23.6.25

Echar la llave

Estoy harta de leer sobre lo importante que es, cuando ya te conoces, poner nuevos limites que se ajusten mejor a tus necesidades.

Estoy harta porque es cierto, porque me va mejor desde que me guardo un día de silencio a la semana, porque he dejado de pedirme funcionar cuando voy en contra del sistema, porque claro que si no tienes que ir a contrapelo no rasca.

Pero estoy harta sobre todo porque no se puede, porque yo no puedo llegar ahora y explicar que este año no voy a poder corregir porque a mi vida le han salido subtítulos y audio descripción y es todo muy confuso pero sobre todo es muy decepcionante saber que cuando pensabas que alguien se iba a emocionar contigo de poder entender por fin esa escena en la que todo el mundo hablaba tan deprisa resulta que el patio de butacas solo dice "mucho texto" y "esto cómo se quita", y tengo muchas ganas de llorar sin parar porque eché la llave y me dije que era por mí pero no lo era, era protocolo, y ahora creo que es peor para mí y mejor para ti y no te mereces que siga desequilibrando la balanza en favor de tu paz mental cuando solo se decanta a costa de la mía.

Y yo quiero saber de ti, claro que quiero saber de ti. Y quiero que quieras saber de mí, y es por mí pero también es por ti porque francamente, querido, nada bueno salió jamás de tapar una herida que supura en vez de limpiar bien para curarla, aunque escueza.

Quiero escocerte, no voy a mentir, pero sobre todo quiero curar esta herida que no deja de sangrar por más tiempo que pase porque estoy genuinamente preocupada por su evolución llegados a este punto. Y creo (siempre lo creí) que la clave está en que estamos diseñados para curarnos el uno al otro y nos estamos empeñando en curarnos reflexiva y no recíprocamente, como si el único daño existente fuera el que viene de fuera, como si no hubiéramos demostrado ya con creces un talento considerable para hacernos daño, para alejarnos de lo que queremos, para sabotear cualquier cosa que huela aunque sea un poco a ser verdaderamente feliz.

Estoy enfadada y estoy triste y estoy desesperada y francamente no me apetece ni un poquito empezar a asumir que no vas a volver solo porque no sea seguro vivir con la puerta de par en par.

Qué más da. Hace calor, deja que entre corriente.

No sé si es romanticismo o estupidez, no sé dónde está la frontera entre ambas cosas, si es que existe (decirte alguna estupidez, por ejemplo, te quiero), pero no sé por qué el resto de mi vida tiene que empezar cuando cierre la puerta si yo la quiero abierta.

Da igual pasar página si ya te has aprendido el párrafo de memoria y vas a seguir volviendo en tu cabeza a él una y otra vez.

Me siento como un perro de presa y me duele la mandíbula de apretar el puritito aire, pero es que cómo suelto algo que no tiene sentido, "la gente no es lógica", insiste la Chica Astros, y eso lo sé y lo repito yo misma, pero cuando la gente no es lógica la gente es emocional y esto tampoco tiene sentido emocionalmente, qué clase de persona suplica que quiere una señal, la recibe y la pisotea, qué clase de persona pena porque alguien se fue y le cierra la puerta en las narices cuando llama a la puerta con una ofrenda de paz en las manos, qué hago yo ahora con mi rama de olivo, me adorno el pelo, me pongo guapa, me pongo triste, y ya no puedo abrir la puerta porque al otro lado no queda nadie y mi ofrenda y yo nos miramos la una a la otra desde la estupefacción; que no es orgullo, es peor que eso, porque si al menos fuera orgullo lo podría deshacer. 

A falta del mío quiero deshacer el tuyo, me repito que esto era lo que buscaba, la confirmación innegable de que eres como eres y no como prometes ser, la constatación de que puedo vivir con tu segundo acto pero el primero siempre es expulsarme, de que no hay hueco para mí (parar nosotros) en tu YO, de que tu dolor se arroga el resto "y no dejas aire que respirar", volví a soñar con él, qué más pruebas quiero, pero el caso es que no puedo domar esta fuerza que sigue arrastrándose convencida de que tiene aún suficiente oxigeno en los pulmones como para abrir una ventana con el codo y a continuación abofetearte para que el aire fresco te haga entrar en razón.

Puedo vivir con no ser lo que quieres pero no puedo vivir con que vayas por ahí llorando porque era todo lo que querías porque sigo siendo yo y sigo estando aquí y este enorme despropósito no tiene ni pies ni cabeza. Puedo vivir con que estés mejor sin mí pero es que no lo estás y yo, por mucho que insista y se lo repita a todo el mundo por si me lo creo, me temo que tampoco.

La última vez que estuve bien fue en diciembre porque todavía no sabía que nunca ibas a compartir mi paz conmigo. Cómo no voy a ir a ofrecértela una y otra vez, como un perro que vuelve a la estación por si su persona no está muerta.

No puede ser, no jodas. No estamos muertos. Y yo necesito poder abrazarte otra vez antes de que lo estemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Habla tú también. No dejes que esto sea sólo un monólogo.