Es un poco raro esto de reaccionar distinto. Uno se acostumbra a sí mismo y cuando ve que cambia es como si hubiera de pronto un acorde disonante en una canción que ha oído miles de veces.
Así que ahora no sé si estoy reprimiendo o fomentando las ganas de llorar.
Ayer el Chico Cósmico me dio excelentes noticias. Mi plan empieza a tomar forma, pero es a costa de reconocer que mi carácter es problemático y que me he granjeado suficientes enemigos en el escalafón superior de esta cadena alimenticia que es la empresa privada. Y da la impresión de que esto va a ser una constante, aunque me queden cincuenta años para pulir mi extremismo, mi problemática relación con la jerarquía, mi irreverencia y mi falta de diplomacia.
Creo que debería estar triste por lo que está pasando. Sin embargo, no lo estoy. Y, también, creo que si me siento orgullosa de no parecer sino lo que soy a ojos de alguien a quien le falta bastante por amueblar dentro de la cabeza como para valorar ese "lo que soy", entonces debería estar más contenta.
Y no estoy ni una cosa ni la otra. Estoy extrañamente tranquila, considerando que cada vez se acerca más el punto de inflexión que me permitirá decir, con la boca bien grande, "Hoy es el primer día del resto de mi vida".
No me gustan las medusas, sino los peces. Al menos sé que no tengo problemas con los peces...
ÚLTIMO POST o BALANCE DE UNA PANDEMIA
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Tengo una sensación increíble de fin de curso.
Qué mejor momento para escribir mi último post después de haber
sobrevivido, por ahora, a una pandemia mun...
Hace 4 años