8.7.25

Adornos

La Chica Sorpresas hace un enlace doloroso pero evidente entre mis expectativas infantiles y las actuales. Tiene razón, claro. Mis amigas no solo tienen una paciencia infinita (que me estoy empeñando en poner a prueba) sino una capacidad inmensa de análisis, lo cual está muy bien cuando no te puedes permitir ir a terapia.
Lamentablemente también tienen vidas muy lejos de la mía.
Repaso mi agenda convencida de que estoy olvidando algo y que tiene que existir alguien más cerca ("hay salidas, lo he oído, sé que existen cientos de metros despejados y sin un cristal en medio que me impida recorrerlos"). 
No lo encuentro, no, pero recuerdo una conversación qué dejé a medias justo al ser absorbida por este vórtice y toco tímidamente la puerta, hago todas esas cosas que dicen que hay que hacer, "estoy triste", se me recibe con cariño, aparentemente, pero no hay nexo entre unas frases y otras. 
"Espero que sigas embelleciendo mis dias con tus rarezas", cierra, y lo entiendo todo. El repliegue del sábado, el estallido final con el Oscuro Puntual, la sensación de ser adicta que me lleva una y otra vez a buscar la misma humillación de la que estoy intentando escapar desde hace seis meses.
Leo a la Chica Astros y recuerdo a la Atómica Melancólica, "te recibo altamente desenfocada". Creo que nunca la busqué y lo hago ahora y encuentro el protocolo de comunicación de emergencia que ojalá hubiéramos sido capaces de establecer.
Porque me pillé de ti por tus chapas, pero me enamoré de tus "entiendo".

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