20.2.08

Cosas que me parecen mal (ahora mismo) [Versión original]

(Ja bis. Mola blogger y su sistema de autoguardado)

- Que aún no haya aprendido cuándo no abrir el paraguas es signo de rebeldía y cuándo de estupidez.

- Que vivamos en un país con una incultura política tal que el beso en la mejilla Aguirre-Gallardón salga en portada de los periódicos.

- Que me pidan cosas que no quieren que haga. ¿Es sólo para ver la cara que pongo?

- Que evalúe mi trabajo gente que no ha trabajado conmigo.

- Que Emma Suárez trabaje en una obra del CDN escrita por Chéjov y se limite a hacer de Emma Suárez. Con dos ovarios.

- Que no sea capaz de dormirme ni un puñetero día antes de la una, a pesar del sueño que tengo.

- Que no tenga una cámara para capturar y montar Rayuela de cristal.

Seguro que se me pueden ocurrir más cosas pero... Voy a enchufar el calefactor, a lavarme los dientes, y a rebozarme en edredón, y espero tener felices sueños, así que dejémoslo en desahogo sin convertirlo en regodeo.

Cosas que me parecen mal (ahora mismo)

Ja. Se ha borrado.
Cómo mola mi magnetopoder.

17.2.08

Cambiazo

La Chica Trotamundos dice que ella no querría que la mencionasen en un blog, pero creo que no me lee y tampoco creo que se moleste, así con anonimato y eso.
Yo pensaba que iba a quedar el viernes y el sábado y al final el viernes dormí un cólico malísimo (definitivamente van a ser las guindillas) y el sábado me cundió pero fuera de todo lo esperado. Peluquería con la enana por la mañana, comida veloz y Juno. Salir del cine trotando cuesta abajo por San Bernardo cantando Anyone else but you no tiene precio, sobre todo cuando tu pareja tiene treinta y cinco años y no esperas ni de lejos que te siga el juego. Pero es que Juno hace que uno se sienta como si fuese un adolescente encantador.
Y en ese estado de ánimo voy a Tribunal y la recojo con un abrazo intenso, intensísimo, y recuerdo inmediatamente su olor en mi colcha, las últimas veces que nos vimos, y cuánto, cuánto la quiero aunque esté lejos. Nos vamos al Lola Loba y nos ponemos al día, y luego subimos a casa a cenar, a que conozca al Chico Cósmico y a los bebés y la casa, aunque ella dice que echa de menos el cuarto amarillo y todas esas conversaciones y esas tardes de apalanque. Hablamos de mucha, mucha gente; el Chico Cósmico pregunta si vamos a repasar a los 20.000 habitantes de Tomares uno a uno, pero es que cuando una se reconcilia con su pasado quedan cantidades industriales de cariño disperso y gusta imaginarse a gente sonriendo en bici o ennoviada o haciendo lo de siempre o haciendo cosas nuevas. Hablamos del Chico Carnaval, y decimos poco pero yo siento mucho, y quiero escribirle un correo que no sé cómo empezar. Y a eso de la una, decidimos irnos a buscar a su hermano al trabajo, y nos sentamos en un banco y brotan torrentes de sinceridad y me da un poco de rabia que las cosas que he hecho o he pensado hagan llorar a alguien más, pero es que con ella es como si el tiempo no hubiera pasado, y sigue siendo esa chica tan enormemente vitalista que ha tirado de mí y que se ha empeñado en demostrarme que soy una artista y una fuente de energía, y ella se merece saber que cuanto digo es verdad, que cada abrazo es sincero, y que tengo atesorados todos los recuerdos con ella, por variopintos que sean, en una cajita forrada de fieltro de colores muy dentro.
Que la quiero a rabiar, quiero decir.
Y si esa conversación hace que hoy me encuentre fatal y tenga un gripazo del quince pero sin fiebre que me excuse de ir a trabajar, bienvenida sea. Porque ha sido mi planinesperado favorito desde hace mucho, mucho, mucho tiempo.

