy metida de nuevo en Gran Hermano (ambos, Chico Escritor y yo, respiramos con alivio al puntualizar "un GH sin punto delictivo", porque, cuando una lo piensa, vaya cosas le han pasado). Pero el caso es que pasa. Como dice el Chico Escritor, quien diga que no tiene sentido nunca ha visto el programa. Como dice el Psicólogo, estas cosas pasan en los grupos y es la etapa más hermosa que tienen.
Y vaya si es hermosa. Vaya noche de lunes atravesando Moncloa y Argüelles y Chamberí, a paso pausado, a patadas a balón de fútbol incluso. Vaya historias y vaya ganas de abrazar mucho a alguien a quien acabas de conocer. Vaya subidón cuando puedes decirle a alguien directamente que te encanta que te coja el brazo mientras habla, porque es fantástico y con más gente así Madriz habría sido bastante menos gris.
Todo es raro, rápido, intenso. Muy rápido y demasiado intenso, en ocasiones, si consideramos de dónde vengo y dónde estoy (más noticias próximamente). Se mueve a una velocidad pasmosa y las chicas que hace tres semanas no tenían apodo ahora se convierten en puntos de referencia, a un ritmo sorprendente y trepidante y, aun así, que parece incluso sano por lo que tiene de satisfactorio.
Me siento tan feliz en algunos momentos que, como dicen en Amigas para siempre, creo que voy a explotar y repartir felicidad por todo el mundo. Y sí, digo Amigas para siempre. Porque estoy adolescente perdida, porque un grupo de jóvenes y prometedores doctorandos acabaron de botellón en Moncloa el pasado lunes, porque sueño con manifestaciones, con que otro mundo es posible, con contar cómo será ese otro mundo, y con hacerlo con ellos.
Con todos ellos.
Y con algunos ellos en particular.

2 comentarios:

Mirta Peces dijo...

Amigas para siempre..recuerdo que la vimos juntas en tu casa, mucho antes de que llegase la rebeldía de la adolescencia..y fíjate dónde estamos!
Entiendo la maravilla que estás viviendo, es espectacular, saboreala cuanto puedas..
Te llamo en dos minutos

La abajo firmante dijo...

Qué cosas pasan. Y qué bonito es que pasen. (Pienso en Amigas para siempre entonces, pienso en nosotras ahora)

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