El Chico Escritor dijo hace mucho, cuando el verano todavía era sólo ir a la Bombilla y buscar mesas que no oliesen a alcantarilla para comer bocadillos de lomo, que el problema de Woody Allen era el de cualquier bloggero: que escribía sin ganas.
Yo, como siempre he intentado no ser una cualquiera, nunca escribo sin ganas, lo que acaba por traducirse en una ausencia total de mi vida internet-cia, que, ojo, me encanta en general, pero no en particular.
Meses raros, estos. Tener vacaciones tras un año en el que has trabajado siete meses no deja de provocar una rara sensación como de que te ha tocado la lotería con un billete que has encontrado en el metro. Estas cosas nos pasan, a esos que pensamos que el mundo entero pende sobre nuestros hombros y que somos los Grandes Culpables del Mal Universal.
Para contrarrestarlo, sólo hay una fórmula mágica, descubierta en Santa Pola: adormilarse en la playa. Notar cómo te quema el sol, oler y escuchar el mar, sentir el viento que hace que todo deje de parecerse preocupantemente a una barbacoa, y pensar que todo está en orden y que eres asquerosamente prescindible.
Este verano, mis sesiones de prescindibilidad han tenido dos escenarios: Ibiza y Roda de Bará.
La primera: para quedarse a vivir. Una sensación rara de haber llegado tarde a todas partes, de ser la única sobria de la fiesta, que desaparece cuando te encuentras tomando el enésimo arroz en el enésimo chiringuito y pagando los riñones de repuesto y una sonrisa boba en la cara cuando se pone el sol. Que los que tomamos ansiolíticos no aplaudamos en las grandes ocasiones no quiere decir que no las disfrutemos, claro que no. Un amor incondicional a Cala Comta, que se une a Genoveses en mi lista de playas paradisíacas que salen poco en los catálogos. Mucho descanso, mucha olimpiada, y, los últimos días, el repositorio de vida social que nos faltaba. Una estupenda combinación.
Un visto-y-no-visto en Madriz, que es lo que pasa cuando una está de pre y postproducción al mismo tiempo, y además tiene que poner cienes y cienes de lavadoras. Sin mi Media Infancia (quiero verte YA), sin la Chica de las Sonrisas (aunque tengo sus lámparas), y sin los conejos, que se quedaron en Villalba, otro estupendo paréntesis casi tan lleno de presentina como el Contempopránea.
[Por cierto. Tengo La Mejor Suegra Del Mundo. Soy asquerosamente afortunada, he dicho]
Y luego Roda. Roda con tremendas reservas, porque a mis pocas ganas de ir se sumó la jungiana pérdida del tren (ya que tenía billete para el 23 por la noche, y no para el 24 por la noche. Eso de salir un día y llegar otro es demasiado descontrol para mi despiste inherente), el ataque de ansiedad en Chamartín, el dolor en el pecho. Pero Roda como cada año afortunado (cuatro, desde que tengo tres): con esos trenes que pasan junto a las habitaciones como único defecto de un sitio asquerosamente encantador, con el castillo en el que siempre quiero rodar algo, con los cafés a menos de treinta céntimos y los cubatas a menos de dos, con los paseos al Roc, con el viento de la terraza con vistas a mar con pita en la que a uno le apetece quedarse a vivir.
Mañana hay cole, y yo no quiero ir porque ya sé leer y escribir, pero, en realidad, la rutina tiene un punto maravilloso que yo ya casi no recuerdo, y me siento, un poco, como si estuviera a punto de empezar la Universidad, por primera vez, quiero decir.
Y además, he leído que el síndrome postvacacional no existe y estoy dispuesta a creérmelo.
Saturday night (lirirarará)
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En medio de la fiesta, inicio de un larguísimo atardecer, se me acerca una
chica a la que no conozco de nada y me dice: "Eres muy simpático, me caes
muy...
Hace 2 años
4 comentarios:
jajjaja
no me puedo creer k perdiste el tren!
Niña. Te lo habrán dicho mil veces y seguro que apenas te lo has creído ni una sola, pero ahí va:
Eres una pedazo de escritora.
Y más cosas que cuando te leo nunca me sale decirte. Porque cuando las cosas me gustan mucho, mucho, pero que mucho, mucho, no sé describirlas.
Sigue disfrutando, chica, con aplausos o sin ellos.
Un beso.
Claro que no me lo creo. Porque siempre viene de gente que escribe mejor que yo. Para muestra, un botón :P
Yo no escribo mejor que tú y comparto la opinión de misscalamar...
He dicho.
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