17.11.15

Efefeseiseiscerocero

Cuando mi madre estaba embarazada, el médico aseguró que sería niño. Mi madre no quería juguetes, ropa, objetos rosiazules. Mis cosas, por tanto, eran naranjas, verdes o amarillas. Me movían en un carrito naranja que hacía que todas las miradas se parasen. Nadie había visto un carrito de colores. ¿Cómo es posible que los carritos sean lo único que es para niños pero sin color?

Un vídeo de mi segundo cumpleaños. "Jota, A, jajaja". Un vestido lleno de vasos de zumo de naranja, "umo jaja". El pitido de un teclado pulsado con maldad. "¿Qué haces? ¿Estás haciendo enfadar al ordenador?"

Primero de carrera, Biblioteca de Arquitectura. Alguien, seguramente el Chico Carrá, se había empeñado en enseñarme un libro enorme de teoría del color. Ahí descubrí que mi amor por la química había contagiado a mi amor por los colores. ¿Naranja cromo, o naranja cadmio?

Madriz, año cero. El vacío, la ciudad gris. Tizas de colores en el bolso para intentar humanizar un búnker en el que me sentía mucho más vacía, ahora que sabía lo llena que se puede llegar a estar. Podréis borrar mis palabras, pero no su eco. El eco no fue suficiente. "¿Hay algo que te preocupe?"

Ella. El sentido a las horas aprendiendo HTML en las sesiones de estudio entre exámenes. El 2.0 metiéndosenos dentro, cambiándonos la vida, alejándonos y acercándonos. Su blog, convertido en homenaje, fingiendo haber sido cubierto por una mano de pintura. "Pierrot sonreirá tantas veces como leas esta frase". Nunca creí que fuera por mí. Quizás no lo fue, no del todo. "¿En serio escribes tu diario en Internet?"

"Cualquier trabajo es mejor que uno de oficina". Mi padre pidiéndome que al menos fuera a la entrevista. Aquellos homónimos dando por hecho desde el principio que ya era una pieza. Los preciosos zapatos de la Chica del Fondo de Armario. El punto naranja que se convirtió en una bola naranja entre tres. El primer color corporativo de muchos. "¿Eliges las empresas a propósito para que siempre sean naranjas?"

Una idea en pleno fin de máster, cuando menos creía en mí. Unos pasos tímidos que deshacía enseguida, continuamente. La voluntad de construir como hilo conductor. Así, sí; así tendría sentido. Los arrebatos de esperanza. Y, de pronto, la explosión, el noslanzamos, el vaaserahora. Y luego el miedo que precede al salto. Y saltar. "¿Entonces, lo ves bien? ¿Salimos mañana?"

El Señor de los Animalicos dice que tenemos que hablar del naranja. Cómo vamos a hablar del naranja. Podemos discutir el matiz, el haber cogido el tono con el nombre más aburrido de su gama. Pero no el naranja. ¿Cómo iba a tener otro color mi primer proyecto propio...?

30.10.15

El día en que cerraron nuestros veintitantos

Y nuestro bar cerró, hace tiempo que cerró.
En su momento nos dio igual y ahora también
si no fuera porque han pasado los años
y ahora han puesto un Starbucks
y nos da tanta rabia que parece nostalgia.

(...)
Y al final, si llegamos al final,
pues muy bien y después, dentro de 10 años más,
nos entrará nostalgia, que es lo que pasa siempre,
y alguien se inventará una historia diferente.

(...)
Acordarnos, lo que sea por acordarnos,
haz un esfuerzo y ayúdanos.
Siempre estabas en la barra,
haz memoria y a ver qué sacas.
(Acordarnos - Astrud)

Hoy cierra el Colonial. Cierra el bar que puso espacio a casi todas las cosas que transcurrían virtualmente en mi blog. Cierra una era. Cierra mi postadolescencia. Se cierra el círculo, aunque ahora le haya cogido un miedo atroz a esa expresión.

Y hace ya diez años, así que no tengo que esperar para sentir nostalgia, para inventar una historia diferente, para que odie pensar que habrá, en su lugar, otra cosa. Que aunque quede al lado su versión 2.0, que, como nosotros, es más adulta y más de comer que de beber (quién lo iba a decir), en Ruiz, 20 no estará esa cancela negra que me hacía sentir más alta cuando la traspasaba.

Me acuerdo infinito de pronto del Chico Escritor y me da un vértigo increíble pensar que es posible que haga más de un año que no se me pasa siquiera por la cabeza. Me da vértigo pensar que la Chica India se haya convertido en Mi Persona en estos diez años y que seis de ellos los haya pasado en Nueva York. Me da vértigo pensar en que el Oscuro Puntual pronto será escolta de mucha más gente; me da vértigo pensar que mi otro escolta personal tenga ya tres hijos. Me dan vértigo todas las familias que se formaron desde entonces.  Me da vértigo pensar cuánto tiempo hace que no sé qué ha sido de la Chica Formal, o, peor aún, de la Chica Úbeda. Me da vértigo pensar que hace diez años que me obsesioné con el Chico Hipermagnético y que aún no he superado la anulación total de mi sentido común que me genera su colonia.

¿Se sigue preguntando "dónde estabas el 11S/11M"? El 11S mi profesor de Geografía llegó tarde por primera y última vez en los doce años que estuve escolarizada en el mismo sitio. El 11M estaba convocada a mi primer cásting; fue el último, y no fui. ¿Dónde estabas tú la noche que cerraron el Colonial?

Yo estaba en casa, con un gripazo lamentable. Con la nostalgia disparada. Tomando sopa de verduras, quién me iba a decir que empezaría, de verdad, a dejar la carne. Abrazada a mi perro, quién me iba a decir que tendría perro. Llorando por una conversación de Facebook absolutamente absurda; abrazada en la virtualidad por dos familias postizas. Quién iba a decir que después de graduarnos en el santo decir sí la lección clave sería la de decir que no sin llorar después. Quién iba a decir que en una sola vida se podían tener tantas familias postizas. 

Mi vida de diez años después se parece a aquella en las cosas en que menos esperaba que lo haría. Es curioso. 

Y aunque estoy triste, también estoy tremendamente contenta. 

Vaya diez años, amigos.