Siempre que al Señor de las Dudosas Iniciales se le pregunta por la tesis, lo primero que nos recuerda es que es el periodo más ciclotímico que vamos a vivir. Que nos enamoraremos de nuestro objeto de estudio y lo odiaremos un rato después; que pasaremos de sentirnos brillantes, sagaces y competentes a tener la seguridad absoluta de que nunca tendremos nada interesante que decir. Yo tendía a contestarme que en el fondo, la diferencia entre eso y vivir en mi piel es cero, así que a falta de problemas mayores, me pareció bien.
Creo que me he vuelto investigadora. A ratos tengo demasiados libros que leer para el tiempo que tengo, y a ratos me descubro a mí misma peleándome con todo tipo de buscadores para localizar las páginas finales de un artículo citado en un artículo citado en un libro citado en otro libro como si no pudiera seguir sin haberlo mirado al menos por encima. A ratos creo que se ha escrito sorprendentemente poco sobre identidad y a ratos, que hay demasiada bibliografía. A ratos creo que encontrar un libro cuya introducción viene siendo mi tema de tesis es un golpe de suerte, y unos días después estoy convencida de que ese será el motivo de mi exclusión del programa de doctorado al que quiero aspirar.
Últimamente leo mis trabajos y a veces me sorprende que todo eso venga de mí y que todas esas ideas y todos esos conceptos estén guardados y ordenados en algún punto de mi cabeza, pero otras veces me avergüenzo de lo que escribo hasta sentir tentaciones de escribir a mis profesores suplicándoles que destruyan toda evidencia de que algún día firmé esas frases.
Tiempos de cambio, todo este año ha sido un momento de cambio. Hoy le decía a Mi Media Infancia que me quedaba un bis del que probablemente es mi mejor año hasta la fecha (porque me he quejado hasta la saciedad, sí, pero también he disfrutado las cosas desde el convencimiento de que eran lo que yo quería, más allá del resultado). Pero no, no va a ser un bis. Porque si sale bien, será en otra ciudad, con otras personas, en otro ambiente, a otro nivel. Porque si sale bien, mi año próximo será como los primeros párrafos de este post, y dudaré permanentemente de mi capacidad intelectual en lugar de dudar permanentemente de mis relaciones interpersonales. En el fondo, no sé si el cambio es tal.
Pero el caso es que ya no cuento en semanas, sino en días, y son tan pocos que me gustaría no tener que dormir ni una sola hora para exprimirlos hasta dejarlos convertidos en polvo.
Porque, señores, ha sido (está siendo) increíble. Y aunque confío en que vaya a mejor, no creo que tenga derecho a exigir nada más. Un bis. Enough is enough.
Saturday night (lirirarará)
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En medio de la fiesta, inicio de un larguísimo atardecer, se me acerca una
chica a la que no conozco de nada y me dice: "Eres muy simpático, me caes
muy...
Hace 2 años