12.2.08

De relevo

- ¡Vamos a criticar a alguien!
- ¿Dónde se ha metido el Sistémico Mágico?
- El Sistémico Mágico nos cae bien, no habéis entendido el juego.
- Oye, la Becaria Inexpresiva se va con tu padre, ¿no?
- Yo debería haberme ido con mi padre, pero mi padre está en Suances.
- A mí me da miedo.
- ¡Eso, eso!
- No, pero, pobre chica, es muy buena persona.
- Tsk. ¿Qué tal os cae mi jefa?

He acumulado tanta mala leche en doce horas que lo mejor que me podía pasar era sustituir al Chico que Se Quiere y a la Chica Amabilísima para ver 666 en el Teatro Alfil, echarme unas risas sanas y olvidarme de que últimamente no hago nada que no sea por obligación. Me ha sentado tan bien, que, incluso después de 27 minutos de despotrique telefónico con mi madre, me hace ilusión que los materiales de la UOC estén al llegar. Qué bien. Empezar otra vez con los rotuladores de colores y las buenas intenciones y, este año, con una meta.
Me salgo de la pelleja. Debe ser la sobredosis de hidratos de que el Chico Pequeño haya decidido alimentarme. O cualquier otra cosa (véase que ya tengo ansiolíticos).
Y ahora, a dormir.
Ea.
:)

11.2.08

¿Cuántos indie-puntos pierde una al confundir una canción de Björk con un chirrido de la lavadora?
Desde que mi Tía Becky dijo que la UOC corría de su cuenta, el mundo es un sitio un poco mejor. Si todo sigue según mis cálculos, en doce meses seré, por fin, licenciada. Y seguiré siendo chiquita y con cara de niña; y seguiré dando poco miedo a los proveedores y seguiré sin ser capaz, a primera vista, de dirigir un equipo. Pero tendré un título y tres años de experiencia y eso no me lo quitará nadie.
:)

10.2.08

Family weekend

El viernes hice una entrevista de trabajo. Y lo importante no es la entrevista (que fue bien), ni la empresa (que me pilla a veinte minutos de casa) ni el trabajo (que sería como responsable de marketing omnipotente), el caso es que fui, e hice una entrevista de trabajo, y me prometí a mí misma que dejaría de ser un desastre con patas.
Luego, me llegó un mensaje de la Chica Ángel diciendo que tengo esto abandonado, y es cierto. Es cierto porque, como bien dice el Chico Escritor, los blogs lloricosos son repugnantes y odio estar lacónica y quejica y llevo una semana bastante neurasténica y no he estado muy por bloggear. Pero, como también dice bien el Chico Escritor, casi enamoramos una vez a Laura Cuello, o, lo que es lo mismo, que venga Dios y lo vea, o, por tirar de refranero y dar un poco más en las narices, podemos darnos con un canto en los dientes (y aquí va una disertación sobre el masoquismo en el refranero popular español que, como estoy generosa, os voy a ahorrar). Y si no me llaman, no importa. Y si no me suben el sueldo, no importa. Y si no pasa nada más, no importa.
Tengo 23 años, contrato fijo, un trabajo que me encanta, una carrera que me apasiona y que de pronto puedo pagar (que me van a pagar, quiero decir), un chico que es un puñetero regalo divino, una suegra que me mima más que mi propia madre, un apartamento precioso y un montón de pelos de mis enanos en la ropa. Soy querida a más no poder, y ya está.
Propósito de esta semana: levantarme de la cama. Propósito v.2.0, terminar la rehabilitación. Pasos pequeños. Buenas intenciones. En una ciénaga, sí, pero ciénaga en medio del camino correcto, que ya es un señor paso.
Pelear con la pereza. La Paradora de Montañas Rusas dice que quiere que me recuerde como una luchadora, que es como ella quiere recordarme. Y lucho, lucho contra la insatisfacción adolescente de mi hermana y contra la insatisfacción inherente a mi madre, y contra las pesadillas, y contra la realidad pesadillesca, y contra los sueños que se hacen humo y contra el humo que se hace sueño y contra el mono de las pastillas inducido por un pésimo sistema de Seguridad Social, y contra las ganasdenada, y contra lo que se me ponga enfrente.
Porque el viernes a las 4 y media decía que iba a ser un findesemana insulso y en realidad he hecho más cosas que cualquier otro. Familia, sí, sobre todo, pero de qué manera. Y más.
Y lo que se puede hacer un domingo a las nueve menos cuarto cuando uno se pelea contra los tópicos.